lunes, 27 de enero de 2014

Stephen Grosz: Entender lo que nos pasa

La mujer que no quería amar 
y otras historias sobre el inconsciente
Stephen Grosz
Debate. Barcelona, 2014

Sigmund Freud, en la apócrifa entrevista que Papini recoge en Gog, un libro tan leído en su tiempo como hoy olvidado libro, confiesa lo siguiente: “Literato por instinto y médico a la fuerza, concebí la idea de transformar una rama de la medicina –la psiquiatría– en literatura. Fui y soy poeta y novelista bajo la figura de hombre de ciencia. El psicoanálisis no es otra cosa que la transformación de una vocación literaria en términos de psicología y de patología”.
            La entrevista podrá se apócrifa, pero lo que en ella dice Freud encierra una gran verdad: el psicoanálisis es menos una disciplina científica que un género literario. De ahí que le resulte tan aparentemente fácil a un psicoanalista convertir una colección de casos clínicos en una espléndida colección de relatos. Es lo que hace Stephen Grosz en The Examined Life, aquí traducido como La mujer que no sabía amar.
            Las referencias literarias abundan, por otra parte, a lo largo del libro. Se cita a Karen Blixen: “Todas las penas pueden contarse si se pone dentro una historia, o se cuenta una historia acerca de ellas”. Se glosa, a propósito de uno de los casos, el enigmático y fascinante relato de Herman Melville, “Bartleby, el escribiente”. Aparecen también, a propósito de un sueño, unos versos de Pedro Salinas: “Se me olvidó tu nombre. / Las siete letras andan desatadas; / no se conocen. / Pasan anuncios en tranvías; letras / se encienden en colores a la noche, / van en sobres diciendo / otros nombres. / Por allí andarás tú, / disuelta ya, deshecha e imposible”.
            Los títulos de los capítulos cumplen a menudo la función de la moraleja en las antiguas fábulas: “Cómo podemos vernos atrapados por una historia que no puede contarse”, “Cómo los elogios pueden causar una pérdida de confianza”, “Cómo la paranoia puede aliviar el sufrimiento y prevenir una catástrofe”, “Cómo el enamoramiento nos aleja del amor verdadero”, “Cómo el miedo a la pérdida puede hacer que lo perdamos todo”. Otros títulos remiten a libros de autoayuda: “Sobre cómo sobrellevar la muerte”, “Sobre cómo superar el duelo”.
            Pero el libro es, en primer lugar, literatura. En el prefacio se indica que, aunque se han alterado algunos detalles “en aras de la confidencialidad”, se trata de “historias verdaderas”. En algún caso, cuesta creerlo; no parece verosímil que, en un viaje en avión de Nueva York a San Francisco, una desconocida le cuente al autor las intimidades referidas en “Cuanto más grande la tienda…”
            Pero en general se respeta el principio de verosimilitud en estos relatos enmarcados que nos recuerdan a Chejov, que era médico, y a uno de los discípulos de Zola, Guy de Maupassant. Con Zola precisamente relaciona su trabajo psicoanalítico el apócrifo Freud de Papini: “Me di cuenta bien pronto de que las confesiones de mis enfermos constituían un precioso repertorio de documentos humanos. Yo hacía, por tanto, un trabajo idéntico al de Zola”.
            Salvo escasas excepciones, los relatos comienzan con la llegada de un nuevo paciente a la clínica, como las historias de Sherlock Holmes se inician con la llegada de un desconocido al domicilio del detective en Baker Street. Se trata, en ambos casos, de resolver un problema, de encontrar la solución a un enigma.
            Stephen Grosz lo resuelve dejando hablar al paciente, interviniendo lo menos posible. Ni siquiera interviene cuando el paciente prefiere callar o incluso dormir durante la consulta (“A través del silencio”). Las sesiones, de cincuenta minutos cada una, cinco días a la semana, a veces duran años. Los pacientes de Grosz, como los protagonistas de las películas de Woody Allen, suelen ser burgueses acomodados y cultos. Sus problemas tienen que ver con la relación con los padres o con la pareja, con los problemas no resueltos de la infancia. No entienden lo que les pasa y el psicoanalista les ayuda a entenderlo.
            Solo en raras ocasiones se trata de verdaderos problemas psiquiátricos. Es el caso del niño maltratado y maltratador de “Cómo la ira puede protegernos de la tristeza”, uno de los más desoladores del conjunto, aunque con final –dentro de lo posible– feliz.
            Algunas veces el aséptico narrador se convierte en protagonista. “Cuando mi padre cumplió ochenta años, mi esposa y yo le regalamos un viaje a Hungría”, comienza “Volver”. Llevan al padre –superviviente del Holocausto– a visitar los territorios de su infancia y este se niega a reconocerlos. Para sobrevivir, a veces hemos de borrar ciertos hechos de nuestra memoria, al menos mientras no seamos capaces de insertarlos en una historia que los dote de sentido.
            La anagnórisis como procedimiento y la catarsis como efecto final, las funciones de la literatura señaladas ya por Aristóteles, caracterizan también al psicoanálisis, cuyas curaciones muchos psiquiatras atribuyen exclusivamente al efecto placebo.
            Pero lo cierto es que ayuda a desatar ciertos nudos, a limpiar fétidos rincones de nuestra personalidad, a conocer un poco mejor al desconocido que somos para nosotros mismos. Placebo o no, lo importante es que funcione. Y funciona tan bien como los cuentos de hadas o la gran literatura.
            Raro será el lector que no se identifique con alguno de los casos de este libro. Leerlo resulta tan beneficioso como asistir a una serie de sesiones con el más reputado analista. Y con un coste mucho menor en tiempo y en dinero.  

             

3 comentarios:

  1. No todos los niños hemos sido felices pero la esperanza perdida ( aunque no lo reconozcamos ) es un enemigo con el que se puede y se debe convivir . ¿ El sentido de la vida ? : Monty Python . No solo hay voluntarios para ir a Marte sino que les hay para ir y no volver ( ese Woody niño que se cuestiona todo ante el inminente choque de un meteorito cuando visita con su madre al psicoanalista ) .

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  2. Resulta reconfortante que Vd. se moleste en publicar sus conocimientos gratuitamente poniéndolos a disposición de todos. Son clases magistrales. Enhorabuena.

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  3. Muchas gracias, Pero yo me limito a comentar libros recientes.

    JLGM

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