El joven sin alma. Novela romántica
Vicente Molina Foix
Anagrama. Barcelona,
2017.
¿Importa que sea o no una novela la última novela de Vicente
Molina Foix? Como sospechando que tras leer la sinopsis de la contraportada más
de un lector podría tener dudas, el propio autor se ocupa de dejarlo claro
desde la cubierta: junto al título, El
joven sin alma, aparece en letras grandes “Novela romántica”.
El joven sin alma nos cuenta la
infancia, la adolescencia y la primera juventud de un personaje que se llama
como el autor, Vicente, y que coincide con él en todas sus peripecias
biográficas que se pueden constatar documentalmente. La historia, según se nos
informa en las primeras líneas, la cuenta un narrador sin nombre que le ha
acompañado en todas las peripecias de su vida; a menudo, sin embargo, nos
encontramos directamente con la primera persona del protagonista.
Las
anécdotas de infancia y adolescencia pueden ser inventadas, pero luego
encontramos personajes reales, inconfundibles (se citan títulos de sus obras o
poemas suyos) a pesar de que no se indica el apellido: Ramón, Pedro, Guillermo,
Ana María, Leopoldo… También aparecen, con su nombre completo, entre otros
Néstor Almendros y José María Castellet. Camilo José Cela, el gran figurón,
ocupa un lugar destacado en los primeros capítulos.
El joven sin alma nos cuenta –en los
capítulos fundamentales– los orígenes del grupo que está detrás de una
antología, Nueve novísimos, que más
por raros azares de la crítica literaria que por sus propios méritos marcaría
un antes y un después en la historia de la poesía española.
Estamos a
mediados de los años sesenta. Molina Foix nos ofrece un primer retrato de
quienes pronto renovarían la literatura española. Un precocísimo Pere Gimferrer
hacía ya de maestro: “Pedro era grande y desmadejado: una cabeza fina y
recamada en los labios, sensuales, huidizos, puesta encima del cuerpo amplio y
de sus largas piernas y largos brazos. Tenía, me había dicho en una de sus
cartas postales, veinte años, y en su cara quedaban aún las delicadezas de la
adolescencia: un moflete sin sombra de barba, unos ojos claros y nítidos, el
pelo lacio fijo sin aditivos, desguarnecido en la frente pero nutrido por los
lados con dos volutas en forma de novela corta”. Néstor Almendros lo describió
“como el joven más genial que había conocido nunca, lamentando solo que al
genio le faltase figura”.
De los
intereses literarios y cinematográficos de estos aprendices de escritor (sobre
todo los cinematográficos) se habla ampliamente, pero lo que más interesa a
Molina Foix son sus peripecias eróticas, con precisiones que no desmerecerían
en ningún programa televisivo de cotilleos. Pedro y Guillermo, Gimferrer y
Carnero, se disputan el amor de Ana María Moix, que no se interesa por ninguno
de ellos (al parecer no fueron los únicos: Castellet le dedica los Nueve novísimos calificándola como “una
debilidad senil”); Ramón (el futuro Terenci Moix) se enamora de Vicente y la
relación entre ellos ocupa buena parte de las páginas de El joven sin alma, trufadas de amplias citas de las cartas de amor
del primero al segundo.
Quien se
acerque a esta “novela romántica” con
la intención de conocer ciertos entresijos del grupo novísimo puede que no
quede defraudado, aunque se salte muchas páginas, sobre todo las primeras,
dedicadas a las convencionales minucias de una infancia burguesa. Quien se crea
la afirmación del subtítulo y pretenda encontrarse con una “novela romántica”,
pronto se sentirá defraudado (el adjetivo es irónico, el sustantivo erróneo).
¿Pero
importan algo, a la hora de leer un libro, las cuestiones de terminología
literaria, las precisiones de los críticos? Importan, y mucho. El género de una
obra determina nuestras expectativas de lectura. Ya Carlos Bousoño se refirió
al hecho de que un artículo periodístico que nos parece muy poético nos da la
impresión de ser muy prosaico si nos lo encontramos incluido en una colección
de poemas en prosa.
La novela
crea un mundo. Lo que sabemos de sus personajes es todo lo que necesitamos
saber: lo que nos cuenta su autor. En una autobiografía, no solo el autor,
también los personajes de los que habla viven fuera del libro; el lector
completa la información que se le da con la que él tiene o consigue
posteriormente por otros medios. En una autobiografía se puede mentir, u
ocultar información fundamental; en una novela, no. (En ambas, sin embargo,
pueden cometerse lapsus como confundir la estación de tren de Venecia con el
Piazzale Roma, donde paran los autobuses: p. 193, entre otras.)
La
autobiografía plantea también ciertos dilemas que no se plantean en la novela. Vicente
Molina Foix incluye abundantes citas de las cartas de amor –algunas bastante
ridículas, como ya sabemos por Álvaro de Campos que son todas las cartas de
amor– que un personaje real, Ramón, el futuro Terenci Moix, le escribe al
protagonista del relato; añade además un texto inédito, “El cuerpo de Osiris”,
incluido en uno de los tres apéndices con que concluye El joven sin alma. ¿Son reales o inventadas esas cartas, ese
inédito, la reproducción es fiel o está manipulada? Como documento, tendrían
cierto valor; como ficción, escaso.
Resumiendo:
si a usted le gustan las novelas, si pretende leer una novela (romántica o no),
no lea este libro (incluso puede devolverlo si se ha sentido engañado por el
subtítulo); si le interesa la crítica cinematográfica, la oposición estudiantil
al franquismo o, muy especialmente, el anecdotario gay de personajes más o
menos conocidos del mundillo literario, quizá no le defraude del todo.
Apreciado Martín:
ResponderEliminarTe envío estas coplillas matutinas, por si te parece adecuado publicarlas en el blog. Ojalá pronto pueda leer “Arco del paraíso”, aunque de momento las ensoñaciones pessoanas ocupan casi todo mi tiempo libre. He sabido de la nueva edición de la poética de Campoamor porque lo vi en la librería de unos grandes almacenes. Ahora se me ocurre que me interesa ese libro porque se acerca a mis tendencias propias de escritura. ¡Quién sabe los poemas que podré crear bajo su influjo!
Un saludo afectuoso,
M. Taibo
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RAP DE EXHOOLIGAN
El grupo de hooligans
viene y va,
asustando a todos
con su maldad.
Dicen que a ellos les pica
lo social,
pero no te lo creas,
no es verdad.
Celosos de Dios,
quieren su imperio,
se autocoronan,
crean plebeyos.
(Cuidado con faltar
o te denunciarán.
Las bofetadas
solo ellos las dan.)
Déjales, pobrecitos,
bastante tienen
con envidiar a los pijos.
Hola, José Luis, acabo de leer ‘Los exiliados románticos’. Conocí el libro por medio de una reseña que incluiste en ‘Lecturas buenas y malas’; gracias por la recomendación. Me ha gustado mucho, y ando en busca de otros parecidos. Este año me he propuesto comenzar a paliar (más vale tarde que nunca) mi vastísima ignorancia histórica, pero soy un lector hedonista y no me resisto a leer nada que no me resulte, ante todo, divertido, de ahí que opte por las biografías y los libros de memorias. A lo que voy: ¿por casualidad no se te vendrá a la cabeza alguna biografía histórica que te gustara especialmente? La época y el país me dan igual. No quiero ponerte en un aprieto, estoy seguro de que encontraré por mi cuenta muchas de mi agrado, pero, en fin, si se te viniera a la mente alguna de manera espontánea, sin esfuerzo, te agradecería la recomendación. Y no te preocupes, que si luego no me gusta, pues no pasa nada, no se puede coincidir en todo. Un saludo, y gracias.
ResponderEliminarNo soy partidario de hacer recomendaciones. Creo que cada lector, si en un verdadero lector, desarrolla el olfato para encontrar lo que le interesa. Pero, si me permites, haré un poco de publicidad: acabo de publicar un libro, "Sin contemplaciones", en la misma línea de "Lecturas buenas y malas". En él se hablar de unos cuantos libros de historia.
EliminarGracias, lo leeré con gusto. Hace unas semanas incluí ‘El arte de quedarse solo’ en la lista de libros que quería para mi cumpleaños, pero me trajeron otros (lo de elaborar una lista puede parecer frío, pero tiene sus ventajas). Los buscaré por mi cuenta en breve. El último libro tuyo que leí fue ‘Para entregar en mano’. Antes había leído otro tomo de tus diarios, ‘Dicho y hecho’, y ‘Café con libros’, que encontré en la biblioteca. Todos empezaron siendo lecturas de desayuno, que es como llamo yo a los libros que leo mientras me tomo el café, y acabaron relegando a la lectura principal del momento. Y en todos descubrí algún libro o autor que he leído con gusto. No había leído, por ejemplo (soy un pésimo lector de poesía), a Miguel d'Ors, y después de leerte leí fascinado la antología ‘Punto y aparte’. También se me viene ahora a la cabeza ‘Miniaturas’, de Emil Ludwig, un libro con el que disfruté muchísimo. En fin. Gracias de nuevo, y disculpa si mi extraña petición te ha incomodado. A mí tampoco me gusta que me pidan que recomiende libros. Un saludo.
EliminarLa de la foto Es la primeta edicion de los Nueve Novisimos, no? Lo de "poetas españoles" se añadio despues?
ResponderEliminarNo. El título completo "Nueve novísimos poetas españoles" aparece en la portada, pero no en la cubierta (a la que también se suele llamar portada).
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