Re-generación. Antología de poesía española (200-2015)
Selección de José
Luis Morante
Valparaíso ediciones.
Granada, 2016.
¿Juventud y novedad van siempre unidas? En literatura, en el
arte en general, no siempre es así. Estéticamente se nace viejo y luego se
vuelve uno joven, aunque no en todos los casos.
Re-generación, la antología preparada
por José Luis Morante, ejemplifica a la perfección lo que acabamos de decir.
Incluye a poetas nacidos entre 1980 y 1993 que comenzaron a publicar ya en el
siglo XXI: de 2002 son los primeros libros de Elena Medel y Javier Vela.
Lo primero
que llama la atención es que se trata de poetas escasamente rupturistas, muy
respetuosos por lo general con sus maestros inmediatos. Fernando Valverde, el
que inicia la antología, es un muy correcto epígono de Luis García Montero, de
quien ha aprendido a entremezclar coloquialismo y audacia expresiva, denuncia y
sentimentalidad. Los sonetos de Rodrigo Olay o Xaime Martínez continúan la
estela de Luis Alberto de Cuenca. También cercano a él se encuentra el
desenfado de Diego Álvarez Miguel, quien en “Enciendo la luz de la mesita”
homenajea al postismo y a Carlos Edmundo de Ory.
Quizá el
poeta que ejemplifica mejor esta línea neotradicional es precisamente Rodrigo
Olay, quien tras el brillante soneto a la manera de Luis Alberto de Cuenca
publica un poema enumerativo muy en la línea de Miguel d’Ors. Él mismo ironiza
sobre los reparos que pueden hacerse a esta línea suya, entre el pastiche y el
homenaje, en una décima en que cita, por este orden, a Borges, d’Ors, Almuzara,
Piquero, Luis Alberto, González, Botas, los Machado.
No menos
respetuosa con la tradición resulta la poesía de Javier Vela, en la que tampoco
faltan los explícitos homenajes (reescribe el “Beatus ille” horaciano en “El
usurero”), pero en quien ya encontramos una voz madura y personal.
Notable
resulta el culturalismo de Francisco José Martínez Morán, con su inevitable
homenaje a Hopper, y el ejercicio de síntesis de su “Ceremonia pictórica”:
“Desata la galerna, William Turner. / Retrata el equilibrio, Boticelli. /
Viérteme en los pinceles, Claude Monet…”
No faltan
los poemas en los que se homenajea a escritores: Rubén Martín Díaz reescribe a
un cuento de Borges (“Nuevo encuentro con Ulrica”) y José Alcaraz a Thomas
Merton. Poetas culturalista, a veces con ironía (como en el caso de Aitor
Francos), en los que raras veces sorprende algún desliz, como la relación de
Valente con Lisboa (en un poema de María Alcantarilla) o el que Martha Asunción
Alonso titule “Castilla” y lo convierta en un homenaje a Antonio Machado un
poema que habla de Ponferrada.
En esta
línea de poetas cultos (en la tradición de la poesía meditativa se incluye
Pablo Núñez) y de aplicados aprendices, a ratos un tanto ingenuos, disuena la
poesía de Elvira Sastre, mucho menos literaria, más ligada al recitado en
nocturnos locales alternativos (de ahí su gusto por la anáfora: véase su poema
“Yo no quiero ser recuerdo”) y a la inmediatez panfletaria de la canción
protesta: en “Un país de poetas” habla de “capitalismo devorador”, “una mujer
con una pensión de mierda”, “el pueblo nunca miente”.
Pablo
Fidalgo Lareo, también hombre de teatro, se inclina por la poesía narrativa,
mientras que Ben Clark ha aprendido de ciertos poetas de lengua inglesa (de los
que es buen traductor) a evitar el verbalismo tan ligado a nuestra tradición.
No lo consigue del todo Miguel Floriano, pero se agradece el espesor
lingüístico de sus versos frente a la chatura expresiva de tantos otros.
José Luis
Morante comienza su sumaria introducción, de la que esperariamos un mayor rigor
crítico y menos atenerse a la convencional glosa del currículum de cada poeta,
con una referencia a “la profunda conexión entre el momento poético más reciente
y la crecida digital”. No se nota demasiado esa conexión, a no ser que aluda a
que Diego Álvarez Miguel titula un poeta “Google maps” y Javier Temprado
Blanquer comente en otro que “lee las noticias en Internet”.
¿Supuso
algún cambio el que la poesía pasara de difundirse mediante manuscritos
(incluso tiempo después de inventarse la imprenta) a hacerlo de forma impresa?
¿Cambia el libro electrónico la manera de escribir novelas, un blog personal la
manera de escribir poemas? José Luis Morante y los periodistas más apresurados
parecen pensar que sí. No entienden que
“nativo digital” es solo una metáfora que no hay que tomar al pie de la letra:
un recién nacido de hoy no está más adaptado al mundo digital que uno nacido
hace cien años.
Cambian los
tiempos, la sociología influye en la poesía, como no podía ser de otra manera,
pero la historia de la literatura tiene un ritmo distinto al de la historia
general. La difusión, el impacto de unos pocos de estos jóvenes poetas
(pensemos en Luna Miguel,, un nombre a tener muy en cuenta) no sería el mismo
sin Internet, pero la mayoría de ellos habría escrito exactamente lo mismo sin
ella, pero no (pienso ahora en uno de los poetas que más me interesan,
Constantino Molina) sin la lectura de Alberto Caeiro o de Eloy Sánchez Rosillo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn saludo entrañable, José Luis, y muchas gracias por ocuparte de Re-generación. Creo que es una selección representativa del ahora poético; en ella conviven continuidad y ruptura. También es nítida la conexión de estos poetas con lo digital, sin necesidad de que el antólogo explore esas conexiones binarias en el prólogo. Un placer percibir tu conocimiento de la nueva poesía. Un abrazo desde Rivas.
ResponderEliminarInternet, amigo Morante, ha dado nuevas alas a la poesía, facilitando su difusión. Pero no está tan claro que haya dejado su huella en la creación poética. Cuando Luis García Montero publica sus primeros libros no hay Internet ni teléfonos móviles; cuando lo hace Fernando Valverde, si. ¿Diferencia eso la manera de entender la poesía de maestro y discípulo? Yo creo que no. Y además, internet es cosa de todos. La mayoría de los poetas jóvenes que tú antologas (pienso, por ejemplo, en Constantino Molina) no está más presente en las redes digitales que el antólogo ya casi sesentón. Los viajeros del Inserso crean grupos de watsapp y "guasapean" como adolescentes.
EliminarJLGM
La poesía está viva. Que su difusión o distribución sea cambiante, nada importa. Con palabras se construyen imágenes, sensaciones, universos...bellos, a pesar del tema. Y eso sigue y sigue. Afortunadamente.
ResponderEliminarUn saludo
Interesante tanta gente joven entre ambas aguas.
ResponderEliminarBonita portada.
¿Y por qué tantos inéditos, JLMM? No creo que tengan recorrido suficiente como para que estos valgan de por sí.
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