viernes, 22 de agosto de 2014

Hablar por hablar



Los grandes hombres solo son grandes porque otros somos pequeños.

Alguien debería decirle a Dios que no existe.

Sin literatura el mundo sería ilegible.

Se acaba el tiempo, empieza la eternidad.

Hay cosas ocultas que no son ningún secreto.

Amar a la humanidad es una buena excusa para no tener que amar a nadie.

Hablo a solas, pero no me escucho.

¿Resucitar? No, gracias. Con una vida ya he tenido bastante.

Hay quien usa su talento sin ningún talento.

Qué humano es ser inhumano.

Algún día dejaré de soñar que estoy despierto.

Hay verdades tan seductoras que parecen mentiras. Y a menudo lo son.

A veces, como no encontramos a una mujer, tenemos que conformarnos con dos o tres.

La comedia es una tragedia a la que le falta el último acto.

Era tan inteligente que logró que nadie se enterara.

Se mire como se mire, el triunfo es siempre una vulgaridad.

Hay personas que molestan menos como enemigos que como amigos.

No hacer nada requiere mucha fuerza de voluntad.

Si eres feliz, procura que nadie se entere.

La realidad no existe, pero aún no se ha enterado.

Al despertar creamos el mundo.

Un hombre completamente normal sería anormal.

Un hombre feliz es que a los noventa años se mira al espejo y se sigue gustando.

Un genio desconocido de todos, incluso de sí mismo, ¿es un genio?

Un hombre elegante lo sigue siendo incluso cuando está desnudo.

Morir está al alcance de cualquiera.

El valor está sobrevalorado.

Tiene buena memoria quien recuerda solo lo que quiere recordar.

Nunca te rías de los demás sin fingir que te ríes de ti mismo.

Se puede ser inteligente y buena persona.

¡Cuidado con los tontos! Pueden ser muy listos.

¿Quieres a quien no te quiere? ¡Eso sales ganando!

El silencio ofende. Mejor hablar para no decir nada.

Hay quien dice que solo hay que tener miedo al miedo; yo es a lo único que no le tengo miedo.

Cuánto mal nos hacen buscando nuestro bien.

Qué aburrido sería un mundo sin fronteras.

Solo hago favores si me garantizan que no se va a enterar el favorecido.

Hay cosas totalmente distintas que son completamente iguales. Un hombre y una mujer, por ejemplo. O un hombre y otro hombre.

Cuando tengas algo que decir, piénsalo dos veces antes de decir nada. Cuando no tengas nada que decir, habla sin problemas.

Lo mejor de la música son los silencios.

En las páginas en blanco nunca hay erratas.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Lecturas buenas y malas


A PROPÓSITO DE
LECTURAS BUENAS Y MALAS
UN CUESTIONARIO DE
ALFREDO VALENZUELA


1--Por favor, algunos ejemplos de libros “injustamente recordados”.

Los últimos libros en verso castellano de Pere Gimferrer, las últimas novelas de Dona León, casi todos los premios Planeta, buena parte de las publicaciones académicas sobre literatura contemporánea... Si no hubiera libros "injustamente recordados", ninguna historia de la literatura pasaría de un centenar de páginas, a los suplementos culturales de los periódicos les sobrarían la mitad de las páginas y la mayoría de los premios literarios quedarían desiertos un año sí y otro también.

2--¿Los “disparates académicos” son más divertidos, precisamente, por venir de donde vienen?

Claro. No es lo mismo que un periodista hable de la "poesía de la experiencia" o de la "poesía del silencio" sin saber muy bien de qué habla a que una hispanista dedique su tesis doctoral a la poesía contemporánea sin leer a los poetas que estudia, limitándose a resumir las reseñas que se han escrito sobre ellos, las polémicas en que han participado y los prólogos a las antologías que los incluyen. Y no cito nombres, pero podría.

3--“Los malos poetas son los mejores humoristas involuntarios”. ¿Ejemplos?

Hombre, mi memoria es selectiva. Los leo, me río y van directamente al cubo del reciclaje. También los buenos poetas hacen a veces el ridículo, y esa es una antología que sí me gustaría hacer. Ya la intentó Gerardo Diego. Quien, por cierto, es el autor de unos versos que podrían ir en esa tontología: "Cuando yo era niño, me traía el mar / las cadencias de don / Emilio Castelar. / Hoy me deleita, raro sireno, / don José María Pemán, / el bueno". Estos versos los leí yo, a mis trece o catorce años, en una reseña de un libro suyo publicada en el ABC y desde entonces se me quedaron en la memoria; está visto que ya iba yo para crítico literario. Tampoco está nada mal el comienzo de un soneto de cierto poeta andaluz cuyo nombre callo (ha ganado infinitos premios): "Se enciende el chirimbolo. Lavadora. / Y dan vueltas las cosas de la casa / y pasa y pasa y pasa / aproximadamente media hora".

4--¿El exceso de elogios ha generado una especie de inflación literaria?

No todos los elogios valen lo mismo. Unos son como la moneda alemana de la época de Weimar: papel mojado; otros valen su peso en oro.

5--¿No desmiente Vargas Llosa su aserto de que “un perfecto caballero nunca podrá ser un gran escritor”?

Aquí viene muy bien recordar aquello de que las excepciones confirman la regla.

6--¿El valor de un crítico se mide por la cantidad o por la calidad de sus enemigos?

¿Valor como valentía o como calidad? Un crítico es valiente cuando dice lo tiene que decir y no lo que conviene a la publicidad editorial o a su propia promoción como escritor. Pero la sinceridad, por si sola, vale bien poco en la crítica literaria. Hace falta además saber de qué se habla, tener criterio, saber escribir (no es una obviedad: quienes tienen dificultades con la sintaxis y con la sindéresis sienten una rara predilección por la poesía o por la crítica).

7--¿No ha conocido a profesores de literatura que disfruten leyendo?

Por supuesto. Suelen ser muy jóvenes y no resulta nada grave: se les pasa con la edad.

8--¿Tiene muchos alumnos que disfruten leyendo?

En el primer curso de la Universidad, bastantes; luego cada vez menos.

9--¿No le gustan las “etiquetas de fácil uso didáctico”?

No me gustan quienes las utilizan para evitarse el trabajo de estudiar la realidad a la que se refieren.

10--¿En quién pensaba cuando escribió que “nadie verdaderamente inteligente se dedica a la crítica”?

En mí, por supuesto. Si yo fuera la mitad, de inteligente de lo que me creo, me dedicaría a otras actividades más provechosas. Pero seguro que me divertiría menos.

11--¿La amistad es un defecto?

Digamos que es un incordio cuando se trata de juzgar imparcialmente una obra. Pero yo pertenezco a esa incómoda especie de los que son más amigos de la verdad que de Platón.

12--Morelli hablaba del “carácter hiriente” de Huidobro ¿tiene usted ese tipo de carácter?

¿Tiene un cirujano un carácter hiriente? Si es así, yo también lo tengo. Huidobro, además de gran poeta, era también un megalómano un tanto infantiloide; quería ser el primero en todo, no soportaba que nadie le hiciera sombra. Yo lo soporto bastante bien; sé cuál es mi sitio.

13--¿Reúne en libros todos sus escritos, o casi todos?

Publico todo lo que escribo porque la mejor musa, como decía Umbral, es el encargo. No entiendo eso de escribir para uno mísmo; me parece tan absurdo como hablar solo. Y buena parte de lo que escribo aparece antes, en todo o en parte, en publicaciones periódicas. Hay quienes utilizan ese hecho para desvalorizarlo. Confunden continente con contenido. Lo que se entiende por "periodismo" (escritos sin voluntad de permanencia ligados a la actualidad) se puede publicar tanto en libro como en la prensa periódica. Y la literatura, desde el siglo XVIII, sea o no de ficción, se ha publicado antes en las revistas que en el libro, como la poesía del siglo de Oro se divulgaba en manuscritos antes de reunirse en un volumen.

14--¿Quedan escritores como Gabriela Mistral cuya obra literaria más interesante sean ellos mismos?

Ahí está el caso paradigmático de Leopoldo María Panero. No es el único. Juan Gelman, sin su dolorosa peripecia humana, se queda en poco. Cuando pasa el tiempo, de la mayor parte de los escritores, sobre todo de los escritores menores, resulta más interesante su vida que su obra. Por eso las autobiografía envejecen mejor que las novelas y las cartas escritas a vuela pluma mejor que la mayoría de los sonetos.

15--Su editor afirma que usted dice incluso “lo que nadie debería decir” ¿Se arrepiente de algo dicho en alguna de sus reseñas?

Esa frase del editor tiene un simple fin publicitario. Yo jamás he dicho lo que no se debería decir, soy muy mirado en eso. Alguna vez sí he dicho lo que nadie se atrevía a escribir, aunque muchos lo pensaran y lo comentaran en privado. Algo tengo del niño ingenuo del cuento de Andersen que señala con el dedo al rey, o a un afamado catedrático de Ética, y afirma que está desnudo.