jueves, 27 de febrero de 2014

Prim y las teorías de la conspiración


Matar a Prim
Francisco Pérez Abellán
Planeta. Barcelona, 2014

Con motivo del segundo centenario de su nacimiento, la Comisión Prim –creada y dirigida por Francisco Pérez Abellán– ha vuelto a estudiar las extrañas circunstancias que rodearon la muerte del general con resultados sorprendentes: Juan Prim y Prats, presidente del Consejo de Ministros, hombre fuerte en un parlamento que acababa de votar el nombramiento de Amadeo de Saboya como rey de España, no murió a consecuencia de los disparos que se hicieron contra él en la calle del Turco sino que fue estrangulado con un cinturón mientras reposaba en el palacio de Buenavista y quien apretó ese cinturón sería, o bien directamente el general Serrano, regente del reino, o bien un colaborador suyo bajo su atenta mirada.
            ¿Sensacionales revelaciones? Sin duda alguna, pero tan creíbles como otras que se hacen a lo largo de Matar a Prim, un enfático, confuso y reiterativo volumen que pocos historiadores se tomarán la molestia de leer y refutar. Francisco Pérez Abellán no solo descubre que Prim fue estrangulado, sino también que cuatro magnicidios que siguieron al suyo, los de Cánovas (1897), Canalejas (1912), Dato (1921) y Carrero Blanco (1973), estuvieron inspirados en él y siguieron la misma “plantilla consolidada: asesinos por encargo como autores materiales y órdenes llegadas del entorno del poder, del juego político, de las altas esferas”. Incluso llega a insinuar que si Serrano dio muerte a Prim, Franco estaba al tanto del día y la hora de la muerte de Carrero. Y no insinúa sino afirma que el mismo esquema se aplicó en el asesinato de Kennedy.
            Otra revelación, esta a propósito de la ajetreada vida sentimental de la reina Isabel II: “En un estado de exaltación sin freno, Isabel quiso divorciarse de su marido para casarse con Serrano. Vivía el amor como la adolescente entregada que era”. Creíamos que el divorcio se había aprobado en España el año 1981, pero Pérez Abellán nos descubre que ya existía en el XIX y que una reina podía divorciarse, volverse a casar y seguir siendo reina.
            También descubre que la investigación de Antonio Pedrol Rius, autor del libro Los asesinos de Prim (aclaración de un enigma histórico), publicado en 1960, estaba inspirada directamente por Franco, que ya comenzaba a pensar en un Borbón como sucesor suyo y quería limpiar a esa dinastía de cualquier responsabilidad en el magnicidio. Ese hecho inverosímil –buena cosa le importaría a Franco, que tan mal se llevaba con don Juan de Borbón, lo que hubieran hecho o dejado de hacer otros Borbones en el siglo XIX– le sirve para devaluar el análisis del voluminoso sumario que realiza Pedrol Rius y sus conclusiones.
            Lo curioso es que la manipuladora intención que achaca al anterior investigador coincide con la que Pérez Abellán explicita en el, cuando menos curioso, “Mensaje al rey Juan Carlos I de los científicos de la Comisión Prim” que coloca al frente del volumen: “Me honro en comunicarle que, al contrario de lo que se ha afirmado sin base alguna y se sostiene con impertinencia saducea, la línea legitimista que representa su tatarabuelo Alfonso XII no tuvo nada que ver en la conspiración que acabó con el magnicidio del general Juan Prim y Prats, presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra en 1870. En realidad, debe decirse que lo asesinaron enemigos feroces de los Borbones alfonsinos. Nos encanta haber podido rendir este servicio a la monarquía y al pueblo de España”.
            Pero nunca nadie achacó intervención alguna al futuro Alfonso XII, que entonces tenía trece años, en la muerte de Prim. Otra cosa es que, como afirma Torres-Dulce, y el propio Abellán cita, a consecuencia de esa muerte “comience a emerger otro proyecto, el de la restauración borbónica, la dinastía que derrocó Prim y que había jurado que jamás, jamás volvería al trono”.  
            Muy larga vida tuvieron los asesinos del general Prim, si hemos de creer a Pérez Abellán. Tras la publicación en los años sesenta del libro de Pedrol Rius que alertaba de que el sumario contenía “verdaderas toneladas de dinamita política” (Pérez Abellán entrecomilla esta frase, pero no parece que Pedrol Rius dijera tal cosa), “cómplices de los asesinos” se dedicarían a sustraer unas partes del sumario y a inutilizar otras, emborronándolas y manchándolas con tinta hasta volverlas ilegibles. A no ser que la complicidad resulte hereditaria, los cómplices de los asesinos deberían tener por esas fechas más de ciento cincuenta años.
            Pero lo que deduce Pérez Abellán de ese sumario cargado de “dinamita política” –aunque él lo cuenta de la manera más farragosa y repetitiva posible– es que los asesinos materiales, encabezados muy probablemente por Paul y Angulo, estaban próximos al partido republicano, pero fueron financiados por agentes relacionados con Serrano y, sobre todo, con el duque de Montpensier, el gran enemigo político de Prim. De hecho, al sumario se le dio carpetazo cuando una hija de Montpensier se casó con el rey Alfonso XII; no convenía seguir investigando las posibles implicaciones en el asesinato del padre de la reina.
            ¿Añade algo Pérez Abellán a lo ya sabido? En su opinión, no solo añade algo sino que –para decirlo en su pintoresco estilo– descubre, “de una vez por todas, las falsedades históricas que los intelectuales de pitiminí, los falsos historiadores y los novelistas de la falsificación no han dejado de difundir durante casi siglo y medio de leyendas interesadas”. Si hemos de hacerle caso, tras su libro han de reescribirse los manuales de historia de España.
            El cadáver del general Prim se ha conservado momificado y del análisis de sus restos, llevado a cabo por la doctora María del Mar Robledo en el Hospital Universitari Sant Joan, de Reus, se deduce que las heridas recibidas en la calle del Turco “dejaron al general impedido desde el momento de la emboscada”, por lo que los comunicados oficiales que hablaban de la levedad de las heridas y de que el general estaba consciente y había subido por su propio pie las escaleras del palacio de Buenavista no reflejaban la verdad, buscaban ganar tiempo para encontrar una salida a la complicada situación que planteaba la desaparición del hombre fuerte del régimen. En el análisis de los restos se encontraron también unas marcas en el cuello que la doctora considera “compatibles con una posible estrangulación a lazo”. Estos dos hechos constituyen la aportación del libro de Pérez Abellán (y de la Comisión Prim, "una institución voluntaria y altruista") al estudio del magnicidio.
            Y el primero de ellos convierte en absurdas todas las elucubraciones que se hacen sobre el segundo. Si el tipo de heridas que Prim sufrió en la calle del Turco “hizo que su cuerpo se quedara prácticamente sin sangre, lo que facilitó que el cadáver se momificara de forma natural”, ¿qué sentido tiene que alguien estrangulara al moribundo en su lecho de muerte? Y ese alguien no sería cualquiera sino el propio Serrano o alguno de sus ayudantes, los mismos que estaban difundiendo las noticias de la levedad de las heridas.
            Matar a Prim debería estudiarse en las escuelas de periodismo como ejemplo de lo que no debe ser el periodismo de investigación: un mínimo de hechos verdaderos y un máximo de hipótesis ni demostradas ni demostrables, y a menudo contradictorias. No se trata de un libro de historia, ni de divulgación histórica, sino de un cuento, vagamente inspirado en hechos reales, y muy mal contado.

6 comentarios:

  1. Un saludo.
    Por desgracia, abunda mucho este tipo de periodismo “fantástico”, aunque quizás la culpa ha de ser compartida, ya que también por desgracia, abunda un tipo de lector con poco interés en el análisis de lo que llega a sus ojos.

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  2. Acuerdo plenamente con Alberasan en cuanto al tipo de lector bobo que, desgraciadamente, abunda; lector pasivo cuando no misólogo. Me permito compartir un link que aporta interesante información fidedigna y documentada sobre la manipulación informática pergeneada en torno a la crisis venezolana.
    http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-240368-2014-02-22.html

    Un saludo desde la otra Córdoba

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  3. JLGM: puesto que más de una vez se ha mencionado a Borges en este Blog, comparto el link en el que se puede leer (y, si se desea, bajar) todos los números de la nueva época de la revista La Biblioteca, de la Biblioteca Nacional de la República Argentina, fundada por Paul Groussac, y de la que Borges fuera Director. Alli encontrarán incluso el último número, todo dedicado al escritor. http://www.bn.gov.ar/revista-biblioteca

    Saludos.

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  4. Acertado comentario a esta patraña periodística, que atenta al sentido común, la Historia y la ciencia forense. Menos mal que queda gente como usted, con criterio y sensatez para distinguir a un mentiroso sensacionalista de la verdadera profesionalidad, incluso en el periodismo. Muy interesante, gracias.

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  5. Absolutamente de acuerdo con tus apreciaciones sobre lo que es el peor libro de ensayo histórico que he leído hasta la fecha. Embarullado, repetitivo, incoherente y sensacionalista. Supongo que lo habrá escrito en tres tardes, antes de que pasara el efecto publicitario de los actos de conmemoración de la muerte del general.

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  6. Estoy leyendo el libro y es un verdadero panfleto, me aburre, es repetitivo, las 400 hojas podrían resumirse en 50. Las conclusiones a las que se llegan podrían ser ciertas. Pero es tanto el afán por demostrar que tiene razón, como una venganza personal hacia sus críticos, que se quitan las ganas de tomárselo en serio y hace dudar de la seriedad de la investigación. Es un mal escritor .

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