tag:blogger.com,1999:blog-29029883213767807412024-03-19T09:48:33.502+01:00CRISIS DE PAPELLecturas de José Luis García MartínJLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.comBlogger738125tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-30766572003358530652024-03-14T09:00:00.001+01:002024-03-16T14:10:13.641+01:00La escritura del tiempo<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwocKRw5-qauKzzQKelgJJA7_yftncSrlkNws6_4ivh2Br6fLaIPJo_LjNAcEORJKX2HG8xu4Q73-XQV2YFMfiqYl8GUY9Q50FLzOVOr2Aoq_OHmHQo_tEcrrhuoS53FbN5gxOQTWksYj2ju6MlvC-mNVkq5_OQKmbvb_cznQAjF8tWkQwirBmo31Rds36/s3106/IMG_6291%5B58580%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3106" data-original-width="2204" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwocKRw5-qauKzzQKelgJJA7_yftncSrlkNws6_4ivh2Br6fLaIPJo_LjNAcEORJKX2HG8xu4Q73-XQV2YFMfiqYl8GUY9Q50FLzOVOr2Aoq_OHmHQo_tEcrrhuoS53FbN5gxOQTWksYj2ju6MlvC-mNVkq5_OQKmbvb_cznQAjF8tWkQwirBmo31Rds36/w454-h640/IMG_6291%5B58580%5D.jpg" width="454" /></a></div><p></p><h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Ana María Moix<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Conversaciones en el tiempo<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Amarillo Editora. Madrid, 2024.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">El
tiempo, gran escultor </span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">titula
Marguerite Yourcenar uno de sus libros. También podríamos decir “gran escritor”,
un escritor que nunca se cansa de dar nuevos retoques a las obras literarias.
Por eso, muy acertadamente, se ha titulado <i>Conversaciones en el tiempo </i>la
recopilación –aumentada-- de <i>Veinticuatro por veinticuatro, </i>la
recopilación de entrevistas que Ana María Moix publicó en 1973. Entonces
constituían el mejor reflejo de aquella Barcelona del final del franquismo que
se había convertido en capital modernidad. Eran los años del boom, de la
irrupción novísima, del combate contra el acartonado realismo de posguerra o la
literatura de “la berza” (ese calificativo despectivo se emplea varias veces,
en especial contra Alfonso Grosso).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Parafraseando a Stefan Zweig (y a
Fernando Vela), estas entrevistas llevaban el título de “Un día en la vida de…”
y pretendían seguir a un personaje conocido durante veinticuatro horas. No solo
figuran escritores, pero los escritores son mayoría. Hay un maestro, Josep
María Castellet (inicia el libro una humorística crónica social cuando se le
concede un lucrativo premio de ensayo), y un empresario, Oriol Regàs (creador
de Bocaccio, el lugar de encuentro de la que se llamó la <i>gauche divine)</i>,
que fue algo más que un empresario, el ideólogo de una nueva manera de entender
el ocio y la cultura.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero el tiempo --ha pasado más de
medio siglo desde que fueron escritas-- le ha dado un nuevo sentido a estas
crónicas que no desdeñan el humor naíf ni cierta frivolidad. En una de ellas,
acompaña la autora a José Donoso, a su mujer y a su hija hasta la casa que se
está construyendo en Calaceite. A medio camino, la niña “coge el volante con
sus pequeñitas manos y casi termina ahí este reportaje. Frenazos. Insultos del
conductor que venía de frente y que por lo visto es de la opinión de que los niños
de tres años no deben conducir por la carretera”. Más adelante, otra anécdota
sorprendente: “La niña, que se quedó jugando en el pueblo, ha desaparecido.
Los Donoso no se inquietan. Ya la traerán”. Esa niña, a la que permiten
cualquier peligroso capricho y que no les inquieta se pierde, es Pilar Donoso,
que se suicidó a los cuarenta y cuatro años después de publicar un único libro,
<i>Correr el tupido velo, </i>donde desvelaba toda la turbiedad de una vida
familiar que desde fuera parecía idílica.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ana María Matute, en 1971, nos habla
largamente de un libro que está a punto de terminar y que considera su obra
maestra, <i>Olvidado rey Gudú. </i>Ni ella ni los lectores de entonces podían
suponer que no aparecería hasta 1996 porque antes tendría ella que atravesar un
largo tiempo fuera del tiempo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Jaime Gil de Biedma y Ángel González
son los únicos autores que se salvan de la crítica feroz a la poesía social por
parte de los nuevos poetas, según Ana María Moix. Gil de Biedma no parece
tener, en cambio, muy buena opinión de los novísimos, a pesar de que la
entrevistadora fuera uno de ellos: “La antología está presentada como un
intento de renovación, y la verdad, es una continuación lamentable. No rompe
con nada anterior, la poesía de los novísimos sigue siendo tan provinciana como
antes”. Cuenta “con humor y teatralidad” divertidas anécdotas de su vida en
Filipinas. Hoy, después de leer el diario póstumo, esas anécdotas no nos parece
que fueran tan divertidas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De la entrevista con Ángel González,
nos sorprende su repetida alusión “al cura que lleva dentro”, a su mala
conciencia tras una noche de juerga. No falta algún dato autobiográfico al que
luego evitaría referirse, En Barcelona, “vivía de mala manera, pero muy feliz,
hasta que me enamoré de una chica que vivía en Madrid y la seguí y allí me
quedé hasta que me marché a América”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La bulimia era una enfermedad que
aún no se había inventado y Monserrat Caballé no tiene inconveniente en
declarar que, tras los ensayos, siente “un apetito atroz”: “Como y revivo.
¿Cómo voy a privarme de una buena comida?”<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A veces la editora, Ester Vallejo,
se siente obligada a hacer algunas aclaraciones en nota. “Cuando a una familia
pobre le salía un hijo subnormal, lo ponía a vender cupones en una esquina”,
afirma el pintor Joan Ponç, y Ester Vallejo trata de justificar tales palabras
indicando que “ese término que hoy nos resulta tan fuera de lugar es el que se
empleaba de forma habitual en los años setenta”. No anota, en cambio, la
curiosa observación de que Rosa Chacel “habla en perfecto castellano, a pesar
de haber vivido tantos años en Sudamérica”. Parece que todavía en 1970, como en
tiempos de Clarín, se pensaba que los españoles eran los dueños de un idioma
que en América se habría corrompido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A Max Aub le entrevista el 1 de
julio de 1972. Su obra es extensísima, nos dice, y “si continúa con la
vitalidad que demuestra tener hoy, a los setenta años, será interminable”.
Antes de acabar ese mes, moría el escritor. Con melancolía y una sonrisa leemos
las que quizá fueran sus últimas palabras: “Hoy a la gente le gusta demasiado
el fútbol, la televisión, ya no hay tertulias, no se toma café. Sí, sí, tomar
café, hacer tertulia, hablar. Hoy solo hay diversión, <i>drugstores</i>. ¿Quién
lee hoy los poemas de los demás? Hoy la gente baila, bebe, mira la televisión:
no hay tiempo para escribir. Cuesta menos esfuerzo vivir, todo es más fácil,
muchas distracciones. Con tantas cosas, ¡quién se sienta a trabajar durante horas
y horas, meses y meses, en un libro? Pocos, muy pocos. Con tanta televisión y
tanto fútbol, bailes, etc., ¿quién se sienta luego a leerlos?, menos, todavía
menos”. O sea, les diríamos a los agoreros de hoy, que no hacía falta que se
inventaran las redes sociales para la “decadencia” de la cultura.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><o:p> </o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-7871681903967184332024-03-07T09:11:00.011+01:002024-03-08T13:42:58.588+01:00Misterio sin resolver<p><span style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: center;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeRc6wSO0U4pI2SGRnxsnOSqAxd8KWknhk17kJYTeMYt-ss0fROjOkbhbMpDxUCBRR30F_4DjnwMlM4iInVIz1mI2YTIS0kqfgRqHEfzHxW6wFWEGWaQX06NzV98rZw-Ovj44JLTQkRcMNILut5_Tf_2DhzGwClqxQuRegECGUb6UnYog_i6eSD0WyUdH3/s3687/IMG_6115%5B58266%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3687" data-original-width="2558" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeRc6wSO0U4pI2SGRnxsnOSqAxd8KWknhk17kJYTeMYt-ss0fROjOkbhbMpDxUCBRR30F_4DjnwMlM4iInVIz1mI2YTIS0kqfgRqHEfzHxW6wFWEGWaQX06NzV98rZw-Ovj44JLTQkRcMNILut5_Tf_2DhzGwClqxQuRegECGUb6UnYog_i6eSD0WyUdH3/w444-h640/IMG_6115%5B58266%5D.jpg" width="444" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Roger Chartier<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Libro, lectura y cultura escrita<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Trama Editorial. Madrid, 2024.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Roger
Chartier, leemos en la solapa de este volumen, es profesor emérito en el
Collège de France y director de estudios de la École des Hautes Études en
Sciences Sociales, además de uno los más reconocidos historiadores del libro,
la lectura y la cultura escrita. En el prólogo se nos presenta como “uno de los
principales representantes de la Escuela de los Annales” y como “un viajero
consumado, un académico que imparte cursos y conferencias en universidades de
diversos continentes”, uno de los más cualificados representantes de la
“cultura historiográfica francesa”, que demuestra además “un interés voraz por
las historiografías de otros países, por las novedades editoriales que aparecen
por aquí y por allá, estando al tanto de lo que otros hacen”. No solo un
erudito, también un sabio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero comenzamos a leer <i>Libro,
lectura y cultura escrita </i>y apenas si nos encontramos con un capítulo que
no contenga una inexactitud o un disparate. En el titulado “Biblioteca”, se la
define así: “Tradicionalmente, la biblioteca es una colección de libros y otros
textos escritos o impresos que el lector lee en el mismo sitio”, Eso cambiaría
con la aparición de la edición digital. Pero cambió mucho antes, con el
servicio de préstamo. Del recinto de la biblioteca, solo no pueden salir
aquellos libros de especial valor. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Sigamos
leyendo: al ser los libros accesibles de forma digital, “la biblioteca
podía reutilizar sus espacios, liberándose de sus colecciones, y ya algunas
bibliotecas han transferido sus colecciones impresas a almacenes fuera de sus
edificios. Evidentemente, se puede pedir un libro, pero ya no está más en la
colección dentro de la biblioteca”. Pero toda gran biblioteca, cuyos fondos se
amplían continuamente, ha de recurrir a depósitos fuera del edificio primitivo,
sin que ello tenga que ver con la edición digital. ¿Puede ignorar eso uno de
los más ilustres estudiosos del libro? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Trata
luego de explicar “a las instituciones, a los poderes, a los lectores, a los
estudiantes” por qué es necesario leer en la biblioteca. Y lo hace señalando
que “un texto no es solamente un contenido semántico, sino que siempre fue
encarnado, ha recibido un cuerpo”. Traduzco esa obviedad: que una obra
literaria la leemos siempre en una determinada edición y que la edición en que
la leamos condiciona de alguna manera su contenido. Cierto, ¿pero importa algo
que leamos el libro en casa o en la biblioteca? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No distingue Chartier entre los
diversos tipos de bibliotecas –particulares, municipales, provinciales,
nacionales, universitarias-- y por eso las defiende como “espacios de
sociabilidad, gracias a la lectura de sus obras por los autores, gracias a las
conversaciones y debates después de la presentación de un libro”. Se opondría
así la lectura en la biblioteca a la “comunicación desmaterializada y
‘descorporalizada’ del mundo digital”. Confunde una biblioteca pública con un
centro cultural (pueden coincidir en algún caso) o una librería. Y no solo eso:
piensa que los autores que publican sus libros en edición digital, los poetas
que difunden sus versos en las redes sociales no pueden leer sus obras en
público y charlar con los lectores.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En el capítulo dedicado a Borges,
nos encontramos con una más que peculiar defensa de la “forma material de la
obra” frente a su “desmaterialización”, o dicho más correctamente, de la
edición impresa frente a la edición digital. Resulta que el más famoso pasaje
del <i>Hamlet, </i>no se lee de la misma manera en la edición de 1603 (“To be,
or not to be, I there’s the point”) que en la de 1604 (“To be, or not to be,
that is the question”), lo que hace que la lógica del monólogo sea
“profundamente diferente”. Esas diferencias se borran cuando la obra se
“desmaterializa” en la edición digital. Pero también desaparecen en cualquier
edición impresa, ya que la forma que adopta como definitiva es la segunda. Solo
si se trata de una edición anotada podemos ser consciente de esa versión
anterior y resulta que las notas pueden aparecer igual en una edición impresa
que digital (incluso puede ser la misma edición escaneada página a página).
¿Acaso cree Chartier que los lectores, cuando leen <i>Hamlet, </i>van a una
biblioteca y piden la edición de 1603 y luego la de 1604 para comparar?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Apenas hay capítulo que no contenga
una imprecisión o un disparate, repito. En el titulado “Traducción”, se nos
dice que la traducción fue “la primera forma de profesionalización de la
escritura”. Durante siglos, los traductores cobraban por su trabajo, pero los
autores no. Los autores recibirían ejemplares de su libro, no dinero,
ejemplares que podían dedicar a cambio de protección. Confunde Chartier la
dedicatoria impresa a un mecenas con las dedicatorias manuscritas de los
autores en los libros que reciben del editor. Y aunque para considerar la traducción
como la primera profesionalización de la escritura se basa en el <i>Quijote, </i>ignora
que Cervantes –como hacían los autores de su tiempo-- vendió el privilegio de
editar su obra (parece que por 1400 maravedíes) y que obtuvo un diez por ciento
de los beneficios, más o menos lo mismo que un autor actual.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i>Libro, lectura y cultura escrita </i>lleva
el subtítulo de “Breve diccionario oral”. Invitado por una universidad de
Chile, a Roger Chartier se le pidió un libro y él ofreció resumir sus saberes de
manera verbal y en forma de diccionario. Los encargados de recoger y
transcribir sus palabras fueron Pedro Araya y Yanko González, antropólogos.
¿Explica ese carácter improvisado los desatinos del breve volumen? No debería.
Las diversas entrevistas que están en su origen fueron cuidadosamente revisadas
y editadas, según se nos explica en el minucioso prólogo. La razón de tales continuos
desajustes con la realidad en un universitario del prestigio de Roger Chartier
–sus publicaciones están traducidas a muy diversos idiomas, también al español--
constituyen un misterio que yo no soy capaz de resolver. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvJQz2derA5FeBrIhbE401-5ZL8lXCIoVOQPE9qedoqethZNgz65RMz6gTH5N1d_gmYVASbXdNjDsZNMsDsmarFj74vQa2uZdrelC2ByvubrRok7RnP7YFOzqPEb1ODMSd__MF4dE_nbDD_QA1mqm8gRyguMLAYjaaJFhXrYF8OTUXw0J3SZbdUYyjLgyA/s2526/IMG_6245%5B58347%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2526" data-original-width="1998" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvJQz2derA5FeBrIhbE401-5ZL8lXCIoVOQPE9qedoqethZNgz65RMz6gTH5N1d_gmYVASbXdNjDsZNMsDsmarFj74vQa2uZdrelC2ByvubrRok7RnP7YFOzqPEb1ODMSd__MF4dE_nbDD_QA1mqm8gRyguMLAYjaaJFhXrYF8OTUXw0J3SZbdUYyjLgyA/w506-h640/IMG_6245%5B58347%5D.jpg" width="506" /></a></div><br /><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><br /></span><p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-83588269212646544252024-02-27T20:25:00.007+01:002024-03-07T09:13:48.557+01:00El misterio de lo cotidiano<p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE45NBe92g7oJnEaFnC91ndWxyTC7KLWrWbrUwFi-LXEkSeXXVw3slWYlwty5PvxnTsB9HDsV9ynjRKFMyEXwW0KqSdRngFxLywB9LXKoJwYONINupPgmUrAByEIMXT2MImoZ4yWMGJ7aOuwM0XiFUTPnvcitQnCEo64km9KR3VIf4C-1i9E5wFRa011VF/s2678/IMG_5997%5B57992%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2678" data-original-width="1744" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE45NBe92g7oJnEaFnC91ndWxyTC7KLWrWbrUwFi-LXEkSeXXVw3slWYlwty5PvxnTsB9HDsV9ynjRKFMyEXwW0KqSdRngFxLywB9LXKoJwYONINupPgmUrAByEIMXT2MImoZ4yWMGJ7aOuwM0XiFUTPnvcitQnCEo64km9KR3VIf4C-1i9E5wFRa011VF/w416-h640/IMG_5997%5B57992%5D.jpg" width="416" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Lola Mascarell<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Préstame tu voz<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Tusquets. Barcelona, 2024.<br /></span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">La
poesía contemporánea adopta muchas formas, a menudo incompatibles. Quienes
gustan de una de ellas suelen desdeñar, o aborrecer, las otras. Lola Mascarell
opta por una poesía de la cotidianidad, escrita en un lenguaje aparentemente directo
y sin enigmas por resolver. La cita inicial, de la exitosa Irene Vallejo, e
incluso la viñeta de la cubierta (la silueta de una madre que juega con su
hijo), ya nos indican que no busca al lector especializado que desdeña “el
sentimentalismo primario”, tan denostado por poetas como Guillermo Carnero. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Normalidad”, “Lo pequeño”, “Un día
cualquiera” son los títulos, bien significativos, de algunos de los poemas.
Pero, como todos sabemos, no hay mayor misterio que el de la normalidad, el de
un día cualquiera en que aparentemente no pasa nada, salvo el tiempo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La línea clara en la que se incluye
Lola Mascarell tiene como referente principal, no a Luis Alberto de Cuenca, el
poeta al que suele aplicársele esa etiqueta, más urbano y juguetonamente
culturalista, sino a Eloy Sánchez Rosillo, pero no tanto al elegíaco de su
primera época, como al de la etapa final, hímnico y celebrativo de lo
cotidiano.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Todas las maneras de entender la
poesía tienen sus riesgos, en las que a veces incurren también los nombres
mayores, no solo los epígonos. Al vacuo hermetismo de unos, se contrapone la
banalidad de otros. Nos dejan fríos ciertos jugueteos de la vanguardia o
confusas elucubraciones más o menos metapoéticas, pero también el consabido
sonsonete de la tradición; y, por otra parte, la emoción que nos contagian los
poetas que escriben con el corazón en la mano no siempre es de buena ley.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Difícil resulta leer sin conmoverse un poema
como “Marcha”, pero la contagiosa emoción proviene más bien de la historia que
se nos cuenta: “En los últimos días / mi abuela siempre estaba / queriéndose
escapar / y había que cerrar todas las puertas”. Quizá no nos habría conmovido menos
si la escuchamos en una conversación. Y digo quizá, porque, basta releerlo,
para darse cuenta de la maestría de la autora.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero los mejores poemas de Lola
Mascarell son los que no bordean, o incurren, en la falacia patética. “Creación
del mundo”, por ejemplo: “Vio que el mundo era bueno y fue poniendo / cada cosa
en su sitio: / las huertas ordenadas con sus líneas / de sembrados en fila, /
las montañas al fondo, su recorte / con tijera en la mano de algún niño”.
Destaca igualmente “Ojalá”, que acierta a trascender la frase hecha con la que
comienza: “Sea lo que Dios quiera”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En algunos casos, el poema hace
explícita su conclusión sapiencial en forma casi aforística. “Recorro con los
dedos / el brote de geranio / que plantamos ayer en la maceta” comienza el
poema “Amor”. Termina con unos versos que pueden leerse de manera
independiente: “Amar es escuchar / que en el otro resuena y se amplifica / lo
mejor de uno mismo”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Algo
similar ocurre en “El jardín”: “Escribir poesía / es cuidar un jardín / donde
solo germina lo que muere”. Pero a veces, como ocurre en “Atención”, lo que
podría ser la síntesis final es el punto de partida. “No se puede explicar la
poesía”, leemos en el primer verso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La cita inicial, tomada de <i>El
infinito en un junco, </i>aclara el título del libro, que es también el del
último poema: “En las inscripciones funerarias tempranas, los muertos rogaban
al paseante ‘préstame tu voz’ para revivir y anunciar quién yacía en el
sepulcro”. El poema final comienza de la cotidiana manera, tan cercana a la
prosa, que es habitual en Lola Mascarell: “El murmullo del bar / donde apuro
otro quinto de cerveza / me sume en un extraño aturdimiento”. Pero en ese
murmullo se entremezclan los vivos y los muertos: “Son las voces de hombres y
mujeres / que ya no están aquí, pero que hablan / a través de los vivos con sus
juegos, / sus formas de reír o de marcharse”. Una anécdota trivial, tomarse una
cerveza en el bar del pueblo, se convierte en algo muy distinto: “Estamos en el
bar / esos muertos y yo / y un tubo de neón anula el tiempo”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los “juegos con el tiempo” son
propios de esta poesía, como de la de Sánchez Rosillo o Francisco Brines, otro
de sus referentes. “Tiempos superpuestos” (de “superposición temporal” habló
Carlos Bousoño en su <i>Teoría de la expresión poética</i>) se titula uno de
los poemas más significativos del libro: “La luz que cruza ahora la ventana / y
llega hasta tu pie / y atraviesa la cuna / y avanza por el suelo del salón / no
procede del cielo / que custodia la escena desde atrás: / esa luz que ahora
toca / el milagro minúsculo del dedo / meñique de tu pie / procede de mi
infancia / y avanza sin retorno / hacia ese lugar / donde yo ya no estoy, /
pero te espero”. Aquí, al contrario que en el primero de los <i>Cuatro
cuartetos</i> de Eliot, son el tiempo pasado y el tiempo futuro los que se
contienen en el momento actual.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Poesía sin aparente artificio, pero
con secreta maestría, la de Lola Mascarell, que no quiere ser renovadora ni
reivindicativa, que se conforma con ser verdadera.<o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-42950761690653634982024-02-21T09:11:00.010+01:002024-03-07T09:14:03.659+01:00El rector detective<p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQZ2yk-h-Pbz3TG5rB-iwd75ZL8jRoTwcoWrv70n_ET_IgSAwZ6JmqEDvuTL2QBFEzMssxCXfifWg7VlEX0YTFLzU5OfQBwldpivnxn6COCLNSnm12tECoRn_yK0AK2U3gTwEwW1cIdCOAG3m-r6TL-51Et4jg5ykb13HTexrunJ1K195EBLdUcrKsOvco/s1756/IMG_5829%5B57480%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1756" data-original-width="1172" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQZ2yk-h-Pbz3TG5rB-iwd75ZL8jRoTwcoWrv70n_ET_IgSAwZ6JmqEDvuTL2QBFEzMssxCXfifWg7VlEX0YTFLzU5OfQBwldpivnxn6COCLNSnm12tECoRn_yK0AK2U3gTwEwW1cIdCOAG3m-r6TL-51Et4jg5ykb13HTexrunJ1K195EBLdUcrKsOvco/w428-h640/IMG_5829%5B57480%5D.jpg" width="428" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Luis García Jambrina<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">El primer caso de Unamuno<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Alfaguara. Barcelona, 2024.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Luis
García Jambrina, después de convertir a Fernando de Rojas, el autor de <i>La
Celestina, </i>en protagonista de una serie de enigmas policiales en la
Salamanca del Renacimiento, inicia un nuevo ciclo con Miguel de Unamuno
convertido en émulo de Sherlock Holmes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Profesor de la Universidad de
Salamanca, autor de numerosas publicaciones académicas, director de la revista <i>Cuadernos
de la Cátedra Miguel de Unamuno, </i>García Jambrina es un buen conocedor del
escritor que convierte en protagonista de un relato de ficción y de la ciudad
que sirve de escenario. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Aunque
en la primera línea del capítulo inicial, nos encontramos con un implícito homenaje
a <i>La Regenta </i>(“La levítica ciudad dormía el sueño de los justos”), no
hay ningún exceso de pedantesca erudición en el texto. A Unamuno le sentimos
revivir en estas páginas que tienen el acierto de comenzar con una polémica
real, la que en 1905 le enfrentó con Ramiro de Maeztu cuando los habitantes de
un pueblo salmantino expresaron su deseo de emigrar colectivamente a Argentina.
El descontento de los campesinos con la expropiación y venta de los bienes
comunales, la crisis de la España rural, que viene de lejos está muy bien
recogido en estas páginas. Y el crimen que resolverá Unamuno, inspirado en otro
que tuvo lugar en un pueblo cercano, Matilla de los Caños, resulta
adecuadamente intrigante.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Un acierto el personaje de la
anarquista catalana, vagamente inspirada en la protagonista del libro de
Unamuno que lleva su mismo nombre, <i>Teresa</i>, quizá el menos valorado de
los suyos, rimas de amor, al modo becqueriano, publicadas en 1924 como un modo
de contrarrestar el vanguardismo de la nueva literatura. Más interesante que
los poemas resultan la introducción, las notas finales y el epílogo, donde
Unamuno divaga a su manera sobre esto y lo otro y termina arremetiendo –el
libro se concluyó en septiembre de 1923-- contra la recién instaurada dictadura
militar. El presunto autor de los poemas de <i>Teresa</i>, Rafael, es un
exfuturo de Unamuno, alguien que habría podido ser él si la vida no le hubiera
llevado por otro camino. La Teresa de los años veinte sería, en una no
demasiado forzada hipótesis de García Jambrina, la transfiguración de la Teresa
que Unamuno conoció en 1905 y por la que a punto estuvo de romper su militante
monogamia. Es un personaje de ficción, como nos aclara la nota final, pero eso
no impide que resulte atractivamente verdadero.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i>El primer caso de Unamuno </i>habría
sido mejor novela si García Jambrina hubiera resistido la tentación de
acercarse demasiado en algunos pasajes a la literatura popular o a las series
televisivas. Un poco forzada resulta la comparación con Sherlock Holmes, del
que el propio Unamuno se declara secreto admirador. Al tratar de descubrir a
los autores de un crimen para salvar a unos campesinos acusados injustamente,
sin importarle los problemas que eso le acarrea, Unamuno se comporta más como
don Quijote que como el detective inglés. La acción transcurre además en 1905,
el año del centenario, el de la publicación de <i>Vida de don Quijote y Sancho</i>,
y es un buen momento para iniciar las aventuras de Unamuno como caballero
andante, algo que de alguna manera siempre fue.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero ese es un reparo menor
comparado con la liberación de Unamuno y Teresa, secuestrados por un empresario
que pretende asesinarlos fingiendo un crimen pasional: “De repente, se oyó cómo
la puerta de metal que daba a la calle se abría con gran estrépito y dejaba
libre el paso a varios agentes de policía, que en seguida tomaron posiciones en
el interior de la nave sin que Daniel Llorente ni sus hombres tuvieran tiempo
de reaccionar”. Es esa una escena que seguramente habrá visto García Jambrina
en muchos telefilmes de sobremesa, pero que resulta completamente inverosímil
en la Salamanca de 1905, sobre todo si tenemos en cuenta las circunstancias en
que se produjo el secuestro y la denuncia (las dos cosas, por cierto, en la
misma mañana del día de la liberación: eso es eficacia policial).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La detención del asesino también nos
hace sonreír y es como un descosido, incluso estilístico, en esta por lo demás bien
urdida historia. Unamuno le persigue “a grandes zancadas”, le disparan y “no le
quedó más remedido que arrojarse al suelo mientras el otro emprendía la huida”.
Luego se pone en pie y corre con más energía: “Una vez que lo tuvo a su
alcance, le lanzó el bastón a los pies para que tropezara y rodara por el
fango. A continuación, se enzarzaron en un forcejeo cuerpo a cuerpo y, tras
varios intercambios de golpes, Unamuno logró inmovilizarlo en el suelo. Con
cuidado, se quitó el cinturón y le ató las manos por detrás de la espalda”. Y
mientras llega la Guardia Civil convence con buenas palabras al asesino para
que le cuente todo (aunque luego quien termine de contarlo, rompiendo la lógica
narrativa, sea un narrador en tercera persona): “Yo no soy agente ni juez; de
modo que su declaración no servirá para inculparlo ni tendrá ningún valor
jurídico si no hay pruebas materiales de ello. Tan solo quiero saber lo que
pasó; creo que me lo merezco –argumentó don Miguel jadeando”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Lo que nos merecemos los lectores,
después de un comienzo tan prometedor y de un protagonista tan fascinante, es
que García Jambrina no termine su historia como una apresurada novela de
quiosco, incluso en la simplona redacción. En las siguientes entregas de la
serie debería tener claro a qué tipo de público se dirige y esforzarse por no
defraudar a ese lector ilustrado de principio a fin. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizOSa-PNN8l39QSwLNkZz63CvP0FvSb7T54l63E-Dvj4kqQeWSwHeulm4Gki9llrd1sYAh8K3J_rcdWrqYiz-cKdq6WlODj6cCG5QFbKc-ZDl2NJGGo_FHAdntq-nbyNgXDWvFQ57PqU0KK7MM0jxBkrO1M1XNts6kLjMQAlKfEirZab8odHNNBuQpP4aY/s1561/IMG_5907%5B57744%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1561" data-original-width="1165" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizOSa-PNN8l39QSwLNkZz63CvP0FvSb7T54l63E-Dvj4kqQeWSwHeulm4Gki9llrd1sYAh8K3J_rcdWrqYiz-cKdq6WlODj6cCG5QFbKc-ZDl2NJGGo_FHAdntq-nbyNgXDWvFQ57PqU0KK7MM0jxBkrO1M1XNts6kLjMQAlKfEirZab8odHNNBuQpP4aY/w478-h640/IMG_5907%5B57744%5D.jpg" width="478" /></a></div><br /><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><br /></span><p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-78815931525296444792024-02-14T09:48:00.008+01:002024-03-07T09:14:20.118+01:00Verso y reverso<p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMEW6yBlUZRG-UVCJOxRKi8c1Qpq0HeyGs03SUtXhW7_do0KDlNMlOMINU8r3GKKrQPfzLgYLN_LDxaPxNU7f0SLMZh-fIE18nPKylI6hzEE0TF7jX0oo_rks21RO-FLp-IMAJfBODWFMmqb7oFMi4sTUeYckRCZRDExzXaCVoU72LqvpJ6fM74pHElcoX/s3241/IMG_5672%5B56764%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3241" data-original-width="2303" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMEW6yBlUZRG-UVCJOxRKi8c1Qpq0HeyGs03SUtXhW7_do0KDlNMlOMINU8r3GKKrQPfzLgYLN_LDxaPxNU7f0SLMZh-fIE18nPKylI6hzEE0TF7jX0oo_rks21RO-FLp-IMAJfBODWFMmqb7oFMi4sTUeYckRCZRDExzXaCVoU72LqvpJ6fM74pHElcoX/w454-h640/IMG_5672%5B56764%5D.jpg" width="454" /></a></div><p></p>
<h2 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Eduardo Jordá<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Doce lunas<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Fundación José Manuel Lara.
Sevilla, 2024.</span><br /></span></h2>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Eduardo
Jordá, narrador, ensayista, traductor, además de poeta, ha reunido lo más
significativo de su obra poética en <i>Doce lunas, </i>un libro de versos que
no se parece a ningún otro libro, que se lee en buena parte como un libro de
viajes. Cada poema va acompañado de un relato sobre las circunstancias en que se
escribió. Y esas páginas en prosa muy a menudo no desmerecen junto a los poemas
e incluso en ocasiones los opacan.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando cuenta –en prosa o verso--,
en las viñetas viajeras o en las evocaciones biográficas o autobiográficas,
Eduardo Jordá es un maestro. Más discutible resulta en los poemas más
“poéticos” o en las reflexiones sobre la poesía. “Un poema ocurre, de golpe,
sin previo aviso”, al contrario que un relato que implicaría “un lento proceso
de aproximación”. Pero lo que se indica para el relato vale para la poesía, o
al menos, para su poesía: “De repente, uno empieza a oír conversaciones que no
sabe de dónde llegan, o percibe una extraña luz en un lugar que no sabría
situar en ningún sitio concreto, o recuerda el momento en que su abuelo levantó
el bastón, señaló una cerca de piedra y dijo: Hasta aquí llegaron los rojos”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nunca aburrido –al contrario de lo
que suelen ser la mayor parte de los correctos y convencionales libros de
versos--, a menudo emocionante, casi siempre memorable, Eduardo Jordá gusta de
afirmaciones contundentes que resultan muy discutibles. Y no nos referimos solo
al ejemplo de “poesía cívica” –dice detestarla-- que incluye el libro, “Doctor
Fedriani”. Independientemente de cuáles sean las ideas políticas de cada cual,
el poema resulta poco creíble. Así comienza: “Fue en el peor momento, / en lo
peor de todo, / cuando tu vida se iba a la mierda / y cuando tu país se iba a
la mierda: / en octubre del año diecisiete, / recuérdalo tú y recuérdalo a
otros”. Y continúa: “Fue cuando se reían de tu patria, / cuando todos mentían
sobre tu patria, / cuando arrastraban a tu patria por el suelo”. Un poco
exagerado nos parece eso –solo se trataba de si se permitía o no hacer una
consulta a los ciudadanos de una determinada autonomía--, pero en un fanático patriota
podemos aceptarlo como verosímil. Lo que suena a falso, a radicalmente falso,
es que recupere la esperanza porque en un barrio de Sevilla vea expuesta una
bandera española junto a una dominicana. En la prosa que acompaña al poema, leemos:
“Algún día me gustaría encontrarme a aquella persona de origen dominicano que
colgó las dos banderas en su ventana y simplemente darle las gracias”. Si las
hubiera colgado en un barrio de Barcelona, se entendería que tuviera algún
mérito; el mérito en Sevilla sería colgar la estelada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Considera Jordá el poema “Pero
sucede”, que inicia el libro y es una especie de poética, como el mejor que ha
escrito. El prodigio, lo inexplicable, ocurre algunas veces. Tras enumerar
algunos casos, termina así: “Y una familia entera, en la cámara / de gas, se
abraza y da gracias a Dios”. ¿En la cámara de gas? ¿Y quién pudo informar de
ese abrazo y de ese acto de gratitud? No hubo testigos en ese acto final de la
barbarie.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con cierta frecuencia, el texto en
prosa vuelve prescindible el poema. Es el caso de “Tres fresnos”, con su
evocación de una estancia en un lugar perdido de Irlanda. Las páginas viajeras –además
de Irlanda, Chile, Portugal, Filipinas-- son abundantes en el libro y confirman
que el autor es un maestro en el género.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Abundan también los monólogos
dramáticos –hablan Ofelia, el poeta Edward Thomas, los músicos Charlie Parker y
Brian Wilson-- y en estos casos el poema suele ser tan interesante como la prosa
que viene a continuación y que nos cuenta la misma historia en tercera persona.
No ocurre así en un poema como “Halcón en el poste”. La prosa tiene toda la
magia de las estampas viajeras de Eduardo Jordá, pero el poema, puesto en boca
del halcón, no se sostiene junto a ella. Esto es lo que piensa el halcón, muy
cernudianamente, mientras no se mueve del poste: “Es domingo. Ya tocan las
campanas. / El diente de león, las mariposas, / el murmullo del agua en el
arroyo: / todo es bello, lo sé, pero lo bello / ya no me dice nada. / Y ahora
también las nubes me susurran: / ‘Síguenos ya’. Y las hojas se retuercen / en
una especie de éxtasis / que es principio y final, como el amor / que no se
sacia nunca, / y que no es suficiente”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Tonto y yo” es otro sugerente relato,
en prosa y verso, sobre un gato vagabundo. Pero en el poema, en los versos
finales, tras disfrutar de los últimos rayos de sol, el gato mira al narrador y
le pregunta: “¿Por qué no me dijiste / que esta felicidad / iba a durar tan
poco?”.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Que el gato pregunte, o parezca
preguntar, entra dentro de la lógica del poema, pero no la pregunta tan humana
y tan poco acorde con lo que de él se nos ha contado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No beneficia a la poesía de Eduardo
Jordá la compañía que les ha dado en <i>Doce lunas. </i>Ni tampoco el que, acá
y allá, nos vaya dando sus ideas sobre el trabajo poético, con las que no
siempre es fácil estar de acuerdo. En la prosa que acompaña a “Nubes” confunde
el verso libre con los versículos y dice que los primeros versículos que leyó
fueron los de Borges en <i>Fervor de Buenos Aires</i>, donde no se utilizan.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Pero
es un poeta, un poeta de verdad, tanto más poeta cuando menos se deja llevar
por el énfasis melodramático de poemas como “Consejo”. Y quien lo dude que lea
“Corazón”, “Cementerio indio”, “Doce lunas”, por citar solo unos pocos ejemplos
de los que incluye este libro, no por discutible, o más que discutible, a
ratos, menos admirable. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Eduardo Jordá es poeta en prosa –sin
necesidad de escribir poemas en prosa, o lo que habitualmente se entiende por
tales-- tanto como en verso.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Y no solo
en sus relatos, también en su artículos. Léase la recopilación <i>Fuera, en la
oscuridad </i>–el título es el de un poema de su admirado Edward Thomas-- y se
verá como de casi cada uno de esos artículos se puede extraer, sin demasiado
esfuerzo, el poema que está parafraseado en él.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRji7UpMpfyBsojXOSQEmFya0kFcK1Jl0k02JaP1QpN1-ZeMkYCJL7XuqwHrZGIgKzUcoW6fpnbNtbr1mc_AQoplqevDQGL25Q77BhUm25CEI-4aw9514AnnyHPMJBfbblEByD6MiksNP65bLhuQDCV98XdFDpT-bNR0hUnndM4i-GISQ6cT5SwugP4wR4/s2828/IMG_5743%5B56850%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2828" data-original-width="1826" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRji7UpMpfyBsojXOSQEmFya0kFcK1Jl0k02JaP1QpN1-ZeMkYCJL7XuqwHrZGIgKzUcoW6fpnbNtbr1mc_AQoplqevDQGL25Q77BhUm25CEI-4aw9514AnnyHPMJBfbblEByD6MiksNP65bLhuQDCV98XdFDpT-bNR0hUnndM4i-GISQ6cT5SwugP4wR4/w414-h640/IMG_5743%5B56850%5D.jpg" width="414" /></a></div><br /><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><br /></span><p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-11477257579677477132024-02-06T09:05:00.005+01:002024-02-08T20:32:29.430+01:00De la piara de Epicuro<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibFVFlhT425P9RdpQ8fr1EIO8hYmP22gqMhcmDzQwWMsX2Nkte-jPNW9qr6uasQALJQI8-SX9ZRuF0p-1NwUmv6Aha7kZZT1w9R3uJ8qG-skIaNmJgJxboPrGeaZa-d4B5xhmqMgvj-8rI33hFB86aYy4O_5BrK2gTbA5X0ZNZt2nkjQ0uunNDN9ltcLZX/s2799/IMG_5540%5B55809%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2799" data-original-width="1866" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibFVFlhT425P9RdpQ8fr1EIO8hYmP22gqMhcmDzQwWMsX2Nkte-jPNW9qr6uasQALJQI8-SX9ZRuF0p-1NwUmv6Aha7kZZT1w9R3uJ8qG-skIaNmJgJxboPrGeaZa-d4B5xhmqMgvj-8rI33hFB86aYy4O_5BrK2gTbA5X0ZNZt2nkjQ0uunNDN9ltcLZX/w426-h640/IMG_5540%5B55809%5D.jpg" width="426" /></a></div><p></p><h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Fernando Savater<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Carne gobernada<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Ariel. Barcelona,
2024.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Los
admiradores de Fernando Savater encontrarán en <i>Carne gobernada </i>buenas
razones para seguir admirándole, y quienes le detestan otras no menos buenas
para justificar su poco aprecio o su claro menosprecio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Lo que de pequeño quería ser
Savater, lo que siempre ha querido ser, afirma en estas páginas, es escritor, no
filósofo ni profesor ni, desde luego, “intelectual”. Y escritor, gran escritor,
lo ha sido siempre, o casi siempre: podíamos no estar de acuerdo con lo que
decía, pero nunca dejaba de decirlo con gracia, con la cita precisa, con la
anécdota pertinente e ilustrativa. Quizá no fue nunca un pensador original,
pero siempre fue un seductor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pocas veces se han escrito páginas
tan desoladoras sobre la vejez, y a la vez tan llenas de amor a la vida, como
las que encontramos en <i>Carne gobernada</i>. ¿Fue Horacio quien se definió
como “un cerdo de la piara de Epicuro”? También a Fernando Savater, eliminando
todas las connotaciones negativas del primer sustantivo, podría calificársele
así. Siempre ha sido un vividor, en el mejor sentido de la palabra, y lo sigue
siendo en el manriqueño arrabal de senectud. Tras perder al gran amor de su
vida, encuentra pronto consuelo en otra relación que, si no puede comparársele
–nada puede compararse al amor que tuvo por quien nombra con el hipocorístico
de Pelo Cohete--, le ofrece cuando pueda desear en materia erótica.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De los placeres del cuerpo, a los
que es tan aficionado, Savater nos habla en este libro con desarmante
sinceridad. Le gusta comer, le gusta beber, incluso más de la cuenta (y está
orgulloso de ello), le gusta follar. No tiene inconveniente en entrar en
detalles que podrían considerarse prescindibles, pero también sabe ironizar
sobre sí mismo, y el lector se lo agradece. Sigue siendo uno de los escritores –no
de los filósofos-- fundamentales de su generación, aunque <i>Carne gobernada </i>sea
un libro escrito un poco, o un mucho, a la diabla, a la buena de Dios, como
quien ya no tiene ningún respeto que guardar a los convencionalismos, si es que
alguna vez lo ha tenido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero el libro no es solo eso, ojalá
lo fuera, una espléndida pieza autobiográfica sobre la edad más inhóspita del
ser humano, en la cual Savater acierta a encontrar algún que otro oasis. Es
también un alegato contra el momento político actual, contra el gobierno de
Pedro Sánchez, y contra el periódico en el que colaboró desde su fundación y
que se ha vuelto, en su opinión, gubernamental e irreconocible, manipulado por
los socialistas catalanes, “un elemento cancerígeno allí donde se implanta” (no
nos aclara si por socialistas o por catalanes).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Fernando Savater tiene todo el
derecho del mundo a abominar de la izquierda, de la que pareció formar parte
durante muchos años, y a entonar un <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>apasionado canto a la derecha y a sus líderes
naturales, Isabel Díaz Ayuso y Santiago Abascal. Pero debe hacerlo
razonadamente, no con insultos, juegos de palabras –los nacionalismos son
necionalismos-- o sofismas que no resisten el más mínimo análisis.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Quienes escuchan ciertas tertulias o
leen cierta prensa estarán al cabo de la calle de los calificativos que Savater
dedica a Pedro Sánchez, la presidenta del Congreso o los dirigentes y votantes
de Podemos (“cuatro millones de bobos”). Y no digamos nada de los nacionalistas
y separatistas, la bestia negra que le hacer perder cualquier atisbo de
racionalidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A veces, más que reírnos con él, nos
reímos de él. Le invitan a un encuentro sobre teatro y política en Módena. La
intérprete que le adjudica la organización no es capaz de traducir sus palabras
y ha de hacerlo, como puede, él mismo. Trata de disculparse al final: “Es que
usted habla un español muy raro”. Y aquí viene la divertida anécdota: “Después
me explicó que ella había aprendido nuestro idioma en Barcelona, con un novio
cariñoso y fugaz que había tenido allí. Entonces comprendí el malentendido lingüístico.
Lo que aquel envidiado mozo le había enseñado en circunstancias seguramente
gratas no era la lengua de Antonio Machado sino la de Josep Pla. Como consejo
vital y en tono paterno, le recomendé que nunca se fiase de un novio y mucho
menos si era catalán”. Gracioso, sin duda (es lo más amable que Savater dice de
los catalanes), pero poco verosímil. ¿Una intérprete de español que trabaja en
un congreso y que no distingue el español del catalán? Sin comentarios.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pocos comentarios requiere también
una de las razones que da para que los españoles pierdan el miedo a Vox, que
fue, en su opinión, la causa de que la izquierda tuviera los votos que tuvo en
las últimas elecciones. Habría insistido la izquierda en que Vox pretendía
acabar con el Estado autonómico e ilegalizar los partidos nacionalistas (en
realidad quien lo ha afirmado reiteradamente es su amigo –así le califica-- Abascal),
pero Savater lo rebate subrayando que “en los lugares en que Vox ha entrado a
formar parte de los gobiernos regionales ni las autonomías ni los gobiernos
regionales han sufrido el menor menoscabo”. Hombre, Savater, que el no pensar
también tiene un límite. ¿Cómo iba a suprimir las autonomías o ilegalizar al </span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt;">PNV</span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">, por muchas ganas
que tuviera de ello, el consejero de Cultura o el vicepresidente de la Junta de
Castilla y León?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con idéntico rigor, habla Savater
del feminismo y de la nefasta ley del “solo sí es sí”. Él, en cuestiones de
sexo, nos informa al comienzo de uno de los capítulos, ha sido siempre como un
taxi: solo va donde le llaman. Pues qué bien. Pero no dejará de entender que si
alguien se sube a su taxi y luego, por la razón que sea, quiera bajar antes de
llegar al destino final el taxista comete un delito si sigue la marcha. Un
delito frecuente e impune hasta hace poco, y que para algunos debería haber
seguido impune: ¡que no se hubiera subido al taxi!, ¡que no hubiera invitado a
su piso al conocido en la discoteca!, ¡que no hubiera aceptado una cita en
Tinder!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No entro en más detalles del Savater
tan felizmente converso a la derecha porque sería ensañarse. Pero no me resisto
a citar lo que de ningún modo “esta dispuesto a admitir ni por un momento”: que
la Pasionaria fuera mejor persona que su madre (la de Savater, claro). La
Pasionaria, ojo, no Pilar Primo de Rivera o Cayetana Álvarez de Toledo, que
quizá podrían plantearle algunas dudas. Sospecho que ni siquiera el español más
fervorosamente patriótico consideraría mejor persona que su madre a ninguna
figura de la historia, aunque fuera Isabel la Católica o Agustina de Aragón.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Es fácil admirar a Savater cuando
nos habla de su pasión por la vida, de su vocación por ser feliz a pesar de los
estragos de la edad, e igualmente fácil, o más fácil aún, rebatirle cuando nos
habla del periódico que fue su casa o de sus obsesiones políticas. Escribe como
un genio, ya un poquito aturullado; razona como un niño que aún no ha llegado
al uso de razón. Y quien piense que exagero que se tome la molestia de leer <i>Carne
gobernada.<o:p></o:p></i></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-46174069431175751692024-02-01T09:23:00.010+01:002024-02-03T09:36:57.724+01:00Así se escribe la historia literaria<p> </p><p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiqquHMg9o3SEKj0BBY5W4SJYM3PAF-TjK1Vxwc7iFSniU3o-lyOQ9CURwJ9aIB-tsUkKEhweatQu4hTZkcYMUFVCJC7ICL01YupO1Z5szJqiy81HHhxKlZJfK6gDAk_Llfhn3ApuRmbfIvX4e8F7vIFTY7bRowQJv6VOfZhiqezYfuXYWwhoAtKySUdt2/s2279/IMG_5458%5B55598%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2279" data-original-width="1530" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiqquHMg9o3SEKj0BBY5W4SJYM3PAF-TjK1Vxwc7iFSniU3o-lyOQ9CURwJ9aIB-tsUkKEhweatQu4hTZkcYMUFVCJC7ICL01YupO1Z5szJqiy81HHhxKlZJfK6gDAk_Llfhn3ApuRmbfIvX4e8F7vIFTY7bRowQJv6VOfZhiqezYfuXYWwhoAtKySUdt2/w430-h640/IMG_5458%5B55598%5D.jpg" width="430" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Álvaro Salvador<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Los trabajos del </span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">outsider<br /><o:p></o:p></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">(Notas acerca de
la llamada Otra Sentimentalidad)<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Centro Cultural de
la Generación del 27. Málaga, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">La
historia que se cuenta en los manuales es siempre una simplificación, cuando no
una falsificación, de la realidad. Ocurre con la historia en general y con la
historia literaria en particular. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Los años ochenta, en la literatura
española, han pasado a ser los de la “poesía de la experiencia”, realista y
comprometida, escrita con el lenguaje del hombre de la calle, opuesta al
hermetismo y al experimentalismo de la década anterior. Y un nombre se ha
convertido en el más representativo de esa tendencia, Luis García Montero
(“nuestro Garcilaso” le llamó Jon Juaristi en uno de sus poemas generacionales).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Para Álvaro Salvador, la llamada
“poesía de la experiencia” no es más que un malentendido de las teorías de
Robert Langbaum, popularizadas en España por Jaime Gil de Biedma, y una versión
light de “la otra sentimentalidad”, la propuesta teórica y práctica de un grupo
surgido en Granada a principios de los ochenta. A explicar cuál era la poética
de “la otra sentimentalidad” y a reivindicar su papel central en ella dedica la
mayor parte de <i>Los trabajos del </i>outsider<i>, </i>recopilación de
trabajos dispersos escritos a lo largo de las últimas décadas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El maestro, el mentor teórico, fue
Juan Carlos Rodríguez, profesor de la Universidad de Granada que trataba de
aplicar las teorías de Althuser y de Lacan a los estudios literarios, pero fue Álvaro
Salvador quien reunió en torno suyo a los jóvenes aprendices de poeta. En 1980,
le hablaron de un chico que acababa de ganar el premio García Lorca con <i>Y
ahora ya eres dueño del puente de Brooklyn</i>: “El libro apareció en la
primavera de ese mismo curso, aunque yo ya lo había leído en copia
mecanografiada que tuvo la cortesía de prestarme el interesado. Luis no era
solamente un buen poeta, sino que era un chico encantador y servicial,
dispuesto a adelantarse a los deseos de todo el mundo”. También sería el
primero en corregir y promocionar los poemas de Antonio Jiménez Millán, Javier
Egea o Ángeles Mora, los otros integrantes del grupo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero muy pronto, a partir de 1983
con <i>El jardín extranjero</i>, premio Adonáis, Luis García Montero, aquel
chico “encantador y servicial”, se convertiría en la cabeza del grupo, opacando
al resto y ampliándolo más allá de los límites provinciales con la
incorporación de poetas como Benjamín Prado o Felipe Benítez Reyes. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Las no siempre precisas teorías de la
“otra sensibilidad” (que algunos se empeñaban en llamar “nueva sensibilidad”) partían
de conceptos expuestos por Antonio Machado y hacían hincapié en la historicidad
de los sentimientos. Serían sustituidas por una poética que hablaba de poesía
escrita por personas normales para personas normales, de musas con vaqueros y
del hombre de la calle. Se reivindicó la generación del 50, que había sido
arrumbada por los novísimos, y Ángel González y, sobre todo, Jaime Gil de Biedma
se convirtieron en los más cercanos maestros. Antes Rafael Alberti, que había
regresado a España con la democracia, sería el principal referente, el enlace
con el esplendor cultural republicano tras la oscuridad franquista. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Álvaro Salvador dedica varios
capítulos a explicarnos lo que debe entenderse por “poesía de la experiencia”,
una etiqueta que se popularizó sin que la mayoría de los que la empleaban
hubieran leído el libro de Langbaum del que procedía. Pero ese libro, que
trataba de caracterizar a la poesía del romanticismo (“la poesía moderna”) frente
a la de la ilustración, tenía en realidad poco que ver con los debates de la
poesía española contemporánea, salvo en la reinterpretación –muy personal, no
sabemos hasta qué punto Langbaum se reconocería en ella-- que hizo Gil de
Biedma y que parece más bien una explicación a posteriori de sus poemas (como
hizo Poe con alguno de los suyos) que el punto de partida de los mismos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los detractores, abundantes en los
ochenta y los noventa, contribuyeron a popularizar esa etiqueta, que al final
triunfó, como a principios de siglo la de modernismo. El libro <i>Habitaciones
separadas</i>, de Luis García Montero, publicado en 1994, acabaría convertido
en un nuevo clásico escolar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Las teorías envejecen mal, a veces
peor que los poemas que tratan de explicar. Hoy nos preocupa poco saber lo que en
verdad fue, o sus promotores querían que fuera, “la otra sentimentalidad” o “la
poesía de la experiencia”. Nos interesan los poetas y los poemas que han
sobrevivido de aquel tiempo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">A la manera de Cernuda, Álvaro Salvador
titula “Historial de un libro” las páginas dedicadas a contarnos la
intrahistoria de <i>Ahora, todavía</i>, de 2001, que considera una de sus obras
más significativas. Las consideraciones literarias se entremezclan con apuntes
confesionales: “De otra parte, mi vida personal se había precipitado en esos
primeros años de la década por los despeñaderos de una ruptura sentimental, de
una separación física de mis hijos, una decepción política, un accidente
gravísimo y un desprecio profesional”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Emocionantes resultan las páginas
dedicadas a Javier Egea, cuya vida bohemia y su suicidio final contribuirían a
mitificar una figura pronto utilizada como ariete contra los poetas del grupo
que se habían dejado seducir por el poder traicionando sus orígenes
revolucionarios. Un equívoco más de los que abundan en la historia literaria.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La historia literaria carece de
piedad, es una historia cruel --muchos son los llamados y pocos los escogidos--
que deja en la cuneta a unos para encumbrar a otros, quizá con menos méritos.
Álvaro Salvador reivindica en este libro su principal papel en los cambios
poéticos que tuvieron lugar a comienzos de los ochenta, un tiempo en que la
poesía aspiraba a ser una forma de lucha contra la “ideología burguesa”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFFnmDYUe_tO4TN_zO5MjtAu3M5lwXF-rdl5slnlAYrpgna5OUKKf9tdJj3FHc7H8ihc_axcke0qESSRrXJBlTcBBjof4fPBcaYyy9l8rSBVTE9_LHHHhbiIwa_Me-iY9dIOLlBejYUa637K7K46x0Pc8PPVMAjpKjGLLJO27T-UTgLZbYSWf33GXYdGwC/s2706/IMG_5492%5B55671%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2706" data-original-width="1796" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFFnmDYUe_tO4TN_zO5MjtAu3M5lwXF-rdl5slnlAYrpgna5OUKKf9tdJj3FHc7H8ihc_axcke0qESSRrXJBlTcBBjof4fPBcaYyy9l8rSBVTE9_LHHHhbiIwa_Me-iY9dIOLlBejYUa637K7K46x0Pc8PPVMAjpKjGLLJO27T-UTgLZbYSWf33GXYdGwC/w424-h640/IMG_5492%5B55671%5D.jpg" width="424" /></a></div><br /><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><br /></span><p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-43327195796172827332024-01-24T09:36:00.008+01:002024-01-27T09:03:57.003+01:00Chispazos de inteligencia<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwAeYtHm_BNZAG-wPzqPeuyTTODuRMXySznbsv5ZU6dmauS7KE8uvjMN9UysohS54nKWzCd7g89Co7FmXo26O08lJxhvs6nKvISTyZpPJb8IrFB8mwx8SYhSs5XhsCiWCkvfZLITKBopDikjH-eQECli8WG4W_MhVys3OA9b7u3HvBhT74jE7NbPVWnzNq/s2584/IMG_5354%5B55363%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2584" data-original-width="1752" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwAeYtHm_BNZAG-wPzqPeuyTTODuRMXySznbsv5ZU6dmauS7KE8uvjMN9UysohS54nKWzCd7g89Co7FmXo26O08lJxhvs6nKvISTyZpPJb8IrFB8mwx8SYhSs5XhsCiWCkvfZLITKBopDikjH-eQECli8WG4W_MhVys3OA9b7u3HvBhT74jE7NbPVWnzNq/w434-h640/IMG_5354%5B55363%5D.jpg" width="434" /></a></div><p></p><h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">De Lichtenberg a Kafka<br /></span></i><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Aforismos y apuntes alemanes<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Edición e introducción de Fruela
Fernández<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Akal. Madrid, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Siglo y
medio de aforismos y textos breves alemanes, los que van de finales del siglo
XVIII a las primeras décadas del XX, de Lichtenberg a Kafka, dan para mucho.
Hay nombres bien conocidos, como los que inician y concluyen la selección, o
Goethe, Novalis, Nietzsche, de los que contamos con abundantes versiones al
español, pero otros solo están al alcance del especialista y es en ellos donde se
encuentran las mayores sorpresas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Como
no podía ser de otra manera, en una antología preparada hoy, se presta especial
atención a las mujeres, y aquí aparecen Marianne Ehrmann, Rahel Varnhagen, Marie
von Ebner-Eschenbach o Rosa Mayreder, que nos demuestran, por si hiciera alguna
falta, que el feminismo no es cosa de ayer, aunque tardara en hacerse oír:
“Cuando una mujer aprendió a leer, apareció en el mundo la cuestión femenina”,
escribió Marie von Ebner-Eschenbach.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Fruela Fernández, autor de la
selección y la traducción, hace preceder a cada autor de una breve semblanza,
en la que a unas pocas líneas biográficas añade una descripción del aforista que
tiene mucho de aforística. Jean Paul, por ejemplo, comparte con Lichtenberg “la
maravillosa capacidad del instante: el chiste revelador, el perfil que define,
el ojo atento a lo imprevisto”. Alguna rara vez, sin embargo, resulta difícil
compartir sus afirmaciones: “Kafka concluye la literatura e inicia lo incierto,
donde aún seguimos”. ¿Desde cuándo lo incierto es lo contrario de la
literatura? Y continúa: “Los aforismos de Kafka borran el género: deja de
importar si estamos ante una reflexión, un apunte moral, un relato o una nota
biográfica. El sentido queda abierto, de manera definitiva. La libertad puede
resultar insoportable, pero ya no se irá”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Fruela Fernández es algo más que un
estudioso y un espléndido traductor del alemán y de otras varias lenguas, es
también un poeta y un observador reflexivo del mundo contemporáneo. Eso hace
que <i>De Lichtenberg a Kafka </i>sea algo más que un libro de divulgación, con
ser eso mucho; puede además considerarse obra propia del recopilador. Él lo
explica en el prólogo: “El proceso de selección y el de traducción han ido aquí
de la mano: antes de dar por elegido un texto, es necesario haberlo tanteado,
haber comprendido cuánto en él se amolda a la nueva lengua y cuánto se queda en
la corteza. Igual que ocurre con los poemas, la relación entre forma y sentido
es tan estrecha en un aforismo que cualquier escisión es mortal: un aforismo
alargado o parafraseado se convierte de inmediato en una frase más, tan
irrelevante como las otras”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No siempre parece haber aplicado correctamente
esas buenas intenciones, y así en ocasiones sentimos la tentación de convertirnos
en colaboradores. Algunos de los aforismos de Goethe van entre comillas, no se
nos explica por qué, y uno de ellos dice así: “Soplar no es tocar la flauta:
también hay que mover los dedos”. No parece más que un torpe borrador de lo que
podría ser un aforismo: “Para tocar la flauta no basta con soplar, también hay
que saber mover los dedos”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los textos breves –se aproximen al
pensamiento, a la poesía, a la ocurrencia chistosa o al relato-- plantean un
problema: requieren la colaboración del lector más que los textos de mayor
extensión. La obviedad (en los clásicos) y el sinsentido (en los contemporáneos)
son su Escila y Caribdis. A menudo no nos dicen nada, o nada significativo, en
una primera lectura (ni en lecturas sucesivas, y no siempre es por culpa
nuestra).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los buenos aforismos se nos quedan
en la memoria para siempre, como el clásico de Lichtenberg: “Un libro es un
espejo: si un mono se mira en él, no verá reflejado un apóstol”. O nos
sorprenden con una obviedad en la que no habíamos caído: “Nadie sigue mirando
un arcoíris que dura un cuarto de hora” (Goethe). O con una paradoja:
“Cualquier libro que no se contradiga está incompleto” (Schlegel).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Carl Gustav Jochmann (1789-1830) –una
de las sorpresas de la antología--publicó de manera anónima la mayoría de sus
textos, de carácter político. Olvidados cuando pasó su tiempo, fueron
rescatados a principios del siglo XX por Walter Benjamin. Fruela Fernández
describe la suya como una escritura de opuestos, “tensa y a la vez jocosa;
espiritual, pero tocada siempre por la conciencia de lo material”. Sus
reflexiones sigue siendo válidas: “Soportar ciertas cosas no exige una
paciencia sobrehumana, sino más bien infrahumana: la del ganado”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Algunos aforismos parecen tan de
ahora mismo que nos dejan la sospecha de si serán apócrifos: “Esta literatura
moderna, con su olor a suplemento literario…” (Wilhelm Raabe).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Muchas sorpresas hay en esta
antología, y más de un viejo conocido al que siempre resulta grato reencontrar,
como Heine o Karl Kraus, pero el primer lugar sigue siendo para Nietzsche, que
no ha perdido nada de su actualidad ni de su capacidad de seducción. Uno de sus
aforismos podría servir de lema a <i>De Lichtenberg a Kafka: </i>“Un libro como
este no es para leerlo de seguido ni en voz alta, sino para abrirlo de golpe,
sobre todo cuando se pasea o se está de viaje: uno ha de ser capaz de sumergir
en él la cabeza y volver a sacarla y no encontrar nada familiar a su
alrededor”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIK8wKisr-7zP32dbpgriwYaPU2Nj_PqPZwBbdlCj_Wbpom2D-FAEb-4ix46mlzveUWNNqqzK_EBPhqU2KrfLHSqaEOBh-N0O-0UPx51kKeZ6N5f09awwVO9IusxowsuWcvFMBgjH02jiAJz-Jo4-i73Teh1JEYiyjj8lcRfpO55RB9FhLE4rsCGVj4xoH/s2901/IMG_5383%5B55463%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2901" data-original-width="2114" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIK8wKisr-7zP32dbpgriwYaPU2Nj_PqPZwBbdlCj_Wbpom2D-FAEb-4ix46mlzveUWNNqqzK_EBPhqU2KrfLHSqaEOBh-N0O-0UPx51kKeZ6N5f09awwVO9IusxowsuWcvFMBgjH02jiAJz-Jo4-i73Teh1JEYiyjj8lcRfpO55RB9FhLE4rsCGVj4xoH/w466-h640/IMG_5383%5B55463%5D.jpg" width="466" /></a></div><br /><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><br /></span><p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-22499031923110684862024-01-16T20:46:00.005+01:002024-01-18T17:43:55.023+01:00Desquiciados y marginados<p> </p><p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGzBzrv5C1qH9-ZRt5MnO3MAmPI9ooS4GTMO1nLtONrJyRm7Bh0u5foV_iT7um9bWyBun_iSwXkYRHhZVYuIs8Mf_maIOe3gmy5nqX3NeLkqJYr39znsZtcvgt6wyXmUQpy95U2bNE3a79sC3h7VXogE52ddoTepKRiE__Lr8TyOoPojxLo_qJqEPJakZ9/s3265/IMG_5295%5B55197%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3265" data-original-width="2113" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGzBzrv5C1qH9-ZRt5MnO3MAmPI9ooS4GTMO1nLtONrJyRm7Bh0u5foV_iT7um9bWyBun_iSwXkYRHhZVYuIs8Mf_maIOe3gmy5nqX3NeLkqJYr39znsZtcvgt6wyXmUQpy95U2bNE3a79sC3h7VXogE52ddoTepKRiE__Lr8TyOoPojxLo_qJqEPJakZ9/w414-h640/IMG_5295%5B55197%5D.jpg" width="414" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Raros como yo<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Juan Manuel de Prada<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Espasa. Barcelona, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">A
mediados de los noventa, Juan Manuel de Prada sorprendió a todos con su audacia
expresiva y su versátil talento. Primero publicó un irreverente homenaje a
Ramón Gómez de la Serna, <i>Coños, </i>de provocativo título, luego una
brillante serie de semblanzas sobre la bohemia española, <i>Desgarrados y
excéntricos. </i>El salto a la novela lo dio con <i>Las máscaras del héroe</i>,
recreación de una época mítica pasada por el callejón del gato valleinclanesco,
y al gran público, y al éxito internacional, según leemos en la solapa de su
último libro, con <i>La tempestad, </i>premio Planeta. Por entonces parecía
destinado a suceder al voluntarioso Cela y a Umbral, que fue su primer mentor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Casi treinta años después, ¿qué ha
sido de Juan Manuel de Prada? El escritor que fue parece haberse convertido en
un predicador contra la engañifa sistémica y los “repartidores de bulas del
cotarro cultural”. Integrista católico, defensor de la más estricta ortodoxia,
sus enemigos están en el progresismo y también en una derecha complaciente y
contemporizadora con los errores del mundo contemporáneo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En <i>Raros como yo </i>reúne una
serie de semblanzas dedicadas a autores que han sido marginados, presuntamente como
él mismo, por la cultura oficial. Muchos de ellos son los viejos nombres de los
que ya se ocupó en la serie iniciada en la revista <i>Clarín </i>en 1996. No
parece que tenga muchos datos nuevos que aportar ni que los haya buscado. La
semblanza de Fernando Villegas Estrada –que procede, como tantas, de César
González Ruano y Alfredo Marqueríe-- comienza: “Evocamos a un raro tan raro que
ni siquiera sabemos qué pinta tenía, pues nunca se hizo un retrato; o, si se lo
hizo, quedó perdido en alguna mudanza o desahucio”. Acaba de aparecer, sin
embargo, una reedición de <i>Café romántico</i>, el único libro de Villegas
Estrada, con dos fotografías del autor publicadas en periódicos de la época,
uno de ellos el bien conocido <i>La Libertad</i>. (la edición y el completísimo
estudio se deben a Pedro José Vizoso).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Otros nombres suponen una mayor
novedad, como la extensa semblanza dedicada a Leonardo Castellani, un sacerdote
argentino que tuvo problemas con la jerarquía eclesiástica. Prada le presenta
casi como un mártir de la fe y como su mejor maestro. También como un excelente
crítico literario, pero las opiniones que nos ofrece de Castillani no lo dejan
en demasiado buen lugar. Pérez de Ayala es autor de </span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt;">A.M.D.G.</span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">, una<i> </i>“novelita
pornográficosacrílega sumamente mal hecha”. De “malo de solemnidad” califica a
Juan Ramón Jiménez, quien no es más que “un Bécquer todavía más alfeñicado que
el otro, con más imágenes y caireles y menos sentido”. A propósito de Aleixandre, escribe que “muchos de los hoy dados por poetas son simplemente
esquizofrénicos”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En el nuevo Prada, tan lejano del
que deslumbró en los comienzos, lo que sorprende no es la deriva ideológica,
sino la tosquedad conceptual. Su mundo es un mundo de buenos y malos,
determinados de antemano, salvados y condenados para siempre, según estén en su
bando o en el contrario. Veamos cómo nos cuenta una de las hazañas de
Castellani: “En mayo de 1976 es invitado por Jorge Rafael Videla a almorzar,
junto a Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, en la Casa Rosada. Durante aquella
comida, fue el único que pidió clemencia por los represaliados políticos y
reclamó la liberación del escritor Haroldo Conti, mientras Borges y Sábato
callaban como putitas”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">A
esa comida asistía también Horacio Ratti, presidente de la Sociedad Argentina
de Escritores, que llevaba una lista de periodistas y escritores desaparecidos
y preguntó por ellos al dictador. Castellani, al parecer, solo se interesó por
Conti, que había sido alumno suyo. En ese tiempo, no eran solo Borges y Sábato
quienes apoyaban a los militares, sino la sociedad argentina en general que
había esperado con impaciencia el golpe y lo había aplaudido. Por entonces
acababa de empezar la represión y nadie se imaginaba a qué extremos de insania
sería capaz de llegar. Borges tardó en enterarse de que aquellos militares no
eran unos caballeros, pero cuando se enteró se enfrentó valientemente a ellos. ¿Dejó
de apoyarles Castellani? No lo sabemos. Lo que es una suposición de Prada, muy
en su estilo, es que a la salida de la comida, mientras Borges y Sábato,
respondían a los periodistas, “miró con asco a los dos lameculos y se marchó”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Disuena, en esta galería de
olvidados o perseguidos por ser de derechas, la semblanza dedicada a Domingo D.
Benavides. “Detrás de todo revolucionario, encontramos siempre un trauma
infantil”, comienza. Habla a continuación de su “querencia irrefrenable hacia
el libelo”. Más adelante explica que “deja preñada a su mujer mientras escribe
su primera novela”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Domingo
D. Benavides es autor de una famosa novela-crónica sobre el financiero Juan
March --con mucha información, que luego se ha tratado de borrar, sobre el
origen de su fortuna--, <i>El último pirata del Mediterráneo, </i>publicada
originalmente en 1934. Prada hace todo lo posible por desacreditar ese libro: “Benavides
escribe con pluma biliosa, hasta completar la radiografía de un vitando March
que recuerda a los archivillanos del cine expresionista, una suerte de doctor
Mabuse homicida y falsario que compra por igual ministros y periódicos, que
pone de rodillas lo mismo a Tabacalera que a Campsa y utiliza España entera
como campo de sus desmanes”. Da a entender que la peculiar manera de hacer
negocios de Juan March (luego reconvertido en el gran mecenas de la cultura
española) no es más que una exageración de Benavides. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">Cierta
falta de probidad intelectual a la hora de comentar autores y libros por parte
de Prada encontramos en la siguiente frase: “Solo en la edición final, que se
imprime en Barcelona en 1937, Benavides se atreverá a sustituir los nombres
ficticios”. Pero esa edición, la última aparecida en vida del autor, era
desconocida y todas las reediciones del libro se habían hecho a partir de la
primera. Prada escribe su semblanza sin mencionar siquiera el libro del que
toma los datos, la edición publicada en 2017 por Espuela de Plata<i>. </i>A
ratos da la impresión de que, para su maliciosa semblanza, se limita a copiar
la solapa añadiendo sus habituales brochazos antiprogresistas. Así termina la
solapa: “Activo militante socialista durante la mayor parte de su vida, en
1946, tras la definitiva ruptura entre los partidarios de Negrín y los de
Indalecio Prieto, se afilió al Partido Comunista”. Así termina la semblanza:
“Militante socialista durante su exilio mexicano, Benavente terminaría
afiliándose al Partido Comunista, tras la definitiva ruptura entre los
partidarios de Negrín e Indalecio Prieto. Y es que todo atisbo de moderación le
habría olido siempre a chamusquina burguesa”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif;">El
libro termina con “Rosas de Cataluña”, semblanzas de escritoras catalanas, varias
de ellas relacionadas con Ana María Martínez Sagi, una figura muy menor a cuyo
rescate ha dedicado su mayor empeño intelectual. Se trata de
autoras en buena medida olvidadas, pero no por ser de derechas, poco feministas
o incurrir en otras lacras imperdonables –según Prada-- para la progresía, sino
porque ese es el destino --no siempre injusto-- de la inmensa mayoría de los escritores. <o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-5530996744825619052024-01-09T20:54:00.011+01:002024-01-11T13:40:40.073+01:00Las razones de un rescate<p> </p><p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBc3ZVn2xQd81Wbc6SSWfxggpN0U31SlphB63JgVBg1DGDFWBfQypbESEI_dfhI0uw6doOhMRTeLhHyAwz__pXUhx6Jddke6C6XP4smy2F76YuCSl8eh6QjE9DwCAjUjGPb7M6KWGaPXS5MgvANg9fVNt4pX7QunRN-P-UpzI3MPpmGzE__iRTlmRGb_Yj/s3162/IMG_5244%5B54411%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3162" data-original-width="2096" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBc3ZVn2xQd81Wbc6SSWfxggpN0U31SlphB63JgVBg1DGDFWBfQypbESEI_dfhI0uw6doOhMRTeLhHyAwz__pXUhx6Jddke6C6XP4smy2F76YuCSl8eh6QjE9DwCAjUjGPb7M6KWGaPXS5MgvANg9fVNt4pX7QunRN-P-UpzI3MPpmGzE__iRTlmRGb_Yj/w424-h640/IMG_5244%5B54411%5D.jpg" width="424" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Elena y sus
amigos.<br /></span></i><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Antología de
escritos sobre Elena Fortún y su obra<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Edición de
Purificació Mascarell<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Prólogo de Manuela
Carmena<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Renacimiento.
Sevilla, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">“La
meta es el olvido”, afirmó Borges en uno de sus dísticos más memorables. De vez
en cuando, escuchamos quejas porque nadie se acuerda, o cada vez menos, de un
escritor que fue grande en su tiempo. Pero esa es la regla, no la excepción. Y
el rescate, cuando se produce, suele obedecer a razones extraliterarias. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A Elena Fortún, pseudónimo de
Encarnación Aragoneses (1886-1952), se la recordaba como autora de relatos
infantiles que primero fueron apareciendo, durante los años de la República, en
la prensa y luego se recopilaron en libros. Con las aventuras de Celia, una
niña que al comienzo tiene siete años y luego va creciendo a lo largo de la
serie, renovó la literatura infantil, le dio un aire entre costumbrista y
crítico del mundo adulto que a menudo se ha puesto en relación con Richmal
Crompton y sus travesuras de Guillermo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Del gueto de la literatura infantil
y de nostalgias cada vez más valetudinarias, le salvaron dos obras que no
quiso, o no pudo, publicar en vida: <i>Celia en la revolución </i>y <i>Oculto
sendero. </i>La primera era un relato descarnado –sin el humor de los libros de
Celia-- de los años de la guerra vividos en zona republicana. No hay en esas
páginas ni un atisbo de propaganda o de mitificación bélica: es solo una
crónica de la buena y la no tan buena gente que trata de sobrevivir. Los
revisionistas, los contrarios a las leyes de memoria histórica, tomaron ese
libro –un borrador no revisado por la autora-- como bandera de una tercera
España, que no encajaba en los esquemas de rojos y azules. Esa sería la razón
de la marginación de Elena Fortún, como lo fue –si hemos de creer a Andrés
Trapiello-- de la de Manuel Chaves Nogales o de la de Clara Campoamor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El otro libro que puso de actualidad
a Elena Fortún fue una novela de corte autobiográfico, <i>Oculto sendero, </i><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>en la que aparecía, más o menos velado, un
cierto lesbianismo. Por esos raros caminos –ajenos con frecuencia a su valor
literario-- discurre hoy la reivindicación de un autor (casi siempre autora),<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Lo cierto es que, en el caso de
Elena Fortún, su condición de mujer condicionó, y de radical manera, su
desarrollo personal y literario, y hasta extremos que hoy nos resultan
difíciles de creer. Baste una anécdota: “no sé si sabes –le cuenta una de sus
amigas argentinas a Carmen Conde-- que cuando comenzó a escribir, obligada por
un impulso irresistible y por la presión de las innumerables cosas que se le
ocurrían, tenía que encerrarse con llave en el cuarto de baño porque era causa
de escándalo y de prohibición absoluta”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Un matrimonio infortunado, con un
militar que aspiraba a ser escritor y tenía celos de su mujer (no es caso
único, recordemos a Ana María Matute y su primer marido), fue una de las causas
principales de la desdichada vida de la autora. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i>Elena y sus amigos </i>reúne los
testimonios de quienes la conocieron y de quienes solo se acercaron a ella a
través de la literatura. El volumen, preparado por Purificació Mascarell, tiene
un doble valor. Cada colaboración rescatada –la mayoría poco conocidas-- va
precedida de una semblanza del autor que no se limita a los datos conocidos o
fácilmente localizables. Purificació Mascarell ha hecho una labor de
investigación y ha rescatado, en unas pocas páginas, desvaídas figuras de otro
tiempo (en más de un caso, nos apetecería saber más). <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Si todos los preliminares de la
editora tienen interés, los rescates, como no podía ser de otra manera,
resultan muy desiguales, a ratos algo reiterativos. Pero hay dos –los dos más
extensos, por cierto-- que destacan especialmente. Uno es el testimonio de Inés
Field, que se reproduce no como había publicado en una inencontrable miscelánea
de 1986, sino de acuerdo con el primer borrador, más espontáneo, y del que
luego se eliminarían algunos detalles. Inés Field, una mujer excepcional, fue
la gran pasión final de Elena Fortún. Se ha publicado en dos tomos su
correspondencia con ella, <i>Sabes quién soy </i>y <i>Mujer doliente</i>, y en esos
atormentados volúmenes se encuentra una Elena Fortún desconocida para los
admiradores de las travesuras de Celia, hermanos y amigos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En este caso, y en el de otras de
sus relaciones, como con la que mantuvo con la grafóloga Matilde Ras, hablar de
lesbianismo –con lo que el imaginario masculino <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>suele asociar a esa palabra-- resulta
reductor. “No he conocido a nadie más ajeno al sexo que Encarna”, escribe Inés
Field. “Sororidad” es un término reciente (para sustituir el uso abusivo de
“fraternidad”) que se acomoda mejor a la relación que Elena Fortún mantuvo con
otras mujeres. Llevó su matrimonio como una cruz, con resignación cristiana, y
su marido la amargó en vida y en muerte (se suicidó cuando ella volvió sola a
España para dejarla un remordimiento perpetuo). “Elena Fortún en Buenos Aires”
se titula la colaboración de Inés Field, pero no habla solo de esa etapa de su
vida, sino también de las noveleras peripecias de su salida de España, en un
barco que naufragó cerca de Génova. Y nos descubre que buena parte de <i>Celia
institutriz en América </i>es un plagio de las cartas noticiosas que, tras un
viaje, Inés Field les envió a sus padres y que le dejó leer a Elena. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En la segunda parte, el trabajo más
notable es quizá el de Carmen Martín Gaite, que adaptó las aventuras de Celia
para la televisión a comienzos de los noventa, pero también ofrece especial
interés al colaboración de Marisol Dorao, su primera biógrafa, sin la cual se
hubieran perdido las cartas y las obras que Elena Fortún no se atrevió a
publicar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Fue una gran escritora Elena
Fortún? Quizá su interés humano y sociológico sea mayor que el estrictamente
literario. Pero hoy sabemos que no es necesario haber leído, o sentir nostalgia
de aquellas páginas que aparecieron en <i>Gente Menuda, </i>para interesarse
por ella. Su trayectoria vital ilumina y ayuda a entender mejor un tiempo
sombrío.<o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-59104776262445157432024-01-02T20:28:00.007+01:002024-01-04T12:01:54.573+01:00A César lo que es de César<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmJeNz98ENHgRuenpFT-8WwdZJPgQcxllL6IZc1rYcX4-GwQ3tPu_67gvdgDrxvrEkfuhdRaO1E0Yf-bt0Bc_X6nU_Ejyah_-JWWwHdxX4Bwi6fIzm-jODKP2zwVOb6gXnrrJk-iFNHs9epENzNmohi_J8kMUpRjrqhFrMvsK6WPCCSFGitShFSBnhIcSX/s1881/IMG_4962%5B54047%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1881" data-original-width="1512" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmJeNz98ENHgRuenpFT-8WwdZJPgQcxllL6IZc1rYcX4-GwQ3tPu_67gvdgDrxvrEkfuhdRaO1E0Yf-bt0Bc_X6nU_Ejyah_-JWWwHdxX4Bwi6fIzm-jODKP2zwVOb6gXnrrJk-iFNHs9epENzNmohi_J8kMUpRjrqhFrMvsK6WPCCSFGitShFSBnhIcSX/w514-h640/IMG_4962%5B54047%5D.jpg" width="514" /></a></div><p></p><h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Javier Varela<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">La vida deprisa<br /></span></i><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">César González
Ruano (103-1965)<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Fundación José
Manuel Lara. Sevilla, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">De
César González Ruano, más conocido por las leyendas en torno a su vida que por
su obra, podría decirse lo que Primo de Rivera afirmó de Valle-Inclán: que fue
un eximio escritor y un extravagante ciudadano. Javier Varela le ha dedicado
una biografía en la que pretende desmentir cualquier mito, desde los que
circularon en su tiempo sobre una poco convencional vida sexual hasta los más
recientes que le implican en los falsos visados que, en el París de la
ocupación, se vendían a los judíos para llevarlos, no a la libertad, sino a
manos de la Gestapo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Prescinde Javier Varela del orden
cronológico que parece ser consustancial con las biografías. Como si se tratara
de una novela o de una película comercial, comienza en el punto de máximo
interés: la detención y encarcelamiento del escritor en el París de 1942. Nunca
quiso aclarar González Ruano, simpatizante nazi, los verdaderos motivos de un
cautiverio que dio lugar a uno de sus más emotivos poemas, la <i>Balada de
Cherche Midi</i>. Javier Varela aclara el misterio, hasta donde es posible, con
la mejor documentación, sin recurrir a hipótesis noveleras.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En las páginas siguientes, se
alternan los capítulos que siguen, a veces algo caprichosamente, la cronología
con otros temáticos, como los dedicados a las casas del escritor (un capítulo
aparte se dedica al “palacio” de Cuenca), a sus premios (pero el escándalo del
primer Nadal se explica aparte), a su obsesión nobiliaria, a los cafés que
frecuentó o a sus enfermedades. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Esta peculiar organización (un capítulo se
titula “Madrid, 1903-1933” y otro “Madrid, 1921-1929”) no solo llega en
ocasiones a confundir al lector, sino me parece que también al propio autor. En
el capítulo “Crónica de sucesos, 1921-1931”, leemos: “En 1936, como sabemos,
Ruano hizo un alto en Barcelona. Se avistó con Manuel Bueno y, al salir de la
casa del cronista, se topó en las Ramblas con Gálvez”. A continuación nos
cuenta lo que sucedió entre ellos basándose en un artículo de Ruano bastante
profético, ya que fue publicado, según se indica en nota, en 1932.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No es el único sorprendente lapsus
en un volumen tan ampliamente documentado. A propósito de la muerte de González
Ruano, escribe: “Hasta la víspera, dijeron sus familiares, había hecho una vida
casi normal. Por la tarde se levantó y dictó un artículo, precisamente el que
habría de publicar </span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt;">ABC</span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"> el mismo día 15”.
Pero ese artículo –conmovedor, el perfecto cierre de su obra-- no lo dictó ni
el día de su muerte ni la víspera por la tarde (la redacción es confusa), ya
que poco antes se publica una carta, fechada el día 12, en la que se lo envía
al director del periódico y le ruega su pronta publicación.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La carta que José Antonio Primo de
Rivera le dirigió al escritor en marzo de 1930, a propósito de la primera
entrevista que le hizo, se apostilla con esta nota: “De ser auténtica esta
carta, y parece que lo es, resulta sorprendente que </span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt;">CGR</span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"> la conservara a
través de traslados varios y asaltos a su domicilio durante la guerra, hasta
publicarla en sus <i>Memorias. </i>Un signo de su devoción a José Antonio, de
la que siempre alardeó”. Pero no necesitaba conservar esa carta a través de los
años, puesto que ya la había publicado en el mismo libro en que recoge esa
entrevista con José Antonio, <i>El momento político de España</i>, aparecido en
1930.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La vida de César González Ruano, un
hombre al que siempre le gustó vivir por encima de sus posibilidades, tiene
mucho de novela picaresca y por eso las semblanzas a él dedicadas –constituyen
casi un género literario-- rara vez nos aburren. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Pero no solo era un Crispín disfrazado de
Leandro --para referirnos a los protagonistas de <i>Los intereses creados, </i>el
pícaro y el gran señor--, sino que también fue algo que el llamativo y raramente
ejemplar personaje tendió a ocultar: un escritor que juega en la primera
división de la literatura española. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como memorialista, como cronista de
la vida literaria de su tiempo, no tiene parangón. Cierto que se dejó llevar a
menudo, demasiado a menudo, por la facilidad y que puso su pluma al servicio
del mejor postor, como tantos periodistas de entonces y de ahora. Tuvo un buen
maestro de trapacerías, Enrique Gómez-Carrillo, el gran cronista del modernismo.
Y dos aplicados discípulos: Cela y Umbral. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Quiso primero ser poeta: participó
en la algarada ultraísta (mucho ruido y pocas nueces) y luego fue publicando
sus versos en costosas ediciones limitadas como una manera de hacer dinero.
Logró serlo en la prosa de cada día, en la calderillas que decía despilfarrar
en los periódicos. En el artículo de corte autobiográfico, o en el
lírico-costumbrista, acierta con tanta frecuencia que todo se le puede
perdonar, incluso sus novelas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras un sinfín de peripecias, que le
llevaron a poner su pluma al servicio de la Alemania nazi o de la Italia
mussoliniana y a dejar por un tiempo el periodismo para dedicarse a más
lucrativas actividades (los trapicheos con joyas, antigüedades y obras de arte
falsificadas), entre 1950 y 1965, se convirtió en el periodista mejor pagado
del franquismo y en una figura popularizada por la incipiente televisión.
Cortejaba, y se dejaba cortejar por todos los prohombres del momento; los
aspirantes a escritor le veneraban como al maestro indiscutible, y él gustaba
de convertirlos –el caso más significativo es el de Marino Gómez Santos-- en “una
mezcla de secretario y de chico de los recados” (y las malas lenguas de
entonces decían que en algo más junto a su compañera Mary de Navascués), según
señala Miguel Pardeza en “Una visita a Águilas en busca de César González Ruano”,
el más reciente de los acercamientos al escritor (<i>Revista Murciana de
Letras, </i>1, mayo de 2023).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como la más entretenida, y a ratos
inverosímil, novela de no ficción se lee esta biografía, que también tiene
mucho –y no es su menor interés-- de análisis sociológico de los años centrales
del franquismo y de la peculiar fauna que pululó en ellos. <o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-85020927572200264902023-12-28T09:34:00.008+01:002023-12-31T11:52:14.886+01:00Abierto para pocos<p> </p><p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1kfxdncs5OZgStR0aCRTja-UVgUU748LP6J9qjNxEhmDYU9j35nvm_Md7WScln4tSu_FId8wQxkTgRQo0YwTtWSrP8NRdrP1xf1Xb5UJTZ1bvRpHc0vOj_6VD768W9cxqWOBFgYKSNXpA9nGfzTjOFT9WDycNJ2cV5PGbhAj1Msbg_R2qTO5Y5_Au9KB1/s2416/IMG_4681%5B53935%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2416" data-original-width="1681" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1kfxdncs5OZgStR0aCRTja-UVgUU748LP6J9qjNxEhmDYU9j35nvm_Md7WScln4tSu_FId8wQxkTgRQo0YwTtWSrP8NRdrP1xf1Xb5UJTZ1bvRpHc0vOj_6VD768W9cxqWOBFgYKSNXpA9nGfzTjOFT9WDycNJ2cV5PGbhAj1Msbg_R2qTO5Y5_Au9KB1/w446-h640/IMG_4681%5B53935%5D.jpg" width="446" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Guillermo Carnero<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Perfil perdido<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Visor. Madrid,
2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Como
en las <i>Soledades </i>gongorinas, en los grandes poemas –por la extensión y
por la ambición-- de Guillermo Carnero, el argumento es lo de menos. La
historia del náufrago que es invitado a unas bodas, la reflexión sobre el arte
de la memoria y el arte del olvido son solo la percha de la que colgar
sorprendentes metáforas, directas o tácitas referencias culturales, hallazgos
verbales que provocan de continuo la admiración del lector. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Dámaso Alonso puso en prosa las <i>Soledades</i>
y desde el mismo momento en que se dieron a conocer hubo aplicados
comentaristas dedicados a aclarar sus enigmas. No le faltarán a este <i>Perfil
perdido </i>y esperemos que entre ellos se encuentre el propio autor, un poeta
lúcido y consciente de su trabajo como pocos en la historia entera de la
literatura española.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero tanto en un caso como en otro,
el de Góngora y el de Carnero, se puede gozar de los poemas sin necesidad de
entenderlos del todo. <i>Perfil perdido </i>tiene algo, o mucho, de gran
alegoría barroca –pensemos en un gran fresco de Rubens—sobre los sentidos. Las
tres partes del poema se dedican a la vista, el oído y el tacto. Quedan para
otra ocasión, aunque resulten aludidos, el gusto y el olfato.<span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En un libro sobre la memoria, y
escrito ya en el arrabal de senectud (según se nos indica en portada, se
terminó de escribir a los 75 años del autor), esperaríamos mucho
sentimentalismo primario: recuerdos de infancia, la madre, los abuelos, el
primer amor. Pero todos esos temas, tan recurrentes en la poesía española de
posguerra y en los poetas aficionados de cualquier tiempo, siempre han contado
con la enemiga de Guillermo Carnero, un poeta que trata de escribir con toda su
erudición –y es mucha-- y toda su inteligencia. La cultura, sin embargo, no se
contrapone en él a la vida, porque es parte principal de ella. Música, pintura,
poesía intensifican la vida, no la sustituyen, solo a través del arte podemos
vivirla en su plenitud.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La parte primera de <i>Perfil
perdido </i>–la que se ocupa del sentido de la vista-- está protagonizada por
los colores, sobre todo por el rojo y el blanco. En los versos dedicados al
primero, encontramos versos que remiten a la denominada “poesía de la
experiencia” y a la poesía social, tan denostadas por el autor. A ratos nos
parece leer a Felipe Benítez Reyes o a cualquier otro poeta de los ochenta dado
a la evocación enumerativa: “El rojo de un <i>foulard </i>al viento; en la
pared, / un póster bajo el sol de abril en Siracusa: / una cereza entre dos
labios rojos. / Buzones y cabinas telefónicas / en un verano inglés rojo y
mecido / por el lento rumor de muchas fuentes; / blasón rojo en manteles de
Buçaco / tintos en sangre de dos reyes muertos…”<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A las simples buenas intenciones de
los poetas sociales remiten otros versos: “Sangre de los vencidos, torturados y
muertos / sin venganza ni rostro en sus tumbas anónimas / en pozos, en cunetas,
en las fosas comunes” o “Sangre del holocausto, del genocidio armenio, /
Guernica, Paracuellos, los mártires de España, / los grandes cementerios a la
luz de la luna”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sorprende en este pasaje en que el
rojo es el color de la sangre derramada injustamente, la referencia “al
deshonor de los poetas”, ejemplifica con tres que no nombra, pero que
identifica claramente: “un cabrero inocente e iluso” (Miguel Hernández), “el
farsante panzudo en su isla negra” (Pablo Neruda) y “el saltimbanqui del
infierno chino” (Rafael Alberti).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Disuenan estos versos y su
anticomunismo del tiempo de la guerra fría, con el decir sabio, demorado y como
de otro tiempo más culto y mejor, de la mayor parte del libro. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">“Sonido leve de las aguas dulces, / apenas
perceptible: la caída / de una hoja, la lluvia consumando / el maleficio en que
dos aguas vienen / a mezclar la amenaza de su símbolo”, comienza la sección segunda,
dedicada al oído. También en ella, aunque más brevemente, hay una interrupción
disonante, como si el poeta por un momento perdiera sus educados modales
dieciochescos: “Y cada año ensucia mis oídos / el desecho más vil del arte de
la música, / que millones aplauden y corean: / la fanfarria en honor del miserable
/ que se atrevió a bombardear Venecia, / Josef Radetzky, a cuya tumba iré /
algún día a escupir. Maldita sea / su carroña cubierta de oprobio y de
medallas, / que pudre a los gusanos”. Hombre, tampoco es para tanto –nos dan
ganas de decirle al autor--, nadie te obliga a escuchar a Strauss y esa Marcha
Radetzky que tanto te irrita.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al tacto, a las caricias, al “fervor
cifrado” que ilumina la yema de los dedos “al recorrer un cuerpo de mujer /
ojos cerrados” se dedica la parte última. Son páginas de un minucioso erotismo
en el que las amadas se llaman Galatea, Melusina, Cloe. Guillermo Carnero, como
su admirado Valery Larbaud, parece incapaz de hablarnos de sí mismo “sin una
máscara en el rostro”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Resulta casi obligado, al hablar de
la poesía de Carnero, citar el titulo de uno de los más sugestivos poemas barrocos,
<i>Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos </i>de Pedro Soto
de Rojas. Cerrada para muchos, abierta para pocos buena parte de la poesía de
Carnero (pero no toda: ahí está su <i>Verano inglés). </i>Pero vale la pena
adentrarse en sus jardines, aunque con cierta frecuencia necesitemos la ayuda
de un guía.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXJgMnsULq7nnpmD_bEnO_IuCHSDLDTdo3MOynxfMuBXvp__ysAlTOXqCkWaFThHfkTQMsZfXRO567VRqi90TY0BC_SBp_VMWmhpUzjP6cvnjDl3D_5lZNRWF6lYMvUajgMxhI5-yN34Y1wBXjmJEE_Af6gBt9p2CNpspNrTes2_Umf0yY3gSZldw7Bx2y/s3197/IMG_4963%5B54027%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3197" data-original-width="2172" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXJgMnsULq7nnpmD_bEnO_IuCHSDLDTdo3MOynxfMuBXvp__ysAlTOXqCkWaFThHfkTQMsZfXRO567VRqi90TY0BC_SBp_VMWmhpUzjP6cvnjDl3D_5lZNRWF6lYMvUajgMxhI5-yN34Y1wBXjmJEE_Af6gBt9p2CNpspNrTes2_Umf0yY3gSZldw7Bx2y/w434-h640/IMG_4963%5B54027%5D.jpg" width="434" /></a></div><br /><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><br /></span><p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-31363807844172059562023-12-21T09:50:00.021+01:002023-12-23T10:55:58.124+01:00Sátira y politica<p><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: center;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivoqQ3w8pVJDN8WSabTELEd8SBXtwxDFEZBFjbekso10RhwgVVM5vlkicz9PxLXxZ_VZLNmJQRy0hIEt14e4piOe0zZL8STLoFz_ojwk-KkpTDOa3I7OY0XCKWyXQbVJEpaO7PqwOvwXSRJ0CWBqdnfoOpqj7TS6Dbg_OKNw4iCn2GcUsrNv1lP6MHPMIx/s2536/IMG_4640%5B53307%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2536" data-original-width="1708" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivoqQ3w8pVJDN8WSabTELEd8SBXtwxDFEZBFjbekso10RhwgVVM5vlkicz9PxLXxZ_VZLNmJQRy0hIEt14e4piOe0zZL8STLoFz_ojwk-KkpTDOa3I7OY0XCKWyXQbVJEpaO7PqwOvwXSRJ0CWBqdnfoOpqj7TS6Dbg_OKNw4iCn2GcUsrNv1lP6MHPMIx/w432-h640/IMG_4640%5B53307%5D.jpg" width="432" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Angélica<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Leo Ferrero<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Traducción de
Cipriano Rivas Cherif<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Edición de María
Belén Hernández González<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Espuela de Plata.
Sevilla, 2023.</span><br /></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Hay
dos libros en este libro: uno de ellos es la obra <i>Angélica</i>, de Leo Ferrero,
estrenada por Margarita Xirgu en Buenos Aires el año 1938, en traducción de
Cipriano Rivas Cherif que había permanecido inédita hasta ahora; el otro, la
historia del autor, reconstruida en el amplio prólogo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Quienes visitan el cementerio de
Plainpalais, en Ginebra, se encuentran, muy cerca de las de Borges y Calvino,
con tres tumbas de una misma familia. En el centro, la del hijo, Leo Ferrero, y
a los lados, como protegiéndole para toda la eternidad, las de los padres:
Guglielmo Ferrero y Gina Lombroso. A propósito de esta última, se lee en la
solapa de uno de sus libros, <i>El alma de la mujer<b>, </b></i>traducido por
Eduardo Blanco Amor en 1945: “Hija del gran maestro de la antropología moderna,
esposa del eminente historiador y publicista, y madre de esa magnífica promesa
literaria que fue su hijo Leo, muerto prematuramente, Gina Lombroso vivió en un
ambiente consagrado al culto del espíritu. Sobreviviente a los grandes hombres
de su familia, lejos de caer en una estéril desesperación, se dedica al alto
menester de exaltar sus vidas en páginas de una serenidad y de una elevación
verdaderamente admirables”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Leo Ferrero nació en 1903 y murió en
1933, poco antes de cumplir treinta años, en un accidente de circulación.
Para entonces era ya uno de los principales intelectuales europeos. Perseguido
por el fascismo de Mussolini, como toda su familia, emigró a Francia y allí
cambió el italiano por el francés como lengua literaria. Su primer libro es de
1929 (antes había publicado una obra de teatro) y lleva una introducción de Paul Valéry; desde 1931 colabora en <i>Sur, </i>la
revista que Victoria Ocampo fundó en Buenos Aires. Su muerte conmocionó a la
Europa intelectual de su tiempo. Dejó abundante obra inédita, que sus padres
fueron dando a conocer. Gina Lombroso, consciente de la genialidad del hijo, llevó
un diario sobre él, <i>El despuntar de una vida. Notas sobre Leo Ferrero
Lombroso desde su nacimiento hasta los veinte años, </i>traducido al español en
1944.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i>Angélica, </i>drama satírico en
tres actos, se escribió en 1929 y es una de las obras de Leo Ferrero que
quedaron inéditas. Se estrenó en París en 1936, coincidiendo con el comienzo de
la guerra civil española. En 1929, Hitler aún no había llegado al poder y la
amenaza a la democracia –aparte del comunismo triunfante en Rusia-- la
representaba Mussolini, quien tenía en España a un buen discípulo, Primo de
Rivera. No podía pensar al escribirla en la República española, pero cuando se
estrenó parecía que hablaba de ella y por eso el protagonista lleva el uniforme
del ejército republicano en la representación en Buenos Aires.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los personajes de la comedia del
arte son utilizados por Leo Ferrero en <i>Angélica</i> para satirizar el
fascismo y para tratar de explicar las razones de su aceptación por buena parte
del pueblo italiano (la oposición se limitaba a un puñado de intelectuales). El
procedimiento ya fue utilizado por Benavente en <i>Los intereses creados </i>y
en <i>La ciudad alegre y confiada, </i>de argumento más universal la primera,
más centrada en la política española de entonces la segunda.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En <i>Angélica </i>aparecen Arlequín
y Polichinela, junto a otros muchos personajes procedentes del teatro popular y
de marionetas de las distintas regiones italianas, pero los protagonistas
llevan los nombres de Orlando y Angélica, tomados del famoso poema de Ariosto que
tuvo innumerables derivaciones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No solo hay sátira del fascismo en <i>Angélica</i>,
también de la democracia populista que suele estar en su base y de ahí la
modernidad de la obra, que admite lecturas contemporáneas y podría
representarse hoy como si estuviera escrita pensando en el momento político
actual.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los tres actos de <i>Angélica </i>se
sitúan en las tres fases de todo episodio revolucionario: opresión, rebelión triunfante,
vuelta de los mismos perros con distintos collares. El acierto de Leo Ferrero
es entremezclar farsa y reflexión política. Y también darle la vuelta al
personaje de Angélica, que de víctima se convierte en cómplice, como la mayoría
complaciente que calla y otorga en cualquier dictadura.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los padres de Leo Ferrero, exiliados
en Ginebra, tras su muerte trágica en Nuevo México (un conductor borracho chocó
contra el coche en que viajaba), hicieron todo lo posible por publicar su obra
inédita y porque no cayera en el olvido. Pero Guglielmo murió en 1942 y Gina en
1944. Desde entonces, su figura --representante de otra época, de una Europa
que pronto saltaría en pedazos-- se ha ido desdibujando.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Los elegidos de los dioses mueren
jóvenes”, dice el apotegma clásico. Y Leo fue elegido casi desde la cuna, como Gina Lombroso supo testimoniar en <i>El despuntar de una vida. </i>Pero la suya
no es solo una conmovedora biografía que concluye en la tumba de Plainpalais,
en la que están escritas unas palabras suyas que sintetizan su idea de una vida
feliz: “Une femme que m’aime, un peu de musique, beaucoup de silence”. Este
“drama satírico en tres actos”, que ahora se publica por primera vez en
español, puede servir para reavivar el interés por Leo Ferrero y confirmar la
valía de una obra “antes de tiempo y casi en flor cortada”, para decirlo con
palabras de Garcilaso.<o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-69840899356957979272023-12-10T08:54:00.005+01:002023-12-15T21:39:29.480+01:00Más Max<p> <span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: center;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPvby1I5Ygr0Q0PA_ohTdOOsO88znEfrmRlPxloq627z9dmOF2VjvFLV_Mti9fByjTnHVJeIROqPXpP1lXO5cI3CSDeIR3bZ7uPiLSRKU_lwgO9tuPJ_O3Dv_2qEFFtBEaou23pL1R4lqOJRxV2xzLECkQtsdLAfP_66phQq-EVRUw3Ze2zjwiAh6wV5bH/s1345/IMG_3808%5B53065%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1345" data-original-width="911" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPvby1I5Ygr0Q0PA_ohTdOOsO88znEfrmRlPxloq627z9dmOF2VjvFLV_Mti9fByjTnHVJeIROqPXpP1lXO5cI3CSDeIR3bZ7uPiLSRKU_lwgO9tuPJ_O3Dv_2qEFFtBEaou23pL1R4lqOJRxV2xzLECkQtsdLAfP_66phQq-EVRUw3Ze2zjwiAh6wV5bH/w434-h640/IMG_3808%5B53065%5D.jpg" width="434" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Max Aub<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Diarios 1939-1972<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Edición de Manuel
Aznar Soler<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Renacimiento.
Sevilla, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Desde
los años sesenta, Max Aub fue uno de los nombres míticos de la literatura del
exilio. Era un escritor distinto –nacido en París, de padre alemán, el español
su segunda lengua-- que unía al compromiso republicano un gusto
experimentalista y mistificador heredado de la vanguardia. Volvió dos veces a
España, en 1969 y en 1972, poco antes de su muerte, pero volvió, con pasaporte
mexicano, para dejar constancia de lo que veía, sin ningún deseo de quedarse.
El resultado de su primer viaje fue una de sus mejores obras, el diario <i>La
gallina ciega</i>, un exasperado retrato del franquismo sociológico y de las
frustraciones de la oposición interior. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Esa entrega de su diario no se
incluye en este bien ilustrado y monumental <i>Diarios 1939-1972</i>, al que
Manuel Aznar Soler ha puesto un solvente prólogo y llenado de notas no siempre
imprescindibles. Se incluyen, cambio,<i> Enero en Cuba</i>, que Max Aub publicó
en 1969 y el diario de su estancia en Israel que quiso publicar y solo apareció
póstumamente, pero sin separar con una portadilla del resto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Manuel Aznar Soler pretende hacer
“una edición cargada de futuro” y resolver con sus notas “las dificultades de
lectura que pueda tener hoy un estudiante universitario de veinte años”, como
si se tratara de una lectura escolar. ¿Y de verdad cree que un estudiante
universitario no sabe quién es Juan Carlos de Borbón o quién fue Carrero
Blanco? ¿O Eva Braun? ¿O en qué año murió el Che Guevara? A pesar de esos
excesos, se disculpa “por haber economizado ciertas notas”, ya que en otro caso
su edición se hubiera convertido “en la historia de una anotación
interminable”. Pero resulta muy fácil saber qué notas sobran: todas aquellas que
resuelven dudas que el lector, tenga o no veinte años, sea o no universitario,
puede aclarar tecleando unas palabras en el teléfono móvil, que es ese
ordenador que todo el mundo tiene a la mano. “Las notas a pie de página son de
lectura voluntaria” se disculpa el aplicado estudioso, lo cual es cierto, pero
también que distraen al ser una llamada de atención que tendemos a suponer
pertinente. Echamos en falta, sin embargo, ciertas aclaraciones. Un ejemplo: en
la página 727 se nos indica en nota que <i>Hiroshima, mon amour </i>es una
película de Alain Resnais, pero no se dice nada de la “carta de un comunista
francés” que se reproduce a continuación; no sabemos si es una carta auténtica
o un texto de ficción.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Estos diarios de Max Aub, a ratos
diario verdadero y a menudo cuaderno de ejercicios y de anotaciones varias, lo
retratan de cuerpo entero. Aquí está su curiosidad inagotable, su afán de
discutirlo todo, de pensar por cuenta propia, su cosmopolitismo intelectual, su
afán viajero. Está también su susceptibilidad y vanidad. Nunca deja de anotar
que esta persona o aquella otra a la que le presentan “nunca ha oído hablar de
él”, “no sabe quién es”, “no le ha leído”. En 1971, tantos años después, tantas
catástrofes después, relee un número de <i>Hora de España, </i>de 1937, y se
entristece de nuevo al ver que en un artículo dedicado a “Nuestro teatro” no se
le menciona. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">A Guillermo de Torre se alude repetidas
veces, y siempre despectivamente, a lo largo del diario. En la anotación
dedicada a su muerte averiguamos por qué: “Murió el 14 de julio Guillermo de
Torre en Buenos Aires, como es natural. Se salió con la suya: no escribir ‘el ensayo
que me debía’, como me dijo. Tampoco me han dado ningún premio, ni me lo darán.
¿Voy a llorar por eso?”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A las continuas quejas por su
marginación, se añade una homofobia que va creciendo con los años. Llega a
extremos obsesivos. El 17 de abril de 1970 cena en casa de Buñuel. Se habla de
la Residencia de Estudiantes y lo único que Aub cree de importancia para anotar
en su diario es lo siguiente: “Confirmo que Orueta, según Méndez (contra
Buñuel) era maricón”. Orueta, que fue director de Bellas Artes en el gobierno
republicano, había muerto en 1939. ¡Y todavía le preocupaba a Aub saber cuál
era su orientación sexual! El tal Méndez aclara cómo lo sabe: “Yo he vivió años
en el cuarto de al lado. Se atraía a los jovencitos regalándoles latas de
conserva”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Critica Aub en los diarios de Azaña
su obsesión por los chismes y el continuo menosprecio de las personas. Parece
que está hablando de los suyos propios. Cipriano Rivas Cherif es reiteradamente
maltratados. A Francisco Giner de los Ríos le escucha contar en una cena, en la
que se acusa a los diarios de Azaña “de faltar a la verdad”, que en 1945 o 1946
el general Saravia se jugó la vida yendo a buscar a Madrid, con cuatro
colaboradores militares, a Rivas Cherif y cómo este se negó a seguirles. Y no
quiso hacerlo –aclara no sabemos si Giner o Aub—“por no dejar de la mano el
estreno y la dirección de la obra de un invertido amigo suyo”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Alguien puede creerse que Saravia,
que fue jefe del ejército de Levante, que en 1945 era ministro de Defensa del
gobierno republicano en el exilio, iba a presentarse en Madrid acompañado de
cuatro militares para sacar de España a un recién salido de presidio en
libertad condicional? El minucioso anotador sí parece creérselo y lo único que
anota al respecto es que “el invertido amigo suyo” podría ser Benavente, de
quien Rivas Cherif representó dos obras en el otoño de 1946.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero no solo hay resentida vanidad,
obsesiva homofobia y poco piadosas observaciones contra este y aquel en estos
diarios, por supuesto, pero conviene señalar unos aspectos que la mitificación
habitual –o la acrítica crítica universitaria-- suele pasar por alto. Hay
también espléndidos pasajes literarios. El cinematográfico <i>flashback</i> de
su vida que encontramos en la anotación del 25 de mayo de 1951 o la “noticia de
la muerte de mis perros”, que encontramos en la del 12 de noviembre de 1958,
por citar dos ejemplos (los hay por docenas).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Max Aub no pretende ser sublime sin interrupción.
Escribe lo que ve y lo que le cuentan. De Arturo Barea: “dicen que su mujer le
escribe los libros, en excelente inglés”. A Dámaso Alonso, de quien más de una
vez subraya su cobardía, le hace confesar: “Yo no he sido el escritor que
debiera haber sido por Franco. Me refugié en la lingüística románica, por si
acaso. Era lo que menos podía comprometerme”. A Cela le dedica un aguafuerte
preciso y cruel, como suelen ser todos sus retratos al minuto: “Dedica todas
las horas posibles a su negocio que es la gloria, a la que ordeña a sus horas
fijas, muy bien secundado por Rosario, su mujer. Sueña todas las noches con el
premio Nobel”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Las tres entregas de su diario que
Aub publicó o dejo listas para publicar están dedicadas a otros tantos viajes:
Israel, Cuba, España. De diversos viajes europeos se ocupan otras de las más
sugerentes páginas de este volumen, que entremezcla arbitrariedad con
inteligencia, generosidad con mala intención, debates políticos –el comunismo,
fue encarcelado acusado de serlo, es una de sus obsesiones—y apuntes líricos,
menos afortunados cuando están en verso. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Un hermoso volumen –ejemplar la edición de
Renacimiento-- para leer a trechos y espaciadamente, para curiosear y rebuscar
maldades ayudado por el índice onomástico (léase, por ejemplo, lo que dice de
las razones de la muerte de Lorca), para admirar y detestar a ese escritor
inagotable que fue Max Aub.<span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-10994899896408541922023-12-07T09:11:00.000+01:002023-12-07T09:11:23.863+01:00Destreza y magia<p> </p><p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbDKHL0bxupd-ElMJ7t-59PfvPtHjXwjdOv0BztCD59CxNgpAmsMMlZ0Sa_m95vZLajrDYGgpTb7RTWztPVU-ROU3h9MAuok6Ow11i5kvtWjuSAlEVXjGZ1HklE-D7OlO_ylzR2KfghnZXTe3uRak-sWMK21FI0oSUOc348ZYX-IczD0k7wjlbgax673NV/s2489/IMG_3723%5B52798%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2489" data-original-width="1738" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbDKHL0bxupd-ElMJ7t-59PfvPtHjXwjdOv0BztCD59CxNgpAmsMMlZ0Sa_m95vZLajrDYGgpTb7RTWztPVU-ROU3h9MAuok6Ow11i5kvtWjuSAlEVXjGZ1HklE-D7OlO_ylzR2KfghnZXTe3uRak-sWMK21FI0oSUOc348ZYX-IczD0k7wjlbgax673NV/w446-h640/IMG_3723%5B52798%5D.jpg" width="446" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">Luis Alberto de
Cuenca<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">El secreto del
Mago<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">Visor. Madrid,
2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">Algo
de <i>Cuaderno de vacaciones</i>, para decirlo con el título de uno de sus
recientes entregas, tienen los últimos libros de Luis Alberto de Cuenca.
Abundan los ejercicios de estilo y no faltan las variaciones sobre citas o
anécdotas que ya ha utilizado en sus artículos. Un ejemplo de esto último lo
encontramos en el poema “Luna de Valle Inclán, luna de Shakespeare”. Esos
“versos de Valle” que valen más “que el teatro completo de Voltaire” a los que
se alude al comienzo del poema (y que solo se citarán parcialmente) aparecieron
ya en el artículo “Cabalística luna de marfil”, publicado en 2019, conmemorando
la llegada del hombre a la luna. Están tomados, según se nos indica, de <i>La
marquesa Rosalinda </i>y dicen así: “Luna que de soñar dejas las huellas,
/cabalística Luna de marfil, / tú escribes en lo azul moviendo estrellas: /
Nihil”. Y termina con la misma cita de Shakespeare –tomada de la traducción de
Astrana Marín, se nos indica--, pero ahora adaptada al ritmo del endecasílabo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuaderno de ejercicios, sí, a ratos
un tanto rutinarios, sobre temas ya bien conocidos de los fieles lectores del
autor: el “Madrid fantástico” que esconde “seres lovecrafianos de nombre
impronunciable” y “exóticos palacios debajo de los parkings”; los sueños (“Soñé
con una tribu en la que eran felices / todos sus componentes día y noche”); los
recuerdos de infancia ; los ejercicios de erudición, a veces un tanto
fantasiosa, como ese grafitti de Aristónico (para el autor, “graffito”), un
epigrama en perfectos hexámetros, supuesta e inverosímilmente escrito “con mano
temblorosa” en la pierna de uno de los colosos de Memnón. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">Grato y menor este <i>El secreto del Mago</i>,
pensamos, y sonreímos con alguna que otra humorada: “Habla la amante del poeta”
(“Ya que te marchas, / llévate en tus alforjas / a mi marido”) o “La cura del
faraón”, con un comienzo que recuerda a las letras de alguna zarzuela más o
menos sicalíptica o los poemas droláticos del <i>Madrid cómico </i>o del <i>Blanco
y Negro: </i>“A un faraón que se encontraba mal, / presa de angustias varias, /
cansado de vivir y melancólico, / sometido a un insomnio recurrente, / todo
ojeras y pinta de cadáver, / le aconsejó su médico / dar paseos en barca por el
Nilo…”. Solo echamos en falta la entonces imprescindible rima consonante.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero de pronto los ejercicios de
estilo dejan de serlo y nos encontramos con algo más que la consabida destreza
y los temas habituales. Dos de los tres sonetos del libro pueden incluirse
entre las grandes elegías de la lengua española. No pretenden emular las
“Coplas a la muerte de su padre” o el “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>(como sí parece querer hacer Vicente Gallego
en su desafortunada –ya desde el título-- elegía a Francisco Brines, <i>Ni la
sal ni el aceite han de faltarme)</i>, ni tampoco la desaforada expresión de la
“Elegía a Ramón Sijé”, de Miguel Hernández, con la que guardan más similitudes
temática.<i>. </i>Muestran mayor proximidad a los precisos epitafios de Manuel
Machado: “Te has ido, compañero, hermano, amigo, / a la región de la tiniebla
eterna, / sin dejarme otra cosa que tu ausencia”. A la muerte del mismo amigo,
José Luis Chousa, le dedica igualmente la primera de las varias oraciones que
incluye el libro (“Últimamente estoy rezando mucho”, comienza), pero ahora el
tono es muy distinto con eutrapelias para evitar el patetismo: “Lo importante
es saber / que hay un tipo con barbas allá arriba / que, en compañía de un
joven muy guapo / con estigmas en las extremidades / y de un espectro en forma
de paloma, / recibe tus mensajes”. Los sonetos están escritos con una transparencia
emocional que parece –solo parece: hay un eco de Borges en el dístico final--
dejar fuera cualquier retórica: “Somos amigos desde la prehistoria. / Seguimos
siendo amigos hoy. Mañana / lo seguiremos siendo en el infierno / o en el
cielo, en la nada o en la gloria. / Deja que me refugie en esta vana /
sensación de creer que hay algo eterno”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>También, como los epitafios, se
acerca a Manuel Machado la sección titulada “Por soleares”. En ella, Luis
Alberto de Cuenca, sin dejar de ser el poeta culturalista que es (incluye una
cita no se sabe muy bien en qué lengua), emula con garbo y buen humor la poesía
popular o se glosa a sí mismo como en las “Soleares de tus manos en el cine”:
“Tener tu mano en la mía / mientas Wayne desenfundaba / fue lo mejor de mi
vida”. Al final, no puede evitar una broma sobre polémicas contemporáneas:
“Ahora, en estos nuevos tiempos, / no se dan besos de cine / sin consentimiento
previo”. Se agradece que deje las referencias políticas para los artículos de
prensa (en “Cabalística luna de marfil”, junto a otras varias consideraciones
que quedan fuera del poema, califica a Rousseau de “prefascista”).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con un “Elogio del ilusionismo”
comienza un libro en el que Luis Alberto de Cuenca demuestra, como los
ilusionistas que le fascinaron en la infancia, y que siguen fascinándole a
pesar de que haya descubierto muchos trucos, “su genio, su destreza, su magia
inigualable”. Lo mismo nos ocurre a nosotros, los lectores.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-3947352152545049622023-11-30T09:02:00.004+01:002023-12-02T10:48:13.698+01:00Propuestas de felicidad<p> </p><p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiADImVKMte5QgTzMaOKEiMilo1Uax0hObARFevCkah4jS3CPgSqSI_uDc9z7M58zaSMZYWvJMi2pgN4TQPtL3Vt5N_s_rfcTjkrhzFf8Oy3v_3UOdynObDtsjpOISeyJy501SPzXH9z8tmCz-CUsKwin4kv3GcMR3K0PFJr2lzDoJTp_AHno35ghvmmytM/s3117/IMG_3681%5B52621%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3117" data-original-width="2269" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiADImVKMte5QgTzMaOKEiMilo1Uax0hObARFevCkah4jS3CPgSqSI_uDc9z7M58zaSMZYWvJMi2pgN4TQPtL3Vt5N_s_rfcTjkrhzFf8Oy3v_3UOdynObDtsjpOISeyJy501SPzXH9z8tmCz-CUsKwin4kv3GcMR3K0PFJr2lzDoJTp_AHno35ghvmmytM/w466-h640/IMG_3681%5B52621%5D.jpg" width="466" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Historia
alternativa de la felicidad<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Juan Antonio
González Iglesias<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Penguin Randon
House. Barcelona, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Juan
Antonio González Iglesias es poeta, uno de los más notables de su generación, y
catedrático de Filología Clásica. Para ofrecernos una <i>Historia alternativa
de la felicidad </i>(o mejor, una propuesta alternativa) ha echado mano de sus
muchos conocimientos filológicos y también de sus abundantes lecturas de la
poesía contemporánea. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">La lección de los mejores de ayer coincide
en sus paginas con la lección de los mejores de hoy, aunque a veces –todo hay
que decirlo-- esa coincidencia resulte un poco forzada. Nos hace sonreír el
final del capítulo titulado “La sobria ebriedad”. ¿La trágica vida de Cleopatra
habría sido distinta de haber podido leer a Claudio Rodríguez? González
Iglesias cree que sí. Cleopatra “se nos presenta como ebria de buena fortuna y
por tanto condenada a la desdicha. Le faltó estar ‘sobria de buena fortuna’. Si
hubiera podido leer el deslumbrante <i>Don de la ebriedad </i>de Claudio
Rodríguez, habría adquirido a la vez el ‘don de la sobriedad’ que también lo
anima”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A esa aventurada hipótesis, podemos
añadir otra como afirmar que Odysséas Elýtis “habría tenido igual el Premio
Nobel” si solo hubiera escrito la frase “en el paraíso he recortado una isla”.
Quizá quiso decir “merecido” y ya sería una hipérbole excesiva, pero “tenido”
resulta una falsedad (no es un premio para frases felices).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se leen con gusto y provecho los
setenta capítulos –por lo general breves-- de este libro, que es también una
selecta antología de poesía clásica y contemporánea. González Iglesias sabe,
como pedía Horacio, “instruir deleitando”. Destaca el capítulo final, dedicado
a Catulo, en quien encuentra “un catálogo práctico de felicidad”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Sin embargo, al margen de algunos lapsus
fácilmente corregibles (“Los placeres inferiores” no es un libro de Francisco
Brines, sino uno de sus poemas), a<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>mi
entender incurre en un error de base que conviene subrayar: contrapone un
idealizado mundo clásico a un no bien entendido mundo contemporáneo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me limitaré a algunas muestras. “Lo
que ahora se expresa por WhatsApp –escribe en el capítulo “Las
felicitaciones”-- o por teléfono antes se comunicaba poéticamente. Tenían
poemas para desear buen viaje (el <i>propenticón) </i>que incluso anticipan
como será el retorno feliz. Poemas para felicitar la boda (el epitalamio) o
para acompañar el envío de un regalo”. Pero un poema se puede enviar por
WhatsApp o leer por teléfono, no hay que confundir contenido con continente.
¿Se recitaban entonces siempre poemas para desear buen viaje? ¿Se leían poemas
en todas las bodas? Me imagino que sería solo en algunos casos, lo mismo que
ocurre ahora.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">“El que tiene lo público carece de lo
privado” afirma González Iglesias citando a Gil-Albert. La privacidad ha
desaparecido del mundo contemporáneo, repite una y otra vez; hoy “las personas
monetizan su intimidad ofreciéndola por Internet a las multitudes”. En pleno
“paroxismo internáutico”, ha habido quien “ha osado felicitar” a los que se
quedan al margen. Y cita como ejemplo de esa osadía un poema propio, aunque
callando el nombre: “Benditos los ignotos, / los que no tienen página / en
Internet, perfil / que los retrate en Facebook, / ni artículo que hable / de
ellos en Wikipedia. / Los que no tienen blog. / Ni siquiera correo /
electrónico, todo / les llega si les llega / con un ritmo más lento. / Tienen
pocos amigos. / No exponen sus instantes. / No desgastan las cosas / ni el
lenguaje. Network / para ellos es malla / que detiene la plata de los peces. /
Benditos los que viven / como cuando nacieron/ y pasan las mañanas oyendo el
olmo / que creció junto al río / sin que nadie / lo plantara. / Benditos los
ignotos, / los que tienen / todavía intimidad”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y esos que pasan la mañana junto al
olmo, habría que preguntarle al autor, ¿de qué viven? ¿Tienen esclavos como en
tiempo de Horacio o santa esposa, como hace unas décadas, que se ocupan de las
cuestiones prácticas de la vida? No escriben versos, por supuesto, ni menos los
publican, porque entonces correrían el riesgo de “compartir sus instantes”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Qué fácil resultan rebatir estas falacias,
que suenan tan bien y tantos aplauden, confundiendo el uso con el abuso de las
redes sociales. ¿De verdad cree González Iglesias que quien tiene perfil en
Internet deja de ser ignoto? ¿Y que se pierde algo de intimidad por tener un
blog sobre filatelia o sobre cualquier otra afición? El error conceptual en que
incurre González Iglesias –y no es solo suyo, por eso conviene señalarlo-- es
pensar que porque son varios cientos de millones las personas que tienen un perfil
en Facebook son cientos de millones los que pueden ver las fotos de la
presentación de un libro que subo a mi página. “¡Lástima grande / que no sea
verdad tanta belleza!”, habría que exclamar citando a otro clásico. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Siguen existiendo privacidad e intimidad y
no han disminuido, sino aumentado desde aquel tiempo en que las familias pobres
vivían amontadas en una habitación y los palacios estaban llenos de cortesanos.
Aunque uno esté en todas las redes sociales y tenga correo electrónico --ya
casi solo una herramienta de trabajo, por cierto--, solo comparte de su
intimidad aquello que quiere compartir, salvo por descuido o inadvertencia,
pero esa es otra cuestión. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Intimidad siguen teniéndola no solo la
mayoría de las personas –cuya privacidad no interesa a nadie--, sino los
personajes públicos. ¿O acaso cree González Iglesias que tiene menos vida
privada Felipe VI que Alfonso XIII, la reina Letizia que Isabel II?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero González Iglesias sigue erre
que erre: “La sonrisa, que es el fruto logrado de la felicidad, se comunica en
silencio. En el destello de la mirada puede haber más generosidad con los demás
que en ninguna publicación instantánea”. Perfecto. Pero a veces la sonrisa y el
destello de la mirada están a miles de kilómetros. ¿Y cómo entonces podría
disfrutar el abuelo de la sonrisa de su nieto sin el recurso a Internet?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“¿Cómo hemos llegado nosotros a la
exaltación máxima de lo público?”, se pregunta. Al parecer eso ya ocurrió hace
siglos: Alexis de Tocqueville dictaminó que “los americanos carecen de
intimidad”. Y ahora han bastado los años que llevamos del siglo XXI “para
abolir la preciosa intimidad europea”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Admirable González Iglesias cuando
escribe versos o nos explica los pormenores filológicos de la cultura clásica;
algo menos admirable cuando da rienda suelta a su misoneísmo y moraliza sobre
la decadencia contemporánea.<o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-11403251950728100042023-11-23T09:47:00.001+01:002023-11-24T13:40:27.621+01:00Poesía y caligrafía<p> </p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p> </o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOAhQV9grlZZvFcVtCbV7EaCGGGVcnkiXzUOM8167lDi-TicA9BGbJ8z3JzOKhDzPl8hdpfWp-txg5_CMazn2i_bV5C69dsWQrBPZRXuFYx0I_35XHUNcg-sh2sHupK7gMOdWmrfslf5a587WQcge6M_so-FFeqnB-A067ojv7WhE6lTVMmRgOJ7ocFchY/s3005/IMG_3554%5B52281%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3005" data-original-width="1972" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOAhQV9grlZZvFcVtCbV7EaCGGGVcnkiXzUOM8167lDi-TicA9BGbJ8z3JzOKhDzPl8hdpfWp-txg5_CMazn2i_bV5C69dsWQrBPZRXuFYx0I_35XHUNcg-sh2sHupK7gMOdWmrfslf5a587WQcge6M_so-FFeqnB-A067ojv7WhE6lTVMmRgOJ7ocFchY/w420-h640/IMG_3554%5B52281%5D.jpg" width="420" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Los expedientes de
la madrugada<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Felipe Benítez
Reyes<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Visor. Madrid,
2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Felipe
Benítez Reyes domina el arte de la divagación lírica, de la alusión literaria,
de la frase feliz (“Un agua mansa / que cubría la ciudad como un traje de
novia”), pero sus mejores poemas son aquellos que parten de una anécdota
concreta y no la toman como pretexto para nuevas reflexiones sobre el tiempo y
la memoria, aunque siempre sugestivamente paradójicas y nunca desdeñables. El
mejor Felipe Benítez Reyes, dueño de una inconfundible caligrafía personal, es quizá
el que encontramos en los poemas que menos parecen suyos, como “Los dos
ancianos”. Pocas veces un tema tópico –el de la ancianidad de los padres-- ha
sido tratado con tanta inteligencia y verdad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hay más poemas en los que el autor
no se pierde en florituras ni en eliotianas elucubraciones y, esos son, los que
cerrado el libro se nos quedan en la memoria y los que nos hacen volver a él.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Episodio de infancia” comienza de
la más llana manera: “Se fue la luz en la casa de campo”. Tal vez habría ganado
en intensidad prescindiendo de los versos centrales, hermosos sin duda –“la
fantasmagoría inquieta de una llama”, “el latir de la luna vagabunda”--, pero
que suenan a ejercicios de estilo, marca de la casa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“El tránsito” es otro poema que nos
cuenta una anécdota cotidiana (“Una paloma ha elegido mi terraza para su
agonía”), y que termina con la concisión del epigrama clásico: “Lo peor de la
muerte es conocerla / desde mucho antes de morir. / Tú pudiste volar y fuiste
eterna”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“El reloj nuevo” y “El espejo” toman
también vuelo metafísico o trascendente a partir de los objetos de la
cotidianidad que indica el título. No son temas que busquen la originalidad
–sobre el reloj y el espejo se pueden compilar nutridas antologías--, pero
Benítez Reyes acierta a darles un sesgo inédito.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">“Las posesiones” aprovecha la anécdota de
partida –el desalojo de la casa de un familiar o amigo que acaba de morir-- para
practicar el borgiano arte de la enumeración, caótica o no, un procedimiento en
el que Benítez Reyes resulta un maestro. Lo encontramos también en “Divagación
acuática”, a la que sirve como pretexto “el agua que brota de noche del
manantial” para un brillante evocación que entremezcla literatura y vida: “El
agua con sonido que discurre / en una égloga renacentista / se me confunde
ahora en la memoria inestable / con la lluvia otoñal que oí caer / desde una
ventana del hotel Locarno, en Roma, / y que parecía el eco de una batalla de
hace siglos, / un choque de metales en el aire, / un rápido morir”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nuestros defectos son la otra cara
de nuestras cualidades se ha repetido a menudo. Lo que la poesía pueda tener de
“fermosa cobertura”, según la definición del marqués de Santillana, de
primorosa caligrafía, Benítez Reyes lo domina como nadie. Por eso corre
continuamente el riesgo de que sus poemas le suenen al lector de hoy,
acostumbrado a otras músicas, a más o menos brillante ejercicio retórico; es lo
que ocurre con “Hablar en plata” o en menor medida con “La canción de los
pescadores del litoral”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Entre los poemas que parten de la
cotidianidad, y que como ya he indicado están entre los mejores del libro (“El
vecino hechizado” podría añadirse a los mencionados), disuena “Oda a los
empleados madrugadores”, un poema en el que autor se deja llevar por su gusto
por la enumeración –“el depositario de los enigmas mercantiles”, “el analista
metafísico de los inventarios”, “los conocedores de las propiedades exactas del
género que exhiben”, el empleado bancario, el gerente de la funeraria, la
limpiadora, los reponedores, las empleadas de la inmobiliaria-- y hace que la
calle que contempla desde el balcón al amanecer parezca inverosímilmente más
concurrida que un pasillo del metro en horas punta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El lector agradece los textos más
breves, en los que el autor parece prescindir de su reconocida maestría. El
“Excurso” remite al despojamiento del último José Corredor-Matheos: “El viento
/ trae ahora / desde una verbena / remota / una remota / canción / de juventud
/ a tu ventana. / Como si nada / hubiera cambiado / desde entonces / --¡como si
nada!--, / escucha esa canción / remota / que trae el viento / y da las
gracias, / aunque no sepas / por qué).”<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero en un tiempo en que tantos
poetas abusan del coloquialismo y de la pobreza expresiva, no deja de resultar
encomiable el empaque retórico, el gran estilo, de poemas como “Apuntes para la
construcción de un templo” o la ambición estructural de “18 de septiembre de
1970”, que entremezcla la muerte de Jimi Hendrix con las evocaciones
autobiográficas, una amplia cita de San Agustín y dos notas entre paréntesis sobre
Eliot y Bocángel.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Todo lo que el lector habitual de
Felipe Benítez Reyes espera encontrar en un libro de Benítez Reyes lo
encontrará en <i>Los expedientes de la madrugada </i>(hay incluso un poema, “In
Arcadia”, que remite al poeta de los ochenta, cuando las ásperas polémicas
sobre la “poesía de la experiencia”), pero con una inédita emoción –“enseñanzas
de la edad”-- en los mejores poemas y sin que apenas suene a prescindible o
consabido, aunque nos suenen temas y maneras. Quien lo descubra ahora, siempre
hay lectores que se incorporan, se encontrará con la sorpresa de un clásico
contemporáneo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPhE8LdXMIau1sw6VFu5Ufvo4UOQSpW-KHVa4zBGbnHkHIPKGeCIjpRFniwEkAoVAiXYZSjdlOemds6qtN32PoFN-88tLAbeeWDc5NfqKOn1rUbbYToUnbc6TkkeZKWsFgoPgAJdAOoz7K9qiFFP6uqvv6NIpXHuthXuV7HSyz4b6eCKXwCgoTcbgCqXnq/s2932/IMG_3606%5B52441%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2932" data-original-width="2044" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPhE8LdXMIau1sw6VFu5Ufvo4UOQSpW-KHVa4zBGbnHkHIPKGeCIjpRFniwEkAoVAiXYZSjdlOemds6qtN32PoFN-88tLAbeeWDc5NfqKOn1rUbbYToUnbc6TkkeZKWsFgoPgAJdAOoz7K9qiFFP6uqvv6NIpXHuthXuV7HSyz4b6eCKXwCgoTcbgCqXnq/w446-h640/IMG_3606%5B52441%5D.jpg" width="446" /></a></div><br /><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><br /></span><p></p>
<p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><o:p> </o:p></p>
<p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><o:p> </o:p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-89637853775768405052023-11-16T09:10:00.008+01:002023-11-18T09:57:49.061+01:00La historia por los aires<p><br /></p>
<p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZMznefyHel73mUwtHhKXrCFquEBofVXRZ5jizXwwpgpSXLFU4JycrVV9yKSN1cl8olcmQ7H1VBzdWJIst0lOQnGhhmBINq2q_NW22SvC17ABtFmAI_4dD0RtBjtuOd1xYGQFMlrI-aDgfvgva2PybLGiNa95X1WlZnuRO8a-eF-H6LSDbAJ27N6E_0GAK/s3379/IMG_3435%5B51684%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3379" data-original-width="2381" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZMznefyHel73mUwtHhKXrCFquEBofVXRZ5jizXwwpgpSXLFU4JycrVV9yKSN1cl8olcmQ7H1VBzdWJIst0lOQnGhhmBINq2q_NW22SvC17ABtFmAI_4dD0RtBjtuOd1xYGQFMlrI-aDgfvgva2PybLGiNa95X1WlZnuRO8a-eF-H6LSDbAJ27N6E_0GAK/w450-h640/IMG_3435%5B51684%5D.jpg" width="450" /></a><span style="font-size: 12pt;"> </span></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span _msthash="3149" _msttexthash="4012502" style="font-weight: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Manuel Cerdán<br /></span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Carrero: 50 años de un magnicidio maldito<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Plaza & Janés.
Barcelona, 2023.</span></span></h3>
<p _msthash="3150" _msttexthash="1747440799" class="MsoNoSpacing"><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">¿Queda
algo por saber del atentado contra Carrero Blanco del que pronto se cumplirá
medio siglo? Manuel Cerdán, periodista de investigación de larga trayectoria,
opina que sí, pero las seiscientas páginas del segundo volumen que ha dedicado
al tema, <i _istranslated="1">Carrero: 50 años de un magnicidio maldito, </i><span _msthash="3274" _mstmutation="1" _msttexthash="522838979">Parecen
demostrar más bien lo contrario. En el prólogo, afirma que ningún periodista se
ha alejado más que él de las teorías conspiratorias, pero alude repetidamente a
un personaje conocido como la Sombra, que parece sacado de una novela de
kiosco. ¿Quién es la Sombra? Pues nada menos que "el hombre invisible que
reveló los movimientos de Carrero". Aunque algunos autores pongan en duda su
existencia, según afirma Cerdán, él tiene constancia documental. Un miembro del
comando que acabó con la vida de Argala, el etarra que activó el explosivo que
hizo volar el coche de Carrero, le habló de ese personaje que, en una
entrevista en el hotel Mindanao, puso en marcha toda la operación: "Sabemos que
la Sombra era un política de la oposición liberal-conservadora que se movía
con plena libertad dentro del régimen y en los círculos políticos de don Juan,
entre Estoril y Madrid. Era amigo o conocido de Genoveva Forest y de un etarra
que vivía en Madrid, conocido como Kaskazuri, un tipo relacionado con los
servicios secretos del </span></span><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt;">PNV</span><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">". En otro momento
se refieren a él como un "elegante hombre de traje gris". ¿Y qué fue lo que
hizo ese personaje misterioso? Pues entregar un papel en el que se informaba de
la costumbre de Luis Carrero Blanco de asistir a misa todas las mañanas, a la
misma hora, en una determinada iglesia madrileña. Pero, si como se afirma en
este mismo libro, los etarras descubrieron con sorpresa que la dirección
particular del vicepresidente, y luego presidente, del gobierno figuraba en la
Guía telefónica, ¿tan difícil les resultaba seguirle y averiguar su costumbres? <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p _msthash="3151" _msttexthash="70780710" class="MsoNoSpacing"><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>La confidencia de ese personaje
misterioso, si existió, resulta poco significativa, y más que dudosa resulta la
implicación de la </span><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt;">CIA </span><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">o de
otros políticos del régimen opuestos a Carrero en la puesta en marcha del
atentado. De la minuciosa investigación de Cerdán no se deduce nada de ello,
aunque él se empeña, por dar interés a su libro, en dejar abiertas todas las
pistas. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p _msthash="3152" _msttexthash="386141431" class="MsoNoSpacing"><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cierto que hay muchas cosas
sorprendentes: la libertad con que se movieron durante largos meses un grupo de
etarras, ya fichados, por Madrid; la cercanía del lugar del atentado a la
embajada de Estados Unidos; la coincidencia con la visita de Henry Kissinger;
los desoídos avisos sobre las insuficientes medidas de seguridad en relación
con Carrero (pero él mismo se negó reiteradamente a reforzarlas). La torpeza de
los encargados de prevenir la actividad terrorista fue indudable, así como la buena
suerte que acompañó al comando y a sus colaboradores. La principal fue Eva
Forest, quien puso a disposición de los etarras una red de militantes de
izquierda disconformes con la actitud pactista que había adoptado el PC. Un Eva
Forest debió </span><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt;">ETA su</span><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"> mayor éxito en
la lucha contra el franquismo y su mayor fracaso, el atentado en la calle del
Correo, ocurrido menos de un año después. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="3153" _msttexthash="55594890" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>El primero tuvo mucho de traca final
de la dictadura, aunque esta continuaría algún tiempo, y en cierta medida libró
a los españoles del trauma de haber dejado morir a Franco en su cama. Se trató
de una ejecución del dictador por persona interpuesta. Por eso fue recibido con
más o menos disimulado alborozo por toda la oposición. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p _msthash="3154" _msttexthash="28536391" class="MsoNoSpacing"><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>El segundo fue un mero acto de
barbarie, parece que ideado no </span> por <span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt;">ETA</span><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">, que se dejó llevar por el entusiasmo derivado
del éxito anterior, sino por Eva Forest, que ya se consideraba a sí misma a la
altura de los más grandes revolucionarios. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="3155" _msttexthash="693990635" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Cambio la historia de España la
muerte de Carrero, como se ha repetido hasta la saciedad? Manuel Cerdán afirma
que sí y lo equipara al asesinato de Prim en diciembre de 1870. No sería el
único parecido: también en el caso de Prim muy altas instancias impidieron
llegar hasta los instigadores. La muerte de Prim impidió que se consolidara la
dinastía de los Saboya, de la que era el principal apoyo. El que en lugar de
Carrero, en el momento de la muerte de Franco, estuviera Arias al frente del
gobierno no supuso mayor diferencia. El propio rey Juan Carlos lo vio así: "Pienso
que Carrero –le dijo a José Luis de Vilallonga-- no hubiera estado en absoluto
de acuerdo con lo que yo me proponía hacer. Pero no creo que se hubiera opuesto
abiertamente a la voluntad del rey. Simplemente habría dimitido...", que fue
exactamente lo que hizo Arias, o le hicieron hacer. Ni uno ni otro tenían "la
visión necesaria a largo plazo para hacer frente a los cambios radicales que
exigían los españoles". Carrero Blanco no garantizaba la continuidad del
franquismo; sin Franco no era nada, ni siquiera contaba con la simpatía de
buena parte de los políticos del Régimen. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p _msthash="3156" _msttexthash="345465107" class="MsoNoSpacing"><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>El libro de Manuel Cerdán permite
sacar conclusiones distintas a las del autor, y esa es buena señal. Habría
ganado con una mayor concisión. Se repite demasiado la metáfora del árbol de
Malato (el árbol simbólico que marcaba la frontera del señorío de Vizcaya), por
ejemplo, y se incurre en algunos errores: </span><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt;">ETA</span><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"> no colocó una bomba en la calle del
Correo en noviembre de 1974, según se afirma en la página 73, sino en
septiembre; Eva Forest no fue detenida ni en noviembre de 1974 (página 75) ni
en septiembre de 1975 (página 313), sino en septiembre de 1974, poco después
del atentado, y a partir de sus declaraciones fueron cayendo todos los colaboradores
en él y en el anterior contra Carrero. Errata parece la confusión de Alfonso
XIII con Alfonso XII al referirse al cuadro pintado por Sorolla que se
encuentra en el Ministerio de Asuntos Exteriores. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="3157" _msttexthash="387997181" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Paradójicamente, <span _istranslated="1" style="mso-spacerun: yes;"> </span>el almirante Carrero Blanco sale humanizado de
este libro. No participó en negocios raros como tantos políticos de antes y de
después (ya el príncipe de España comenzaba su lucrativa amistad con los países
árabes) y cumplió con el que creía su deber hasta final. Murió pobre (había
donado sus parcos ahorros poco antes) y el epitafio que recibió de Franco fue
el famoso "no hay mal que por bien no venga". Conmueve leer la crónica de sus
últimos días, que entremezcla actos oficiales con la rutina cotidiana y que nos
deja un dato que parece inventado por un novelista, En uno de los cines de la
Gran Vía, viendo la película <i _istranslated="1">Chacal</i>, de Fred Zinnemann, pudo coincidir
con los que poco después serían sus ejecutores. La película, como es bien
sabido, cuenta la historia de un asesino que intenta asesinar al presidente de
Francia por encargo de una organización terrorista. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRPurl8kikQefW2q0tzxAQWHigaWSDpcdWOqLv1Mgyr_fVgL6Dn7slKz2PuQwTZ2ko24OBqP756zE_bDxNFY8b8M2_7bkEsVJ9nJWx9GMXdQ13JvmefZVLHcGOhU82f4AGoWbOGIgw00Cc6Cw96oslAq5mYfENZMIwIJoF89CdIHrk-0Q8JN4o0zdxttNs/s3272/IMG_3470%5B52187%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3272" data-original-width="2133" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRPurl8kikQefW2q0tzxAQWHigaWSDpcdWOqLv1Mgyr_fVgL6Dn7slKz2PuQwTZ2ko24OBqP756zE_bDxNFY8b8M2_7bkEsVJ9nJWx9GMXdQ13JvmefZVLHcGOhU82f4AGoWbOGIgw00Cc6Cw96oslAq5mYfENZMIwIJoF89CdIHrk-0Q8JN4o0zdxttNs/w418-h640/IMG_3470%5B52187%5D.jpg" width="418" /></a></div><br /><span _msthash="3157" _msttexthash="387997181" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><br /></span><p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-73618938810747132612023-11-08T09:25:00.022+01:002023-11-09T17:54:31.818+01:00Lorca revisitado<p> </p><p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p> </o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjaKROBERifQfwcmL0TUL8L8ODTvFgr-xvzq-1VSv0MK-I4xtAwZFFbToMWjRYnY91SJplPdj_wRc1xTV1PWsl_ML3ZTLpp02QId-yScGkB2AjgdNEeSsB53OYUfOKLol1PQZEiZSu_tHfF2DGi8L4pAnJnAnltFQjrLVO0-Nl222W3XZp7azrMguOWdBHN" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img data-original-height="2509" data-original-width="1537" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjaKROBERifQfwcmL0TUL8L8ODTvFgr-xvzq-1VSv0MK-I4xtAwZFFbToMWjRYnY91SJplPdj_wRc1xTV1PWsl_ML3ZTLpp02QId-yScGkB2AjgdNEeSsB53OYUfOKLol1PQZEiZSu_tHfF2DGi8L4pAnJnAnltFQjrLVO0-Nl222W3XZp7azrMguOWdBHN=w392-h640" width="392" /></a></div><p></p>
<h3 _msthash="3034" _msttexthash="6248333" style="text-align: center;"><span _msthash="2872" _msttexthash="4670107" style="font-weight: normal;"><i _istranslated="1"><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Federico García
Lorca, el tiempo compartido<br _istranslated="1" /></span></i><span _istranslated="1" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Pablo Suero<br _istranslated="1" /></span><span _istranslated="1" _msthash="8243" _msttexthash="3090828" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Edición de
Mirtha Mansilla y Alfonso López Alfonso Impronta. Gijón, 2023.</span></span></h3><h3 _msthash="3034" _msttexthash="6248333" style="text-align: center;"><br /></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="2873" _msttexthash="143410228" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">¿Puede
tener interés un nuevo libro sobre García Lorca? ¿No lo sabemos todo de su
vida, y de su muerte? Comenzamos a leer este volumen, en el que Alfonso López
Alfonso y Mirtha Mansilla, han reunido todo lo que Pablo Suero ha escrito sobre
él con cierto escepticismo. Desaparece pronto. Aquí está Lorca, en el mismo momento
en que comienza a convertirse en mito, y a su lado, como el más entusiasta de
sus admiradores, un escritor con el que el tiempo no ha sido benevolente, pero
al que su labor periodística ha salvado del olvido: Pablo Suero. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="2874" _msttexthash="140950758" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pablo Suero nació en Gijón en 1898,
el mismo año que Lorca, pero emigró de niño a Argentina y siempre se consideró
Argentino. No hay ni una mención a su origen en su libro más conocido, el único
conocido en realidad, <i _istranslated="1">España levanta el puño, </i>varias veces reeditado y en
el que reúnen las crónicas escritas durante su visita a España en los primeros
meses del 36. Entrevistó entonces a políticos y escritores, de izquierdas y de
derechas, y ese plural testimonio sigue siendo el mejor retrato de España en
vísperas de la guerra civil. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="2875" _msttexthash="292441942" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>A Lorca lo conoció en octubre de
1933, con motivo de su viaje a Argentina. Llegaba el poeta y dramaturgo ya con
el renombre de ser el autor más destacado de la nueva generación. Pablo Suero
se adelantó a recibirlo a Montevideo y por eso fue el primer periodista
Argentino en entrevistarle. Su "Crónica de un día de barco con Federico García
Lorca" se lee hoy con el mismo interés que cuando fue escrita. Tiene el valor
de un vivaz noticiario cinematográfico que pone al poeta entre nosotros. Le
vemos hablar y actuar con todo su encanto, el famoso "duende". La completa otra
entrevista, "Hablando de La Barraca con el poeta García Lorca", publicada pocos
días después. Y junto a ellas podemos leer por primera vez las reseñas de los
estrenos, de las conferencias, de los homenajes. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span _msthash="2876" _msttexthash="212765098" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pocos escritores fueron tan agasajados como
García Lorca en esos días argentinos. Argentina era entonces un país joven,
próspero y deslumbrado por la cultura europea. El entusiasmo de Pablo Suero
tuvo mucho que ver con el éxito de Lorca. Al comienzo de su primera entrevista
se retrata como un "cazador de almas", deseoso de acercarse a los seres
extraordinarios: "Al lado de estas criaturas de excepción que viven para el
arte, la vida cobra otro valor. Hablar con ellas, gozar de su sociedad, sentir
su fina o ardiente vibración de elegidos, lo hace a uno sentirse menos solo.
Consuelan los artistas de ese fondo insoluble y trágico que lleva la vida en sí". <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span _msthash="2877" _msttexthash="60022066" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">No era Lorca el primer personaje
excepcional que había conocido: menciona a Barbusse, a Colette en su balcón del
Claridge Hotel de París, incluso a Dreyfus, ya vuelto de la Isla del Diablo.
"Su hálito de otros mundos –escribe-- hace olvidar la violencia o la aspereza
de estos tiempos". <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="2878" _msttexthash="59410702" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>No fue fácil la vida de Pablo Suero,
Periodista Polémico, autor y director teatral, Letrista de Tangos, muerto en
accidente de automóvil en 1943. Recientemente se ha reeditado su libro de
poemas <i _istranslated="1">Agonía de un mundo</i>, de 1940, en absoluto desdeñable, con ecos de
la generación española del 27, que conocía muy bien, y ciertos resabios
modernistas. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="2879" _msttexthash="75559133" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como toda pasión, la de Suero por
Lorca tuvo alguna crisis. En <span _istranslated="1" style="mso-spacerun: yes;"> </span>Argentina comenzó
a circular el rumor de que, a su regreso, Lorca no se mostraba tan agradecido
con el país como podría esperarse. Y cuando Suero volvió a España, a finales
del 1935, Lorca no hizo nada por verle, más bien todo lo contrario. Le habían
escrito indicándole que ese malicioso rumor procedía precisamente de Suero. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span _msthash="2880" _msttexthash="283292126" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">"Parece que hay chismes de por medio...
Chismes ultramarinos... Pero tú y Federico no podéis separaros...", le dijo Neruda,
que fue quien los reconcilió. Estaba Suero en el hotel Cristina, de la plaza
del Ángel, cuando le llamó Lorca: "Pablo, quiero hablar contigo... He hecho mal
en guiarme de chismes sin pensar en todos tus antecedentes para conmigo...". Y a
los diez minutos se presentó en el hotel trayéndole sus últimas cosas, entre
ellas el <i _istranslated="1">Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. </i>Pero para entonces Suero ya
había enviado un artículo a Buenos Aires "con dos o tres líneas despectivas
para Federico". No había manera de impedir que se publicara y, en cuanto se
publicó, le faltó tiempo a alguna gente de allí para hacérselo llegar por
correo aéreo a Lorca. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="2881" _msttexthash="80306421" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Esta y otras pequeñas historias
contribuyen al interés de este libro, escrito en tres tiempos: 1933, el año del
triunfo de Lorca en Argentina, cuando parece que a la República y al poeta les
espera una larga vida; 1936, con el comienzo de la guerra civil y la noticia
del asesinato de Lorca, que Suero tarda en creerse, y el regreso de Lorca a los
teatros de Buenos Aires de la mano de Margarita Xirgu a partir de 1937. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="2882" _msttexthash="22930102" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tantos años después, aún no nos
hemos cansado de Lorca ni del tiempo que le tocó vivir. Y esta recopilación,
que rescata tantas páginas llenas de vida olvidadas en las hemerotecas, lo
demuestra cumplidamente. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-86998050408128893242023-11-02T09:25:00.014+01:002023-11-04T14:17:00.077+01:00Nueva York y más<p> </p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p> </o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7sPfKDVVMqNhxHEWO9E-Mva6E72f6M_4DF4wLKniJhO90Si32YqhBGXq1f9wevapNRRJcphhUGA82SW7zJvsZKxtYsEYqyfIoR-vzKq4Bvr-1BmHEfHmokPEhyphenhypheno0ufNE3XlREwtGGSJ6JqW2u1ELI4ZSTAuSVnFT9ZzQAjQRsMX68xDQVJ-yrFoCvL1TZ/s2707/IMG_3110%5B50826%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2707" data-original-width="1564" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7sPfKDVVMqNhxHEWO9E-Mva6E72f6M_4DF4wLKniJhO90Si32YqhBGXq1f9wevapNRRJcphhUGA82SW7zJvsZKxtYsEYqyfIoR-vzKq4Bvr-1BmHEfHmokPEhyphenhypheno0ufNE3XlREwtGGSJ6JqW2u1ELI4ZSTAuSVnFT9ZzQAjQRsMX68xDQVJ-yrFoCvL1TZ/w370-h640/IMG_3110%5B50826%5D.jpg" width="370" /></a></div><p></p>
<h3 _msthash="24796" _msttexthash="2466334" style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span _msthash="13062" _msttexthash="311402" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Una cita con
Borges<br /></span></i><span _msthash="13061" _msttexthash="317057" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">José María Conget<br /></span><span _msthash="13060" _msttexthash="524732" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Renacimiento.
Sevilla, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13059" _msttexthash="117568412" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">La
literatura tiene sus paradojas. José María Conget es autor de una amplia obra
que abarca novelas y libros de relatos, elogiosamente acogidos por la crítica,
pero para la mayoría de sus lectores es y seguirá siendo sobre todo el autor de <i _istranslated="1">Cincuenta y tres y Octava</i>, un librito de pocas páginas –apenas un
folleto-- que narra su estancia en Nueva York como directivo del Cervantes y
que es una de las grandes obras sobre esa ciudad. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13058" _msttexthash="104949286" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span><i _istranslated="1">Una cita con Borges </i>–reedición
muy ampliada de un libro aparecido el año 2000-- reúne textos que podríamos
considerar menores e incluso prescindibles, producto del encargo: conferencias,
prólogos, colaboraciones en algún homenaje. Y sin embargo aquí está el José
María Conget mayor, el que se seguirá leyendo cuando se olviden sus obras de
más empeño, esas novelas "que nadie le manda componer", según afirma con cierta
ironía en el prólogo. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13057" _msttexthash="205099349" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya Francisco Umbral había repetido
más de una vez que la musa es el encargo. Con ciertas condiciones, añado no. La
primera, que podamos rechazarlo si no encaja con nuestros intereses del
momento. O queº en Visor. A José María Conget le
solicitaron un prólogo para el tomo 32, <i _istranslated="1">Libros de Madrid</i>, y él,
aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, esto es, unas vagas alusiones
a Madrid en el <i _istranslated="1">Diario de un poeta recién casado, </i>escribe unas
espléndidas páginas sobre el Nueva York que Juan Ramón Jiménez se encontró
durante su primera visita en 1916. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13056" _msttexthash="46824999" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sobre ciudades –no solo Nueva York--
tratan los mejores textos de José María Conget, que ha sido profesor o gestor
cultural en muy diversos lugares. Inolvidable resulta el Londres de "10
Rillington Place", que entremezcla autobiografía y crónica criminal, la evocación
de un asesino en serie. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13055" _msttexthash="159339791" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Otro capítulo memorable es el
titulado "Piratas, aguas de regaliz y un pistolero", que algo tiene que ver con <i _istranslated="1">La infancia recuperada</i>, de Fernando Savater, ese manifiesto a favor del
placer de leer y en contra del experimentalismo, heredero de un Joyce mal
entendido y el <i _istranslated="1">nouveau roman </i>francés, de los años setenta. Conget nos
habla de sus inicios como lector, de Salgari, de Guillermo Brown, de su primera
fascinación cinematográfica, la película que en España se llamó <i _istranslated="1">Raíces
profundas</i>, y lo hace con erudición, con humor y con las adecuadas dosis de
melancolía. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13054" _msttexthash="108863287" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>A "La felicidad de los tebeos" se
dedica una de las secciones. En "Los pasados vergonzosos" nos descubre la
trayectoria de Patricia Highsmith como guionista de cómic, su dedicación
durante un tiempo antes de ser novelista de éxito. Pero el mejor capítulo de
esa serie es "13, rue del Percebe", análisis de la innovadora página de Ibáñez,
a la que pone en relación con Zola y con Perec y con Boticelli (también con un
afamado colaborador de <i _istranslated="1">The New Yorker, </i>Saul Steinberg). <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13053" _msttexthash="88166754" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Menos interés tienen, a mi entender,
las páginas dedicadas al cine incluidas en "Pantalla grande": una conferencia
sobre "el cine de los exiliados españoles, el exilio español en el cine", unas
páginas sobre una familia de cineastas iraníes y la esforzada recreación
–disuena algo en el conjunto-- de un encuentro entre dos pioneros en el Café de
Flore. <o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13052" _msttexthash="232549876" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>"Una cita con Borges" es el borgiano
relato, por el tema y por la técnica, que da título al conjunto. Mezcla ensayo
y ficción, analiza el tema del amor en la literatura de Borges y concluye con
una sorpresa, que quizá no lo es tanto, al revelarnos el nombre de la protagonista
y narradora. A Borges se le dedica también "Fervor mítico de Buenos Aires", que
comienza con una de esas anécdotas biográficas tan características del mejor
Conget: "Viajé a Buenos Aires hace años con el propósito oficial de comprar
libros raros para una biblioteca española en Nueva York y con el deseo secreto
de enamorarme de una ciudad de la que ya había recibido varios flechazos a través de la literatura". <span _istranslated="1" style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p _istranslated="1"></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13051" _msttexthash="447843396" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span _istranslated="1" style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nueva York está muy presente en
estas páginas, y el lector lo agradece. Buena parte del libro se escribió en
ella: "Durante los años que llevo en esta ciudad he visitado muchas veces, por
motivos profesionales que nunca excluyeron el placer, la librería que Eliseo
Torres amontonó en el Bronx". Se trataba de "un caserón de ventanas cerradas y
atmósfera que evoca unas <i _istranslated="1">carceri </i>piranesianas con las extrañas mazmorras
repletas de letra impresa, sus perspectivas de metros y metros de estanterías
hasta el techo, el olor ubicuo a papel viejo y el cálculo, que marea un poco,
de que allí se encierran cerca del millón de volúmenes". Millón de volúmenes que luego sería
adquirido por Abelardo Linares, precisamente el editor de <i _istranslated="1">Una cita con
Borges</i>, uno de esos libros hechos de retazos --"marquetería mal ensamblada"
se titula, <i _istranslated="1">captatio benvolentiae, </i>la nota inicial--, a los que siempre
gusta volver, porque entre sus ingredientes no faltan nunca ni la inteligencia ni el humor.<o:p _istranslated="1"></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIwiOnaRzIhX7pBMq-j9-OMF7fvik57Gow1phMu3_OWxTI8WwqRHo1HYhUE5OMs_wS4SC7ghnA4vybY721GdeIUZKxD5BRbvv8irFuRSHuUlksWKqHdeJaQfCnF5V6VN7w_C64PD6HKvL2GwixDz1cCj3kSaYQUnzcEd-LP8NLagTBd0Af75808VZCHhHp/s3141/IMG_3293%5B50992%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3141" data-original-width="1973" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIwiOnaRzIhX7pBMq-j9-OMF7fvik57Gow1phMu3_OWxTI8WwqRHo1HYhUE5OMs_wS4SC7ghnA4vybY721GdeIUZKxD5BRbvv8irFuRSHuUlksWKqHdeJaQfCnF5V6VN7w_C64PD6HKvL2GwixDz1cCj3kSaYQUnzcEd-LP8NLagTBd0Af75808VZCHhHp/w402-h640/IMG_3293%5B50992%5D.jpg" width="402" /></a></div><br /><span _msthash="13051" _msttexthash="447843396" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><br /></span><p></p><p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="13051" _msttexthash="447843396" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><br /></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-14958801671985661192023-10-26T20:48:00.007+02:002023-10-27T18:38:37.431+02:00Una extraña pareja<p> </p><p class="MsoNoSpacing"><o:p> </o:p><span style="text-align: center;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0hZhzty3yiTSOoWS8JhCHBcS6hPWPwDS4ELppPa37Ws4jV38o5rEWSvRDCyDWVMiuCn-1N8_9CvIWgblLx8rIqWiPUCB-rS6PuPbp_aIsOmshZhGgSr1taahFhTUB33yC5hR6Hi7b7y6hqoHQeoGAlTMZY3-Bz_2b02ApViMUZaocvY_STmPGN0FIg1Lk/s3085/IMG_2996%5B50487%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3085" data-original-width="1717" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0hZhzty3yiTSOoWS8JhCHBcS6hPWPwDS4ELppPa37Ws4jV38o5rEWSvRDCyDWVMiuCn-1N8_9CvIWgblLx8rIqWiPUCB-rS6PuPbp_aIsOmshZhGgSr1taahFhTUB33yC5hR6Hi7b7y6hqoHQeoGAlTMZY3-Bz_2b02ApViMUZaocvY_STmPGN0FIg1Lk/w356-h640/IMG_2996%5B50487%5D.jpg" width="356" /></a></div><p></p>
<h3 _msthash="18133" _msttexthash="7866911" style="text-align: center;"><span _msthash="3098" _msttexthash="7888543" style="font-weight: normal;"><span _msthash="10309" _mstmutation="1" _msttexthash="850421">Carmen Laforet /
Emilio Sanz de Soto<br /></span><i _msthash="10308" _msttexthash="761254"><span _msthash="33782" _mstmutation="1" _msttexthash="770406">Correspondencia inédita 1958-1987</span><br /></i><span _msthash="10307" _mstmutation="1" _msttexthash="459238">Edición de José
Teruel<br /></span><span _msthash="10306" _mstmutation="1" _msttexthash="543868">Renacimiento.
Sevilla, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span _msthash="10305" _mstmutation="1" _msttexthash="127770708">No parece un título muy atractivo para el lector común <i _istranslated="1" _mstmutation="1">Correspondencia
inédita 1958-1987</i>, de <span _istranslated="1" _msthash="25962" _mstmutation="1" _msttexthash="87668893">Carmen Laforet y Emilio Sanz de Soto, la primera una
escritora bien conocida y el segundo un escritor casi ágrafo y un personaje
mítico. Podríamos pensar que el volumen solo tiene valor para los estudiosos de
ambos, que abunda en corteses banalidades y anécdotas privadas, como la mayor
parte de las correspondencias. Pero no es así, se lee como una novela escrita a
dos voces y como una crónica social y literaria.</span></span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-indent: 35.4pt;"><span _msthash="10304" _mstmutation="1" _msttexthash="170611233">Salvo <i _mstmutation="1">Nada, </i>la
prodigiosa <i _mstmutation="1">Nada </i>símbolo de un tiempo sombrío, y sus artículos más
cercanos al diario íntimo, la obra de Carmen Laforet ha ido perdiendo interés. <i _mstmutation="1">La
mujer nueva </i>(1955) tuvo, en su momento, tanto éxito como <i _mstmutation="1">Nada, </i>aparecida
diez años antes, pero hoy esa crónica de una conversión religiosa nos resulta
tan lejana como las novelas de tesis de Alarcón o Pereda. Su correspondencia
con Elena Fortún o con Ramón J. Sender, en cambio, suponen una sorpresa para
quienes tienen catalogada a Carmen Laforet solo como una de las menos onerosas
lecturas obligatorias del bachillerato.</span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span _msthash="10303" _mstmutation="1" _msttexthash="337503556">Las
dos primeras cartas, meras notas informativas, nos hacen temer lo peor. El
epistolario, en lo que tiene de algo más que una mera compilación erudita,
comienza con la tercera, escrita en mayo de 1959. A Emilio Sanz de Soto, Carmen
Laforet lo había conocido en Tánger en el verano anterior, donde su marido,
Manuel Cerezales, dirigía el diario <i _mstmutation="1">España. </i>Tánger aún no había perdido
su estatus especial y era un enclave cosmopolita que contrastaba tanto con el
reino de Marruecos como con la Península, un paraíso para los escritores –de
Paul Bowles a Truman Capote, de Tennessee Williams a William Burroughs— que
allí podían satisfacer sus deseos, más o menos inconfesables, a bajo precio.</span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span _msthash="10302" _mstmutation="1" _msttexthash="153153871">Carmen
Laforet, en esta carta que puede considerarse como capítulo inicial del libro, además
de hacer un apunte satírico de una conferencia de Zubiri (el filósofo de moda
en aquellos años), se refiere a sus compromisos familiares: "Los primeros días
se fueron en un remolino de cosas chicas –los niños hablando todos a la vez, y
yo repasando sus notas y sus camisas y sus calcetines para saber lo que hay que
decirles respecto a las notas y lo que hay que comprarles, respecto a las
camisas y los calcetines". </span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span _msthash="10301" _mstmutation="1" _msttexthash="805728846">Desde
una óptica actual, no hay duda de que las dificultades de Carmen Laforet como
escritora tuvieron que ver con sus cinco hijos y con un marido –prestigioso
crítico-- que nunca valoró demasiado –o eso pensaba ella-- sus capacidades
literarias, aunque la ayudó a lograr la versión definitiva de <i _istranslated="1" _mstmutation="1">Nada. </i>Ella
misma podía pensar algo así, a juzgar por lo que le escribe a Sanz de Soto en
1971, poco después de su separación: "Ya sabes que mi vida ha cambiado. O mejor
dicho por el momento lo que ha hecho es serenarse en una independencia de
espíritu y una verdad que me hacían mucha falta. Encajar la verdad es muy duro
pero, al menos para mí, de un resultado bueno. La cara de la verdad para mí es
que de nada sirve anular la propia personalidad en honor de lo que yo creía
sagrado: la felicidad de mis hijos. En estos momentos eso no era cierto ya. Me
costó muchísimo decidir que si se me ofrecía –como tantas veces— la separación,
esta vez la aceptaría de veras pero sin naves detrás: todo quemado. Nada de
quedarme en casa con los hijos". Se fue de casa solo con una maleta pequeña,
llevándose menos de lo que había llevado al matrimonio. </span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span _msthash="10300" _mstmutation="1" _msttexthash="104376623">Pero
la libertad y la errabundia (se pasó los años siguientes cambiando de domicilio
y de país: <i _mstmutation="1">Una mujer en fuga </i>se titula la biografía que le dedicaron
Anna Caballé e Israel Rolón) con las que siempre había soñado, no la beneficiaron
en la labor literaria. Su última novela entonces, <i _mstmutation="1">La insolación</i>, de
1963, seguiría siendo la última. Solo póstumamente aparecería incompleta <i _mstmutation="1">Al
volver la esquina, </i>segunda parte de lo que se anunció como una trilogía. </span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span _msthash="10299" _mstmutation="1" _msttexthash="142572976">Carmen
Laforet siempre fue una escritora, una persona, con poca seguridad en sí
misma. Siempre necesitó a su lado un mentor, alguien mayor y más culto que ella
que la apoyara y la dirigiera. Primero encontró ese apoyo en su marido, luego en
Lilí Álvarez, la exitosa tenista con quien tuvo una de sus más intensas
amistades amorosas (y que fue la causa de su conversión religiosa), más tarde en
Ramón J. Sender, que estuvo enamorado de ella, que la propuso irse a vivir con
él a California. Emilio Sanz Soto fue el Pigmalión más duradero.</span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span _msthash="10298" _mstmutation="1" _msttexthash="81698669">"Emilio,
me avergüenza ser escritora", le confiesa en una de sus primeras cartas. No se
valora mucho a sí misma, pero no soporta –tras el éxito de <i _istranslated="1" _mstmutation="1">Nada </i>y el
cuesta abajo que vino después--<span _istranslated="1" _mstmutation="1" style="mso-spacerun: yes;"> </span>el ser
mirada por encima del hombro "por tantos seres mediocres, insolentes, peores
escritores que yo, con desparpajo enorme y con profundo desprecio es algo
verdaderamente irritante".</span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span _msthash="10297" _mstmutation="1" _msttexthash="333272537">La carta
inicial de Sanz de Soto resulta sorprendente. No está escrita con el tono
conversacional y a vuela pluma de las confidencias de Carmen Laforet. Es un
auténtico ensayo sobre la situación cultural española al comienzo de la década
de los sesenta y una proyecto de trabajo: quiere que Carmen Laforet aproveche
su situación –es una escritora de moda cuya firma se disputan los principales
diarios-- para promocionar a los nombres más valiosos de la nueva generación.
Como ella no está al tanto de esos valores incipientes, él se los iría
indicando. El primero que le propone es Carlos Saura. En privado ha visto su
película <i _istranslated="1" _mstmutation="1">Los golfos, </i>que le pareció extraordinaria: "Creo que es la primera película realmente española. Es una especie de pedrada en seco:
implacable y valiente". </span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span _msthash="10296" _mstmutation="1" _msttexthash="132352766">En
otra carta, le envía todo el material necesario para un artículo titulado "La
joven generación española". Era en 1961 y Sanz de Soto tenía muy claros <span _istranslated="1" _mstmutation="1" style="mso-spacerun: yes;"> </span>los nombres significativos de la después
llamada generación del cincuenta, no solo en literatura, sino también en
pintura y escultura. ¿Por qué no publicó él esas páginas? ¿Por qué prefería que
aparecieran firmadas por Carmen Laforet? No nos convencen demasiado sus
razones, ese es uno de los misterios sin resolver de esta apasionante novela
epistolar. </span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span _msthash="10295" _mstmutation="1" _msttexthash="39206609">La
edición de José Teruel resulta modélica, tanto por el extenso, pero en nada
prescindible, prólogo como por las notas finales, que nos aclaran –con precisa
erudición: todo lo que los corresponsales daban por supuesto. </span><o:p></o:p></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbFhL0cC945R_8lu7d9XtBWwg-6VGnB81AbTQgYCSD_AyV-Sldabk149GVXmxJiIm6-mPUx3FfV0vgJoKQBP_2XW4VqD1cc4-Cw629LDBHWeW58lo76GXnbGo3YKvRG-RH-072gxEVUqAJBw-wwI6htuh_Pq0E_4iYSYcnU3iF33wccXVWksUc4tzU82u0/s2161/IMG_3027%5B50687%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2161" data-original-width="1608" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbFhL0cC945R_8lu7d9XtBWwg-6VGnB81AbTQgYCSD_AyV-Sldabk149GVXmxJiIm6-mPUx3FfV0vgJoKQBP_2XW4VqD1cc4-Cw629LDBHWeW58lo76GXnbGo3YKvRG-RH-072gxEVUqAJBw-wwI6htuh_Pq0E_4iYSYcnU3iF33wccXVWksUc4tzU82u0/w476-h640/IMG_3027%5B50687%5D.jpg" width="476" /></a></div><br /><span _msthash="10295" _mstmutation="1" _msttexthash="39206609"><br /></span><p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-85368462981091302932023-10-16T10:08:00.007+02:002023-10-21T21:17:58.577+02:00Partes de una historia<p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIvb_7JrdnpDpKTBxvLFX3IiAZQQWmdobkUib2owIdFJp0kzcRfIE_VN9TiEXeN2R2OQVRw8MZIW-bIwHEZU-Gyg3AAxdolQDQiYTUnmZT9rg-aS4npMoh89EO-geh-hp9OIrdQP6D90uv4-oSpNjbOLsj3ydA_Lm-s4DP4DsZI5j6GHAQqYv2rRgpsYRs/s2895/IMG_2646%5B49755%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2895" data-original-width="2030" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIvb_7JrdnpDpKTBxvLFX3IiAZQQWmdobkUib2owIdFJp0kzcRfIE_VN9TiEXeN2R2OQVRw8MZIW-bIwHEZU-Gyg3AAxdolQDQiYTUnmZT9rg-aS4npMoh89EO-geh-hp9OIrdQP6D90uv4-oSpNjbOLsj3ydA_Lm-s4DP4DsZI5j6GHAQqYv2rRgpsYRs/w448-h640/IMG_2646%5B49755%5D.jpg" width="448" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Una historia
propia<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Donna Leon<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Seix Barral.
Barcelona, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Tenía
cincuenta años Donna Leon (nacida en 1942, en New Jersey), cuando comenzó a
escribir los casos del comisario Brunetti. Después de andar errante por el
mundo (había sido guía turístico en Roma, profesora de inglés en Irán, Arabia
Saudí y China), se había asentado en Venecia y tuvo el acierto de convertir esa
ciudad en escenario de unas novelas policiales que comenzaron como novelas
problema, un poco a la manera de Agatha Christie, con <i>Asesinato en La Fenice</i>,
y que en seguida derivaron hacia novelas denuncia de la corrupción, la desatención
ante el cambio climático, los problemas de la emigración y otros tópicos del
pensamiento progresista contemporáneo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras ese título inicial, Donna Leon
ha seguido publicando una investigación de Brunetti por año. Ella se cansó de
Venecia, mucho antes de que el público se cansara de su comisario veneciano.
Ahora vive en Suiza, donde se dedica a cultivar su jardín en una casa junto a
los Dolomitas, colaborar con la orquesta “Il Pomo de Oro” (es una apasionada de
la ópera y de la música de Handel) y a investigar sobre los asuntos que le
servirán para la entrega anual del comisario. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aparte de esas novelas de gran éxito
comercial, Donna Leon ha escrito muy pocos textos y casi todos por encargo. <i>Una
historia propia </i>se presenta como autobiografía, pero en su mayor parte no
es más que una serie de artículos de corte costumbrista. La parte más
interesante es la primera, “Estados Unidos”, con un distanciado tono
humorístico que no suele abundar en los recuerdos de infancia. Destaca “Moo”,
el capítulo dedicado a la madre. “Era una mujer a la que le gustaba fumarse un
cigarrillo y tomarse algo”, comienza. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“En la carretera” nos habla de las
estancias como profesora en Irán, China y Arabia Saudí en unas páginas desmitificadoras
y quizá algo superficiales. En 1981 pasa a trabajar en una base norteamericana situada
a una hora de Venecia. Y se le ocurrió utilizar la mítica ciudad como
escenario. Y ahí cambió su suerte. La profesora errante se convirtió en
novelista de éxito. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Italia, ti amo” se titula el primer
capítulo de la siguiente parte. “Es cierto, pero ya no quiero vivir contigo”,
comienza. Y luego explica: “No quiero compartirte con cruceros ni con treinta
millones de turistas al año”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los cruceros que atracan en la
estación marítima de Venecia atravesando el canal de la Giudecca son una de las
bestias negras de Donna Leon, como de la mayoría de los venecianos. Simplifica un
poco, y parece que exagera: unos amigos le muestran una grieta en la pared de
su dormitorio, causada por el paso de los cruceros, por la que entra la luz
exterior (si fuera así, el edificio correría riesgo de derrumbe y debería
abandonarse de inmediato). Afirma que los cruceros le proporcionan a la ciudad
“ciertas ganancias económicas, ya que los pasajeros compran alguna que otra
cosa y pastan en pizzería y puestos de bocadillos antes de volver a bordo a
comer y dormir”. Otro es el beneficio que proporcionan a la ciudad: atracar en
el puerto esas inmensas moles no resulta precisamente gratuito. Los venecianos
–y Donna Leon es su más tópico portavoz-- razonan a menudo como la paloma de
Kant que pensaba que sin la resistencia del aire podría volar más libremente
olvidando que es el aire lo que le permite volar. Sin turistas, hace tiempo que
Venecia sería solo un montón de ruinas. Los venecianos la abandonan porque es
hermosa para unos días, pero inhóspita para residir habitualmente en ella. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Donna Leon hace tiempo que la dejó
por Suiza y solo vuelve para participar en alguna celebración en la mansión de
algún amigo <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>o para las fotos
promocionales del lanzamiento de cada nuevo Brunetti. No parece cierta la
leyenda de que no permite que se traduzcan sus novelas al italiano para poder
hacer anónimamente su vida en la ciudad. Sus novelas venecianas no interesan demasiado
a los venecianos, son novelas para los turistas, para quienes han pasado o
sueñan pasar por Venecia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los capítulos venecianos del libro
defraudan un poco. “Von Clausewitz en Rialto” dedica demasiadas páginas a
describir algo tan trivial como las ancianas que se cuelan en los puestos del
mercado de Rialto. “Wagner” nos cuenta el encuentro con un admirador que quiere
regalarle unas entradas para el festival de Bayreuth; “El <i>capuccino</i>
perfecto” enumera locales venecianos en los que trata de encontrar el mejor
capuchino; aprovecha para dejar constancia de la decadencia de la ciudad, de su
odio a los Starbucks y de su xenofobia: “Había una cantidad creciente de bares
regentados por chinos, pero daba por sentado que si la comida de los
restaurantes chinos era siempre mala, a pesar de haber tenido un par de
milenios para trabajarla, no había que fiarse de sus <i>capuccini,</i> ¿no?”<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Una obra menor, muy menor, esta de
Donna Leon, en la que hurta, por elegancia quizá, aspectos fundamentales de su
vida. Pero también, acá y allá, encontramos afirmaciones sensatas. Tras
declarar que la música le proporciona “un placer sin medida”, confiesa que está
cansada de la música: “Estoy harta de oírla por todas partes: mientras espero a
hablar con la compañía eléctrica, mientras espero que llegue el tren o a
embarcar en un avión o cuando hago cola en la oficina de correos o ceno en un
restaurante”. Pero Handel –añade—sigue proporcionándole “un placer infinito”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La mejor Donna Leon –una eficaz
narradora comercial más que una destacada escritora-- la encontramos en los
rasgos de humor y en capítulos como “Abejas” (las abejas tendrán un papel
importante en su novela <i>Restos mortales</i>), historia de una obsesión, o en
“Tigger”, dedicado a un gato callejero. Sin Venecia, esa Venecia que es un imán
para los turistas, Donna Leon pierde buena parte de su encanto.<o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-58969474157621122242023-10-10T20:39:00.004+02:002023-10-12T09:15:08.930+02:00Teorías de diario<p> </p><p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><o:p> </o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAqEzPPvB2A6aLZ_F4VCdzU6uplhVHtXKuCHSQ10VQ0rt9F_D4CH4q4l21g9QL9N1PoNS13uMP3fFN6px2xgmaCq03bWKnGSHryMGb81Ux7yYKrUFDFJZnYjbBPQiXvmKvMdj9BID4UJ8lbiORnWJF2HY6CtHf-3FkmujWg-8AwPP7KU04d7WMm_PyN9iN/s3006/IMG_2571%5B49607%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3006" data-original-width="1919" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAqEzPPvB2A6aLZ_F4VCdzU6uplhVHtXKuCHSQ10VQ0rt9F_D4CH4q4l21g9QL9N1PoNS13uMP3fFN6px2xgmaCq03bWKnGSHryMGb81Ux7yYKrUFDFJZnYjbBPQiXvmKvMdj9BID4UJ8lbiORnWJF2HY6CtHf-3FkmujWg-8AwPP7KU04d7WMm_PyN9iN/w408-h640/IMG_2571%5B49607%5D.jpg" width="408" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">Azada de jardín<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">José Ángel
Cilleruelo<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">Editorial Polibea.
Madrid, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">Los
géneros o subgéneros literarios, no sabemos muy bien por qué, tienden a ponerse
de moda hasta que su exceso llega a producir cansancio. Ocurrió con el haiku,
en poesía, ocurrió con el microrrelato, pero todavía no ha ocurrido con el
diario personal, que sigue tentando incluso a quienes lo habían desdeñado
antes. Es el caso del poeta José Ángel Cilleruelo, buen conocedor de la poesía
portuguesa (fue uno de los traductores y divulgadores de Pessoa en los
ochenta), editor, y principal estudioso, de autores como José María Fonollosa o
Rafael Pérez Estrada. Después de cuarenta años de escritura, solo muy
tardíamente se adentra en el diario personal con <i>Dedos de leñador </i>(2021)
y su continuación, <i>Azada de jardín.<o:p></o:p></i></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">El género del diario cuenta con
detractores y seguidores igualmente apasionados. Los primeros piensan que es el
equivalente literario de los <i>reality</i> televisivos, esos programas de tele
realidad donde se exhiben miserias e intimidades para entretener al personal. A
los partidarios, les gusta su carácter mixto, que sea literatura y algo más,
documento histórico, aunque de la pequeña historia, de la intrahistoria
unamuniana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hay dos clases principales de
diarios, aquellos que nos interesan por la importancia del autor, sea como
escritor o como figura histórica, y aquellos otros cuyo autor solo nos interesa
porque ha escrito un diario. Los del primer tipo pueden ser de escaso interés
literario, escritos a vuela pluma, con anotaciones incompletas (pensemos en el
diario de Byron), mientras que los del segundo han de tener valor por sí mismos,
incluso ser la obra más valiosa del autor, tal como ocurre con Amiel. También
puede interesarnos por lo que se cuenta de los demás, como en el famoso diario
de los hermanos Goncourt, a la manera de una crónica literaria, social o
política (o las tres cosas a la vez), o por lo que indaga en la personalidad, a
menudo conflictiva, del diarista, como en el caso de André Gide.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>José Ángel Cilleruelo, un escritor
programático que la decidido volverle la espalda a la literatura comercial
(aunque la intentara en sus comienzos), concibe el diario como una sucesión de
pequeños ensayos a partir de anécdotas de su vida cotidiana. La primera entrada
ya nos pone sobre la pista de lo que nos vamos a encontrar. Tras largos años
utilizando el mismo cinturón, el inevitable deterioro le obliga a comprar uno
nuevo. Y esa mínima anécdota –para sorpresa de los lectores-- le sirve para
para esbozar una teoría sobre la decadencia de la civilización y a proclamarse
“estafado por su época”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No de otra manera actuaba Eugenio
d’Ors con el paso de la anécdota a la categoría en sus glosas publicadas diariamente
en la prensa durante medio siglo (otra manera de diario), y también Ortega en
los sugerentes ensayos que reunió en <i>El Espectador. <o:p></o:p></i></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;">Vamos pasando de una entrada a otro
de esta <i>Azada de jardín </i>sin dejar de asombrarnos con la capacidad
teorizadora del autor. Ocurre, sin embargo, que su razonamiento es más de poeta
que de científico. Piensa por analogía y gusta en exceso de la generalización
no demasiado bien fundada. A menudo nos obliga a la discrepancia, pero eso es
parte del atractivo del volumen, que nos lleva a fijarnos en detalles que nunca
habíamos tenido en cuenta y a sacar conclusiones con frecuencia contrarias a
las del autor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Los minutos se han quedado como un
vestigio decimonónico”, deduce de la desaparición del reloj de pared en las casas.
De la <i>Ilíada </i>nos dice que “rey y guerrero están enfrentados por una
cuestión casi burocrática: la sustitución de la criada que Agamenón se ha visto
obligado a perder por la de Aquiles”. La cibernética explicaría, según él, “la
proliferación de tramas políticas populistas”. Y no porque las redes sociales
faciliten la difusión de determinadas ideas o bulos, sino porque ahora, gracias
a ella, “las cosas ocurren automáticamente, sin intervención del usuario y sin
que este entienda el mecanismo que las desarrolla”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Junto a estas teorías más o menos
peregrinas y a cuyo desarrollo el lector asiste fascinado como a un juego de
manos en el que no siempre es fácil descubrir el truco, hay también abundantes
referencias a la enseñanza de Lengua y la Literatura. El autor ha sido profesor
durante largos años y, como todos los profesores, en materia de planes de
enseñanza opina que cualquier tiempo pasado fue mejor. Conviene no perderse las
razones que da sobre la utilidad de las clases de Literatura (no parece
importarle tirar piedras contra su propio tejado).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A su intimidad propiamente dicha se
asoma con cautela y como pidiendo perdón a los lectores. No es lo que más nos
interesa de esas páginas. Preferimos las teorizaciones sin complejos que pronto
olvidan el punto de partida y también los apuntes costumbristas, como los
dedicados a la subasta de los “lotes” (conjunto de objetos –muebles, ropas,
libros, papeles personales-- que hay en un piso cuando se desaloja) en los
Encantes barceloneses, o la visita al parque Güell acompañando a un amigo con
el contraste entre el parque temático en que se ha convertido y el algo
siniestro lugar de su infancia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hay vida literaria al margen del
mercado editorial y no todos los que se quedan al margen lo hacen contra su
voluntad. El más de medio centenar de pequeños volúmenes –cada uno de ellos
cuidadosamente ideado-- <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que José Ángel
Cilleruelo lleva publicados en editoriales que apenas se asoman a las
librerías, pero que misteriosamente llegan a un puñado de fieles lectores, constituye
el mejor ejemplo. Sin autores como él, y sin las editoriales que apuestan por
autores como él, la literatura –y nuestra concepción del mundo-- sería más
esquemática, mucho más pobre.<o:p></o:p></span></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-24579897974670557852023-10-05T09:16:00.006+02:002023-10-07T11:10:13.429+02:00El diario de los intelectuales<p> </p><p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p> </o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhB_ZXb_MPb8UAAUba9PRC2TOM6rstA7_CSA133utYrzB80_fGUbglpYkBkK6_UGcbI8JZ_Fuir3mJnQcQ92yrVBxB6xdvqgekMg7dKxG2OVZES-QHYGwYw2-AdSlvAXn70bVR8U4jp6gko_-NXZ9WiYmuWuCfQIhFbOj2j5SbBK7SZAUGjkQ9DvCMlNPQH/s3459/IMG_2555%5B49258%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3459" data-original-width="2053" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhB_ZXb_MPb8UAAUba9PRC2TOM6rstA7_CSA133utYrzB80_fGUbglpYkBkK6_UGcbI8JZ_Fuir3mJnQcQ92yrVBxB6xdvqgekMg7dKxG2OVZES-QHYGwYw2-AdSlvAXn70bVR8U4jp6gko_-NXZ9WiYmuWuCfQIhFbOj2j5SbBK7SZAUGjkQ9DvCMlNPQH/w380-h640/IMG_2555%5B49258%5D.jpg" width="380" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">La vida por un
periódico. <br /></span></i><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Nicolás María de Urgoiti </span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">(1869-1951)<i> y </i>El Sol.<br /><o:p></o:p></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Sofía González
Gómez<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Visor. Madrid,
2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Entre
1917 y 1930, el diario <i>El Sol </i>(continuaría hasta 1939, pero ya en otras
manos y con otra orientación) supuso un hito en el periodismo español y quizá
en el periodismo a secas. Era un periódico donde la colaboración de los
intelectuales suponía algo más que un complemento de la información
periodística. Constituía la razón de ser de la publicación. Esa aventura
prodigiosa tuvo dos pilotos: uno, bien conocido, Ortega y Gasset; el otro, el
empresario Nicolás María de Urgoiti, que siempre quiso ser algo más que un
empresario.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A Urgoiti y a su principal creación,
pero no la única (a él se le debe también la colección Universal, antecedente
de la Austral), dedicó Sofía González Gómez su tesis doctoral, compendiada en <i>La
vida por un periódico. </i>Manejando abundante documentación inédita, nos refiere
no solo la trayectoria empresarial de Urgoiti, sino también su tragedia
personal, la enfermedad mental que le llevó a pasar largas temporadas recluido
en un sanatorio (años incluso) y finalmente al suicidio. Nos enteramos igualmente
de la intrahistoria de <i>El Sol, </i>un diario que, fiel al elitismo
orteguiano, distinguía entre el “olimpo”, el selecto equipo de colaboradores, y
los redactores, mal pagados y poco valorados. La opinión de entonces –se afirma
citando a Gómez Aparicio-- era que “al oficio de periodista se dedicaban las
personas que no habían conseguido superar unas oposiciones, no querían estudiar
o no habían logrado ingresar en alguna academia militar”. Esa distinta
valoración entre quienes hacían el periódico y quienes lo orientaban ideológicamente
tenía su correspondencia en el plano económico: por tres artículos publicados
durante noviembre de 1922, Ortega cobraba 823 pesetas, mientras que el sueldo
mensual de la mayoría de los redactores apenas superaba las 300. Uno de esos
redactores fue el después conocido escritor Ramon J. Sender, quien traslada su
paso por <i>El Sol </i>a la novela autobiográfica <i>O. P. (Orden Público)</i>
y también se queja directamente al empresario en una carta inédita citada por
Sofía González Gómez.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Para conocer lo que fue <i>El Sol </i>contamos
con un documento excepcional. Con motivo de la exposición internacional sobre
periodismo celebrada en Colonia en 1928, se imprimió en formato libro el número
de 12 páginas –había otros de 8 páginas-- correspondiente al 1 de julio de ese
año. En libro, esas doce páginas ocupan más de trescientas y el tiempo
transcurrido desde entonces no ha hecho más que acrecentar su interés, contra
lo que pudiera pensarse. Ahí están los grandes de la literatura y el pensamiento
de entonces –de Ortega a Gómez de la Serna, pasando por H. G. Wells--, pero lo
que más nos interesa no es la plana de artículos o de reseñas de libros, sino
las dedicadas a la información de provincia o los breves dispersos por las
distintas páginas. Para conocer lo que era la vida de España entonces vale más
esa múltiple crónica de un día que cualquier novela o monografía histórica. “Su
aterradora soledad la lleva al suicidio” se titula una noticia procedente de
Ronda. Qué nivola unamuniana compendian esas diez líneas sobre la “agraciada
joven de veinte años</span> Ana Luque Rodríguez” que se arrojó al Tajo “desde
el balcón central de la Alameda”. Otra información breve, dedicada al Ateneo
obrero de El Llano, comienza destacando “la labor humilde, callada,
perseverante, de los Ateneos y centros de cultura asturianos”.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Valdría
la pena reeditar ese volumen, que permite una lectura muy distinta de la que
puede hacerse del diario digitalizado o de los ejemplares físicos, de incómodo
manejo. Se complementa con diverso material traducido al francés, al inglés y
al alemán, dado el público al que se destinaba: “Breve semblanza de <i>El Sol”,
“El Sol, </i>página por página” y “Los talleres de <i>El Sol”, </i>además de un
listado de los redactores y colaboradores.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque
lo cita, no parece haber leído con mucha atención ese libro Sofía González
Gómez. De haberlo hecho, no podría afirmar que, a finales de 1927, <i>El Sol </i>mostraba
su simpatía por el partido Unión Patriótica de Primo de Rivera. En la “breve
semblanza” queda clara su postura sobre la dictadura: la apoyó en un principio
en su labor regeneracionista, pero luego, cuando el nuevo régimen “creyó que
debía prolongar su mando y mantener el colapso de la vida constitucional”, se
colocó frente a él y “desde entonces es, y seguirá siendo, su más firme
adversario”.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No
es el único lapsus que encontramos en esta monografía, a pesar de ser un
trabajo académico, subvencionado y supervisado. En la página 20 nos dice que la
tercera guerra carlista “tuvo lugar en 1877” (fue entre 1872 y 1876). En la
página 95 afirma que Enrique Díez -Canedo pasó a ocuparse de la sección
“Charlas al sol”. Pero esa famosa sección, que firmaba Heliófilo, estaba a
cargo de Félix Lorenzo, director del diario durante largos años. <i><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></i>Una nota añade confusión, al remitir a un
libro de “Luis Bello González Soriano” (en realidad José Miguel González
Soriano) sobre la producción periodística de Luis Bello.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se
ha hablado mucho de una obra de André Schiffrin, <i>La edición sin editores</i>,
sobre la desaparición de la figura del director literario en los grandes
conglomerados editoriales, atentos solo al rendimiento comercial. Se ha hablado
menos, o no se ha hablado nada, de otro fenómeno quizá más preocupante: la
desaparición del supervisor que garantice la fiabilidad de las publicaciones
científicas, al menos en el ámbito humanístico. El libro de Sofía González
Gómez viene avalado por la Universidad de Berna y aparece en una colección con
un prestigioso comité asesor. Sería interesante que se hiciera constar qué
miembros de ese comité han leído previamente el volumen <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>--¿Víctor García de la Concha?, ¿Luis García
Montero?, ¿José-Carlos Mainer?, ¿Darío Villanueva?-- y se responsabilizan, por
lo tanto, de la fiabilidad del contenido.<o:p></o:p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2902988321376780741.post-59388074535503791822023-09-28T09:38:00.005+02:002023-09-30T08:47:28.571+02:00Crónica y ficción entremezcladas<p> </p><p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh26QTSRGG4d36PdT00hAWeRqnIBdzWJ4flPmiTkzGxfPW37sNh7gWAmuC9GoLBaz1r4MEQWF936-SQoyslYcbr3qWTpUWfCAZE0tjiB-2wOsd99_T7OY50ic66eey2siRELGtz-ZECtH677A_mofh6RKRGZwSAhBirT3B2X30SAsI7X84Qn7pLyoylNwAX/s3122/IMG_2300%5B48947%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3122" data-original-width="2153" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh26QTSRGG4d36PdT00hAWeRqnIBdzWJ4flPmiTkzGxfPW37sNh7gWAmuC9GoLBaz1r4MEQWF936-SQoyslYcbr3qWTpUWfCAZE0tjiB-2wOsd99_T7OY50ic66eey2siRELGtz-ZECtH677A_mofh6RKRGZwSAhBirT3B2X30SAsI7X84Qn7pLyoylNwAX/w442-h640/IMG_2300%5B48947%5D.jpg" width="442" /></a></div><p></p>
<h3 style="text-align: center;"><span style="font-weight: normal;"><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">El querido hermano<br /></span></i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Joaquín
Pérez Azaústre<br /></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Galaxia Gutenberg.
Barcelona, 2023.</span></span></h3>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Para
contar la vida de Manuel Machado durante la guerra civil, que pasó en Burgos,
Joaquín Pérez Azaústre, premiado poeta, podía haber escrito una crónica, un
relato de los hechos a partir de los diversos testimonios conocidos, y sobre
todo de la minuciosa investigación llevada a cabo por Miguel d’Ors, o una
novela basada en hechos reales. Ha mezclado ambas opciones y al resultado se le
notan demasiado las costuras, es una mayonesa que no acaba de cuajar. Comienza
cuando Manuel Machado se entera casualmente de la muerte de su hermano en
Francia, termina con los dos días que pasó en Colliure. En medio, están los
principales acontecimientos de la estancia en Burgos –la denuncia de un
periodista, la detención, el ingreso en la Academia de la Lengua--,
entremezclados con evocaciones de su vida anterior, sobre todo la estancia juvenil
en París, y los encuentros familiares con Antonio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El autobiográfico discurso de
entrada en la Academia, que tuvo lugar en 1938, le sirve de guion a Pérez
Azaústre para varios capítulos. Comienza con un tono reivindicativo afirmando
que “si una parte de quienes han condenado a Manuel Machado se hubieran
molestado en leerlo con agudeza, quizá sus juicios serían otros”. Critica que
se disculpe en Antonio lo que se reprocha a Manuel, “el conocimiento de los
crímenes de su propio bando en la retaguardia o la escritura de poemas bélicos,
en una exaltación de la violencia y la sangre”. Continúa preguntándose “qué
tipo de superioridad íntima convierte a ciertos estudiosos y escritores en
valerosos guardianes de la moral pública cuando ha pasado el peligro”. Ignora
que el reproche por su comportamiento durante la guerra ha afectado tanto a
Manuel como a Antonio, y ahí está la última biografía que a este último le ha
dedicado Enrique Baltanás para demostrarlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Disuena el tono de articulista de
opinión que asoma acá y allá en <i>El querido hermano</i>. No se corresponde la
paráfrasis que hace Manuel Machado del discurso con afirmaciones
reivindicativas. Nada hay de especial valentía en leer sus autorretratos, bien
conocidos, ni en mencionar a Antonio, por muy destacado militante del otro
bando que fuera (recordemos que en fecha tan temprana como 1940 se reeditan sus
<i>Poesía completas </i>en la España nacional). Nada descubre de nuevo, a pesar
de que insiste en ello, Pérez Azaústre, pero comete algún error. Afirma
Machado, tras referirse a que en un principio pensó en hacer un discurso en
verso como Zorrilla, que en seguida se dio cuenta de que “la tarea de enfilar
al pie de siete u ocho cientos de versos de una vez –quizá no he escrito otros
tantos en mi vida—no era para mí”. Pérez Azaústre lo reduce a “siete u ocho
versos de una vez” y por eso cree que se trata de una excusa, ya que “podría
escribir su vida en copla casi sin despeinarse, con un pitillo en la mano,
mientras se bebe seis cañas de manzanilla”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Afirma también, ante la excusa del
poeta de que no tenía consigo sus libros, que, “como director de la Biblioteca
y Museo de Madrid, aunque lleve dos años sin poder ejercer, es evidente que
Manuel Machado está al tanto de la existencia de la Biblioteca Pública del
Estado, en Burgos, que tiene su sede en la Casa del Consulado del Mar, en el
Paseo del Espolón”. ¿Pero hace falta ser director de una biblioteca en Madrid
para saber que hay otra biblioteca pública en Burgos, como en todas las
capitales de provincia? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hablando de Oscar Wilde, a quien
conocieron los hermanos Machado en París, nos aclara que, por esas fechas, “aún
no sabe, porque es imposible, que su hijo mayor, Cyril –de apellido Holand
desde que la condena a su padre por ultraje a la moral pública se cernió sobre
su nombre-- morirá bajo el recuerdo de ese oprobio, y que también lo hará, como
él, sobre suelo francés, en la Gran Guerra”. La Gran Guerra comenzó en el 14 y
Wilde murió en 1900. “Aún no sabe” escribe Pérez Azaústre, dando a entender que
lo sabría más tarde porque en ese momento “es imposible”. No escasean esas
ingenuidades o torpezas expresivas en el libro, que habría necesitado una
rigurosa revisión.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero más discutible que la parte de
crónica es lo que en el libro hay de ficción. Un periodista quiere entrevistar
a Manuel Machado, este se niega, y como el periodista insiste, Raúl, el
falangista que acompaña al poeta, le pide que se aparte. El periodista no lo
hace. Y entonces, “en un movimiento velocísimo, Raúl mete la mano por la
apertura de la gabardina hasta agarrarle los testículos”, luego se acerca más y
le dice al oído. “O te arranco los huevos, hijo de puta”. ¿Era un
exhibicionista que no llevaba pantalones?, nos preguntamos. ¿No podía
simplemente haberle dado un empujón?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero más sorprendentes son las
palabras que pone en boca del poeta a propósito de Pilar de Valderrama:
“siempre me pareció una calientabraguetas”, “ni siquiera se dejaba meter mano”.
Y a continuación le cuenta al joven falangista las confidencias que le hizo Antonio:
“como esta Pilar era una estrecha, él no había dejado de frecuentar los
burdeles. Imagina su sorpresa cuando un día se encuentra con una muchacha que
es el vivo retrato de su esposa muerta”. Y aventura la hipótesis de que muchos
de los poemas aparentemente dedicados a Guiomar está dedicados a esa joven
prostituta que se parecía a Leonor. Esa más que discutible anécdota la cuenta
Alfredo Marqueríe en sus memorias. Pérez Azaústre, caso de utilizarla, podía
ponerla en boca de cualquier personaje, pero nunca en la de Manuel Machado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Para que nos creamos una historia tenemos que
confiar en el narrador. En Pérez Azaústre confiamos poco, tanto cuando se pone
rebuscadamente poético como cuando incurre en el toque realista: un falangista
(el falangista “malo”, Raúl es el bueno) se abalanza sobre Manuel Machado,
“completamente borracho” tras el discurso de ingreso en la Academia, para darle
una paliza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En el capítulo penúltimo, titulado
“El aviador francés”, asistimos a un cameo de Antoine de Saint-Exupéry. Pregunta
a Manuel Machado y su acompañante cómo van las cosas en España y se sorprende
–es febrero de 1939-- cuando le dicen que la República tiene perdida la guerra.
¿Pero es que no había periódicos en Francia o el autor de <i>El principito </i>no
tenía la costumbre de leerlos? Cosas así nos impiden tomar del todo en serio
este bien intencionado homenaje al mayor de los Machado.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpgXKoBwyVcTyw2Os8ADHiCH9m1A4h7B9caVGYtqs8GHoI4NQLTjcb12xeS0ygsogNKcQ0Nf7suaKOhddChbF0syRSsnzj9XfLEJBw7cWAdSmK5NfGiTyNrFZCSXp-kVbtVQZ98RUH0qfMTrXwV0hTw16D3nN3WVB2SxgL9zOAlOLbno8CFy2gIOmEDnhV/s2760/IMG_2451%5B49162%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2760" data-original-width="1763" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpgXKoBwyVcTyw2Os8ADHiCH9m1A4h7B9caVGYtqs8GHoI4NQLTjcb12xeS0ygsogNKcQ0Nf7suaKOhddChbF0syRSsnzj9XfLEJBw7cWAdSmK5NfGiTyNrFZCSXp-kVbtVQZ98RUH0qfMTrXwV0hTw16D3nN3WVB2SxgL9zOAlOLbno8CFy2gIOmEDnhV/w408-h640/IMG_2451%5B49162%5D.jpg" width="408" /></a></div><br /><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;"><br /></span><p></p>JLGMhttp://www.blogger.com/profile/17532221616232642359noreply@blogger.com4