Antonio Sáez Delgado
Fernando Pessoa y
Espanha
Editora Licorne. Lisboa, 2012
Dos títulos recientes vuelven a poner de actualidad la
cuestión de las relaciones entre Fernando Pessoa y nuestro país. Antonio Sáez
Delgado, profesor en la
Universidad de Évora, compendia sus investigaciones sobre el
tema en Fernando Pessoa e Espanha;
Jerónimo Pizarro reúne en Ibéria.
Introduçao a Um Imperialismo Futuro (Ática) los dispersos fragmentos
dedicados a una cuestión que siempre preocupó a los portugueses: la posible
unión de los pueblos peninsulares.
Las
relaciones de Fernando Pessoa con España, país que nunca visitó, fueron
escasas. Cierto que mantuvo relación epistolar con algunos poetas ultraístas,
pero le ignoraron los nombres de primera fila más interesados por Portugal
–Unamuno, Eugenio d’Ors– y los que le
conocieron apreciaron más su labor de crítico que de poeta. Ramón Gómez de la Serna , que vivió en Portugal
algunos de los años más fecundos de su trayectoria literaria, le cita,
equivocando el nombre, como uno más entre los escritores jóvenes.
Adriano del
Valle fue el único escritor español que conoció personalmente a Pessoa. Ocurrió
en 1923, cuando el poeta andaluz visitó Lisboa en viaje de novios. Durante un
mes se vieron casi diariamente. Pero Pessoa nunca le habló de su obra, sino de
la de su amigo Mário de Sá-Carneiro, cuya poesía intentaba Adriano del Valle
traducir y publicar en España.
Tras la
guerra civil. Adriano del Valle se convirtió en una de las más destacadas
figuras literarias del nuevo régimen. En los años cuarenta, viajó con
frecuencia a Portugal. Eran viajes oficiales, de exaltación de la amistad entre
dos países regidos por un régimen fascista similar. Nunca entonces se acordó
del autor de los heterónimos ni hizo nada por divulgar su obra en España. La
memoria le vino, ya en los años cincuenta, cuando un pariente de Pessoa,
Eduardo Freitas da Costa, que vivía en España, le preguntó por él. Freitas da
Costa colaboraría más tarde en el número monográfico que la revista Poesía dedicó a Pessoa y que supuso la
revelación de toda su plural grandeza para los lectores españoles.
Antonio
Sáez Delgado achaca el olvido actual de Adriano del Valle a su militancia
falangista, a su estrecha relación con el régimen de Franco. Pero leemos su
“Canto a Portugal”, un extenso poema que Sáez Delgado reproduce íntegro, y nos
encontramos con un epígono de la retórica del modernismo. A Adriano del Valle,
un poeta colorista y menor, no se le margina por su relación con el franquismo,
sino que fue esa relación la que le permitió ocupar durante un tiempo un lugar
muy superior al que le correspondía por sus méritos literarios.
El
desencuentro de Pessoa con España lo ejemplifica su relación con Unamuno. Le escribió
enviándole la revista Orpheu, de la
que estaba tan justamente orgulloso, y Unamuno, que mantenía correspondencia
con todo el mundo y que tan atento estaba a cuanto ocurría en Portugal, ni
siquiera le acusó recibo. A Unamuno eran otros nombres los que le interesaban:
Texeira de Pascoaes, Eugénio de Castro, y esos fueron los poetas portugueses
más divulgados en España en los años en que Pessoa realizó su obra.
La
preocupación iberista de Pessoa le llevó a un enfrentamiento con Unamuno que
parece saldar viejos resentimientos. Pessoa, que fue además de poeta, muchas
otras cosas, entre ellas un pensador político, soñaba con la unión de todos los
pueblos peninsulares, con una nueva Iberia que tuviera en Europa y en el mundo
el papel central que la península había tenido en el siglo XVI, en la época
gloriosa de los descubrimientos. Pero esa unión no era una unión con España,
todo lo contrario: solo sería posible con la desaparición de España, de la España imperialista. Sus
palabras no dejan lugar a ninguna duda: “Portugal no quiere ser español, ni de
una forma ni de otra. De los odios que la historia siembra, el odio del
portugués al español imperialista es el único que nos ha quedado, porque el
odio contra los franceses que nos invadieron con Napoleón y contra los ingleses
que nos lanzaron el Ultimátum ya han pasado y han desaparecido”.
Pessoa
identifica a España con la
Castilla que los portugueses derrotaron en Aljubarrota: “La
primera nación enemiga de Iberia es España, en el sentido de la actual España:
Castilla imperando antinaturalmente en un agrupamiento que no consiguió
integrar, porque no integró a Galicia ni a Cataluña”.
Para Pessoa
el espíritu ibérico es una fusión del espíritu mediterráneo con el atlántico,
“por eso sus dos columnas son Cataluña y la nación galaico-portuguesa”.
Castilla sería solo una región de intercambio y de estabilización de esas dos
influencias límites; su papel: ser “el del fiel de la balanza entre esas dos
inclinaciones marítimas”.
El iberismo
de Pessoa no podía sino chocar con el de Unamuno, basado en la preponderancia
de Castilla y su idioma. En una entrevista publicada en Portugal en los años
treinta declaró: “Fui siempre contrario a la fragmentación de la Península. Estoy
en desacuerdo con las aspiraciones separatistas de Cataluña, de las provincias
vascongadas, mi tierra. Un sueño de poetas, de intelectuales… Si le pregunta a
un campesino, a un comerciante catalán, a un hombre del pueblo, si quiere la
independencia, verá lo que le responden”.
Y luego añade: “Pienso que vale más escribir en una sola lengua, en
beneficio de la propia cultura, que permanecer encerrado en una lengua
inaccesible, poco divulgada. ¿Qué ganan los catalanes escribiendo en catalán?
¿Qué ganan los vascos escribiendo en su lengua? La cultura catalana,
finalmente, es conocida por sus escritores que escriben en castellano”. Incluso
los portugueses –insinúa Unamuno–
ganarían escribiendo en castellano. Y Pessoa le responde con algo de exasperada
sensatez: “El argumento de Unamuno es realmente un argumento para escribir en
inglés, ya que esa es la lengua más
difundida del mundo. Si yo me abstuviera de escribir en portugués porque mi
público es limitado, puedo escribir en la lengua más difundida de todas. ¿Por
qué he de hacerlo en castellano? ¿Para que usted pueda entenderme? Es pedir
demasiado para tan poco”.
Ha de tenerse en cuenta, en mi opinión, que Pessoa apenas publicó nada en vida, salvo poemas sueltos que aparecieron en la revista Orphéu y un libro muy malo, llamado "Mensaje", de versos clásicos sobre historia imperial portuguesa, que presentó a un concurso y quedó segundo. (El primer premio se lo llevó un cura.)
ResponderEliminarLos grandes e inmortales poemas de Pessoa eran desconocidos para Unamuno (y para los demás), pues se guardaban en su famosa arca o baúl. Lo mismo pasa con su prosa (fundamentalmente el Libro del Desasosiego).
Es obvio que si Unamuno hubiera conocido esos textos de Pessoa, le habrían entusiasmado y maravillado (como a todos).
"un libro muy malo, llamado "Mensaje"! lol
EliminarEsta é boa!
Una opinión aventurada, ciertamente. Pero se explica porque para entender el libro hay que conocer la historia portuguesa, algo no frecuente entre españoles.
EliminarJLGM
Por otro lado, he remitido copia de su artículo a Carlos Ciro, gran experto en Pessoa y director del blog pessoasdepessoa.blogspot.com
ResponderEliminarLo de la opinión vale para "Mensaje" (que sea malo es una opinión que no comparto), lo demás es un error. Pessoa no publicó en libro, pero ofreció en revistas lo fundamental de su obra ortónima y heterónima. Todas sus grandes obras las anticipó en vida. No solo en "Orpheu", también en "Athena", revista que casi redactó el solo (ahí están los grandes poemas de Caiero y una buena selección de Reis) y en "Presença", además de en otras muchas. También fragmentos del "Libro del desasosieg" aparecieron en vida. Y la prosa de Campos y las discusiones entre los heterónimos. Los avisados ya sabían de sobra lo que guardaba el arca; había ofrecido muestras suficientes.
ResponderEliminarJLGM
Bueno, vale, no soy experta en Pessoa, pero de todos modos me inclino a creer que Unamuno (que no me consta supiera bien el idioma portugués, al menos con nivel adecuado para leer esos poemas) tuviera conocimiento real de la obra poética de Pessoa.
ResponderEliminarNo puedo creer que nadie dotado de un mínimo de sensibilidad (y Unamuno obviamente lo estaba) pudiera quedar indiferente ante los grandes poemas de Pessoa (o Pessoas), para mí cumbres de la poesía mundial.
No nos dice JLGM qué número o números de "Orpheu" remitió Pessoa a Unamuno, quien no sólo no le acusó recibo a él, sino que jamás se refirió públicamente, que yo sepa, a dicha revista; pero en los dos aparecidos (el tercero quedó en pruebas) se incluían poemas suficientes para hacerse, al menos, una primera idea de la talla de Pessoa. En el primero, y además de "O marinheiro", estaba por ejemplo la "Ode triunfal" de Campos; en el segundo, nada menos que la "Ode marítima". Que la amiga del "zumo" tenga esa opinión de Pessoa (que ya le rebatí en el blog "Hemeroflexia", donde se refería a él nada menos que como "el mejor poeta de la historia") no quiere decir que todo el mundo "dotado de un mínimo de sensibilidad" tenga que compartirla, y que por tanto, si no está convencido de que Pessoa sea "el mejor", etcétera, o de que la idea misma de "el mejor" no es cosa sumamente discutible, carezca por ello de "un mínimo de sensibilidad". Pessoa era sin duda demasiado "moderno" para los gustos de Don Miguel, 24 años más viejo que el portugués. Y que las ideas mismas del "zumo" son un poco menos absolutas de lo que ella se figura, puede verlo en el disentimiento de JLGM (que yo comparto) acerca de que "Mensagem" sea, nada menos, "un libro muy malo". Sospecho, por su modo de expresarse, que la amiga del "zumo" es muy joven; quizá ese modo de calificar a "Mensagem" le haga reírse de sí misma (cosa muy sana) dentro de unos años.
ResponderEliminarMe alegra comprobar que "gatoflauta" vuelve a traer a estos comentarios sensatez y buena información.
ResponderEliminarJLGM
Gracias por las gracias. Sensato, procura uno serlo, y más en estos tiempos, donde tantas cabezas parecen algo perdidas. La información no es meritoria, y menos con internet: el sumario de las entregas de "Orpheu", por ejemplo, figura en el artículo dedicado por la wikipedia portuguesa a la revista, de donde tomo mis datos. En todo caso, que no queden dudas: grandísimo poeta Pessoa, y grandísima labor a su respecto, y a tantos otros respectos, la de JLGM. Muchos, pienso, lo reconozcan o no, sabemos más, y sabemos mejor, gracias a ella.
ResponderEliminarLeyendo al señor García Martín y a Gatoflauta una aprende, que es de lo que se trata, aunque obviamente discrepo de algunas opiniones. Y mis queridos contertulios no me aclaran si Unamuno entendía o no bien el portugués, porque, que yo sepa (pese a mi juventud), don Miguel era catedrático de griego en Salamanca y conocía algunas lenguas modernas, pero no sé si el portugués lo dominaba como para entender plenamente los poemas de Pessoa. (Con el portugués uno se cree que lo entiende, pero si no lo ha estudiado la verdad es que no lo capta del todo). Bueno, y para despedir mi intervención en esta entrada, tomo del blog de Carlos Ciro (pessoasdepessoa.blogspot.com) este no muy conocido poema de Pessoa:
ResponderEliminarHe escrito más versos que verdad.
He escrito, principalmente,
porque otros han escrito.
¿Si nunca hubiese habido poetas en el mundo,
sería yo capaz de ser el primero?
¡Nunca!
Sería un individuo perfectamente consentible,
tendría casa propia y moral.
¡Señora Gertrudis!
Limpió mal este cuarto:
¡sáqueme esas ideas de aquí!
Así que Pessoa tuvo tángana con Unamuno. Curioso curioso. Es como Frazier vs Ali.
ResponderEliminarTengo la sensación de que a Pessoa le importaba un rábano la literatura en español porque en general pasaba olímpicamente de la lengua y la cultura españolas. Pessoa era bilingüe portugués-inglés (vivió su infancia en Suráfrica y allí aprendió el inglés por inmersión) y además conocía fluidamente el francés, por su oficio de traductor de cartas comerciales, de modo que sentía interés hacia esas culturas (en particular leía mucho Dickens y novela policiaca en inglés) pero nunca le interesó aprender español ni en general la cultura española.
ResponderEliminarUnamuno sabia portugués (escribió mucho sobre literatura portuguesa) y Pessoa tenia libros españoles en su biblioteca y tradujo del español. Cierto que no valoraba la cultura española como la inglesa o la francesa (y algo de razón tenia, sin que se enfaden mis compatriotas).
ResponderEliminarJLGM