Jardín Gulbenkian
J. A. González
Iglesias.
Visor. Madrid, 2019.
En la poesía de Juan Antonio González Iglesias, desde su
primer libro importante, Esto es mi
cuerpo, se entremezclan referencias al mundo clásico y al mundo
contemporáneo, estoicismo y edonismo, reflexión y cántico.
Jardín Gulbenkian tiene como núcleo
central el jardín de la fundación Calouste Gulbenkian, en Lisboa, un jardín que
el mecenas armenio imaginó ya en su correspondencia con el poeta Saint-John
Perse, de la que se citan algunos pasajes.
El comienzo
del libro es sentencioso, de lenguaje casi ensayístico: “Hay una relación
fuerte entre el jardín y la liturgia. / Es una forma estructurada de la
esperanza. / Presupone la idea de la divinidad, la teoría de juegos y la
sintaxis”.
No acaban
de encajar las piezas en este primer poema, los elementos conceptuales, a
menudo un tanto gratuitos (“Cumple los ideales de igualdad sin violencia”), con
la descripción de un paseo por el jardín en el que “un joven semibárbaro con el
torso desnudo / practica malabares entre sus camaradas”.
El libro,
en lo que interesa al lector de poesía, no empieza hasta el poema siguiente.
“Primera noche de verano”, en el que todo encaja, en el que nada falta ni sobra:
un vaso de agua le basta para sintetizar teología y clasicismo, simplicidad y
misterio.
Hay otros
poemas espléndidos. Cito algunos: “Bosque de pinos en Atenas castellana”, sobre
un pequeño parque salmantino, “Academia”, que nos cuenta la visita de Horacio
al bosque de Academo, donde Platón dialogaba con sus discípulos, o la tan
personal utilización de la écfrasis que supone “Frick Colecction. Retrato de Tomás
Moro”, donde el autor de Utopía –y
también muchas otras cosas, como el poema se ocupa de subrayar– se convierte en
un modelo de vida.
Gana la
poesía de González Iglesias cuando tiene un referente, culturalista o vital; se
queda con frecuencia en nada cuando se limita a ser un mero apunte, una vaga
reflexión (“He aquí el movimiento”, “He oído”). El poeta llega más lejos que el
moralista o el pensador.
Las
referencias al mundo contemporáneo son marca de su estilo. Un poema se titula
“Un podcast sobre Dante a
medianoche”, en otro alude a una aplicación –Google Lens– y a una entrada de la
Wikipedia que podrían explicar una línea de Pessoa.
Tampoco
podría faltar el mundo de los gimnasios, la exaltación de la belleza masculina.
El homoerotismo de González Iglesias aparece exento de sexualidad, como una
especia de idealizada camaradería viril.
“Nos pesamos desnudos en la báscula” es un poema de estética
publicitaria, como un anuncio de Dolce & Gabbana o de Jean Paul Gaultier
para una nueva fragancia masculina: “Nos pesamos desnudos en la báscula / del
vestuario. Anda cada uno / a su aire después del ejercicio. / Cada uno en su
edad. Cuerpos morenos / y blanco curvo mármol duplicado. / Una veintena de
desconocidos, / unos locuaces, otros silenciosos / en la rutina. Jóvenes
altivos, / y maduros serenos, y admirables / ancianos, compartiendo casi nada. /
Adánicos, estáticas las líneas / que hacen que estemos bien constituidos”.
En otro
poema un grupo de jóvenes “corren sobre la arena y sobre el mes de marzo”. En
los versos finales, cuando van a las duchas, “su sobriedad atlética / nos
devuelve a la copas de cerámica ática”.
El libro
lleva un prólogo con aclaraciones y agradecimientos. Jardín y poema tienen
mucho en común: “El jardín recorta sobre la superficie un fragmento de mundo
bien hecho, que acaba equivaliendo al mundo. Es exactamente lo mismo que el
poema hace en el lenguaje”.
La poética
clásica –la poética a la que aspira– “está llamada a decir lo esencial, aunque
casi sin decirlo”.
No siempre
se atiene González Iglesias a ese ideal. En Jardin
Gulbenkian sobran buena parte de las vueltas y revueltas sobre ese jardín.
Mejor que lo que el libro tiene de deliberada teoría, lo que tiene de sabia
práctica de una manera de entender la poesía en la que los ideales clásicos se
vuelven contemporáneos y la música rigurosa del endecasílabo sustituye al divagador
verso libre.
LECTORA RASA
ResponderEliminarSiempre me supo a poco ser el mero lector
al que se alude en contraportadas y revistas.
Ahora, sin ambiciones, distracción ni amigos
soy auténtica desocupada lectora.
A UN SANTO VARÓN
EliminarEs el cielo saber
que no vas a morir,
y que no todo es polvo.
Podría explicártelo
con mucho más detalle,
mas necesitaría
la eternidad completa.
A LOS POETAS FÚNEBRES DE HOLANDA
EliminarNo os preocupéis mundanos
de los que moriremos sin festejo:
ya hubo Alguien que se hizo
pequeño como nosotros.
“Hay una relación fuerte entre el jardín y la liturgia. Es una forma estructurada de la esperanza. Presupone la idea de la divinidad, la
ResponderEliminarteoría de juegos y la sintaxis”.
“Nos pesamos desnudos en la báscula del vestuario. Anda cada uno a su aire después del ejercicio. Cada uno en su edad. Cuerpos morenos y blanco curvo mármol duplicado. Una veintena de desconocidos, unos locuaces, otros silenciosos en la rutina. Jóvenes altivos, y maduros serenos, y admirables ancianos, compartiendo casi nada. Adánicos, estáticas las líneas que hacen que estemos bien constituidos”.
No entiendo esa manía que tiene la gente que no es poeta de cortar sus prosas para que parezcan versos. Creen que por el mero hecho de colocar frases verticalmente y hacer un prólogo donde se dice que la poesía “está llamada a decir lo esencial”, los lectores se van a tragar
que su autor es poeta.
¡Qué ingenuidad!
Y encima, ni siquiera hay algo parecido a un ritmo poético pues sucede incluso que los renglones están mal (arbitrariamente) cortados.
ResponderEliminarQué cosas dices, Rodrigo. Confundes al poeta con el versificador y además ignoras los encabalgamientos. Si se ponen seguidos varios versos encabalgados y desaparece la pausa versal desaparece el verso. En fin, que un texto escrito en prosa (cortada o no) puede ser poesía y un texto escrito en verso puede no ser poesía ("contra las olas del mar /lucho con brazos viriles, / contra miasmas sutiles / no hay manera de luchar", escribió Echegaray)
ResponderEliminarJuan Antonio González Iglesias es poeta y uno de los más destacados poetas actuales.
Poemas en prosa es poesía.Buena o mala,pero es poesía.
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