María
Belmonte
Los senderos del mar
Acantilado.
Barcelona, 2017.
Desde el Viaje alrededor de mi cuarto, de Xavier de Maistre,
sabemos que el interés de un viaje –y de un libro de viajes– no depende del
número de kilómetros ni del exotismos de los países que se visiten. María
Belmonte, nacida en Bilbao, recorre a pie los ciento cincuenta kilómetros que
separan su ciudad natal de Biarritz, y ni siquiera lo hace de un tirón, sino en
varias jornadas separadas en el tiempo. Sin embargo, el libro en que nos lo
cuenta es una pequeña obra maestra que no podemos dejar de leer, que nos enseña
a mirar el mundo de otra manera.
¿Cómo
lo consigue? Camina por la orilla del mar (el mar es el gran protagonista del
libro), pero no se limita a describir lo que ve y a narrarnos las anécdotas del
camino. La suya es una mirada ilustrada. En un grano de arena –como quería
Blake– sabe ver un mundo; las rocas le cuentan la historia del universo.
María
Belmonte, antes de emprender el viaje, se ha pertrechado bien intelectualmente.
Una breve historia de casi todo es el título de un libro de Bill Bryson que cita a menudo; podía ser
también el título de su obra, en la que nos encontramos con fascinantes
biografías de los pioneros de la geología, con la historia del surf o de los
baños de mar, con páginas dedicadas a la fascinación de los faros o a los
viajes de los balleneros vascos por las aguas del Mar del Norte.
Algo
de sintética enciclopedia tiene este libro, de corte didácticamente dieciochesco,
pero el arte de la autora hace que nunca canse: nos da una lección como quien
cuenta un cuento, su curiosidad insaciable lo convierte todo en aventura
personal.
Los senderos del mar nos descubre la poesía de
la ciencia, pero María Belmonte nunca incurre en empalagosos lirismos y eso
hace más emocionantes sus reflexiones. Tras recorrer la playa de Itzurun,
escribe: “A modo de despedida, deslicé mi mano por los estratos, eones de
tiempo comprimidos en centímetros de tiempo por las fraguas internas de la
Tierra. Y mientras me alejaba de aquel majestuoso escenario se me ocurrió
pensar que dentro de millones de años –casi un parpadeo a escala de tiempo
geológico– todo lo que constituye nuestro mundo, incluidos nosotros los
humanos, los sonetos de Shakespeare, los rascacielos de Manhattan, las
pirámides, Santa María del Fiore, los teléfonos móviles, los residuos
nucleares, los tigres y las ballenas, las luciérnagas…, todo estará reducido a
unos estratos de roca de unos centímetros de espesor como lo está ahora la
apacible época jurásica en la que medraron los dinosaurios”.
Geología
y elegía, costumbrismo y magia. María Belmonte no tiene inconveniente en hacer
excepciones en su viaje a pie (a veces se sube a un autobús) o en desviarse de
su camino para conocer a un personaje que la interesa especialmente, como
cuando se acerca a Leitza, en las laderas de la sierra de Aralar. Va hasta allí
para encontrarse con Iñaki Perurena, levantador de piedras, que ha creado un
museo dedicado a ese peculiar deporte. Y reproduce un poema suyo, “Hablando con
la piedra”, que es un fascinante poema de amor: “Cuántas horas, días y años /
pensando en ti, unido a ti. / He oído que no estás viva, / que eres fría,
pesada, oscura… / Pero mi contacto te despierta, mis caricias te avivan, / te
vuelves ligera entre mis brazos y te elevas sobre mis hombros. / Mi piedra
querida”.
Los
territorios que recorre María Belmonte no solo guardan ecos de la historia del
mundo, también de su propia historia: en ellos transcurrieron su infancia y su adolescencia.
Por eso este libro tiene también mucho de autobiografía y de autorretrato,
aunque sin ningún exceso narcisista. No ignora que el secreto de aburrir, según
las repetidas palabras de Voltaire, es contarlo todo. Ella, que tanto gusta de
hablar de tantas cosas, de sí misma solo da los datos imprescindibles para que
la sintamos como una acompañante cercana.
Nada
extraordinario sucede en este viaje, que no pretende establecer ningún record,
que parece estar al alcance de cualquiera, pero a cada instante ocurren
maravillas: “No llevaba ni cinco minutos cómodamente instalada y dispuesta a
disfrutar plácidamente del resto de la tarde cuando un arcoíris se desplegó,
inmenso, desde la costa hasta perderse en el fondo del mar. Un semicírculo
perfecto de vivos colores con ese misterioso contraste entre un espacio
interior luminoso y una franja exterior oscura. La lucha entre la luz y las
tinieblas. Por muchas veces que uno haya visto un arcoíris, el espectáculo
siempre le pilla desprevenido. Aunque más o menos sepamos la explicación
científica, su visión nunca deja de cautivarnos. Si avanzamos hacia él, se
alejará de nosotros. Tampoco podemos tocarlo, ni olerlo, ni colocarnos debajo
de él, ni alcanzar sus extremos”.
La
mitología, la etimología, la botánica, la literatura, la pintura, los recuerdos
familiares: de todo echa mano María Belmonte para enseñarnos a ver, porque los
ojos "no ven, saben", como afirmó Jorge Guillén; de ahí que “nuestra
respuesta al paisaje está determinada por la cultura y ha ido cambiando a lo
largo de los siglos".
Los senderos del mar nos hace más sabios y nos
anima a preparar la mochila y salir al camino para descubrir nuestro entorno
más cercano, no menos enigmático que las antípodas. ¿Qué más se puede pedir a
un libro de viajes?
Mi enhorabuena a mi tocaya por este hermoso libro. Ahora estoy disfrutando de “Poema” de Argullol, pero no descarto sacar este otro título de la biblioteca en otro momento. Emulando al maestro, dejo este “poema del día”, una sátira inspirada en un sátiro.
ResponderEliminarCANCIÓN DEL GRAN GUASÓN
Todo me divierte,
todo me da risa,
mi filosofía
solo son las risas.
De mi ombligo sale
a porrón el arte,
a la manivela
dale, dale, dale.
También me relajo
tocando el badajo
y el flautín lo soplo
como en sueños pocos.
Ja ja je je ji ji
jo jo ju ju ja ja
canta que te canta
oye mi charanga,
ji ji je je ja ja
sube a la baranda,
jo jo jo jo ju ju
¡baila mi pachanga!
Leí hace un par de años su "Peregrinos de la belleza", un estupendo repaso a los viajeros de siglos pasados. Ahora éste espera en la pila a que lleguen mis vacaciones. Estoy seguro de que serán mucho mejores gracias a él.
ResponderEliminarNo he leído el libro que aquí (tan excelentemente) se comenta; pero si realmente cita el libro de Bryson como "Una historia de casi todo", hay un pequeño error. El título real de Bryson es "Una BREVE historia de casi todo". Es un libro divulgativo sobre ciencia, y realmente está muy bien.
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