Si te olvidara,
Serfarad
Esther Bendahan Cohen
La Huerta Grande.
Madrid, 2020.
Los judíos fueron expulsados de España en 1492 y no
comenzaron a regresar, muy minoritariamente y con escasa presencia pública --al
contrario de lo que ocurría en otras naciones europeas--, hasta siglo después.
Su ausencia, sin embargo, marcó más decisivamente la cultura española de los
siglos de Oro que cualquier presencia. Para evitar la expulsión, o
sinceramente, muchos judíos se convirtieron, pero ni esos conversos ni sus
descendientes fueron nunca como los demás. Se les negaba el acceso a
determinados cargos, según los estatutos de limpieza de sangre, y eran
continuamente vigilados por la Inquisición, sospechosos siempre de judaizar.
Los
cristianos, los cristianos viejos, odiaban la lectura, que llevaba a la
herejía, y despreciaban determinados trabajos; los cristianos nuevos eran, en
su mayor parte, sinceros cristianos, pero conservaban ciertas costumbres de su
tradición milemaria –no heredadas por la sangre, sino aprendidas en casa: Santa
Teresa se aficionó a la lectura porque veía a su madre leer-- y por eso eran
diferentes, se les consideraba peligrosos competidores.
Los judíos
que se convirtieron y se quedaron sirvieron de fermento a buena parte de la
mejor cultura española; los que se marcharon llevaron la lengua y las
tradiciones españolas por el mundo. En Sefarad, en la península ibérica, la
Hispania romana, encontraron los judíos un lugar de acogida y convivencia, una
nueva Jerusalén, que añorarían para siempre.
De aquellos
judíos expulsados, desciende Esther Bendahan Cohen, nacida en Tetuán,
trasladada con su familia a España tras el fin del protectorado español en
Marruecos. Esther Bendahan ha publicado varias novelas, pero destaca sobre todo
como una de las más activa difusora de la cultura sefardí. Si te olvidara,
Sefarad es un conjunto de apuntes autobiográficos y sobre el mundo judío.
Sorprende, en un principio, el estilo aparentemente descuidado y con ciertos
toques de agramaticalismo (ya desde el principio: “agradezco a…”, se lee en la
dedicatoria, pero no se indica qué agradece). La propia autora es consciente de
que el español, tal como se habla y se escribe en España o en cualquier otro
país de lengua española, no le resulta del todo natural: “Mi español, como he
escrito en otra ocasión, eran muchos. Había una sombra, o mejor decir, otras
huellas, que eran las de la jaquetía, la lengua de los judíos de Marruecos,
entre el español del siglo XV, el hebreo y el árabe. Aunque ya no lo hablaban
entonces, solo algunas palabras, una influencia que provoca algunas
distorsiones con los pronombres y con la construcción de la frase de influencia
francesa. Así que para mí escribir era y es una batalla entre niveles de
tiempo; en la lengua por un lado y otras lenguas por el otro”.
Tardamos un
poco en acostumbrarnos a esta manera de escribir, algo alejada del español
normativo, pero enseguida deja de importarnos, seducidos por lo que se nos
cuenta de un mundo tan cercano como desconocido. Esther Bendahan sabe del
antisemitismo en primera persona: “Como tantos otros, como les sucedió de niños
a Finkielkraut o a Alber Cohen, la herida se produjo en el patio de escuela.
Judía como insulto. En mi caso una niña, Josefina, me persigue y me llama
judía, dice que los judíos huelen mal y me va salpicando con un botecito de
perfume. En otro momento, no sé si antes o después, fue ese profesor de
religión, ese amable sacerdote, con su ‘Pobrecita, tú no tienes la culpa’. Lo
recuerdo una y otra vez de nuevo. Levanto el rostro y le veo condescendiente,
es muy alto y viste de negro, le pregunto ahora ¿la culpa de qué?, ¿de qué soy
culpable?”
El
antisemitismo tradicional español, de carácter religioso, se ha transformado
ahora en antisionismo, en crítica al gobierno de Israel, que con frecuencia se
desliza hacia un cuestionamiento del derecho mismo de Israel a existir como
Estado, o así lo siente Esther Bnedahan, Pero junto al viejo antijudaísmo (que
todavía persiste y ella lo encuentra en un poema de Caballero Bonald) y el
nuevo, hay también en España una fascinación por el mundo judío, especialmente
por los sefardíes, como si se tratara de reparar un error antiguo. Las huellas
judías se han convertido en una atracción turística: pensemos en la española
Hervás, en la portuguesa Belmonte (a la que se dedica un capítulo), donde tras
la expulsión se mantuvo una comunicad de criptojudíos que solo salió a la luz a
comienzos del siglo XX.
El libro de
Esther Bendahan, algo deslavazado, y eso es parte de su encanto, nos cuenta anécodotas
de su familia, resume la historia de los judíos, nos habla de su viajes con
motivo de congresos sobre la cultura sefardí, nos explica las diferencias entre
sefardí y asquenazí y los casi infinitos matices de un mundo, el del judaísmo,
que desde fuera se ve como una unidad.
En España
–la añorada Sefarad--, la cultura judía nunca ha sido del todo ajena, aunque a
veces quedara reducida a una referencia, no del todo consciente, a la que había
que oponerse, acentuando lo distintivo. Pero en buena medida cuando los judíos
se fueron (y no por propia voluntad), se quedó aquí de la mano de los llamados
cristianos nuevos, entre los que se encontraban –según supimos gracias a la
labor pionera de Américo Castro—nada menos que Fernando de Rojas o San Juan de
la Cruz, Fray Luis de León o Miguel de Cervantes.
Un reseña más que interesante.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz Navidad
Está muy bien hablar de "Si te olvidara, Serfarad", pero ¿cuándo le va a dedicar usted una crónica a la novela española más importante del siglo XXI y parte del XXII, "Centroeuropa" de su gran amigo Vicente Luis Mora? La genialidad de dicho libro la explica el propio autor en su blog, entre otras cosas porque no es posible verla de otra manera (pero también, imagino, porque no tiene la paciencia de esperar que algún universitario se dedique a buscar cosas en él):
ResponderEliminar"Cómo está escrita Centroeuropa"
http://vicenteluismora.blogspot.com/2020/12/como-esta-escrita-centroeuropa.html
Yo tengo una versión digital de semejante Obra Maestra pero no he logrado pasar de las primeras páginas - y eso después de haber leído la hilarante explicación del autor sobre todo lo que ha querido hacer con ella para intentar pasar a la posteridad careciendo por completo de talento literario.
"Mirra" que eres moscacojonera (con perdón), Baltasar. No te ensañes. Que estamos en Navidad
EliminarRecuerdos de Tetuán.
ResponderEliminarNo sé si la autora de la obra reseñada leerá este comentario.
Conocí esa ciudad, bastante bien creo. El origen español se ve en el urbanismo, una ciudad radial, como París.
No recuerdo ahora, ni lo he encontrado en internet, el nombre del empresario valenciano, partícipe de la Tetuán española, constructor de muchos edificios, de los cines (aún recuerdo el "Cine español", cerca de la medina).
Se decía que una de sus hijas había sido novia de Mohamed VI, actual monarca.
Toda la línea costera que une Tetuán y Ceuta es ahora una zona de lujo, donde veranean, para escapar del duro verano de Casablanca y Rabat, muchas clases adineradas y medias del pais.
Allí estaba Rincón, pueblo pesquero, donde yo de vuelta a Tetuán desde Ceuta, compraba las mayores delicias del mar.
Perdón, ¿no era de mudéjar de lo que tachaba a Juan de Yepes?
ResponderEliminarMagnífica reseña. Es totalmente cierto que el antisemitismo cristiano tradicional en España se ha transmutado en antisionismo. Con los mismos tópicos denigrantes, eso sí: judíos usureros, conspiradores, todopoderosos etc.
ResponderEliminarSaludos.
Estupendo blog que acabo de conocer gracias don jose luis.. Mayor Thompson
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