Indagación sobre
los fantasmas
Darío Jaramillo
Agudelo
Pre-Textos. Valencia,
2022.
Dios puede no existir, pero de lo que no hay duda es de que
existe la teología ni de que es uno de los protagonistas principales de la
historia de la cultura y de la literatura; del mismo modo, los fantasmas pueden
no existir, pero existen las historias de fantasmas y los miles de testigos
que, en todas las épocas, afirman su existencia.
Darío
Jaramillo Agudelo comienza su Indagación sobre los fantasmas, un libro
que es, simultáneamente, un tratado erudito, una antología y una amena
conversación, afirmando que carece de cualquier experiencia “directa o
indirecta con fantasmas. Nunca se me ha aparecido ninguno. Nunca”.
Pero son
muchos los que han tenido trato con ellos y apenas hay escritor que no haya
hablado de esos peculiares seres que se mueven en las fronteras de la
inexistencia. El recorrido histórico comienza por Grecia y Roma, sigue con el
cristianismo, llega hasta nuestros días, dedicando un amplio excurso, como no
podía ser de otra manera, a las culturas china y japonesa, expertas en difuntos
y otras fantasmagorías.
La
erudición, no exenta de eutrapelia (“¿Cómo distinguir entre fantasmas y
demonios?” se titula uno de los capítulos), va punteada de abundantes citas, a
veces breves textos completos que podrían editarse aparte en un volumen que competiría
en interés con la borgiana Antología de literatura fantástica o con su Libro
del cielo y del infierno.
A los
fantasmas en la filosofía se dedica la segunda parte. Los protagonistas son
Kant y Schopenhauer, pero hay un secundario que acapara la atención del lector:
Swedenborg, cuyo peculiar comercio con los espíritus se nos cuenta a través de
las palabras de Kant y Borges. Hablando de Schopenhauer, escribe Darío
Jaramillo: “En este momento, vale la pena interrumpir el hilo durante un
párrafo para mostrar con un hermoso cuento de José Mateos esa mezcla de futuro
y pasado que viven los fantasmas, con indiferencia más que con autocompasión”.
Abundan estas interrupciones de la secuencia erudita y más de una vez las
protagoniza un relato de José Mateos, un poeta al que Darío Jaramillo acaba
convirtiendo casi en un clásico de las historias de fantasmas. Pero hay muchos
más autores poco conocidos, bastantes de ellos latinoamericanos, de los que se
incluyen relatos en este libro, completos en ocasiones, si lo permite su
extensión, y vueltos a contar de sugerente manera, callando el final, en otros
casos.
“Los
fantasmas y la ciencia” se titula la sección siguiente. Las fuentes de Darío
Jaramillo son muy amplias, pero sus conocimientos literarios parecen ser superiores
a los científicos y por eso no duda en recurrir ampliamente a la Wikipedia, lo
que no resulta demasiado censurable, porque siempre la cita y no trata de
apropiarse de sus conocimientos ni de sus errores.
Con más
soltura se mueve cuando habla de las casas fantasmas y de otros tópicos
habituales en el género, como el que se inicia en una de las cartas de Plinio:
“alguien que está mal sepultado regresa después de su muerte a reclamar que sus
restos humanos sean tratados con sujeción a los ritos” o a que se castigue al
culpable de su muerte.
Hay también
falsos fantasmas y Darío Jaramillo se ocupa de algunas célebres supercherías,
así como de la moda del espiritismo que tuvo su auge a finales del XIX y
principios de XX y en la que incurrieron algunas de las mentes más lúcidas de
entonces, como el creador de Sherlock Holmes o el poeta Fernando Pessoa..
Nada deja
en el tintero Darío Jaramillo, no tanto un erudito como un divulgador de la
erudición ajena (disuena su anticuado sistema de citas, los continuos “ibíd.” y
“op. cit.”), pero sabe evitar el aburrimiento con continuos rasgos de humor y
anécdotas personales. Incluso se atreve a bromear más de una vez con un
traumático episodio de su biografía: el atentado con bomba que le dejó —literalmente— con un pie en la
tumba.
No es este poeta y narrador
colombiano, nacido en 1947, un neófito en la materia. Ha publicado una Novela
con fantasma y el libro juvenil, aunque para todos los públicos, Veinte
historias con fantasmas, entre las que intercala un “Breve tratado de
fantasmología”. Varias de esas historias las reproduce en esta inagotable
indagación y , con una de ellas, en las que el narrador se convierte en
fantasma, la concluye. Yo quiero terminar esta invitación a la lectura de su
peculiar tratado enciclopédico con un microrrelato: “Al otro lado del espejo,
estaba yo, como siempre; pero a este lado del espejo no había nadie”.
Parece un ensayo para legos, y eso me motiva.
ResponderEliminarUn abrazo, y gracias por compartir
Pues me interesa mucho el libro, Martín.
ResponderEliminarGracias!