Angélica
Leo Ferrero
Traducción de
Cipriano Rivas Cherif
Edición de María
Belén Hernández González
Espuela de Plata.
Sevilla, 2023.
Hay
dos libros en este libro: uno de ellos es la obra Angélica, de Leo Ferrero,
estrenada por Margarita Xirgu en Buenos Aires el año 1938, en traducción de
Cipriano Rivas Cherif que había permanecido inédita hasta ahora; el otro, la
historia del autor, reconstruida en el amplio prólogo.
Quienes visitan el cementerio de
Plainpalais, en Ginebra, se encuentran, muy cerca de las de Borges y Calvino,
con tres tumbas de una misma familia. En el centro, la del hijo, Leo Ferrero, y
a los lados, como protegiéndole para toda la eternidad, las de los padres:
Guglielmo Ferrero y Gina Lombroso. A propósito de esta última, se lee en la
solapa de uno de sus libros, El alma de la mujer, traducido por
Eduardo Blanco Amor en 1945: “Hija del gran maestro de la antropología moderna,
esposa del eminente historiador y publicista, y madre de esa magnífica promesa
literaria que fue su hijo Leo, muerto prematuramente, Gina Lombroso vivió en un
ambiente consagrado al culto del espíritu. Sobreviviente a los grandes hombres
de su familia, lejos de caer en una estéril desesperación, se dedica al alto
menester de exaltar sus vidas en páginas de una serenidad y de una elevación
verdaderamente admirables”.
Leo Ferrero nació en 1903 y murió en
1933, poco antes de cumplir treinta años, en un accidente de circulación.
Para entonces era ya uno de los principales intelectuales europeos. Perseguido
por el fascismo de Mussolini, como toda su familia, emigró a Francia y allí
cambió el italiano por el francés como lengua literaria. Su primer libro es de
1929 (antes había publicado una obra de teatro) y lleva una introducción de Paul Valéry; desde 1931 colabora en Sur, la
revista que Victoria Ocampo fundó en Buenos Aires. Su muerte conmocionó a la
Europa intelectual de su tiempo. Dejó abundante obra inédita, que sus padres
fueron dando a conocer. Gina Lombroso, consciente de la genialidad del hijo, llevó
un diario sobre él, El despuntar de una vida. Notas sobre Leo Ferrero
Lombroso desde su nacimiento hasta los veinte años, traducido al español en
1944.
Angélica, drama satírico en
tres actos, se escribió en 1929 y es una de las obras de Leo Ferrero que
quedaron inéditas. Se estrenó en París en 1936, coincidiendo con el comienzo de
la guerra civil española. En 1929, Hitler aún no había llegado al poder y la
amenaza a la democracia –aparte del comunismo triunfante en Rusia-- la
representaba Mussolini, quien tenía en España a un buen discípulo, Primo de
Rivera. No podía pensar al escribirla en la República española, pero cuando se
estrenó parecía que hablaba de ella y por eso el protagonista lleva el uniforme
del ejército republicano en la representación en Buenos Aires.
Los personajes de la comedia del
arte son utilizados por Leo Ferrero en Angélica para satirizar el
fascismo y para tratar de explicar las razones de su aceptación por buena parte
del pueblo italiano (la oposición se limitaba a un puñado de intelectuales). El
procedimiento ya fue utilizado por Benavente en Los intereses creados y
en La ciudad alegre y confiada, de argumento más universal la primera,
más centrada en la política española de entonces la segunda.
En Angélica aparecen Arlequín
y Polichinela, junto a otros muchos personajes procedentes del teatro popular y
de marionetas de las distintas regiones italianas, pero los protagonistas
llevan los nombres de Orlando y Angélica, tomados del famoso poema de Ariosto que
tuvo innumerables derivaciones.
No solo hay sátira del fascismo en Angélica,
también de la democracia populista que suele estar en su base y de ahí la
modernidad de la obra, que admite lecturas contemporáneas y podría
representarse hoy como si estuviera escrita pensando en el momento político
actual.
Los tres actos de Angélica se
sitúan en las tres fases de todo episodio revolucionario: opresión, rebelión triunfante,
vuelta de los mismos perros con distintos collares. El acierto de Leo Ferrero
es entremezclar farsa y reflexión política. Y también darle la vuelta al
personaje de Angélica, que de víctima se convierte en cómplice, como la mayoría
complaciente que calla y otorga en cualquier dictadura.
Los padres de Leo Ferrero, exiliados
en Ginebra, tras su muerte trágica en Nuevo México (un conductor borracho chocó
contra el coche en que viajaba), hicieron todo lo posible por publicar su obra
inédita y porque no cayera en el olvido. Pero Guglielmo murió en 1942 y Gina en
1944. Desde entonces, su figura --representante de otra época, de una Europa
que pronto saltaría en pedazos-- se ha ido desdibujando.
“Los elegidos de los dioses mueren
jóvenes”, dice el apotegma clásico. Y Leo fue elegido casi desde la cuna, como Gina Lombroso supo testimoniar en El despuntar de una vida. Pero la suya
no es solo una conmovedora biografía que concluye en la tumba de Plainpalais,
en la que están escritas unas palabras suyas que sintetizan su idea de una vida
feliz: “Une femme que m’aime, un peu de musique, beaucoup de silence”. Este
“drama satírico en tres actos”, que ahora se publica por primera vez en
español, puede servir para reavivar el interés por Leo Ferrero y confirmar la
valía de una obra “antes de tiempo y casi en flor cortada”, para decirlo con
palabras de Garcilaso.
ResponderEliminarComo desde hace unos meses en estas crónicas, ¡ cuántas erratas, errores y párrafos confusos (¿cortes mal hechos?) en la de hoy !
Parece que su autor se relee cada vez menos o cada vez peor.
Algunos errores: Gina Lombroso murió en 1944 y no en 1946. Su hijo no murió "a pocos días de cumplir treinta años" sino 51 días antes de cumplirlos. Y su primer libro no data de 1929 sino de 1924. Etc, etc, etc.
Hay también afirmaciones importantes que son falsas, como ésta: "Leo Ferrero [...] murió en 1933 [...] Para entonces era ya uno de los principales intelectuales europeos. [...] Su muerte conmocionó a la Europa intelectual de su tiempo." Eso es lo que el amor por su hijo de la madre (con un evidente talento para la publicidad) hubiera querido que sucediese, pero en realidad Ferrero era un joven que no tenía nada de un genio ("la genialidad del hijo") y del que muy poca gente había oído hablar en Europa en 1933 (la mayoría de los pocos escritores o periodistas que habían escrito sobre su escasa obra eran amigos de los padres). Los pocos lectores que habían oído hablar de él se lo debían al prefacio de Valéry a su obra "Leonardo o dell'arte", en la que, por cierto, el autor de "El cementerio marino" no comenta una sola vez el libro de Ferrero. Valéry utiliza su libro para exponer ideas estéticas que hacía tiempo que quería desarrollar (Charles Du Bos le había pedido poco tiempo antes un prólogo a una antología de los "Cuadernos" de Leonardo que pensaba publicar y que al final no se hizo).
Ciertas las aclaraciones. Su primer libro importante es de 1929, pero en 1924 publicó una obra de teatro, "La chioma de Berenice". Y Gina Lombroso murió en 1944. Lo demás son apreciaciones subjetivas. Y el primer párrafo... muy "Pablo Morales". Pero no hay mal que por bien no venga. Muchas por las correcciones concretas, no por rasgarse las vestiduras diciendo que ¡hay muchas erratas! sin señalarlas.
ResponderEliminar"Muchas gracias por las correcciones concretas", quiero decir.
ResponderEliminarHay tantas erratas y frases que suenan raro que haría falta mucho tiempo para citarlas (y algunas para discutirlas luego). Hay 2 veces "Lina" Lumbroso, por ejemplo.
ResponderEliminarLo de sonar raro es cosa suya. Las erratas son otra cosa. Muchas gracias por señalar todas las que encuentre. Aquí se pueden corregir de inmediato.
ResponderEliminarMás erratas:
ResponderEliminarmurió en 1933, A poco antes
Paul Valéry [con acento]
hasta SUS veinte años
hicieron todo lo posible por publicar su obra inédita y PORQUE no cayera en el olvido - Y POR QUE
la tumba de Plainpalais, en LAS que están escritas
*
"se encuentran, muy cerca de las de Borges y Calvino, con tres tumbas de una misma familia."
Para evitar que alguien pueda pensar que es la de Italo Calvino, yo hubiera puesto Juan Calvino.
*
"Gina Lombroso, consciente de la genialidad del hijo, llevó un diario sobre él, "El DESPERTAR de una vida. Notas sobre Leo Ferrero Lombroso desde su DESPUNTAR hasta su veinte años", traducido al español en 1944."
"Gina Lombroso supo testimoniar en "El DESPERTAR de una vida"
El título del libro es falso. En la portada de la edición de 1944 se puede leer: "Gina Lombroso. El DESPUNTAR de una vida. Editorial Sudamericana". En la de la edición de 1952: "Gina Lombroso. Doctora en Letras y Medicina. El DESPUNTAR de una vida. Notas sobre Leo Ferrero Lombroso desde su nacimiento hasta sus veinte años. Prólogo de Victoria Ocampo. Traducción de José Bianco. Editorial Sudamericana. Buenos Aires".
Todo lo cual puede verse aquí:
https://www.abebooks.com/servlet/BookDetailsPL?bi=31288819937&searchurl=sortby%3D17%26tn%3Dvida%2Blombroso&cm_sp=snippet-_-srp1-_-title10
https://articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-659771563-gina-lombroso-el-despertar-de-una-vida-sin-tapa-_JM#position=4&search_layout=stack&type=item&tracking_id=ae7b17a1-360a-4ff9-b091-eb242fa07afa
Qué excelente corrector de erratas es Pablo Morales. Cualquier editor estaría encantado de contratarle. Un buen corrector es casi tan raro como un buen escritor.
ResponderEliminarHe conocido las torturas de la revisión de manuscritos y de la corrección de pruebas. No siendo masoquista, por nada del mundo volvería a ellas.
ResponderEliminar¡Y yo cuento gratis con tan excelente profesional! Afortunado soy. Espero que no se canse de leerme con tanta atenciónl
ResponderEliminarPor un lado, "Flattez, vous rentrerez", decía Victor Hugo.
ResponderEliminarPor el otro, mi única intención aquí es demostrarle que tratar mal a sus lectores tiene consecuencias, aunque a veces no se vean. Dada la cantidad de erratas y errores que hay en sus textos, insultarlos es literariamente suicidario. Y sin embargo parece ser su diversión preferida.
Es la misma historia que con sus amigos...
El símbolo que mejor le describe a usted es el del Escorpión, que es incapaz de no picar, aunque hacerlo le cueste caro. Una de las manifestaciones del masoquismo...
Antes de pasar al libro, los textos que usted lee en el blog pasan por varios filtros. Los detractores como usted no saben el favor que me hacen. Yo disfruto cuando me señalan una errata o un error que puedo corregir de inmediato. Lo malo es cuando aparecen en libro y quedan ahí hasta la segunda edición o para toda la eternidad.
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