Chaves Nogales
Juan Bonilla y Juan Marqués (edits.)
Sevilla, 2012
Manuel Chaves Nogales es un autor que está de moda. Varias editoriales se disputan la reedición de unos títulos que, hasta hace bien poco, solo podían encontrarse en las librerías de viejo, y a un precio no demasiado elevado. La excepción era su biografía de Juan Belmonte, que nunca dejó de ser leída, editada y admirada.
Pero esta generalizada reivindicación se basa en un equívoco, y el bien intencionado volumen monográfico que Juan Bonilla y Juan Marqués le dedican contribuye a acentuarlo. Con buen criterio señalan que la boga actual de Chaves Nogales tiene su origen menos en la edición de su obra completa por parte de María Isabel Cintas que en las fervorosas páginas que Andrés Trapiello le dedicó en Las armas y las letras. Pocos escritores como Trapiello tan capaces de suscitar entusiasmo por autores olvidados. Al igual que Azorín ha jugado a reescribir la historia de la literatura española, y más de una vez lo ha conseguido.
En el caso de Chaves Nogales esa reivindicación parte de un error, de una confusión entre la verdad del periodismo y la verdad, de muy distinta índole, de la literatura. El valor literario de Chaves Nogales es, para Trapiello, ante todo un valor moral. Lo que afirmó en 1994 en la primera edición de Las armas y las letras lo ha seguido afirmando, contra toda evidencia, en las siguientes ediciones y lo reitera en el prólogo a este volumen. A Chaves Nogales se le habría silenciado porque fue uno de los pocos que se atrevió a decir la verdad sobre la guerra civil: que en ella se enfrentaron dos bandos igualmente criminales, el totalitarismo fascista de un lado y el comunista de otro. Él formaría parte de la tercera España, de la España mejor, la que no estaba ni con la República ni con Franco. Los representantes de las otras dos Españas “no dejaron de ser el poder durante cuarenta años, unos en el interior y otros en el exilio”. Y aún hace una afirmación más peregrina: en 1936 “pactaron de manera tácita silenciar a todos y cada uno de los representantes de la tercera España”.
Para Andrés Trapiello no es cierto que la represión de los rebeldes haya sido “sistemática, masiva y organizada” mientras que los crímenes de la Revolución hayan sido “ajenos al gobierno de la República y desobedeciendo sus órdenes”: eso no es más que una pacotilla que le venden “Paul Preston o, en su versión lorquiana, Ian Gibson a los guiris como suvenir rutilante”.
Una afirmación semejante puede ser literatura, buena o mala, pero nada tiene que ver con la historia ni siquiera con el periodismo medianamente informado. En 1937, José Moreno Villa llega a Estados Unidos, financiado por el gobierno de la Republica , para defender su causa. Una de las conferencias que pronuncia se titula “Lo visto” y es un estremecedor relatos de los crímenes de los que fue testigo en el Madrid republicano durante los primeros años de la guerra. Cuando le trasladan a Valencia, ha de hacer noche en Tarancón, un pueblo “ya famoso por sus brutalidades”. El miliciano que custodia el caserón en que va a alojarse le cuenta que era de una condesa que vivía en Bilbao y que estaba allí cuando la revolución. “¿Y ahora dónde está?”. “Tranquila”, “¿Pues?”, “La matemos”. A Moreno Villa ese “la matemos”, esa conjugación popular del verbo “matar” le parece reflejar mejor que nada toda la barbarie del momento. La conferencia termina con las siguientes palabras: “Pocos Gobiernos del mundo creo que habrán tenido sobre sí al mismo tiempo una revolución, una guerra y una invasión extranjera. Pocos como este de la España llamada arteramente roja por los enemigos merece la asistencia total y efusiva de los españoles”.
Los crímenes cometidos en el Madrid de los primeros meses de la guerra civil tanto como a Chaves Nogales conmovieron y espantaron al gobierno de la República , que había perdido el control de la situación y solo poco a poco, y nunca del todo, logró recuperarlo. No había únicamente comunistas en el lado republicano, también había anarquistas y socialistas y liberales republicanos. Y es bien sabido que no se llevaban nada bien entre sí.
La reivindicación que Trapiello hace de Chaves Nogales es menos literaria que moral. Y muy poco consecuente. Lo que en él es valentía y lucidez y rechazo de las dos bárbaras Españas enfrentadas es en Alejandro Casona cobardía. Estas son las burlonas líneas que le dedica en Las armas y las letras: “Le sorprendió la sublevación en Oviedo, donde tenía en cartel su comedia dizque revolucionario Nuestra Natacha. El ruido de las bombas y el silbido de las balas, sin embargo, le asustaron de tal manera, que metido en los baúles de la compañía teatral de Manuel Collado y Pepita Díaz tomó el primer barco que pudo, en febrero de 1937, camino de Villadiego, en América del Sur. No pueden con el miedo, escribirá Juan Antonio Cabezas, que lo sacó junto a Ovidio Gondi”. Dejando de lado los errores puntuales (si Casona estuviera en Oviedo durante la sublevación, su destino habría sido el de Lorca o el del rector Leopoldo Alas), resulta cuando menos curioso que se pretenda ridiculizar a una persona por su miedo a las bombas y a las balas.
“O se hace periodismo o se hace literatura” es una vieja máxima no tan obsoleta como a algunos les pudiera parecer. En los periódicos puede publicarse literatura, pero el lector ha de se capaz de distinguirla de los textos estrictamente periodísticos con tanta claridad como a los insertos publicitarios. Cierto que hay escritores que juegan a borrar las fronteras, y en ello está buena parte de su gracia, pero ante la duda de si lo que se nos cuenta es la verdad contrastada del buen periodista o la mentira de la literatura (que a veces es otra verdad más honda) el lector debe inclinarse siempre por lo segundo.
A propósito de La defensa de Madrid, el libro de Chaves Nogales recientemente rescatado de las hemerotecas, declara María Isabel Cintas: “Su relato tiene tanta fuerza, tanta verdad y un planteamiento de independencia tan absoluto, que es lo mismo que estuviera en Madrid o no presenciando los acontecimientos que narra”. Da lo mismo, añade, que sea una crónica o no, que pretenda hacer historia veraz o novelizar los hechos que narra. Pero no da lo mismo. La defensa de Madrid no es una crónica escrita por un testigo presencial, sino una reconstrucción a posteriori con una intención claramente partidista: la exaltación de Miaja y la denostación del gobierno de Largo Caballero que abandonó Madrid, ante la inminencia de su caída, para trasladarse a Valencia. Tomarlo como riguroso documento histórico –según hace Juan Bonilla– no pasa de una ingenuidad.
Hay algo de tramposo en la reivindicación actual de Chaves Nogales. Fue un gran periodista que cuando hizo literatura quiso disfrazarla de reportaje periodístico. Estaba en su derecho. No lo están quienes toman sus ficciones basadas en hechos reales como documentos incontrovertibles, como el más lúcido reflejo de la España de su tiempo y, especialmente, de la guerra civil. En lo que escribió sobre la guerra civil se equivocó tanto o más que cualquier otro.
Por olvido se me pasó firmar la nota anterior. Aprovecho para mencionar a una autora, Elena Fortún, cuyo libro póstumo, Celia en la revolución, no hace sino confirmar como hechos las ficciones de Chaves. Se dirá que es otra ficción y que muchas ficciones, como muchas sospechas, no hacen una verdad. Cierto. Pero a estas alturas hay ya tantas pruebas en los libros de los historiadores "serios" de las responsabilidades de los gobiernos republicanos en el terror como de las de los gobiernos de los sublevados. Y por último, que se conociese el Belmonte de Chaves no prueba que este no fuese un desconocido o un represaliado de las dos Españas. En aquel libro Chaves no pasaba de ser para la crítica y la historia de la literatura uno de tantos cronistas taurinos que no merecían ni la crítica ni la historia de la literatura, como Pinillos o Cañabate. Como resulta evidente. Sólo cuando se han conocido sus relatos de guerra a la gente se le ha despertado el interés por lo demás. Digamos que estos han sido la llave que le han hecho, por fin, merecedor de críticas (la tuya, sin ir más lejos, hoy, sobre estos asuntos y no, corrígeme si me equivoco, sobre el Belmonte hace treinta años, que también yo conocía entonces, claro, pero del que no me ocupé, porque ese Chaves estaba fuera de la literatura, aunque estuviese dentro de la industria literaria. También añadir que cuando hablaba en la nota anterior de los libros de Moreno Villa, me refería a los añadidos sobre la guerra, publicados sólo hace unos meses; de los otros se hizo una reedición treinta o cuarenta años después que pasó, en principio, sin pena ni gloria). Un abrazo. A.T.
ResponderEliminarO sea que, según AT, la 1.ª España tendría que haber acabado por completo con la 2.ª España... ¡Habráse visto! ¡Perder una guerra (con comandantes al frente como Manuel Azaña o Indalecio Prieto) y seguir siendo escuchado en el exilio!
Eliminar...y entonces solo quedaría la 1.ª España y la 3.ª España trapiella: toda la gente de bien, un tanto molesta con el barullo armado por el ejército para hacerse con el poder.
EliminarLuchador superfluo,
Eliminarayer lo más noble,
mañana lo más plebeyo.
Veo que la nota primera, a la que alude la anterior, se ha perdido por el camino. Trataré de reconstruirla. Decía que tu reseña me parece razonablemente razonada, pero que a mi modo de ver es incompleta. En primer lugar, Chaves o Campoamor fueron escritores de vidas y obras paralelas, notables y notorios antes de la guerra y eliminados después por sus ideas sobre la guerra. Eso no ofrece duda: sus libros han tardado 70 años en reeditarse. La diferencia con Moreno Villa, de quien por cierto también se mencionan en mi libro la anécdota que reproduces tú y otras, está en que así como los primeros comprendieron y denunciaron en el momento (este detalle es importante; el libro de MVilla es muy posterior, de hecho algunos de sus escritos sobre la guerra acabamos de conocerlos hace unos diez minutos, y acaso por esto mismo, por su demora en darlos a conocer, fueron más comprensivos con él) así como los primeros, decía, denunciaron el terror de los republicanos e hicieron responsable de él al gobierno, (sin dejar de ser republicanos), MVilla, que conoce el terror y lo denuncia, pide comprensión para las autoridades que lo amparan e incluso lo propician, pues a estas alturas nadie duda de que muchos partidos, intelectuales y organizaciones de izquierda no sólo conocían el terror de los primeros meses de la revolución, sino que incitaban a él, convencidos de que "unas cuantas muertes eran necesarias para que avance la historia". Creer que la diferencia entre el terror de derechas y el de izquierdas, es decir entre un terror muy malo y otro menos malo, proviene de que en el primero intervino el Estado de los rebeldes y en el segundo unos espontáneos es, en efecto, un suvenir para estudiantes extranjeros candorosos expedido por Preston o Gibson. En cuanto a Casona: de acuerdo, su miedo es tan honorable como el de cualquiera, no su silencio, entonces y después, y eso es lo que le diferencia también de Chaves y Campoamor. De acuerdo contigo en que debemos distinguir entre los hechos y la ficción, y en que Chaves se pudo equivocar como otros en lo concerniente a la guerra (sus opiniones sobre las Brigadas Internacionales son contradictorias en La batalla de Madrid), pero no en que sus ficciones, a falta de un relato verídico de los hechos, los suplantan. No, simplemente nos señalan desde la ficción hechos en los que pocos quisieron reparar, y desde luego poquísimos en 1937. Los lectores de 1994 o de 2012 le han correspondido a Chaves con su atención por esa razón, por haber visto que sus ficciones no sólo son verosímiles sino muy próximas a la verdad, no porque uno tenga o no capacidad de "inventarse" como Azorín la literatura española. Que la derecha actual quiera hacer una lectura interesada de Chaves no quita para que aún sigamos esperando que la izquierda actual, heredera de la de entonces, reconozca y condene su contribución al terror. Y en estas seguimos. En el "ellos más". Lo que Chaves y Campoamor confesaron en su momento con el mayor desgarro y la mayor vergüenza fue un "nosotros también" (y hay que recordar que los dos murieron en el exilio). Y eso, en mi opinión, no se lo han perdonado.Ahora, sí, queda firmado. A.T.
ResponderEliminarAmigo Andrés, qué difícil es entenderse. Podíamos pasar treinta años, como los personajes de un cuento de Maz Aub, dándole vuelta a los mismos asuntos. Y es que en un tema tan complejo siempre encuentra uno matices para defender sus ideas. El texto de Moreno Villa se publicó hace poco, pero no era un inédito que guardara por miedo, sino una conferencia que pronunció en Estados Unidos en una gira cultural financiada por la República (y en su defensa). Esa es la raíz de mi argumentación y el principal apoyo de mi tesis. Lo que yo digo, aparte de matices, es que Chaves Nogales podrá ser un autor de primera fila, pero que las razones que das tú para concederle ese honor y para explicar su postergación están equivocadas. Reitero: la barbarie en Madrid durante los primeros meses de la guerra civil la alentaron determinados partidos políticos de extrema izquierda (en su mayoría ya contrarios a la República "burguesa"), pero no el gobierno de la República, que en un principio se vio impotente y luego hizo todo lo posible por controlar la situación. No hay una barbarie buena, la republicana, y otra mala, la fascista. Eso no lo afirma nadie que merezca algún crédito. Pero fueron distintas. Y esto no es justificar nada. Lo que me sorprende es que una persona como tú (que aunque más joven tienes casi mi edad) tuvieras que esperar a leer a Chaves Nogales para enterarte de lo malos que eran los republicanos. Yo me eduqué, como todos los españoles, con el relato de sus crímenes, con el homenaje a los caídos por Dios y por España, incluso tuve que celebrar, ya como maestro de escuela, el "día del dolor", creo que el veinte de noviembre, un homenaje a José Antonio y a todas las víctimas del "terror rojo". De lo que no estábamos tan enterados es del otro terror. Ni de que en la zona republicana había algo más que comunistas. Qué curioso: tú descubres de mayor que son verdad todas las mentiras que a mí me contaban de niño y que entonces, ingenuamente, creía. Yo ahora, más modestamente, creo que solo tenían parte de verdad.
ResponderEliminarEn fin, seguiremos hablando (sin entendernos) de estas cosas. A Chaves Nogales se le olvidó, pero no del todo, como a Camba, como a Ruano, como a tantos periodistas que tuvieron su brillo y luego entraron en el purgatorio tras la muerte. Es lo que suele ocurrir, no hay que buscar razones conspiratorias para ello. Pensar que se le marginó porque denuncíó los crímenes del Madrid republicano me parece de una ingenuidad candorosa. Y si yo no reseñé el Juan Belmonte es porque no era una novedad cuando lo leí por primera vez. Sigo pensando que es su mejor libro. Pero divierte más hablar de otros menores y más polémicos.
Y a propósito de Casona: si no estaba en el Madrid de los primeros meses de la guerra civil, mal podría hablar de ello.
JLGM
¿Tiene más valor moral que literario lo que escriió Chaves Nnogales? No lo sé.
ResponderEliminarLo que no cabe duda es de que fué un hombre bastante íntegro,con criterio propio y republicano convencido; características que no siempre adornan a muchos de los intelectuales que tuvieron la desgracia de vivir en aquella época.
He leído algunas cosas suyas: La Defensa de Madrid-¿que eleva a Miaja en detrimento de Largo Caballero ? , bueno la figura de Miaja queda como excepcional pero tal vez la categoría humana de uno y otro no era la misma-, A sangre y fuego, El maestro Juan Martínez. Este último es el que más me ha gustado.
Lo que está claro es que hubiesemos necesitado muchos como él para haber evitado la barbarie y que me alegro de haberlo conocido - creo recordar - que gracias a AT.
Javier
No se trata de decidir si tiene Chaves Nogales más valor moral que literario, sino que cuando Trapiello elogia su valor literario emplea criterios morales (que no vamos a negar, pero no superiores a los de otros escritores de su tiempo).
ResponderEliminarYo también me alegro de haber conocido a Chaves Nogales, y sigo pensando que lo mejor suyo es el iibro sobre Juan Belmonte (y eso que no soy precisamente aficionado a los toros).
JLGM
¿Y me podría explicar por qué es una "ingenuidad candorosa" pensar que nadie se acordó de Chaves porque denunció los crímenes del Madrid republicano sin defender el fascismo? Determinar que es el mismo caso de Camba o Ruano parece difícil de sostener: estos nunca dejaron de ser bien considerados por la derecha para ser luego preteridos por la izquierda... hasta que fue llegando gente como AT
ResponderEliminarPues sí, puedo explicarlo. Los crímenes del Madrid republicano los denunciaron muchos republicanos, y en plena guerra civil algunos de ellos. En mi reseña cito la conferencia de Moreno Villa pronunciada en Norteamérica. Tiene especial mérito durante la guerra. Después de la guerra fueron legión: Azaña, Prieto, todos los socialistas que odiaban a los comunistas... El caso de Chaves Nogales, en algún aspecto, es el mismo que el de Camba o Ruano o Mariano de Cavia, uno de los periodistas más famosos de su tiempo y que ahora es solo el nombre de un premio. No hay que buscar explicaciones para que un escritor (y más un periodista) esté olvidado. Ese es el destino de todos. Ya lo dijo Borges: "La meta es el olvido". Y los escritores siempre están más olvidados para unos que para otros: la reedición de su biografía de Belmonte es de 1969 y se trata de un libro mítico para muchos lectores (y desde hace mucho años). Y nunca faltaron quienes buscaban los libros de Chaves Nogales en las librerías de viejo (donde irán a parar más pronto que tarde buena parte de las actuales ediciones, ¿para qué vamos a engañarnos? La moda es lo que primero pasa de moda.
ResponderEliminarPero hay quien gusta de engañarse a sí mismo, descubrir mediterráneos y elaborar complicadas teorías conspiratorias. Por eso hablo de "ingenuidad candorosa".
JLGM
Por favor, Jose Luis, me gustaría tenerte al corriente de las actividades de la Fundación Cansinos Assens. No encuentro la manera de contactar directamente contigo a través de este blog. Puedes suscribirte en:
ResponderEliminarhttp://fundacion.cansinos.org/
donde pone: "¡Suscríbase a nuestras noticias!"
Te lo agradezco. Acabamos de publicar unas cartas de Chaves Nogales. No son nada del otro mundo, pero tienen su gracia:
http://archivo.cansinos.org/
Saludos,
Rafael Cansinos
Muchas gracias. Me suscribiré.
ResponderEliminarJLGM
El huésped afirmó:
ResponderEliminar"O se hace periodismo o se hace literatura”
El huésped (1) rebate:
No se debe de elevar -y separar por tanto- la literatura por encima de nada, ni siquiera del pésimo periodismo escrito al uso, pero también hablado, radiofónico e imaginado (de imagen, de visión a distancia, no de imaginar). La literatura no tiene porqué ser sólo inventar; puede también ser desconstruir lo demasiado hecho y mal soldado, puede también ser cauce y manejo de ideas, sin llegar a especializarse - ser rigidez, estratificación filosófica- y puede y debería también contar la realidad; lo que pasa en la Corte y sus afueras: el periodismo es algo demasiado serio para dejárselo a los especialistas. En todo caso , no a la especialización. Conozco el tercer mundo y su pobreza endémica, la américa del sur del río Grande. No me impresionaron tanto las crónicas fantásticas en la insistente recursividad pobre, del colombiano García; como las breves de Cortázar en la ya no me acuerdo qué villa de la pobre y también sureña India redundante con América, contando cómo, un pobre de solemnidad , sobre un suelo de igual prestancia, bajo el calor pesado, se iba moviendo hora a hora al son de la sombra del poste de telégrafos que le servía de morada. Sitúo a Julio como mejor escritor que García por mejor periodista. No hace falta inventar; la realidad es aún más fértil y ancha que el invento. El porvenir de lo contado es ; y es mi modelo; el de un periodismo literario de calidad, no necesariamente local, no localista, que no invente nada -no lo necesita- y que se mofe a la vez de la cortedad y especialización , de la endogamia de la literatura. Excluyo a Borges de la acusación de que "se inventa las cosas, es mal periodista", porque como él mismo supo y fue consciente: sólo se reescribe lo que otros ya dijeron y a veces hasta con exactitud. Y para el periodismo, bastaba con que dos personas vieran -o simplemente escribieran- lo mismo, para que verdad fuera, cobrara existencia frente al resto de la humanidad. Pierre Menard reescribiendo El Quijote exactamente, para hacerlo verdad y evento universal; pero al igual que Jorge Luis no desentona nunca en el invento ni en le exceso literario, lo que he propuesto sobre lo que ha de ser literatura no es un decir, es pensamiento y fundamento.
(1) Tenía mis dudas , pero acabo de enterarme de que huésped significa tanto lo uno, como su contrario; uno de los muchos casos de palabras imprecisas que al abarcarlo todo, sirven de nada.
Esa cita de Borges es un despropósito en este caso, lo que evidencia su falta de argumentos.Nadie niega que otros denunciarion la violencia republicana pero nadie en los clarividentes términos en que lo hizo Chaves. La comparación con Ruano, Cansinos o Caviá una perogrullada que nada demuestra. Si con alguien puede comparse a Chaves es con Larra; y ninguno de los dos podrá ser nunca olvidado, mal que le pese, señor García Martín.
ResponderEliminarLa biografía de Belmonte es un libro mítico para muchos lectores, ¿y entonces por qué no se le ocurrió a nadie ver qué más había escrito ese hombre? ¿cuántos libros míticos hay en ese siglo en España? ¿cuál es el libro mítico de Caviá?...
Usted nunca podrá ponerse de acuerdo con el señor Trapiello porque nunca ha dejado de estarlo. Le duele como una patada en el estómago que él haya visto lo que a tantos les pasó desapercibido y así, cada vez que sale el nombre de Chaves, se pone a tirarle de las trenzas a Trapiello.
No escribimos para convencer a quien ha decidido no ser convencido, sino para los lectores, amigo anónimo. Cada uno da sus razones, los curiosos leen y luego sacan sus conclusiones. El poema de Borges "A un poeta menor" a mí me parace muy inteligente y significativo: "La meta es el olvido. / Yo he llegado antes". Con mi admirado, desde hace décadas, Andrés Trapiello estoy de acuerdo en muchas cosas y en desacuerdo en otras, especialmente en los errores en que se empecina. Supongo que el pensará lo mismo de mí.
ResponderEliminarQue otros denunciaron la violencia republicana desde el lado republicano y en la época de la guerra es un hecho; a quien lo niegue, se le puede demostrar que se equivoca (Trapiello lo niega, o parece negarlo). Que Chaves fue "el más clarividente" es una opinión subjetiva e indemostrable. Ni la niego ni la afirmo.
JLGM
Suscribo a la idea y al sentimiento a la vez de Trapiello y de Nogales, a los que yo, inculto, hasta el día de hoy no conocía.
ResponderEliminarhttp://elpais.com/diario/2001/11/24/babelia/1006561030_850215.html
Le pido disculpas por no haber firmado mi comentario. Ha sido intencionado.Es que soy mujer y anónima y pienso que a usted le encantan las logomaquias o enzarzarse en discusiones vanas, pero siempre que sea con hombres y a poder ser un poco conocidos, aunque sea del estrecho mundo de Internet. Y yo quería de verdad argumentos.
ResponderEliminarSí estoy dispuesta a dejarme convencer pero exijo un mínimo de rigor en los argumentos. Claro que el poema de Borges es inteligente pero tiene tanto sentido para el caso como cualquiera de las coplas de Jorge Manrique.
Trapiello ni niega ni parece negar que otros autores hiciesen alusión, mostrasen o condenasen la violencia republicana. Lo hace el mismo Arturo Barea o Juan Ramón o el citado por usted Moreno Villa y muchos otros. Trapiello atiende además a dos cosas: el momento y la forma de la toma de posición. Y se da cuenta de algo incuestionable: de que los testimonios fundamentales (Chaves, Campoamor, Morla...)nos fueron hurtados durante años. Estos son los hechos señor García Martín. Y si nuestros padres fueron víctimas de la manipulación franquista yo lo fui de otra que me llevó a admirar como héroes a gentes como Neruda, Alberti, La Pasionaria o Carrillo. Nos hurtaron A sangre y fuego mientras nos servían en bandeja las memorias de Alberti o de Neruda. Y esto no es una teoría conspiranoica o como dice usted un empecinado error de Trapiello. Son los hechos de los que todos hemos sido testigos. También usted.
Chaves no es un poeta menor, y menos en una época donde tantas gentes queríamos saber sobre la guerra civil, entre otras cosas.
Sí, que Chaves es el más clarividente es una opinión subjetiva e indemostrable. Para empezar, lo que él pensaba(sí y también otros) lo acabaron más o menos pensando todos, los más listos antes y lo más tontos muy después. Pero además Chaves tenía qué decir y supo cómo decirlo, como Larra y por eso aunque con muchos años de retraso está donde le corresponde.Y esto gracias a Trapiello, a Renacimiento a Cintas...
También es una opinión subjetiva e indemostrable que Unamuno es mucho valioso que Ruano, por ejemplo; o que Larra es mucho más valioso que Mesonero Romanos, pongo por caso.
Nieves
Seré un simplista, pero después de todas las líneas de la reseña de JLGM y sus posteriores intervenciones en el foro, la conclusión que uno saca es la de siempre: 1. La izquierda es moralmente superior a la derecha. 2. Los sublevados mataban como demonios, los republicanos que mataban (pocos) eran unos descarriados que no seguían ni un método ni órdenes del Gobierno.
ResponderEliminarMarple.
Respuesta a anónima: yo me apunto a todas las guerras dialécticas, sea con hombres o con mujeres, conocidos o desconocidos. Pero en este caso, me parece que sería dar vueltas sobre lo mismo. Cada uno ha dado su opinión y sus razones: que los lectores eligan. No me gusta decir la última palabra.
ResponderEliminarRespuesta a Marple: antes de considerarle un simplista, prefiero admitir que me he explicado mal. Yo me cuido mucho de no generalizar en los juicios morales: los asesinos son unos asesinos, asesinen en nombre de las ideas de la izquierda o de la derecha, de Dios o del ateísmo, del nazismo o del sionismo (cuidado. no equiparo ambas ideologías). Y las víctimas son víctimas, independientemente de su raza, religión o ideas políticas. Esto es lo que yo siento y pienso. En la Alemania nazi y en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, yo estoy con las víctimas, no con los verdugos. Y en la Salamanca de Franco y en el Madrid de la Junta de Defensa. Otra cosa es que los "incontrolados" fueran más incontrolados (al menos desde el gobierno) en un lado que en el otro. Pero que nadie cuenta conmigo si se trata de justificar un solo crimen de los cometidos en la zona republicana durante la guerra civil. Faltaría más. Los repudio como los del otro lado, aunque siga pensando que los dos lados no era iguales.
JLGM
¿Puedo? Unas líneas sólo. Desde luego que hubo otros que denunciaron el terror de la Revolución. No hay uno solo de ellos del que no se hable en mi libro. De hecho creo que la mayor parte de la gente en la República estaba al corriente de ese terror. Nada que ver con el holocausto, donde hubo al parecer muchos alemanas que ignoraban la existencia de los campos de exterminio. De la existencia de las checas, de los paseos, de las torturas y de los asesinados en los desmontes estaban al cabo de la calle en la España Republicana hasta los niños: porque en los primeros meses muchos consideraban todo eso algo necesario y valioso para hacer triunfar la revolución. Y no eran los desharrapados y los patibularios los que creían eso: lo creían Alberti, Bergamín y muchos en las páginas de El Mono Azul y en todas partes. El valor de Chaves o de Campoamor fue denunciarlo en el momento. Otros no lo hicieron y no podemos juzgar sus razones para no hacerlo (Morla, Castillejo, Elena Fortuna), otros pasaron de puntillas sobre ello y de forma tardía (Barea y en menor medida MVilla), y otros, en fin, claramente oportunistas, lo reconocieron sólo cuando las pruebas abrumadoras no les permitió seguir negándolo (Neruda, Alberti), pasados ya muchas años. Claro que hubo otros muchos que ni siquiera se molestaron en negarlo (Bergamín), a pesar de vivir muchos años en los que podrían haberlo hecho. Creo que la razón de todo ello, al menos entre los republicanos demócratas , fue que en haber perdido la guerra creían ellos llevar su condena. Quiero decir, que pensaron que las responsabilidades políticas y penales de la República y de los partidos y gobiernos de izquierda quedaban saldadas por la derrota, el exilio y la represión salvaje del otro bando. Y eso, como se está viendo, es un disparate no sólo jurídico, sino político e histórico. Y desde luego que discrepar de cierta izquierda oficial, estalinista en tantos casos, no les convierte en derechistas a los discrepantes, como sin duda le habría gustado a esa izquierda. Conociendo a esa izquierda, sus procesos, sus purgas y métodos, no es difícil imaginar lo que dirían de Chaves Nogales (sabemos lo que dijo Izcaray: era su amigo y lo llamó cobarde por escapar de un Madrid en el que probablemente lo habrían asesinado). Nada de todo esto, es, como también suele creer esa izquierda, una manera de exculpar a los rebeldes de todos sus crímenes. Saludos. AT.
ResponderEliminarClaro que los dos lados no eran iguales, faltaría más. El lado republicano era moralmente superior al lado sublevado, eso lo tenemos todos muy claro.
ResponderEliminarMarple.
Puesto que hablábamos de literatura y periodismo. ¿ Qué es esto que adjunto aquí; periodismo o literatura ? que escribí para una dama que también lo hace.
ResponderEliminarQuizá porque mi niñez sigue jugando en su playa, no logro que no me gusten los versos de Ramón : "Habiéndome robado el albedrío un amor tan infausto como mío, ya recobrada la quietud y el seso, volvía de París en tren expreso". Por mucho que la segunda rima desentone mi estética personal, que en la piel tengo el sabor amargo del llanto eterno, la épica campoamorana, con la insistencia monótona del mar, me invade a veces y amontonado en su arena guardo amor. Juegos y penas. Sin premeditación, vecinos del bravo mar del norte en dispares tiempos somos; él astur , yo sólo cántabro; nos unen algunos versos y el obsesivo oceano; que han vertido en él cien pueblos; que intentaremos tras él, decir lo que hemos visto, amado o no gustó. Para la libertad, en cualquier lado, no unipolar, la de un partido blanco u otro negro que son el mismo ladrón de dos orillas, que no es sino la misma , le falta casi todo, que hay que reconquistar.
Ya recobrada la quietud y el seso, abandonado el pastiche total -versos enteros copiados sin alterar ,mínimamente adaptados al contexto- admirativo y obvio, después de la lectura de uno de sus cuentos cortos, "Vocación Truncada", le digo a Marta, que donde está su porte y su prestancia de dama pública y de ver agradable, que qué hará que cuando el que la lee pase por ciertas zonas de un habitat villano y alguna bella de la calle vea, no tenga que pensar, no sin cierto temor, a qué se expone; que si en literatura ha de haber la amenaza del cuerno y la del toro, sea ésta por el inconformismo creativo y por la crítica , y no por otra cosa frente a la orilla única.
http://www.martaquerol.es/files/Vocacion-truncada-def.pdf
El que escribe esto no sabía quién era hasta hace poco. Los que controlan su mente, no le han dejado saber la mayoría de las cosas que los demás saben. Ni como funciona el mundo, ni las reglas de ahora, ni siquiera las de antes. No sabe ni lo que fue, ni tampoco lo que es ahora. No sabe nada y no lo entiende. No tiene ningún poder ni ningún saber, casi. Pero está despertando muy lentamente. Si bien todo lo que escribo lo pienso y creo elaborarlo yo, no es menos cierto que lo que digo, puede ser dicho exclusivamente por los que controlan mi mente,(mi hermano putativo Bel, entre otros; no sé exactamente quienes) sin que yo ni siquiera me de cuenta que no soy yo quien lo está diciendo, aunque salga de mi boca, en ese momento). Esto pudo haber ocurrido en el caso de Garzón y en el caso también de la invasión por indios (1) y otros extranjeros, intolerable ya, que la desidia ¿"socialista"?, ha permitido y que quizás achaquen a algo que salió de mi boca, pero que no fui yo en ninguna forma quien lo dijo. Me ha puesto sobre la pista, lo de Baltasar Garzón; que eres el segundo, que evoca el tema; que sí recuerdo haber dicho algo de que le invalidaran, frente a mi hermano Bel; pero que, lo repito, no era yo. No soy yo, a pesar de que no me gustan jueces estrellas ni politizados en partidos impresentables y mafiosos como el ¿"socialista"?. Estoy dispuesto a repetir esto ante cualquiera, si me dejan el cerebro libre para decirlo. Si no, lo puedo escribir, cero que puedo escribir aunque me estén controlando el cerebro. Nótese, que no sabía yo quién era Garzón -ni quien es nadie; no reconozco a nadie tampoco- no lo sé seguro aún, pero lo estoy sospechando.
ResponderEliminar(1): los indios, además vienen con mala intención hacia mi persona, y creo que no es ajeno a ello, alguien de Orthez, que quizás tú conoces; que recuerdo que algo de ello me habló un día, aunque yo lo había olvidado por completo. Los que me vieron y hablaron conmigo, de pequeño, en el liceo de Orthez saben bien que yo , en realidad,no me enteraba de nada, aunque conseguía aprobar bien las asignaturas; pero que no sabía nada de nada, ni siquiera dónde estaba ni lo que era aquello. Y aún no lo sé . Repito que estoy disponible para hablar de lo que sea y ratificar.
Comparto lo que dice nuestra amiga Nieves acerca de la educación sentimental de cierta generación:manipulación franquista y después un cierre de filas con la idología contraria y asunción acrítica de todos sus tics: las brigadas internacionales, el romanticismo anarquista, la entrega de los comunistas. por otra parte, la aportación de los simplemente republicanos burgueses -como la de Chaves Nogales- era niguneada u objeto de desprecio.
ResponderEliminarRecuerdo un aforismo que leí en el Babelia del sábado 12 de mayo y que empieza diciendo:Tener ideología es no tener ideas....
Javier
Javier
Solo dos precisiones mínimas a mi amigo Ándrés Trapiello, y en cuanto a lo demás que cada loco siga con su tema.
ResponderEliminarLo que Izcaray hizo con Chaves Nogales es exactamente lo que tú hace con Casona edición tras edición de "Las armas y las letras" (con el inconveniente añadido de que tú no sufriste la guerra).
Y en cuanto al comportamiento de la izquierda: no fue único, como muy bien sabes, hubo muchas izquierdas, enfrentadas entre sí, antes de la guerra, durante y después de la guerra. Unos alentaron el terror, otros trataron de impedirlo (e incluso hubo alguna condena durante la guerra civil). Yo soy de izquierdas y no soy ni he sido nunca comunista. Me resulta un poco sorprendente que hagan tan responsable a Indalecio Prieto como a la Pasionaria de las acciones de los comunistas.
Sutileza, amigo Trapiello, sutileza es lo que hace falta para tratar estas cuestiones tan delicadas. La brocha gorda quede para La Gaceta, La Razón o Mundo Obrero (si lo hubiere).
Sabes que te admiro mucho y que has hecho mucho para reivindicar a tantos escritores olvidados, pero la razón que das para la marginación de Chaves Nogales (como el convertirle en la mente más lúcida de su tiempo) es un error bastante notorio (ya sé que tus infinitos seguidores piensan lo contrario).
Un abrazo
JLGM
No entiendo cómo JLGM puede pedirle sutileza a Trapiello y acusarle de usar la brocha gorda en en la misma intervención en la que dice que hubo muchas izquierdas en la guerra civil, algo en lo que ninguno habíamos reparado hasta ahora. ¿Y derechas cuántas hubo? Solo una, supongo, monolítica: todos asesinos. ¿Cómo era eso de la paja, la viga y el ojo?
ResponderEliminarMarple
No me importa repetir lo obvio cien veces (soy profesor). En la zona republicana, durante la guerra,seguía habiendo distintos partidos políticos, algunos de los cuáles eran antigubernamentales y otros, aun estando en el gobierno, dificílmente se entendían entre sí. Hubo incluso una guerra civil en esa zona (Cataluña, mayo de 1937)y un pronunciamiento (el de Casado). Y en eso había reparado todo el mundo, salvo Marple. En cuanto a las derechas, había también varias, pero consiguieron unificarse mejor, bajo un mando único (y esa fue una de las razones por las que ganaron la guerra).
ResponderEliminarJLGM
Hablamos de Chaves y no de Casona, porque setenta años después necesitamos leer a Chaves pero no soportamos, por plasta, a Casona. A partir de este mínimo hecho literario podemos ocuparnos de la política. Chaves denunció la política de la mayor parte de las organizaciones y gobiernos revolucionarios, y lo hizo en 1936. Esos textos son únicos y sagaces. Casona, no. Casona parece no tener nada que decir de la guerra después del 18 de julio de 1936. Claro que no pudo decir nada de Madrid, como Chaves, porque estaba en Santander, pero sin llegar a Concha Espina seguro que algo vio y algo le contaron de primera mano de esas primeras semanas de la guerra. Su miedo y su huida no puso sino un acento patético a toda la oratoria hueca dizque poética y revolucionaria de Nuestra Natacha. No es muy difícil entenderlo. Por mi parte, amigo JL, me doy ya por vencido en esta controversia, si así puedo irme a cenar.
ResponderEliminar¿El hecho de que las derechas consiguieran unificarse mejor convierte sus crimenes en menos execrables o "distintos" que los cometidos por unas izquierdas que no se entendían entre sí?
ResponderEliminarMarple
Respuesta a Marple: menos execrables, no; distintos, sí, al menos en lo que a la responsabilidad de Franco y Azaña se refiere. Los crímenes cometidos por dos militares son igualmente execrables, pero distintos si uno lo hace por su cuenta o en un rapto de locura y otro en una operación secreta o con órdenes ilegales de su gobierno.
ResponderEliminarRespuesta a mi amigo Andrés (sin que sea mi intención fastidiarle la digestión de la cena): los cuentos tan alabados de Chaves se publicaron en 1937, y en el extranjero, y cuando este estaba fuera; si su mérito literario es mucho, su valentía poca. Lo que publicó Chaves mientras estaba en España en el periódico que dirigía tenía un tono muy distinto. Y luego se ganó la vida como periodista, viviendo en Francía: forzosamente tenía que escribir de la guerra (y no fue especilmente lúcido: lee los artículos recién recopilados en Renacimiento). Casona marchó a América y allí se ganó la vida como dramaturgo, no tenía que informar de la guerra ni tenía noticias de primera mano. Puede no gustarte, pero ¿has leído "Nuesta Natacha"? Trata de pedagogía y educación, no es una obra de fervor revolucionario. Casona no tuvo que arrepentirse de nada: era un burgués liberal, como Chaves, no un revolucionario. Quería mejorar el país mejorando la educación. Y si hubo miedo y hubo huida lo mismo lo hubo en el caso de Chaves (a quien yo jamás le reprocharía tal cosa) que en el de Casona (a quien tú llevas unos cuantos años reprochándoselo).
Y por mi parte doy también por terminado el rifirrafe y me voy, no a cenar, sino a examinar a unos alumnos a los que he dado un curso de "Literatura y periodismo" (no sé si les habré enseñado algo, o si soy yo quien debo aprender).
JLGM
Yo también quedo feliz y más tranquilo ahora que sé que JLGM considera los crímenes de ambos bandos igualmente execrables. Puesto que distintos todos fueron, a unos los pasearon en un sitio y a otros en otro, a aquellos los fusilaron en una plaza de toros y a estos les descerrajon un tiro a la puerta de un cine. Pero locos y asesinos en ambos lados y a patadas.
ResponderEliminarMarple
Disculpen que me inmiscuya, pero no creo que Trapiello lleve años reprochándole nada a Casona. Le dedica unas líneas en Las Armas y las letras y nunca más he visto que se ocupase de él para nada. Si a usted no le gusta lo que dice de Casona es otro tema, pero no tiene nada que ver con lo que ya podemos llamar asunto "Chaves". Si no he interpretado mal su último comentario, a usted Casona le parece un autor no menos lúcido e interesante que Chaves. Es una postura muy cabal y con la que mucha gente estaría de acuerdo; de hecho las obras de Casona aún se siguen utilizando en los institutos como lectura obligatoria y Chaves se ha salvado, creo. Pero entonces debería haber comenzado la objeción en plan "Mientras se menosprecia a autores tan significativos como Casona se pretende encumbrar a un justamente olvidado periodista cuyo único mérito es haber escrito un libro mítico sobre Belmonte..." Así sería más fácil que nos entendiésemos.
ResponderEliminarNo hace falta ninguna disculpa para intervenir, pero yo creo que no ha entendido del todo bien el asunto que aquí se trata. "Las armas y las letras" se editó por primera vez hace casi veinte años y ha seguido reeditándose, corregido y aumentado, hasta hoy día. Las líneas dedicadas a Casona, con un error y despectivas, no se han corregido, lo cual quiere decir que se siguen dando como válidas. Y en un comentario del otro día vuelve a insistir Trapiello en su "miedo y su huida", en el patetismo que ello supone. Pero no hubo ni más miedo ni más huida ni más patetismo que en el caso de Chaves (o en el de Juan Ramón Jiménez). Y no parece de recibo (admire uno todo lo que admire a Trapiello, y yo le admiro tanto como cualquiera) considerar un comportamiento bastante similar en un caso heroico y ejemplar y en el otro digno de ser reiteradamente ridiculizado. No se trata aquí de quién es mejor o peor escritor: son autores que cultivaban géneros muy distintos y difícilmente comparables. Se trata de que si Chaves merece ser leído no es por las razones que señala Trapiello: su ejemplar valentía, su ponerse al margen de las dos Españas (ambas igualmente criminales), etc., etc.
ResponderEliminarNo sé si me he explicado ahora mejor.
En cualquier caso, gracias por sus palabras.
JLGM
Perdonen también que yo me inmiscuya y encima citando a lo primero mi currículum académico y cuando el rafe y el rifi están cerrados.
ResponderEliminarDespués de muchos años en un par de filologías distintas, en una de las más insignes universidades españolas, con horas y horas de clase semanales, en las que se estudiaba en literatura española desde la glosa más escueta del monje de San Martín de Yuso y también de Suso, hasta las obras de los Goytisolo (que Dios nos lo perdone a todos), de la mano de no menos insignes Profesores, como el Sr. JLGM,que nos pasaban extensísimas bibliografías y listas de lectura, afirmo que jamás oí nombrar ni a Chaves Nogales ni el libro sobre Belmonte,ni por el forro tan siquiera, y eso que que entre los Profesores era tan mítico. A Casona, sí, por cierto, del que tuve que examinarme. El problema va a ser que a Chaves no lo descubrió un Profesor, con lo que hubieran repicado las campanas a alba de gloria, y se le hubiese permitido hacer con su descubrimiento lo que mejor le hubiese parecido. Y no tendría siempre detrás a un profesor poniéndole adversativas, que sí vale tú lo has descubierto y eres un genio, pero...no erés un investigador académico y fetén, pero que si Casona también, pero que si esto, pero que si Las Armas y las Letras es fundacional pero... Pero Pero no da peras, como dicen en mi pueblo.Trapiello nos dio una pedazo pera limonera, que fue descubrirnos el prólogo de A Sangre y Fuego, sólo por poner un ejemplillo, lo de poner los peros y partir los pelos en 5 es tarea de Vds. los profesores, que es oficio dignísimo y además gustándole tanto discutir, debe ser amenínimo, por ende.
Siempre alegra encontrarse con un antiguo alumno, aunque anónimo y con no muy buenos recuerdos. ¡Hay tantos escritores que no se estudian en clase! Chaves Nogales probablemente sigue sin estudiarse, como Camba, González Ruano y tantos otros.
ResponderEliminar¡Honor y gloria a Trapiello, estimado exalumno! Pero los errores son errores los cometa el investigador académico o el ilustre escritor. De eso es de lo que se trata. No de disputar ninguna gloria.
JLGM
De estos asuntos podría escribirse a manos llenas, si me permiten la expresión. Es un debate interesantísimo y fundamental. Muchas gracias.
ResponderEliminarQuerría echar mi cuarto a espadas sobre varias cuestiones. Vaya aquí la primera: JLGM dice que pensar que a Chaves Nogales "se le marginó porque denunció los crímenes del Madrid republicano me parece de una ingenuidad candorosa". No creo que sea pecar de ingenuo creer algo así, y se puede razonar echando un vistazo a la prensa de la época. En el libro que se reseña tengo un escrito sobre "A sangre y fuego". De él digo que sería mucho mejor de haber trocado la ficción por un relato fiel a los hechos, como le correspondía a Chaves por oficio, pero el miedo -o la prudencia- le llevó a ficcionar hechos, nombres y personajes para evitar represalias. Y cito algunas referencias que demuestran que AT lleva razón en los motivos que llevaron a algunos a marginar a Chaves Nogales:
"El 8 de junio de 1937 el diario La voz le dedica la sección “Tiro al blanco”, un tipo de columna habitual en la prensa republicana desde la que se amenazaba y se acusaba a ciertas personas que solían terminar con un tiro en la nuca o despanzurrados en una cuneta. Similares eran el “A paseo” de El mono azul, o el “Retablo de ajusticiables” de Mundo obrero. El de “Tiro al blanco” se titula “Un equilibrista: el Sr. Chaves Nogales”, y hace referencia a los relatos que se publicaban en La nación y a unas declaraciones al diario La Dépêche de Toulouse. Para el anónimo “periodista”, la supuesta neutralidad de Chaves Nogales habrá de decantarse indefectiblemente por el lado del fascismo, como ya había ocurrido, según él, con Baroja, Azorín o Pérez de Ayala".
Y más adelante:
"El 6 de junio de 1940 el periódico España popular, de México, hablaría de los “periodistas vendidos y traidores como Chaves Nogales, el amanuense colocado por el reaccionario y turbio señor Montiel en la dirección de Ahora”. Y antes, el 28 de octubre de 1938, en el periódico España democrática de Montevideo un Comité Nacional Pro Defensa de la República Española repudiaría el “folletín” de Chaves Nogales titulado “Los secretos de la defensa de Madrid”, por “prestar un gran servicio a la causa del fascismo” al igualar la barbarie de los dos bandos, insistiendo el Comité en que la guerra fue fruto de una agresión fascista repelida heroicamente por el noble pueblo español".
A ver si nos enteramos de que no fue Trapiello quien desenterró del olvido a Chaves Nogales, fueron otros los que con su trabajo silencioso lo sacaron de la caverna. A.T solo tuvo la vista, de lince, para lanzarse sobre ese cadáver exquisito, como siempre, cuando vislumbró lo que ello suponía.
ResponderEliminarEl profesor Antonio Fernández Insuela ha tratado de intervenir en este blog. Como no la conseguido desde su ordenador, me pide a mí que inserte su comentario. Lo hago con mucho gusto. Es un experto en la materia.
ResponderEliminarJLGM
Respecto a las descalificadoras opiniones de tipo político que Andrés Trapiello vierte sobre Alejandro Casona en la presente entrada de este blog y en su libro Las armas y las letras (1ª ed., 1994; última, 2011), creo hay que hacer algunas matizaciones. A Casona la sublevación franquista lo sorprendió en el pueblo leonés de Canales, al que estaba vinculado familiarmente. De Canales pasó enseguida a la Asturias republicana y de aquí a Santander, desde donde, a través del País Vasco, entró en Francia (véase José Ramón Saiz Viadero, “Alejandro Casona en Santander”, en su Crónicas sobre la guerra civil en Santander, Santander, Institución Cultural de Cantabria, 1979, pp. 67-92). Desde el país vecino vuelve al bando republicano. En Madrid dirige de nuevo el Teatro del Pueblo integrado en las Misiones Pedagógicas y después, como el gobierno legítimo y muchos intelectuales, pasa a Valencia, donde se representan Otra vez el diablo y en catalán y en castellano Nuestra Natacha y donde pronuncia alguna charla sobre el teatro social español (véase Antonio Fernández Insuela, “A propósito de Alejandro Casona y la guerra civil”, Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, 145, 1995, pp. 427-444). El 1 de marzo de 1937, es decir, cuando han pasado más de siete meses desde que se inició la guerra civil, en el barco “Iberia” sale desde Cherburgo hacia México. A América va con la compañía teatral de Pepita Diaz y Manuel Collado –quienes habían estrenado en noviembre de 1935 en Barcelona Nuestra Natacha- pero allí también defiende la República: la republicana Gaceta del 23 de mayo de 1937 publica su nombramiento para “una misión de propaganda cultural en los países de América Latina” (véase Robert Marrast, El teatre durant la guerra civil espanyola, Barcelona, Institut del Teatre, 1978, p. 47, nota 63). Un tipo de misión cultural o político-cultural en el extranjero que también llevaron a cabo otros intelectuales y políticos republicanos. Añadamos que, como ya señaló Marrast (pp. 46-47), la Gaceta, el 24 de agosto, da cuenta de la creación del Consejo Central de Teatro, que preside José Renau, y del que forman parte María Teresa León y Antonio Machado (como vicepresidentes) y Benavente, Margarita Xirgu (que está en Hispanoamérica), Enrique Díez-Canedo, Cipriano Rivas Cherif (cónsul de España en Ginebra), Manuel González, Francisco Martínez Allende, Enrique Casal Chapí, Miguel Prieto… y Alejandro Casona (que está en Hispanoamérica). Dice Marrast que este nombramiento de Casona era puramente honorífico, pero ¿eso mismo no demuestra que dicho dramaturgo y director del Teatro del Pueblo es visto como una innegable figura cultural del campo republicano, no como un fugitivo? De la labor propagandista de Casona en Hispanoamérica da cuenta el informe que manda al subsecretario de Instrucción Pública, Wenceslao Roces, y que con el título de “Alejandro Casona, propagandista de la República en América” publica El Día Gráfico de Barcelona el 23 de diciembre de 1937 (reproducido en Antonio Fernández Insuela, “Un texto de Casona sobre sus primeros pasos en el exilio”, en Fernando Doménech, ed., Teatro español. Autores clásicos y modernos. Homenaje a Ricardo Doménech, Madrid, Fundamentos, 2008, p. 258, n. 23).
Espero que con estos datos sobre Alejandro Casona el lector de este blog tenga más información para decidir si dicho escritor republicano, profundamente marcado en 1936 por ser el autor de Nuestra Natacha, una obra reformista pero considerada revolucionaria en aquellas dramáticas fechas, puede ser acusado de cobardía, como reiteradamente hace Andrés Trapiello, por buscar Casona en los primeros días de la guerra una zona republicana más segura que Asturias (en parte ya ocupada por las tropas franquistas) y por su posterior marcha a Hispanoamérica en marzo de 1937.
Antonio Fernández Insuela
Es tontería refreír el aceite...pero ya que estamos y nos sobra un rato no cuesta nada aclarar, que cuando yo decía que estudié literatura española con insignes profesores como JLGM, me estaba tomando una licencia poética, porque lo que es en la literalidad, nunca he sido alumna suya, muy a mi pesar, y pésame más, si cabe, no ser merecedora de ese "estimado exalumno".
ResponderEliminarSi Vd. dice que no se trata de la gloria y de darle alcance y empeña su palabra en ello, yo (esta) le creo, y ahora mismo le concedo, que su denodada lucha por desenmascarar a los "malos matizadores, erradores contumaces e irredimibles" es sólo y únicamente por el puro ideal, y porque la virtud prevalezca. Y como prueba de que soy sincera y tengo firme propósito de la enmienda, anuncio que voy a guardar a Casona en alcanfor, para que, cuando Vd. consiga por fin ponerlo a la misma altura que Chaves, no me lo encuentre al pobre todo comido de las polillas. Pero, (ahora viene la adversativa), como soy gallega voy a seguir poniendo una vela al diablo, y no dejaré de leer y tenerle eterno agradecimiento, a Chaves ni a quien me lo descubrió, por lo que pudiera pasar y la epifanía de Casona se alargase.
Un saludo.
Manuela Romero.
Estimada Manuela Romero, ya me imaginaba yo que un alumno mío no podía decir eso de las infinitas bibliografías (no es mi estilo). Una aclaración más: aquí no se discute si Chaves era mejor escritor que Casona o al revés. Cada uno es cada uno y no son comparables. El asunto es otro, y pido disculpas por insistir, pero debo explicarme muy mal (¡y me gano la vida como profesor!. De lo que se trata es de que a Chaves se le valora por su comportamiento ejemplar durante la guerra mientras que se ridiculiza a Casona por un comportamiento muy similar. Eso es todo. Andrés Trapiello hablaba de oìdas (o de leídas muy por encima) al referirse a Casona. Rectificar (yo lo hago a menudo) no hace desmerecer a nadie. Pero a algunos les cuesta más que a otros.
ResponderEliminarJLGM
Ya es abracadabrante salir ahora con que a Chaves se le valora por motivos espurios y ajenos a la literatura, verdaderamente Vd. no piensa lo que dice. En serio, y texto en ristre, en una mano Chaves y en la otra Casona ¿Podría fundamentar y sostener ese tipo de afirmaciones? Desde luego si su único argumento es el topicazo ese, que usaría cualquiera de sus alumnos que haya hincado poco los codos pero que tenga labia para salir del paso, de que "no son comparables, ni mejor ni peor, si no diferentes", a mí me va a dar la risa.Si de verdad me demuestra que la calidad de ambos es equiparable, yo le prometo rectificar, en mi completo desmerecimiento y a mayor gloria suya, por supuesto en los términos que Vd. disponga. De verdad que no puedo creerme que diga que el valor de Chaves sea su "supuesto comportamiento ejemplar en la guerra" y que el olvido de Casona se deba a la mala intención de un escritor que lo ridiculiza para poder encumbrar a Chaves.
ResponderEliminarY a propósito, no estaría nada mal que se estudiase al fin a Ruano, a Camba a Foxá incluso, prevaliéndonos de eso que creo que se llama libertad de cátedra, o a lo mejor ya lo hacen y una sigue sin enterarse, si así fuese rectifico por anticipado y para no desmerecer.
Queda siempre suya y esperando sus argumentos:
Manuela Romero.
Deduzco que hablamos en distinto idioma, aunque parece que lo hacemos en la misma lengua. Vamos a dejarlo aquí. Lo que yo he dicho, ahí queda dicho. Lo que cada uno interpreta es asunto suyo. Hay que confiar en el buen criterio del curioso lector que lee a uno y a otro y saca sus propias conclusiones.
ResponderEliminarJLGM