Construyendo Babel
Hilario J. Rodríguez
Contraseña Editorial.
Zaragoza, 2023.
Hilario J. Rodríguez ocupa un lugar aparte en la literatura
española contemporánea, a la que pertenece quizá un poco a su pesar. Ha escrito
abundantemente de cine y ha convertido la crítica cinematográfica en un género
literario; ha dejado constancia de su vida nómada y de su gusto por viajes poco
o nada convencionales; ha publicado novelas, en el sentido convencional del
término (prefiere las otras novelas), pero destaca sobre todo en un
género de su invención en el que lo vivido se mezcla con lo leído y lo
imaginado. Construyendo Babel —publicado
por primera vez en 2004, reeditado ahora algo aumentado y muy corregido— es el título que mejor lo representa. Aquí
está todo Hilario J. Rodríguez, “tal un imán que al atraer repele”, para
decirlo con un verso de Antonio Machado, o para ser más exactos, como un imán
que atrae y a la vez de alguna manera rechaza a los lectores más convencionales.
En una primera hojeada, nos puede
parecer que algunas de sus secciones —“Lecturas vividas”, “Obras completas”,
“Historias fantasmas”— son una recopilación de reseñas, ya que al principio o
al final del texto aparece una referencia bibliográfica. Así el capitulo “Las
ínsulas extrañas” debajo del título indica: Cristóbal Serra, Nótulas (Árdora
Ediciones, Madrid, 1999).
Pero comenzamos a leer y nos
encontramos con una afirmación general (“Vivir encerrado dentro de uno mismo
tiene su precio”) que se ejemplifica con un cuento macabro, como en los relatos
del conde Lucanor, aunque en ese caso la moraleja figura al final. Solo varias
páginas después se empieza a hablar de Cristóbal Serra, “uno de los solitarios
más extraños de la literatura española”. No tarda, sin embargo, en abandonar el
tema para hablar de sí mismo y de su conflictiva relación familiar: “Mi vida
entre los solitarios se remonta a los años que viví con mi padre. Él también
era un hombre solo aunque a veces, por su furia y sus canalladas, parecía un
auténtico ejército invasor, como muchos hombres al mismo tiempo”.
Hilario J. Rodríguez habla de su
familia —y de sí mismo— sin pudor ninguno, al igual que Annie Ernaux, a quien
dedica uno de los capítulos, titulado precisamente “Secretos inconfesables”.
Las consideraciones que hace a propósito de la premio Nobel francesa pueden
aplicársele a él mismo: “Hay lecturas que interesan más por la desinhibición de
su autor, dispuesto a contar sin ningún tipo de censura la verdad sobre
determinadas cosas escabrosas, que por sus virtudes literarias”.
Hilario J. Rodríguez juega
continuamente a la autoficción. A partir de datos verificables de su biografía
va entreverando historias más o menos verosímiles. Curiosamente, los relatos
más realistas —los de su estancia como profesor en un instituto extremeño, por
ejemplo— resultan los menos creíbles: “Mis mejores horas, las pasaba en la
biblioteca, donde mi misión consistía en registrar los préstamos y las
devoluciones. En la biblioteca era raro ver a los alumnos, que no iban allí más
que a echar un vistazo a los periódicos, especialmente El Marca, por el
cual se peleaban a veces con los profesores, que lo leían con demasiada calma”.
¿Pero a qué biblioteca de instituto van —o iban— profesores y alumnos a leer El
Marca? ¿Qué biblioteca de instituto extremeño estaba suscrita —como se nos
indica más adelante— a El País, Extremadura, El Sol, Hoy y Abc?
El juego con la verdad y la ficción
comienza en la irónica advertencia al comienzo del volumen: “Todos los hechos
narrados en este libro son ficticios. Ninguno de los libros mencionados es
real. Londres no existe; tampoco Hilario J. Rodríguez”.
No, no son ficticios todos los
hechos narrados, pero a veces lo son —o
pueden serlo— algunos de los atribuidos a personajes reales en ocasiones muy
cercanos al autor. Nos imaginamos por eso la incomodidad de los familiares ante
un libro como este.
Incomodidad que a veces alcanza a
los lectores, y no solo a los lectores ingenuos, que creen que las obras
autobiográficas deben reflejar, si no la verdad objetiva, imposible por
definición, sí la verdad experiencia del autor.
Pero algo queda claro en Construyendo
Babel: la pasión por los libros y por el nomadeo, la fascinación por las
vidas al margen, obsesivas y autodestructivas.
En cada capítulo, en cada página y
casi en cada párrafo, salta Hilario J. Rodríguez de los libros a la vida, de
sus lecturas apasionadamente vividas a episodios de su vida que parecen sacados
de alguna rara novela. Y nunca nos deja claro si estamos ante una autobiografía
disfrazada de ficción o ante una ficción que quiere hacerse pasar por
autobiografía.
Construyendo Babel no es un libro para leer de un
tirón, pero aunque con frecuencia resulta fatigoso en su errabundia genérica y
nos tienta su abandono, no podemos dejar de volver a sus páginas, “tal un imán
que al repeler atrae”.
Nunca he entendido el interés por la "autoficción" (nunca he visto, por ejemplo, el interés de los libros de Vila Matas), como tampoco entiendo el interés por libros como toda una serie de los escritos por Pascal Quignard en los que no hace más que citar a grandes autores sin comillas, porque las citas que da no son exactas o son totalmente falsas. Hay casos, como el de Annie Ernaux (uno de los mayores escándalos del Premio Nobel de estos últimos años) en el que gracias a su nulidad literaria y a su megalomanía histérica se ve de lejos todo lo que inventa. Una novela se lee para acceder a un mundo construido por su autor. Una autobiografía o unas memorias se leen para saber lo que un autor piensa de lo que ha vivido y lo que opina de la gente con la que se ha cruzado. Una autoficción, ¿para qué se lee? Cuando un personaje de Vila Matas habla de un tema citando a otro escritor sin decirlo ni poner comillas, ¿qué interés para el lector? En el caso de Hilario J. Rodríguez, ¿quién nos dice que sus mejores reflexiones no son plagios de otros autores? JLGM escribe: "Las consideraciones que hace a propósito de la premio Nobel francesa pueden aplicársele a él mismo". ¿Cómo sabe JLGM que esas consideraciones son de Hilario J. Rodríguez y no un plagio? E in fine: ¿cómo juzgar una obra de autoficción si es imposible saber lo que su autor ha incluido en ella y que no es suyo?
ResponderEliminarLa intertextualidad (citar a un autor sin entrecomillarlo ni decir su nombre) no se identifica con la autoficción. Se da a menudo en la poesía ("Cuando me paro a contemplar mi estado / y a ver los pasos por dónde he venido" comienza un soneto Lope plagiando a Garcilaso) y puede darse en la novela: la primera página de "El Jarama" incluye una descripción copiada de un libro de geología:
ResponderEliminarLa descripción geográfica con la que se abre y se cierra El Jarama al menos aparece entrecomillada desde la primera edición de la novela. A partir de la sexta edición, el propio Ferlosio creyó su deber “consignar” en una nota su verdadera procedencia (visto que las comillas no habían surtido efecto alguno de ajena atribución); y añadió -en su descargo- que la omisión explícita de esa procedencia encontraba su causa en las “pequeñas alteraciones” por medio de las cuales había ajustado el texto original de don Casiano de Prado.
ResponderEliminarPablo A. Sande García.
Pues qué bien. Ahora a esperar a la sexta edición para ver si Hilario J. Rodríguez ha copiado un texto ajeno y hace lo mismo que Ferlosio (Lope creo que ya no podrá hacerlo):
ResponderEliminarPretendí advertirle de que su autoridad en materia de hipertextualidad flojeaba ante la errónea mención como ejemplo de la misma del texto que abre (y cierra) El Jarama. Sin embargo, la respuesta que le merece mi comentario sólo sirve para constatar que todavía gozan de buena salud sus muy reconocidos ásperos modos como interlocutor. Es de lamentar que la palabra escape de la razón y baje a la argucia, al sarcasmo, al límite mismo de la no palabra.
EliminarPues tiene usted toda la razón. Le confundí con el otro Pablo, habitual en estos comentarios y le respondí un poco burlonamente. Mis disculpas. No sé yo si en la primera edición del El Jarama había comillas en esa cita. No importa. Lo que importa es que intertextualidad y autoficción son dos cosas distintas y que el otro Pablo se enreda con estos conceptos de mala manera (según costumbre).
EliminarVergüenza ajena! Así que JLGM lee un nombre e inmediatamente con total imparcialidad y objetividad le endilga todos los males, los errores de concepto que ocurren en su coto de caza Y más: superficial erudición. A los lectores: Atención con el nombre, alias , seudónimo, heterónimo con el que publicarán. Sean creativos, primero revisen y si los han bautizado, anotado, registrado con el que comparten con otros...JLGM les puede obsequiar algunas disculpas
EliminarNo tiene porqué disculparse, pero le agradezco su buen talante, Martín.
EliminarGracias, Pablo. Si lee el comentario anterior de "JuliánT", entenderá por qué alguna vez pierdo la paciencia.
EliminarLLevado por la curiosidad (y por unos pocos euros), acabo de hacerme con un ejemplar de la primera edición del Jarama (febrero de 1956). Quizá le interese saber que la dichosa descripción del río, comienzo y final de la novela, aparece entre comillas, tal y como Ferlosio afirmaría años después. Un saludo, Martín.
EliminarPD Ármese con paciencia. Sí que lo entiendo, o eso creo.
Muchas gracias. Me gustan los datos exactos.
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ResponderEliminarEl problema no es saber si la intertextualidad (una manera de nombrar el plagio para intentar evitar problemas legales) se identifica con la autoficción o no. El problema es que no se puede saber qué es creación y qué es plagio en los autores que la practican. Y a mí esa incertidumbre me hace huir de esa clase de literatura.
Habría también que consultar con un abogado si un escritor tiene derecho, en una autoficción, a contar, por ejemplo, cosas falsas sobre otros autores, a inventar hechos sobre gente pública. Y si para justificarlo basta decir que es una autoficción.
Uf/ Tendrá que huir de casi toda la literatura, Lope (ya dije) incluido. Para no mencionar a Shakespeare. El plagio, si es un asunto legal, no depende para su denuncia que se llame de una u otra manera.
ResponderEliminarPuede haber una denuncia por difamación, por supuesto. Contra Barral hubo una (en una novela que tenía mucho de autoficción) y la perdió.
Lo que sucede con las denuncias es que muy pocos las hacen, sea porque "no va a pasar nada"; "me causará problemas"; "tendré que enfrentar costas..." Y, nadie hace nada. Del otro lado (Barral o como se llame) lo saben; es, digamos, la seguridad por la cobardía, o -tratémoslos mejor - del que no se atreve.
EliminarO sea que la ficción y la autoficción son la misma cosa.
ResponderEliminarSr Morales, usted tiene razón No es lo mismo ficción que autoficción.
EliminarJLGM. debería leer a Gérard Genette, Vincent Colonna, Philippe Gasparini, Philippe
Lejeune, Philippe Vilain, Philippe Forest, Manuel Alberca y Marie
Darrieussecq.
Uno de las tantas definiciones sobre el tema: “Los relatos autoficticios son relatos ambiguos porque no se someten ni a un pacto de lectura verdadero, ya que no hay una correspondencia total entre el texto y la realidad como la que postula el pacto referencial,ni ficticio, porque se mantienen en ese espacio fronterizo e inestable que desdibuja las barreras entre realidad y ficción.”
Si JLGM leyera los arriba citados a lo mejor podría dar mejor respuesta que un bla, bla, bla. Respuestas que se suelen repetir en este espacio desde hace un tiempo.
¿Pero quién ha dicho que ficción y autoficción son la misma cosa, sino el tal "Pablo Morales", alias "JulianT"?
EliminarRío con cierta frecuencia saludable si se tiene en cuenta lo que acontece en el mundo, pero una carcajada como la que tuve al leer que el Sr Pablo Morales soy yo, que somos la misma persona y que JuliánT es un seudónimo de Pablo Morales...Mire, JLGM, usted me elogia y ofende al Sr Pablo Morales, mis conocimientos y mi lenguaje distan mucho del suyo. Tengo una distancia temporal importante con aquel lenguaje mío de egresado de la Facultad, incluso de conocimientos y lecturas que la memoria a veces me acerca. Mi tarea desde hace unos años en otra actividad acotó mi lenguaje y no estoy a la altura de la atribución que hace; estoy en un ámbito donde el lenguaje jurídico penal es casi cotidiano. El Sr Morales en los interrogantes de su primer comentario ya plantea implícitamente la diferencia entre ficción y autoficción, cuando se refiere al plagio, a la autobiografía. Digo que la autoficción no logra definiciones concretas en todos los autores ya mencionados y sí concuerdan en que es "ambigua". Repito el entrecomillado cuando lo cita a usted: "Las consideraciones que hace de la premio Nobel francesa pueden aplicársele a él mismo" Y a continuación comparto la interrogación: "¿Cómo sabe JLGM que esas consideraciones son de Hilario J. Rodríguez y no un plagio?" En cuanto a tomar un curso universitario, egresé de dos carreras universitarias en las que tuve la fortuna de tener como docentes a prestigiosos nombres de la UBA, por fortuna también, en aquellos tiempos. Me asombra que usted que se dedica a crítica literaria, análisis literario, estilos, etcétera, confunda mi redacción con el estilo del Sr Morales . Para finalizar, usted tiene mi correo y puede solicitarme mis datos personales que con agrado le responderé. Tengo domicilio legal y domicilio de residencia. Le daré el teléfono del Estudio, mi celular y si también lo necesita, mi documento nacional de identidad. Nací en Buenos Aires, soy porteño, vivo entre Buenos Aires y Montevideo (Uruguay).
EliminarSaludos
Pues qué bien. Como diría Baroja, la cuestión es pasar el rato sin adquirir compromisos serios.
EliminarBla, bla, bla. La cuestión es marear la perdiz.
ResponderEliminarUsted debería leer a : Gérard Genette, Vincent Colonna, Philippe Gasparini, Philippe
EliminarLejeune, Philippe Vilain, Philippe Forest, Manuel Alberca y Marie
Darrieussecq. Otra de las tantas definiciones de autoficción: "“ La autoficción -género paradójico por excelencia, que vacila entre dos
mundos, el de la autobiografía y el de la novela, y que no nos permite
como lectores discernir entre verdad o invención- viene a registrar una
paradoja contemporánea: la espectacularización de la intimidad, la
imbricación de los espacios, los límites laxos entre lo público y lo privado,
entre la realidad y la ficción”
Quizás mi error consiste en esperar de usted otra respuesta aclaratoria al tema en lugar de burlas. Usted ha sido catedrático, ¿No es así?
Y,¿esas son las respuestas que usted daba a sus alumnos?
Cuando usted falta el respeto sepa que se lo está faltando a usted y a todos los lectores, no a uno solo
Bla, bla, bla. Matricúlese usted en algún curso universitario. Aquí no se dan clases particulares.
EliminarYo ficciono, tú ficcionas, él, ficciones, como dijo Borges, je, je...
ResponderEliminarMi madre, qué pesadez de comentarios. Sin embargo, me hacen pensar en una novela inédita donde JLGM inspira uno de los personajes secundarios, Merlín Bacía, que no es Martín pero que dice lo que cosas que él ha dicho en Crisis y en Arcadia. Menos mal que ha dado permiso para usar sin pagar fielato lo que él escribe. Así debe ser.
ResponderEliminarPues quedo muy agradecido, Jesús. La pesadez creo que corre toda de parte de "Pablo Morales" que no pierde ocasión de mostrarnos su erudición a la violeta.
ResponderEliminar"Lo que importa es que intertextualidad y autoficción son dos cosas distintas y que el otro Pablo se enreda con estos conceptos de mala manera (según costumbre)."
ResponderEliminar(JLGM)
Como todos los polemistas que no soportan la contradicción, JLGM acusa a quien le contradice de cosas que no ha dicho. Pero ¿quién ha escrito aquí que intertextualidad y autoficción son cosas idénticas?
"La pesadez creo que corre toda de parte de "Pablo Morales" que no pierde ocasión de mostrarnos su erudición a la violeta."
Como todos los polemistas que no soportan la contradicción, JLGM acusa a quien le contradice de uno de sus propios mayores defectos.
En cuanto a Jesús Castellano, basta dar el nombre de su blog, "La flor y la mierda", para comprender la profundidad de sus reflexiones y la lucidez de sus comentarios.
--¡Válame Dios! --dijo Sancho.
EliminarOs tiene controlados, el tío. No soy el único con algo roto.
ResponderEliminar¿Pero quién ha dicho que ficción y autoficción son la misma cosa, sino el tal "Pablo Morales", alias "JulianT"?
ResponderEliminarJLGM10 de mayo de 2023, 9:40
Tres cosas, para acabar esta discusión:
1.- Yo no he dicho que ficción y autoficción sean la misma cosa. Yo he preguntado, porque eso es lo que se deduce de lo que usted piensa:
O sea que la ficción y la autoficción son la misma cosa.
Pablo Morales5 de mayo de 2023, 13:26
2.- "JulianT", como todo lector objetivo puede ver fácilmente, no tiene nada que ver conmigo. Él parece conocer el tema mucho mejor que yo (de los autores que él cita, yo sólo he leído a G.Genette y de él un solo libro: "Bardadrac"). Si yo fuera "JulianT", habría utilizado sus argumentos para comenzar la discusión.
3.- No es un procedimiento digno de alguien que se vanagloria cada semana de amar las discusiones, acusar a quien le contradice de haber dicho lo que no ha dicho y de utilizar dos identidades diferentes. Si a usted no le interesa la discusión sobre el tema de la autoficción, cosa que yo concibo perfectamente, no discuta, deje que la gente que comenta (porque el tema le interesa) lo haga libremente sin intervenir y... todos contentos. Descalificar e insultar a quienes vienen aquí a leerle y a discutir de literatura (porque la literatura les interesa) y decirles que se vayan a discutir a otra parte, todo ello porque han osado contradecirle a usted, no es digno ni de un profesor de literatura ni de un demócrata de izquierdas.