Prosemas. Revista de
estudios poéticos
Extraordinario dedicado a
Ángel González
Universidad de Oviedo, 2015.
Es bien sabido que
no solo la mejor, sino también buena parte de la peor crítica literaria,
especialmente si se refiere a la literatura contemporánea, se hace en la
Universidad. Sorprende encontrarse con una pintoresca muestra de esta última en
un lugar tan inesperado como el número inicial de la revista Prosemas, un volumen monográfico
dedicado íntegramente al poeta Ángel González.
Y digo que sorprende porque la
revista nace como "un órgano difusor de contenidos científicos" y cuenta
como garantía con un prestigioso comité editorial y con un abrumador
"comité científico" internacional.
Quizá el que John C. Wilcox,
catedrático de la Universidad de Illinois, forme parte del comité científico
puede explicar, aunque no justificar, que nadie parezca haberse tomado la
molestia de leer su colaboración antes de publicarla.
Se titula "Apuntes para una
poética gerontológica en el Ángel González de Nada grave" e incurre en una lectura biográfica de los poemas
que muestra tanto un desconocimiento de la biográfica del poeta (fácilmente
subsanable) como del lenguaje poético. Lo que menos importa es que afirme
taxativamente que el libro se terminó de escribir "el 12 de enero de 2008,
el mismo día de la muerte de nuestro poeta" (como si hubiera estado en la
Unidad de Cuidados Intensivos con el cuaderno de notas en la mano). Del primer poema,
"Orazal" (inversión del nombre de Lázaro porque su protagonista se
nos presenta como "el resucitado de
la vida", no de la muerte), "infiere" que Nada grave "se inspiró en el hecho de que el mismo Ángel
González habría sufrido una suerte de ataque, tal como un derrame cerebral, un
infarto o una embolia pulmunar en que él perdió conciencia total, o aun que
murió". O sea que Ángel González, antes de 2002, en que se publicaron los
primeros poemas de su libro póstumo, murió y resucitó, y no metafóricamente, sino
como consecuencia de "un derrame cerebral, un infarto o una embolia
pulmonar". De otro poema, "Hoy", deduce que el poeta se presenta
a sí mismo "como un ser humano con una sola pierna" porque "con
el derrame cerebral habría perdido el uso de la otra pierna". El
fundamento de tan peregrina afirmación --el poeta se quedó cojo a causa de un
derrame cerebral—lo encuentra en los siguientes versos: "Soy esto / --dice
o casi relincha, desafiante, mi cuerpo-- / y nada más que esto: / cuadrúmano o
solípedo / y poca cosa más: sedentario, nocturno".
Contrastan esos disparates
interpretativos con el buen hacer de la mayoría de los colaboradores, muy
especialmente María Payeras Grau o Ángel
Luis Luján Atienza. La primera sitúa al poeta en su generación, sintetizando
acertadamente estudios anteriores, y relaciona la poesía de Ángel González con
la narrativa española del medio siglo basándose en la novedosa utilización del
punto de vista. El segundo se ocupa de los sonetos de Ángel González, prestando
especial atención al último, "Todo el mundo lo sabe", que con su
mezcla de ironía y gravedad, de habilidad técnica y desengañada visión del
mundo, pudiera servir como el mejor colofón de su obra.
De los dos trabajos que concluyen el
volumen (hay además una completa bibliografïa a cargo de Begoña Camblor),
firmados por valiosos investigadores jóvenes, Miguel Ángel García y Luis Bagué
Quílez, se nos dice que son "resultado del Proyecto de Investigación de
referencia FFI2011-26412, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad".
¿Y que es lo que se investiga en ellos que hace que merezcan una especial
financiación en un tiempo de recursos escasos? Miguel Ángel García glosa y
amplifica lo que dijo Ángel González en los dos estudios que dedicó a la
generación del 27. Al hacerlo encuentra "sorpresas inesperadas". Por
ejemplo, que "consuela leer, en este no menos áspero mundo de hoy en día,
incluido el de los nuevos bardos", que "la literatura forma parte de
la Historia, es Historia ella misma". Menudo descubrimiento. Tras la
retórica académica –afirma que algo es una obviedad y refuerza su afirmación
con la correspondiente cita de otro estudioso, como si las obviedades
dependieran del criterio de autoridad—no parece haber más que reiteración de lo
ya dicho y consabido.
Luis Bagué Quílez, también
financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, se ocupa de la
influencia de la poesía de Ángel González en la poesía española actual.
Comienza bien, comparando "Para que yo me llame Ángel González" con
un texto que de él procece,"Todo ocurrió para que tú nacieras", de
Miguel d'Ors, pero luego cualquier externa semejanza le vale para señalar
improbables parentescos. Llega incluso a relacionar un poema de Nada grave, publicado en 2008, con uno de
Bruno Mesa incluido en Nadie, de
2002, y otro del mismo libro con uno de Javier Almuzara aparecido en Constantes vitales, de 2004. ¿Influye
Ángel González en la poesía española actual o influyó la poesía española joven
en Ángel González?
La cortesía académica impide decir
estas cosas. Pero por encima de esa cortesía está el respeto a los lectores.
Claude Le Bigot comienza así su artículo: “Hablar de antipoesía para valorar a
un poeta que ha merecido un amplio reconocimiento en el panorama de las letras
españolas podría resultar poco pertinente, y hasta contraproductivo, a la hora
de asomarse a la veta realista que caracteriza parte de la producción del medio
siglo pasado”. Bastaría ese párrafo para que el “preceptivo informe de
evaluación” lo rechazara (o para que el lector deje de seguir leyendo). Si
Nicanor Parra, que se refirió a la antipoesía antes de que el autor de Áspero mundo comenzara a publicar, ha obtenido el premio Cervantes y ningún suplemento cultural ha dejado de ocuparse reiteradamente de ella, ¿cómo va a sorprender que se
hable de la antipoesía a propósito de Ángel González? ¿Cómo va a ser
“contraproductivo” (quizá quiere decir “contraproducente”)?
La crítica académica suelen hacerla
funcionarios, o aspirantes a ello, que tienen sus propias reglas de evaluación
para la promoción interna. Eso explica tanto sus indudables aciertos –fuera de
la Universidad y sus métodos y sus medios serían imposibles determinados
estudios-- como sus estrepitosos errores, que se evitarían con una evaluación más
atenta al rigor y la novedad de los contenidos y menos gremial.
Querido José Luis: he recibido la revista PROSEMAS y tiene un empaque admirable. Su formato es sencillo y elegante y el título es un notable acierto que incluye, de entrada, un homenaje continuo al poeta. La variedad de asuntos deja campo para nuevas aproximaciones. Mis preferencias están en María Payeras, Marta Ferrari y Luis Bagué Quílez. Y es difícil que un comité lector rechace una colaboración de un consagrado; de su calidad solo él es responsable. Por lo demás, para los lectores de Ángel González, la revista es un regalo. Como tu reseña. Abrazos.
ResponderEliminarSi es un regalo, por lo menos nadie hace el ridículo comprándolo.
EliminarEl consagrado que hace el ridículo en Prosemas, amigo Morante, es uno de los expertos encargados de controlar el rigor científico de las colaboraciones.
ResponderEliminarJLGM