sábado, 25 de agosto de 2018

Editar sin editar



La vida constante (Conversaciones en el tránsito del milenio)
Miguel Ángel Muñoz
Editora Regional de Extremadura. Mérida, 2018.

Hay libros que engañan. La vida constante, del poeta, historiador y crítico de arte mexicano Miguel Ángel Muñoz, es uno de ellos. Promete lo que no da.
            Reúne entrevistas con algunos de los más destacados escritores españoles de las últimas décadas realizadas a lo largo de más de veinte años. Por sus páginas pasan novelistas –Juan Goytisolo, Ana María Matute, Antonio Muñoz Molina–, poetas –Francisco Brines, José Ángel Valente, Ángel González–, además de algunos hispanistas, como Hugh Thomas o Raymond Carr. El lector se las promete muy felices ante estas “Conversaciones en el tránsito del milenio”, como se subtitula el volumen.
            La entrevista literaria en lengua española alcanzó su mayoría de edad con las que José María Carretero, que firmaba El Caballero Audaz, comenzó a publicar en la revista La Esfera allá por 1914. El título general era “Nuestras visitas” y todas se realizaban en el domicilio del entrevistado, que servía para caracterizarlo. Las preguntas no eran las convencionales. Con los escritores, siempre se interesaba por lo que la literatura tenía de oficio sin desatender los rendimientos económicos de la actividad. Pronto comenzó a reunir esas entrevistas en libro, con el título general de Lo que sé por mí (se publicó más de una decena de volúmenes) y el subtítulo de “Confesiones del siglo”. Se reeditaron múltiples veces y todavía se leen con gusto.
            No es el caso de las que reúne Miguel Ángel Muñoz. Ocasionales trabajos periodísticos la mayoría de ellas, se agrupan en libro sin contextualizar y sin tener en cuenta si siguen o no manteniendo su interés. La entradilla que precede a cada entrevista con frecuencia se limita a una enumeración de títulos y de premios, a poco más –o quizá menos– de lo que aportan las entradas de la Wikipedia.
            Sorprende la entradilla dedicada a Ángel González. La entrevista parece realizada con motivo de la publicación de su libro Otoños y otras luces, pero en ella se habla de poemas (“Triste gracia”, “Campo de concentración”, “Gajes del oficio”) que no están en ese libro ni recogidos en ninguna edición de Palabra sobre palabra.
            No tardamos en dar con la solución del enigma. Miguel Ángel Muñoz debió realizar su entrevista con motivo de la publicación de 101 + 19 = 120 poemas, una antología de 2001 en la que Ángel González anticipaba poemas inéditos destinados a un nuevo libro que aparecería al año siguiente. Parece que Miguel Ángel Muñoz trató de actualizar la entrevista –gajes del periodismo–, pero se olvidó de eliminar las referencias a poemas que no están en Otoños y otras luces, sino en otra publicación anterior que se cuida mucho de mencionar.
            Y entre las preguntas a Ángel González hay alguna que demuestra una cierta confusión entre anecdotario y verdad poética: “En estas elegías recogidas en su libro reciente no hay referencias a las noches del Paraguas, el mítico bar ovetense. ¿Es consciente de formar parte de una leyenda cotidiana?”
            No quiere ello decir que no haya entrevistas excelentes en La vida constante. Destacan las de los autores con los que Miguel Ángel Muñoz tuvo una cierta relación amical, como Juan Goytisolo o José Ángel Valente, o la de Francisco Brines, un poeta que tiene la buena costumbre de responder por escrito y revisar minuciosamente todas sus entrevistas.
            No lo ha hecho, evidentemente, Ignacio Martínez de Pisón y es muy dudoso que sus declaraciones orales se recogieran con exactitud. ¿De verdad dijo que la realidad le parece aburrida el más realista y galdosiano de los narradores actuales? ¿De verdad dijo que “la distancia entre la tragedia y la fantasía es bastante escasa, apenas dentro de mi propia vida existe”? Tampoco se entiende muy bien su diferencia entre “la biblioteca y el cuarto de cachivaches” de su casa y mucho menos cuando indica que “los Episodios nacionales de Galdós estaban en la biblioteca, cuando muy bien podían haber estado en aquel cuartito”.
            La entrevista al científico y humanista Santiago Genovés es otro ejemplo de oralidad que no acierta a ser transcrita adecuadamente, aparte de referirse a hechos muy concretos de la actualidad mexicana que requerirían una anotación. Pero quizá hubiera sido mejor dejar esa entrevista –como tantas otras– en las efímeras páginas periodísticas en que se publicaron por primera vez.
            El periodismo es también literatura, y algunos de los mejores libros de la literatura contemporánea (casi todo Azorín, todo Julio Camba, buena parte de Unamuno y de Ortega) han sido publicados primero en los periódicos.
            Pero no todo lo que se publica en la prensa merece ser recogido en libro. Hace falta una selección, una reestructuración, una labor de edición, que es lo que Miguel Ángel Muñoz no ha hecho, o ha hecho malamente. Parece haberse limitado a reunir todas sus ocasionales entrevistas, sin revisarlas, sin comprobar si seguían teniendo o no interés. Algunas lo tienen, pero parece un abuso de confianza pedirle al paciente lector que realice un trabajo que debería haber hecho el autor o, en su defecto, la editorial, pública y no privada, en que aparece el volumen.


           

3 comentarios:

  1. Hay entrevistas tan jugosas que constituyen un buen libro, pero parece que este no es el caso.

    Un abrazo. Para tenerlo en cuenta

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  2. No he leído todavía el libro del que habla y, por tanto,no sé aún si las entrevistas recogidas en el mismo son imprescindibles o no.Pero como hay críticas para la Editora Regional, creo que debería indicar quién estaba al frente de la misma cuando se dio el visto bueno a esta publicación.De esta manera, el nuevo Director no tendría que cargar con las consecuencias de las decisiones de otros. Gracias.

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  3. No lo puedo indicar, Anónimo, porque en el libro no figura.

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