La vida constante (Conversaciones en el tránsito del milenio)
Miguel Ángel Muñoz
Editora Regional de
Extremadura. Mérida, 2018.
Hay libros que engañan. La
vida constante, del poeta, historiador y crítico de arte mexicano Miguel
Ángel Muñoz, es uno de ellos. Promete lo que no da.
Reúne
entrevistas con algunos de los más destacados escritores españoles de las
últimas décadas realizadas a lo largo de más de veinte años. Por sus páginas
pasan novelistas –Juan Goytisolo, Ana María Matute, Antonio Muñoz Molina–,
poetas –Francisco Brines, José Ángel Valente, Ángel González–, además de
algunos hispanistas, como Hugh Thomas o Raymond Carr. El lector se las promete
muy felices ante estas “Conversaciones en el tránsito del milenio”, como se
subtitula el volumen.
La
entrevista literaria en lengua española alcanzó su mayoría de edad con las que
José María Carretero, que firmaba El Caballero Audaz, comenzó a publicar en la
revista La Esfera allá por 1914. El
título general era “Nuestras visitas” y todas se realizaban en el domicilio del
entrevistado, que servía para caracterizarlo. Las preguntas no eran las
convencionales. Con los escritores, siempre se interesaba por lo que la
literatura tenía de oficio sin desatender los rendimientos económicos de la
actividad. Pronto comenzó a reunir esas entrevistas en libro, con el título general
de Lo que sé por mí (se publicó más
de una decena de volúmenes) y el subtítulo de “Confesiones del siglo”. Se
reeditaron múltiples veces y todavía se leen con gusto.
No es el
caso de las que reúne Miguel Ángel Muñoz. Ocasionales trabajos periodísticos la
mayoría de ellas, se agrupan en libro sin contextualizar y sin tener en cuenta
si siguen o no manteniendo su interés. La entradilla que precede a cada
entrevista con frecuencia se limita a una enumeración de títulos y de premios,
a poco más –o quizá menos– de lo que aportan las entradas de la Wikipedia.
Sorprende
la entradilla dedicada a Ángel González. La entrevista parece realizada con
motivo de la publicación de su libro Otoños
y otras luces, pero en ella se habla de poemas (“Triste gracia”, “Campo de
concentración”, “Gajes del oficio”) que no están en ese libro ni recogidos en
ninguna edición de Palabra sobre palabra.
No tardamos
en dar con la solución del enigma. Miguel Ángel Muñoz debió realizar su
entrevista con motivo de la publicación de 101
+ 19 = 120 poemas, una antología de 2001 en la que Ángel González
anticipaba poemas inéditos destinados a un nuevo libro que aparecería al año
siguiente. Parece que Miguel Ángel Muñoz trató de actualizar la entrevista
–gajes del periodismo–, pero se olvidó de eliminar las referencias a poemas que
no están en Otoños y otras luces, sino
en otra publicación anterior que se cuida mucho de mencionar.
Y entre las
preguntas a Ángel González hay alguna que demuestra una cierta confusión entre
anecdotario y verdad poética: “En estas elegías recogidas en su libro reciente
no hay referencias a las noches del Paraguas, el mítico bar ovetense. ¿Es
consciente de formar parte de una leyenda cotidiana?”
No quiere
ello decir que no haya entrevistas excelentes en La vida constante. Destacan las de los autores con los que Miguel
Ángel Muñoz tuvo una cierta relación amical, como Juan Goytisolo o José Ángel
Valente, o la de Francisco Brines, un poeta que tiene la buena costumbre de
responder por escrito y revisar minuciosamente todas sus entrevistas.
No lo ha
hecho, evidentemente, Ignacio Martínez de Pisón y es muy dudoso que sus
declaraciones orales se recogieran con exactitud. ¿De verdad dijo que la
realidad le parece aburrida el más realista y galdosiano de los narradores
actuales? ¿De verdad dijo que “la distancia entre la tragedia y la fantasía es
bastante escasa, apenas dentro de mi propia vida existe”? Tampoco se entiende
muy bien su diferencia entre “la biblioteca y el cuarto de cachivaches” de su
casa y mucho menos cuando indica que “los Episodios
nacionales de Galdós estaban en la biblioteca, cuando muy bien podían haber
estado en aquel cuartito”.
La
entrevista al científico y humanista Santiago Genovés es otro ejemplo de
oralidad que no acierta a ser transcrita adecuadamente, aparte de referirse a
hechos muy concretos de la actualidad mexicana que requerirían una anotación.
Pero quizá hubiera sido mejor dejar esa entrevista –como tantas otras– en las
efímeras páginas periodísticas en que se publicaron por primera vez.
El periodismo
es también literatura, y algunos de los mejores libros de la literatura
contemporánea (casi todo Azorín, todo Julio Camba, buena parte de Unamuno y de
Ortega) han sido publicados primero en los periódicos.
Pero no todo
lo que se publica en la prensa merece ser recogido en libro. Hace falta una
selección, una reestructuración, una labor de edición, que es lo que Miguel
Ángel Muñoz no ha hecho, o ha hecho malamente. Parece haberse limitado a reunir
todas sus ocasionales entrevistas, sin revisarlas, sin comprobar si seguían
teniendo o no interés. Algunas lo tienen, pero parece un abuso de confianza
pedirle al paciente lector que realice un trabajo que debería haber hecho el
autor o, en su defecto, la editorial, pública y no privada, en que aparece el
volumen.
Hay entrevistas tan jugosas que constituyen un buen libro, pero parece que este no es el caso.
ResponderEliminarUn abrazo. Para tenerlo en cuenta
No he leído todavía el libro del que habla y, por tanto,no sé aún si las entrevistas recogidas en el mismo son imprescindibles o no.Pero como hay críticas para la Editora Regional, creo que debería indicar quién estaba al frente de la misma cuando se dio el visto bueno a esta publicación.De esta manera, el nuevo Director no tendría que cargar con las consecuencias de las decisiones de otros. Gracias.
ResponderEliminarNo lo puedo indicar, Anónimo, porque en el libro no figura.
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