Galdós, novelista
Leopoldo Alas, Clarín
Edición de Adolfo
Sotelo Vázquez
Sevilla.
Renacimiento, 2020.
Pocas veces, en la historia literaria de cualquier país, se
dio una conjunción tan perfecta entre un creador y un crítico como entre Galdós
y Clarín. El primer novelista español de su tiempo, y casi de cualquier tiempo,
tuvo la suerte de ver cómo acompañaba su obra, libro a libro y durante más de
dos décadas, el primer crítico español de su tiempo, y casi de cualquier
tiempo.
No fue un
capricho que en 1912 comenzara una frustrada edición de la obra completa de
Clarín con la recopilación de sus
reseñas sobre Galdós, precedidas del folleto que le había dedicado en 1889. Se
reedita ahora ese volumen, con algunos artículos más y un excelente prólogo de
Adolfo Sotelo Vázquez.
Excelente,
pero de tono muy distinto a lo que sigue. Clarín hace crítica y a la vez hace
literatura. Tuvo la suerte de que la literatura contemporánea no se estudiara
entonces en la Universidad, sino en los periódicos, y por eso escribe, sin
merma de la erudición ni del rigor conceptual, con amenidad. El prólogo de
Adolfo Sotelo Vázquez se dirige al estudioso, al académico profesional y por
eso no les importa condescender con el tedio; las páginas de Clarín, en cambio,
admiten ese lector hedónico, el verdadero lector de literatura, al que con
tanta frecuencia se refería Borges.
En el
“estudio critico-biográfico”, tal es el subtítulo, de 1889 se insiste mucho en
la reticencia de Galdós a proporcionarle los datos biográficos que el autor le
ha solicitado reiteradamente. A quien se pregunte por la vida sentimental de
Galdós, le responde Clarín: “ Pues solo puedo decir que yo no sé si en la vida
tuvo novia mi ilustre amigo, que me ha contado muchas cosas… de otros, pero
jamás sus primeros amores, ni los demás de la serie, si lo hubo”. Nos
imaginamos la sonrisa de Clarín al escribir esas líneas y la poca gracia que le
harían a Galdós, cuya doble vida fue desde muy pronto la comidilla de todos.
De la vida
amorosa de Galdós, y de otros pormenores que Clarín nunca supo y que no
formaban parte de su vida oficial, nos da minuciosa cuenta Yolanda Arencibia en
Galdós. Una biografía (Tusquets), que obtuvo el Premio Comillas, que ya
va por la segunda edición y que no parece haber sido leída atentamente ni por
el jurado ni por ningún corrector editorial. Solo así se explica que la mayoría
de las fechas estén equivocadas. Algunos ejemplos: Fortunata y Jacinta
se publica “en tomos sucesivos de enero, mayo y diciembre de 1896 y junio de
1897” (p. 271); a propósito de Tristana habla de la poética mirada “que
le dedicó María Zambrano en 1909” (¡a los cinco años de edad!) (p. 358); Galdós
publica La sombra “en 1970” (p. 459); uno de los comentaristas de
Electra a raíz de su estreno es “Salvador Canals (1920-1975) “ (p, 518); a
Galdós en Las Palmas se le había dedicado una calle “en 1833” (p. 401); Nicolás
Estévanez, buen amigo de Galdós, “había nacido en Las Palmas en 1938” (p. 614).
No sigo.
Más graves son los lapsus que
nadie se ha atrevido a señalarle a una catedrática de Literatura que lleva toda
la vida dedicándose a estudiar a Galdós. A propósito de La España Moderna,
la revista fundada por Lázaro Galdiano, afirma que Clarín jamás publicó en ella
(p. 325), ignorando la famosa polémica, a propósito de una reseña de Emilia
Pardo Bazán, que le llevó a abandonar esa publicación, de la que fue el primer
crítico literario . Refiriéndose a los
deseos de Gómez Carrillo de conseguir la Legión de Honor, aclara que es “la
condecoración con la que España reconocía a los corresponsales de prensa
distinguidos” (p. 498). A propósito de la visita de Azorín a Galdós en
Santander escribe: “Es murciano y se llama José Martínez Ruiz” (p. 605). ¿Hace
falta seguir? “Alcanzó el naturalismo a toda Europa entre 1880 y 1940” (pág.
222); el mismo año de su estreno, Electra “se tradujo al alemán, neerlandés y
portugués, y en años sucesivos aparecieron tres traducciones en Estados Unidos,
además de las de Argentina y México” (p. 513). ¿A qué lenguas se traduciría en
Argentina y México?
Volviendo
al libro de Clarín, hay quien podría pensar que, después de tantos años de
estudios sobre Galdós, sus pioneras reseñas apenas si tienen otro valor que el histórico.
No es así, todavía están llenas de ideas fértiles.
Uno de los
capítulos, de 1880, subraya la consideración de los Episodios nacionales como
una obra unitaria, como “la novela mejor pensada, más inspirada y de forma más
bella de cuantas se han publicado en España en todo el siglo”. Se refiere,
naturalmente, a las dos primeras series. Las siguientes, escritas veinte años
después, poco tienen que ver con ellas desde el punto de vista estético, o
tienen que ver lo mismo que Gloria y Misericordia. Habría que
hablar de dos ciclos, a propósito de los Episodios nacionales, o de
tres, el ultimo formado por los episodios finales, a partir de Amadeo I,
que nada tienen que ver con los anteriores de la quinta serie, y estudiarlos
separadamente.
Clarín, crítico
literario en el sentido estricto del término (la llamada crítica académica
suele prescindir de valoraciones estéticas y todo lo trata como documento o
reliquia), subraya los aciertos de Galdós, pero también sus desaciertos.
Especialmente interesantes son sus reparos a Realidad y a las otras
novelas dialogadas. A Galdós le parecían la mejor manera de evitar la
interferencia del autor en lo narrado; a Clarín un procedimiento
particularmente artificioso que dificultaba la expresión de la interioridad de
los personajes.
A partir de
los años noventa, Galdós puso la mayor parte de su esfuerzo creativo en el
teatro. Consiguió grandes éxitos, no siempre por motivos literarios, y rotundos
fracasos. Pero toda esa labor, salvo quizá en el caso de El abuelo, no
ha resistido el paso del tiempo, hoy es mera arqueología.
Galdós,
olvidadas ya las filias y fobias de su época, el rechazo de la generación
siguiente, resulta un personaje paradójico. Desde muy pronto fue consciente de
que iba para prócer, para estatua en vida, pero también de que tenía los pies
de barro, una vida privada, escandalosa para su tiempo (y en parte para
cualquier tiempo) que le costaba mucho mantener oculta (las examantes actuaban
a veces como chantajistas). Incomprensible nos resulta hoy que Galdós, tan
amante de los niños, considerara como hija propia –se crio junto a él-- a una
hija de Machaquito (era hija ilegítima del torero y la esposa oficial no quiso
saber nada de ella) y sin embargo mantuvo siempre apartada, sin permitirla
pisar su casa, aunque se ocupara de su manutención y formación, a su verdadera
hija, a la que acabaría reconociendo con todos los derechos, pero a la que
jamás le organizó un cumpleaños, como el dedicado a Rafaelita, la hija de
Machaquito, según el “Programa de festejos para 19 de mayo de 1911”, manuscrito
por el propio Galdós: actividades distintas cada media hora con un desfile
general como fin de fiesta y una gran “función aerostática” para el día
siguiente.
Humano,
demasiado humano Galdós. Tuvo la suerte de ser acompañado, en buena parte de su
trayectoria literaria, por un crítico como Clarín. Quizá sin Clarín no
habríamos tenido al mejor Galdós: el que va de La desheredada a Misericordia.
Galdós, novelista sigue
siendo imprescindible para comprender adecuadamente la obra del novelista
canario –conviene releer, por ejemplo, lo que dice de la serie que inicia El
doctor Centeno-- y además nos demuestra que la crítica literaria puede ser
también literatura, excelente literatura, un género literario más que a veces envejece
mejor que otros de mayor prestigio.
Excelente, querido José Luis.
ResponderEliminarPor error, ha desaparecido un breve comentario de María Taibo. Se le agradecería que volviera a ponerlo.
ResponderEliminarExtraño ver en un blog literario un anuncio comercial árabe:
ResponderEliminar"Una empresa para detectar fugas de agua en Saihat y Ras Tanura
Empresa de detección de fugas de agua en las noticias
Empresa de control de plagas de Taif
Empresa de detección de fugas de agua en Yanbu."
Me he tomado la molestia de confrontar ese texto en árabe con el traductor de Google. Parece un anuncio publicitario. ¿Lo ha comprobado el autor del blog?
ResponderEliminarNo, no lo he comprobado, pero puedo asegurar que no llevo comisión por los clientes que consiga en este blog.
ResponderEliminarDebe ser por el comentario de las ratas de Nueva York. A mi me siguen todos los servicios secretos.
ResponderEliminarTodos sabemos que este blog está promocionado por Beefeater (No soy un robot, creo, pero tal vez JLGM sí lo sea)
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