sábado, 21 de septiembre de 2019

Uno de los grandes



Poesías completas 2019
Miguel d’Ors
Renacimiento. Sevilla, 2019.

Es fácil discrepar de Miguel d’Ors, imposible no admirarle. Por eso no me referiré a la parte más ideológica de su obra, tampoco voy a ciertas expresiones chirriantes que disuenan en nuestra sensibilidad actual.
            Prefiero insistir en que es uno de los grandes poetas de este tiempo. En su generación, quizá el único que ha ido creciendo libro a libro. El más reciente, Manzanas robadas, publicado en 2017, a los setenta años, contiene poemas que están a la altura de los mejores suyos.
            A nadie como a él se le puede aplicar aquella expresión, tan citada, que Eliot tomó de Dante para elogiar a Pound: “il miglior fabbro”. Miguel d’Ors es el mejor artesano de la poesía española contemporánea, el que mejor conoce el oficio. Sus poemas podrían, deberían utilizarse en los talleres literarios para enseñar los secretos de una tarea que requiere precisión de cirujano a la hora de utilizar el lenguaje.
            En “La mujer 10” nos dice cómo debería ser para él un buen poema: “inteligente, tierno y divertido”. Divertidos son muchos de sus poemas (puede irritarnos, pero nunca aburrirnos, al menos cuando escribe en verso), y no solo aquellos en los que toma a sí mismo como objeto de burla, sino también esos otros, entre Catulo y Marcial, en que pone en solfa el mundo contemporáneo.
            Escribe con la inteligencia, no solo con el corazón. El poema responde a una estrategia, es un artefacto perfectamente construido para lograr su efecto, nunca un mero desahogo sentimental. Pocos placeres intelectuales mayores que escucharle explicar el “making of”, el cómo se hizo de un poema suyo.
            Le gusta reescribir poemas ajenos, darle nueva vida a un tópico clásico y, como en los poetas del Siglo de Oro, conocer la fuente no hace desmerecer el resultado, sino que acrecienta nuestra admiración. Baste un ejemplo. El poema “Aunque no lo parezca” reescribe “Preguntas de un obrero ante un libro”, de Bertolt Brecht:: “Y ahora que ya los hemos admirado, / pregunto: ¿quién compraba las patatas / que sostenían el saber de Mommsen?, / ¿quién se las cocinaba, y le ponía / mantel, platos, cubiertos, copas y servilletas, / sin olvidar el pan en su cestita?, / ¿quién le hacía la cama a Rilke, quién / planchaba sus camisas?, / ¿quién, cuando él ya llevaba media tarde, / ganando un poco más de admiración futura, / aún seguía fregando los cacharros?”
            Además de un índice de títulos y primeros versos, incluyen estas poesías completas otro de nombres propios. Poesía con nombres, para decirlo con palabras de Blas de Otero, es la de Miguel d’Ors: sus poemas están llenos de familiares y amigos, de referencias a lugares geográficos, a personajes literarios, que se repiten en una recurrencia significativa, constituyen un leitmotiv.
            Cuántas antologías temáticas se podrían hacer con la poesía de Miguel d’Ors, que tanto gusta de las referencias concretas: nadie cómo él ha evocado la emoción del montañismo, la Galicia rural, la intrahistoria de su familia, el amor de todos los días, el misterio y el asombro de vivir… Incluso es autor de poemas, como “Made in Pakistán”, que podrían entrar en la mejor muestra de poesía social.
            Más cerca del plural Quevedo que del esteticista Góngora, del impuro Neruda que del depurado Juan Ramón, pocos poetas ha habido con tanta “variedad temática, tonal y estilística”, pocos tan polifacéticos.
            Sabe que no es posible ser sublime sin interrupción y por eso gusta de los poemas menores que parecen meros juegos de ingenio, como  “Avecedario”: “La golondrina, aguzada / como un flechazo de Amor; / el mirlo madrugador, / gayarre de la enramada; / la tórtola que, enlutada, / borbota su desconsuelo / en Fontefrida; el mochuelo / dando ejemplo de atención. / Y los gorriones, que son / la calderilla del cielo”.
            Miguel d’Ors, uno de los grandes de la poesía española. Y este volumen –que tantas maravillas encierra, inagotable fuente de felicidad– da cumplida cuenta de ello.
           

4 comentarios:

  1. ¡Qué extraño! Todo caricias, ningún bofetón. Y ninguna crítica a la edición...

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  2. ¿No había ya una reseña de este libro? ¿Esto es una rectificación tras una relectura? Un saludo.

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  3. La reseña amplia solo salió en el blog. Esta es la versión breve para los suplementos impresos.

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