Ángeles Carbajal
Nostalgia del cielo
Difácil. Valladolid, 2025.
Cita a muchos autores Ángeles Carvajal en Nostalgia del cielo, de Francisco Umbral a Marguerite Yourcenar, de José Hierro a Tennessee Williams, pero la referencia fundamental es uno de los clásicos de la ciencia ficción, el autor de Crónicas marcianas y Fahrenheit 451, Ray Bradbury. Solo a quien no haya leído su Dandelion Wine , que en español se tradujo como El vino del estío le puede sorprender esa afirmación.
La infancia es ese país mágico donde todo sucede de manera distinta y los veranos de la infancia suelen quedar como símbolo de la felicidad. Ray Bradbury compendió todos los veranos de su infancia en un único verano lleno de asombro y maravilla. Algo similar hace Ángeles Carbajal en este libro sabio y prodigioso.
Comenzamos a leer con poco entusiasmo: a partir de cierta edad, evocar el niño o la niña que fuimos, la figura de los padres, de los abuelos, parece demasiado consabido. Y si el primer poema emplea la palabra “ternura” en el título y comienza con una cita poco afortunada de Umbral (“Una vez metí una flor en un libro y esto le gustó mucho a la niña. De pronto había comprendido para qué servían los libros”), pues nos tememos lo peor.
Pero en seguida nos damos cuenta de que estamos en muy otro mundo que el del sentimentalismo primario, tan habitual en los autores que confunden la emoción del tema con la emoción del poema. Ángeles Carbajal tiene el don de la palabra precisa, de la imagen exacta y sugerente: “Las bicicletas volaban con nosotros / y cortábamos el viento. / Lejos era un lugar maravilloso / del que siempre se regresó. / Desde más lejos que nadie, / cada mañana regresaba a casa el sol; / mi padre le abría la puerta y él entraba”.
La reescritura de un tema borgiano, aunque el tema no sea nada borgiano, nos encontramos en “Las cosas”. “Durarán más allá de nuestro olvido. / No sabrán nunca que nos hemos ido”, concluye el soneto de Borges. Ángeles Carbajal prefiere darle, con humor, una vuelta de tuerca a Heidegger: “Guardo y me guardo en los enseres; / la casa del ser está llena de trastos”.
La poesía de Ángeles Carbajal prefiere las cosas concretas a las vaguedades sentimentales: “La enredadera de la estación”, que “estallaba en verano con un rojo abrasador”; el blanco mármol de la mesa de la cocina; una pequeña librería llamada Sweet; la Albizia julibrissin, también llamada árbol de la seda o acacia de Constantinopla, nacida en Prócida y que no acaba de aclimatarse en su jardín; la buganvilla que cada verano cubre la blanca pared “de profundo verdor y flores fucsia”; el despoblado caserón en que vive: “Cuando vuelvo tarde a casa / me doy el gusto de ir encendiendo luces de habitación en habitación / y en mitad del cielo nocturno las dejo todas encendidas”.
Los poemas de amor ocupan la segunda
sección del libro. Como en la primera parte, la elegía no resulta protagonista.
Nostalgia del cielo es una obra escrita desde la aceptación y la
celebración. Bordeando el tópico, algo inevitable cuando se habla de amor,
Ángeles Carbajal acierta siempre a evitarlo con una imagen sorprendente: “Y me
apartabas el pelo de la frente / como quien ayuda a pasar / las nubes por el
cielo”.
“Hago recuento de mi vida” podría
titularse la parte tercera. El poema titulado precisamente “Mi vida” comienza
con un autorretrato aforístico: “No fumé. No bebí. Solo cometí riesgos de alto
riesgo”. Otro poema, “Esta es mi vida”, la resume en “la clara, incorruptible
infancia” y “la hambrienta, misteriosa juventud”; el resto es el “tornasol del
tiempo”, un transeúnte que aparece por la calle tan mojado “como si acabara de
llover la vida entera”.
A la sección penúltima, de poemas
breves se la denomina “Poéticas”, aunque no lo sean en sentido estricto: “Una
muchacha / corre alegre / por una calle de París, / se dirige a alguien / que
no soy yo / y llega a mí”. El epílogo, “Galería de espejos”, está formado por
una serie de citas que la autora considera “autorretratos”. La más inesperada
la firma San Tarsicio: “Llevo en el pecho, a buen recaudo, / la llama
encomendada”.
Ángeles Carbajal, nacida en 1959, ha
publicado libros en asturiano y en castellano. A partir de Nostalgia del
cielo se la puede considerar como uno de los nombres imprescindibles de la
poesía española contemporánea. Pocos libros con más belleza y verdad, con más
sabiduría verbal y vital.

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