sábado, 14 de febrero de 2015

Elogio y refutación de la crítica académica


Prosemas. Revista de estudios poéticos
Extraordinario dedicado a Ángel González
Universidad de Oviedo, 2015.

Es bien sabido que no solo la mejor, sino también buena parte de la peor crítica literaria, especialmente si se refiere a la literatura contemporánea, se hace en la Universidad. Sorprende encontrarse con una pintoresca muestra de esta última en un lugar tan inesperado como el número inicial de la revista Prosemas, un volumen monográfico dedicado íntegramente al poeta Ángel González.
            Y digo que sorprende porque la revista nace como "un órgano difusor de contenidos científicos" y cuenta como garantía con un prestigioso comité editorial y con un abrumador "comité científico" internacional.
            Quizá el que John C. Wilcox, catedrático de la Universidad de Illinois, forme parte del comité científico puede explicar, aunque no justificar, que nadie parezca haberse tomado la molestia de leer su colaboración antes de publicarla.
            Se titula "Apuntes para una poética gerontológica en el Ángel González de Nada grave" e incurre en una lectura biográfica de los poemas que muestra tanto un desconocimiento de la biográfica del poeta (fácilmente subsanable) como del lenguaje poético. Lo que menos importa es que afirme taxativamente que el libro se terminó de escribir "el 12 de enero de 2008, el mismo día de la muerte de nuestro poeta" (como si hubiera estado en la Unidad de Cuidados Intensivos con el cuaderno de notas en la mano). Del primer poema, "Orazal" (inversión del nombre de Lázaro porque su protagonista se nos presenta como "el  resucitado de la vida", no de la muerte), "infiere" que Nada grave "se inspiró en el hecho de que el mismo Ángel González habría sufrido una suerte de ataque, tal como un derrame cerebral, un infarto o una embolia pulmunar en que él perdió conciencia total, o aun que murió". O sea que Ángel González, antes de 2002, en que se publicaron los primeros poemas de su libro póstumo, murió y resucitó, y no metafóricamente, sino como consecuencia de "un derrame cerebral, un infarto o una embolia pulmonar". De otro poema, "Hoy", deduce que el poeta se presenta a sí mismo "como un ser humano con una sola pierna" porque "con el derrame cerebral habría perdido el uso de la otra pierna". El fundamento de tan peregrina afirmación --el poeta se quedó cojo a causa de un derrame cerebral—lo encuentra en los siguientes versos: "Soy esto / --dice o casi relincha, desafiante, mi cuerpo-- / y nada más que esto: / cuadrúmano o solípedo / y poca cosa más: sedentario, nocturno".
            Contrastan esos disparates interpretativos con el buen hacer de la mayoría de los colaboradores, muy especialmente María Payeras Grau o  Ángel Luis Luján Atienza. La primera sitúa al poeta en su generación, sintetizando acertadamente estudios anteriores, y relaciona la poesía de Ángel González con la narrativa española del medio siglo basándose en la novedosa utilización del punto de vista. El segundo se ocupa de los sonetos de Ángel González, prestando especial atención al último, "Todo el mundo lo sabe", que con su mezcla de ironía y gravedad, de habilidad técnica y desengañada visión del mundo, pudiera servir como el mejor colofón de su obra.
            De los dos trabajos que concluyen el volumen (hay además una completa bibliografïa a cargo de Begoña Camblor), firmados por valiosos investigadores jóvenes, Miguel Ángel García y Luis Bagué Quílez, se nos dice que son "resultado del Proyecto de Investigación de referencia FFI2011-26412, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad". ¿Y que es lo que se investiga en ellos que hace que merezcan una especial financiación en un tiempo de recursos escasos? Miguel Ángel García glosa y amplifica lo que dijo Ángel González en los dos estudios que dedicó a la generación del 27. Al hacerlo encuentra "sorpresas inesperadas". Por ejemplo, que "consuela leer, en este no menos áspero mundo de hoy en día, incluido el de los nuevos bardos", que "la literatura forma parte de la Historia, es Historia ella misma". Menudo descubrimiento. Tras la retórica académica –afirma que algo es una obviedad y refuerza su afirmación con la correspondiente cita de otro estudioso, como si las obviedades dependieran del criterio de autoridad—no parece haber más que reiteración de lo ya dicho y consabido.
            Luis Bagué Quílez, también financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, se ocupa de la influencia de la poesía de Ángel González en la poesía española actual. Comienza bien, comparando "Para que yo me llame Ángel González" con un texto que de él procece,"Todo ocurrió para que tú nacieras", de Miguel d'Ors, pero luego cualquier externa semejanza le vale para señalar improbables parentescos. Llega incluso a relacionar un poema de Nada grave, publicado en 2008, con uno de Bruno Mesa incluido en Nadie, de 2002, y otro del mismo libro con uno de Javier Almuzara aparecido en Constantes vitales, de 2004. ¿Influye Ángel González en la poesía española actual o influyó la poesía española joven en Ángel González?
            La cortesía académica impide decir estas cosas. Pero por encima de esa cortesía está el respeto a los lectores. Claude Le Bigot comienza así su artículo: “Hablar de antipoesía para valorar a un poeta que ha merecido un amplio reconocimiento en el panorama de las letras españolas podría resultar poco pertinente, y hasta contraproductivo, a la hora de asomarse a la veta realista que caracteriza parte de la producción del medio siglo pasado”. Bastaría ese párrafo para que el “preceptivo informe de evaluación” lo rechazara (o para que el lector deje de seguir leyendo). Si Nicanor Parra, que se refirió a la antipoesía antes de que el autor de Áspero mundo comenzara a publicar, ha obtenido el premio Cervantes y ningún suplemento cultural ha dejado de ocuparse reiteradamente de ella, ¿cómo va a sorprender que se hable de la antipoesía a propósito de Ángel González? ¿Cómo va a ser “contraproductivo” (quizá quiere decir “contraproducente”)?
            La crítica académica suelen hacerla funcionarios, o aspirantes a ello, que tienen sus propias reglas de evaluación para la promoción interna. Eso explica tanto sus indudables aciertos –fuera de la Universidad y sus métodos y sus medios serían imposibles determinados estudios-- como sus estrepitosos errores, que se evitarían con una evaluación más atenta al rigor y la novedad de los contenidos y  menos gremial.

             

3 comentarios:

  1. Querido José Luis: he recibido la revista PROSEMAS y tiene un empaque admirable. Su formato es sencillo y elegante y el título es un notable acierto que incluye, de entrada, un homenaje continuo al poeta. La variedad de asuntos deja campo para nuevas aproximaciones. Mis preferencias están en María Payeras, Marta Ferrari y Luis Bagué Quílez. Y es difícil que un comité lector rechace una colaboración de un consagrado; de su calidad solo él es responsable. Por lo demás, para los lectores de Ángel González, la revista es un regalo. Como tu reseña. Abrazos.

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    1. Si es un regalo, por lo menos nadie hace el ridículo comprándolo.

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  2. El consagrado que hace el ridículo en Prosemas, amigo Morante, es uno de los expertos encargados de controlar el rigor científico de las colaboraciones.

    JLGM

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