Debate. Barcelona,
2013
¿Ha escrito Fernando Savater todos los libros de Fernando
Savater? Parece que no. Como en el caso de Isaac Asimov y otros conocidos
divulgadores, su nombre se ha convertido en una marca registrada que avala y
favorece la venta de productos en forma de libros elaborados por otros. La aventura del saber, por ejemplo, nos
ofrecía los guiones de una apreciable serie de televisión dedicada a la
divulgación filosófica. Para el lector habitual de Savater resultaba fácil
distinguir las partes escritas por él (su estilo se reconoce incluso en una
“carta al director” de cuatro líneas), muchas de ellas citas de diversas obras
suyas, de aquellas otras redactadas por aplicados colaboradores.
Con Las ciudades y los escritores, Fernando
Savater da un paso más en la explotación comercial de su nombre. En este caso,
no se trata ya de que el libro no lo haya escrito él (aunque se transcriban sus
intervenciones en el programa de televisión, Lugares con genio, que sirve de punto de partida), sino que ni
siquiera lo ha leído.
Demostrar
esta última afirmación está al alcance de cualquiera. Ya en el primer capítulo,
“La Praga de
Franz Kafka”, encontramos una prueba irrefutable: “También es muy interesante la
cantidad de escritores marcados por la huella de Franz Kafka. Borges, por
ejemplo, nunca menciona directamente haberlo leído, y sin embargo en sus
historias, en la forma de plantearlas, en ese carácter de parábolas, de
múltiples interpretaciones, es evidentemente un seguidor, lo sepa o no, lo
quiera o no”. Pero Borges tradujo y prologó La
metamorfosis (y a él se debe ese título en castellano, que no parece el más
adecuado), titula “Kafka y sus precursores” uno de los más conocidos capítulos
de Otras inquisiciones, se ocupa de
Kafka en los tempranos Textos cautivos,
le dedica uno de los tomos de su Biblioteca Personal. Sería ofensivo para
Savater, buen conocedor de Borges, suponer siquiera que ignoraba eso, aunque
presuntamente lo afirme.
Seguimos.
Al comienzo de “La Lisboa
de Fernando Pessoa” se nos afirma que Portugal es un país de grandes
escritores, como Camoens, Saramago y… Antonio Tabucchi. Pero ese es el menor
error de ese desdichadísimo capítulo. Aquí Savater falla incluso en la elección
de los expertos (cada capítulo incluye alguna entrevista con un presunto
conocedor del tema). Miguel Uriondo, “con quien somos amigos desde hace
muchísimos años” (“con”, sí, no “de”) afirma que, cuando Pessoa se matriculó en
la Universidad ,
tuvo un profesor que le ayudó a escribir sus poemas y el Libro del desasosiego. Los estudiosos de Pessoa ignoran la
existencia de ese secreto colaborador. Pero Miguel Uriondo, el buen amigo de
Savater, parece poco de fiar. Afirma que, entre 1986 y 1989, pasaba seis meses
al año en Portugal preparando una tesis sobre Pessoa y que por aquellas fechas
sus libros eran “tremendamente” difíciles de encontrar porque no se habían
reeditado y que no había “respeto por el gran poeta que es ahora” (sic). Pero
en 1985, en la celebración del cincuentenario de la muerte de Pessoa, hubo
innumerables homenajes, reediciones de sus obras, un gran congreso presidido
por el presidente de la
República (yo mismo asistí a él). Era difícil no tropezarse
con los libros de Pessoa no ya en cualquier librería, sino en cualquier
quiosco. Pero sigamos con el experto. Muy pocos contemporáneos de Pessoa
apreciaron su valor, nos dice. Una de las excepciones “fue el magnífico poeta
portugués José Vento”. ¿José Vento? Hay un poeta portugués que se llama José
Bento, gran traductor de poesía española, pero no es un contemporáneo de
Pessoa. Sí lo fue José Regio, que es suponemos a quien se refiere el “experto”.
Claro que
todavía más divertido es lo que nos cuenta el librero Joao Pimentel, algo que
ni Savater ni ninguno de los autores de su presunto libro se ocupa de
contrastar. El disparate aparece incluso en versalitas como título de uno de
los capitulillos: “Pessoa, en botella grande de litro”. Joao Pimentel, tras
afirmar que a Pessoa le gustaba el vino, no el café, nos cuenta lo siguiente: “En
una fotografía que le dio a Ofelia, él está en el café A Brasileira,
escribiendo, con la revista Orfeo y
bebiendo un cóctel de vino Valderrío, que era una marca, una organización de
despensas (sic) y tabernas. Se trata de la única fotografía con dedicatoria:
Fernando Pessoa, en botella grande de litro”. El experto seleccionado por
Savater y su equipo confunde la fotografía dedicada por el poeta a su novia con
el famoso cuadro de Almada Negreiros en que aparece, sentado a una mesa de A Brasileira,
con un número de Orpheu al lado. En
la fotografía, de 1929, aparece en la taberna de Abel Pereira de Fonseca,
apoyado en el mostrador, y en la dedicatoria hace un juego de palabras con
“litro” y “delito”: “Fernando Pessoa, en flagrante delitro”. Quizá fue eso lo
que dijo en portugués el entrevistado (la broma es muy conocida) y el
apresurado traductor inventó lo de “en botella de litro”.
No vamos a
detenernos en todos los disparates pessoanos (casi uno por página), ya que no
se trata de demostrar que los anónimos redactores de este libro no estaban muy
capacitados, sino solo que Fernando Savater no lo ha leído. Una última muestra:
“El café Martinho de Arcada, en el terreno
do paso, muy cerca de la plaza de Comercio, quizá sea uno de los lugares
más pessoanos”. Está claro que al apresurado escribidor Terreiro do Paço le
suena a chino (y por eso escribe, con minúsculas, “terreno do paso”), ¿pero
alguien puede imaginar que Savater ignore que no está muy cerca de la Plaza del Comercio, sino que es
el nombre con el que se la conoce tradicionalmente?
Continuemos.
Hablando de “El País Vasco de Pío Baroja”, se nos dicen que los escritores del
98 tenían sus tertulias en los cafés, y que las más conocidas eran “las del
café Gijón, la del Gato Negro, la de la Fontana de Oro, el Parnasillo o el Pombo”. Pero la Fontana de Oro es un café
que desapareció en los años cuarenta del siglo XIX (Galdós lo hizo famoso en
una novela) y el Parnasillo no es un café sino una tertulia que se reunía en
el café del Príncipe en los años de Larra y Espronceda. Comparado con esto, que
en Pombo se reuniera la generación siguiente ya no tiene importancia.
¿Habría
dejado Savater el título de “La
París de los existencialistas” para uno de los capítulos, de
haber leído su libro, y no lo habría cambiado por “El París de los
existencialistas”, según el uso habitual entre nosotros?
El libro
termina con un poema de Yeats muy conocido, “Cuando seas vieja” (como excepción
se transcribe en verso, lo habitual es que los poemas, de Pessoa o de Neruda,
se copien como si fueran prosa). Los versos finales dicen así: “inclinada al
lado de las brasas acaso / murmures algo triste, que amor dio media vuelta, /
se fue huyendo y anduvo por los picos más altos, / que su cara escondió entre
un sin fin de epopeyas”.
¿Qué es eso
de esconder la cara entre “un sin fin de epopeyas”? Nada, una tontería más de
este desdichado volumen que en realidad no parece escrito por Savater ni por
nadie, sino solo transcrito apresuradamente de unos programas televisivos. El
verso final del emocionante poema de Yeats, variación de un soneto de Ronsard,
dice: “and hid his face amid a crowd of stars”. No, no se esconde entre las
“epopeyas”, sino entre las “estrellas”. ¿Ignora Savater el significado de
“stars”?
No ya las
autoridades sanitarias, las propias empresas comerciales, cuando detectan que
por descuido han comercializado un producto en mal estado (las famosas
hamburguesas con carne de caballo), lo retiran de inmediato para intentar que
no dañe demasiado su prestigio. ¿Hará lo mismo Mondadori, uno de los dos o tres
grupos editoriales más importantes del mundo?
Fernando
Savater ha sido catedrático de Ética en la universidad española y es actualmente
uno de los más solicitados divulgadores de esa disciplina, incluso ha escrito
libros de mucho éxito sobre la materia dedicados a un público adolescente. No
parece que predique con el ejemplo. Pero, sea cual sea su personal
interpretación de la ética profesional, alguien debería sugerirle que no
descuide tanto el control de calidad de los productos a los que vende o alquila
su nombre. Podría arruinar el negocio.
Pues muy mal. No sé cómo dilapida así el prestigio personal y profesional que se ha labrado durante toda una vida. Es algo que cuesta años y años conseguirlo y que, sin embargo, se pierde en un minuto. De todos modos, el señor Savater lleva ya tiempo publicando libros indignos de su nombre y defendiendo ideas peregrinas (como las corridas de toros). Él sabrá por qué. Si es por echarle un cable a alguien que de otra manera (o sea, sin la marca Savater en portada) no vendería una escoba, me parece que ha hecho un muy flaco favor al "tapado"... y a sí mismo.
ResponderEliminarCompletametne de acuerdo.
ResponderEliminarJLGM
Se empieza a caer en estas corruptelas, se deja uno llevar de ciertos efluvios y... se termina en el partido de Rosa Díaz.
ResponderEliminarTodo muy coherente dentro de la desgracia.
Me temo que en todos los partidos cuecen habas.
ResponderEliminarJLGM
Pero hay calderos que ya nacen corrompidos. Y este es uno de ellos , hijo de calderero que bate el cobre por ver si un alquimista ciego lo trueca por oro de Bruselas.
ResponderEliminarPisar por años las moquetas de la lonja, recibir por nada crecidos estipendios, mudar el aliño indumentario cambiando la chupa floreada por el chanel a cuadros de Mondrian..., invitan a olvidar los amagos frustrados en el viejo partido otrora proletario y a que, esta vez, sea el hábito el que haga a la abadesa. Ver la cabeza que, hace unos años, ardía en unas greñas pelirrojas a punto de quemar el borreguillo del cuello de la chupa, emerger ahora de otro de un Dior de medio pelo, ilustra más que el programa del partido, más que un juramento sobre la Biblia de Barakaldo..., ya olvidado.
Se la veía venir, se la veía...
Buenas. El libro de Borges es "Otras Inquisiciones". Muy buen comentario.
ResponderEliminarGracias. Ya está corregido.
ResponderEliminarJLGM
Algo parecido debió pasar con El sueño del celta.Me parece increíble que el autor haya escrito muchas de las oraciones que aparecen en ese libro.
ResponderEliminarY si es un libro colectivo, pues que se diga, que no pasa nada. No sé por qué existe esa alergia a la obra bibliográfica colectiva cuando, por ejemplo, en cine los guiones son escritos por un plantel o equipo de co-guionistas. Y se dice así en los títulos de crédito, y no pasa nada.
ResponderEliminarSupongo que en el futuro las obras colectivas serán frecuentes, pues un equipo normalmente trabaja mejor que una sola persona. No estoy hablando de "negros" literarios, sino de personas que colaboran sin ocultación y dando sus nombres.
De algún modo ya es muy frecuente que en las editoriales haya correctores de estilo que re-escriben el libro en colaboración con los autores, y cambian párrafos y suprimen o añaden otros. Así sucede con las novelas de Ildefonso Falcones.
También puede pasar que una persona tenga gran destreza literaria pero le falte imaginación para concebir argumentos atrapantes, y a otra le suceda lo contrario. Y entonces ambas puedan colaborar en una obra conjunta.
Cela no tenía argumento para una novela y en Planeta le dieron a leer una novela bien ideada pero mal escrita. Cela la reescribió y así surgió "La cruz de san Andrés". Luego le acusaron de plagio, y con razón pues ni siquiera mencionaba la fuente en que bebió, ni le dio a compartir fifty-fifty el premio literario.
Pero vamos, que el hecho de que CJC, fiel a su estilo, actuase con insolencia y desconsideración, no priva de validez la fórmula de co-autoría.
Coautores fueron los hermanos Machado y los también brothers Álvarez Quintero, y también Dominique Lapierre y Larry Collins en (si no recuerdo mal) "Arde París", "Oh Jerusalén" y otras novelas.
Pero lo que no resulta tolerable es que las editoriales mientan y oculten, al socaire de un escritor famoso (como Savater en este caso), textos que no han sido escritos (al menos totalmente) por él.
Me alegra comprobar que alguien le pone el cascabel al locuaz Savater. Y que lo hace tan bien. Bravo! Creo, sin embargo, que esos increibles errores en los escritos que llevan su firma, no siempre pertenecen a sus "escribidores" (cuyos textos luego él no revisa).He podido comprobar que en ocasiones ilustran aquello de que la pluma puede ser más veloz que el cerebro: la precipitación de quien no tolera no APARECER ubicuamente y por ello acepta incrementar los fetichismos y las vanidades de mucha industria cultural a la que otrora criticaba como grosería capitalista. Felicitaciones por la nota. Un saludo desde Córdoba (Argentina)
ResponderEliminarno me alegra la critica a un autor, cuando vela la critica a una obra
ResponderEliminarNo se entiende lo que dice el último anónimo. A mí lo que no me alegra es que una editorial importante engañe a los lectores y los periodistas miren para otro lado, como hacen con tantas cosas.
ResponderEliminarJLGM
Lo mejor del artículo crítico el título que debería resultar divertido par un personaje con tanta ironía como el propio Savater.Lo que cuenta JLGM es bastante feo pero, en fin, me quedo con el Savater de artículos brillantes, ,sabrosos, antidogmáticos y no pendientes de lo políticamente correcto.
ResponderEliminarJavier
Si no te llevo la contraria, pero lo que me parece es que una editorial es un negocio, y que hará lo necesario para vender mas libros todos los negocios engañan (eso es el beneficio de un negocio), no me cave ningun tipo dee duda que los periodicos tb lo son, basta ver los posicionamientos políticos y demas que tienen, y no solo politicos, desgraciadamente los informantes no tienen que hacer un juramento “hipocratico” los periodistas no miran para otro lado se posicionan, y cuando el negocio es el tema que atañe, nadie mira para otro lado, todo lo contrario, son miradas buscando beneficios, miradas tan fijas como la mirada de una pantera cuando caza; pienso que las editoriales y los periodicos comparten una misma mirada y crean monstruos, ya sean de carácter politico, literario, o de cualquier otro indole, que interese a los intereses de lo que la gente pueda pensar, y encima lo triste es que no dan opcion, o blanco o negro, o izquierda o derecha, por eso, aunque este totalmente de acuerdo contigo, y no sea mi intencion contrariarte, y aunque el tema Sabater, que por cierto es bien triste, no me parece tan importante como solo una pregunta ¿a ti te gusto el libro del negro se Sabater? Y decir que me parece perfecto el destape de los dioses creados, quizas asi, haya paso a más variedad de semidioses, aunque no se si seria lo mejor. Vamos que deberia hacerse más critica editorial. No me meto con la critica literaria. Pero que los autores establecidos se ven casi obligados a firmar libros que no escriben y los no editados se ven tapados por eso mismo.
ResponderEliminarRespuesta al anónimo: un negocio es una editorial, una peluquería, un taller de coches, el bar de la esquina. Y un buen negocio es el que tiene beneficios, respetando las leyes y dando satisfacción a los clientes.
ResponderEliminarEl libro comentado no forma parte del negocio editorial, es una estafa que deber ser denunciada, como las hamburguesas de vacuno que tienen carne de caballo. No estamos en el campo de la crítica, sino en otro distinto. Si lo que se dice en la reseña es cierto, la propia editorial, para cuidar su prestigio, debería retirar el libro y hacer, si lo cree conveniente, una edición corregida (prácticamente otro libro).
JLGM
jajjjajajaja, tienes razon
ResponderEliminarUn placer leerle. ¡Qué rica la fina ironía final!
ResponderEliminarEs una pena que alguien que tuvo inspiración indudable, y se ganó un merecido prestigio, pierda los papeles de esta manera.
ResponderEliminarA mí me parece que de Fernando Savater, su rigor y su coherencia, lo dice todo su actuación personal en relación con el nacionalismo vasco; primero fue indiferente al terrorismo, y "España se la sudaba", luego se concienció y ayudó a despertar conciencias con su posicionamiento contra los asesinatos, luego fundó el Foro Ermua que tenía una composición transversal y apolítica, enseguida se fue con "Basta Ya" para bailarle el agua al PSOE (lo que politizó la lucha antiterrorista, que debe ser apolitica), luego apoyó la mezquina negociación de Zapatero con ETA, y luego se hace de Rosa Díez (operdón, UPyD), que en ese terreno ahora tiene el descaro de ir de esencias y valores, señalando a todos los que le parecen poco "íntegros" y "firmes". Con toda la desmemoria del mundo de lo que ella hizo y apoyó cuando perteneció al gobierno vasco, por lo que no ha pedido perdón nunca. Ni ella ni sus palmeros más entusiastas.
Don Fernando, nos merecíamos de usted una postura más firme, más pensada y más coherente.
A mí lo que dice de este libro esta brillante crítica, por la que felicito a su autor, ya no me sorprende, pero me apena.
Conste que firmo como anónimo porque no acabo de entender las otras opciones técnicas que se me ofrecen. Mi nombre es José Aquirre.
es que si no hay que politizar el terrorismo, que es precisamente un producto de la politica, venga dios y lo vea, y tambien decir que mas vale tarde que nunca.
ResponderEliminaraunque tambien es cierto, que muchos se han subido al carro "de los indignados" despues de el alto al fuego, que no es el caso de Sabater. y que se a usado todo esto para undir, afianzar mover piezas politicas que nada tenian que ver en todo esto
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