jueves, 14 de octubre de 2010

Enrique Baltanás: Ocurrente volatería


Enrique Baltanás
Minoría absoluta
La Veleta, Granada, 2010



Hay tres géneros –o subgéneros— literarios en que parece borrarse la diferencia entre el profesional y el aficionado, o mejor dicho, en que una buena selección de textos escritos por aficionados puede competir con el más afamado autor. Se trata del haiku, el microrrelato y la greguería.
No todo el mundo estará de acuerdo, ciertamente, y en especial los cultivadores de alguno de esos géneros. Pero resulta fácil hacer el experimento. Para ello no tenemos más que entremezclar haikus de Basho y de cualquier taller literario, greguerías de Ramón y otras escritas por escolares de diez años, microrrelatos de alguna afamada antología y otros de gentes anónimas que participan en un concurso periodístico. La confusión no es posible si se trata de sonetos, ensayos o relatos de cierta extensión.
En los textos breves, el autor importa menos que el afortunado azar, una buena selección y un lector cómplice. El burro de la fábula, que toca la flauta por casualidad, puede escribir “cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí”, e incluso cosas mejores, pero no Pedro Páramo ni “El jardín de los senderos que se bifurcan”.
En Minoría absoluta Enrique Baltanás ha reunido, con vaga organización temática, un conjunto de ocurrencias, de muy desigual valor, a las que parece denominar “volaterías” (y quizá ese debería ser el título, o el subtítulo, del libro, ya que a él se refiere la cita inicial y aluden muchas de las frases: “Con el frío, la volatería también se encoge”).
Abundan las greguerías (“El tiempo, en el reloj de sol, se detiene cortés un momento para dejar pasar una nube”, “La naturaleza, cuando siente ganas de viajar, se coloca un gabán de viento”), en algunos casos muy ingenuamente ramonianas: “La tinta china debería ser amarilla”, “La a tiene siempre la cara redonda y gordezuela del que ha comido bien y es feliz”).
No escasean los sobreentendidos, que limitan el interés a unos pocos iniciados. Para encontrarle sentido, aunque no gracia, a “El aire de la calle Aire trae olores de primeras ediciones del 27” hace falta saber que Cernuda nació en esa calle. “Duda sevillana: ¿Conget o con jota?” no pasa de chiste privado que no debería haber pasado de ocurrencia de sobremesa (José María Conget es un admirado escritor aragonés residente en Sevilla). “Yo habría cambiado levemente la nota de Primo de Rivera: eximio ciudadano y extravagante escritor”: no habría estado mal mencionar a Valle-Inclán.
Afortunadamente no abundan las anotaciones que transparentan la ideología del autor sobre polémicas recientes. Un ejemplo: “Republicano: alguien que cree que el Rey es el culpable de todo. En España: persona de escasa memoria, pero que suele presumir de lo contrario”. Dan ganas de tachar y escribir: “Republicano: alguien que cree que, en una democracia, los cargos públicos deben ser todos electivos”. De esa y de otras afirmaciones de dudoso humor cavernícola (“Las feministas son unas señoras a las que el sexo se les ha subido a la cabeza”) se justifica el autor con un apunte autobiográfico: “Me he pasado media vida siendo un izquierdista serio y aburrido. Creo tener, pues, ganado el derecho a pasarme la otra media siendo un divertido y gamberro reaccionario”.
Y como todos los reaccionarios no se priva, entre muchas anotaciones inteligentes sobre su oficio de profesor (“Enseñar es mi manera de aprender”), de arremeter contra presuntos nuevos métodos pedagógicos: “Era natural que los pedagogos modernos desterraran el dictado de las aulas. Era inevitable que estos linces confundieran el dictado con la dictadura”. Me gustaría encontrar a uno de esos linces. Qué fácil resulta arremeter contra espantajos que uno inventa.
Podemos encontrar muchos más tropiezos en esta Minoría absoluta (apenas hay página sin alguno), pero eso no disminuye el interés del volumen. No se ha solido subrayar esa característica de las colecciones de haikus, aforismos, microrrelatos: nunca son enteramente prescindibles, siempre encierran alguna sorpresa. Si el autor (o el antólogo) no ha sido exigente, al lector le queda la grata labor de picotear acá y allá hasta dar con el hallazgo. O de reescribir, para dejar a su gusto, borrosas intuiciones. Lo primero, y algo de lo segundo, es lo que hago yo a continuación.

“El egoísmo es como el viento: solo lo percibimos cuando choca con algo”.

“No es arte si no consigues enterarte”.

“Si no consigues enterarte, no siempre es culpa del arte”.

“El ingenio es una trampa en la que caen los tontos y los que se pasan de listos”.

“Cuando soplo en el espejo siento cierto alivio: aún logro empañarlo”.

“La elipsis es la goma de borrar de la Retórica”.

“Los poetas le ponen letra a la melodía inaudible de nuestra vida”.

“Para practicar el amor libre hay que comenzar por librarse del amor”

“A la mano del pirómano la llama la llama”

“Con las metáforas cosemos y zurcimos el traje del mundo”.

“La ideología nos ayuda a no enterarnos más que de lo que nos conviene”.

“El presente de la felicidad está siempre en el pasado”.

“Ir contra la tradición es una tradición y una contradicción”.

“Las cosas verdaderamente grandes solo las hacen quienes no saben lo que hacen”.

4 comentarios:

  1. Señalemos, a riesgo de aburrir al amigo Diego Menéndez (lo siento, no era mi intención), el pequeño lapsus "entre muchas anotaciones inteligencias". En una cosa tiene razón: el papel de Pepito Grillo, como ya lo indiqué yo mismo, es poco lucido (y quizá poco lúcido, habiendo tanto que disfrutar y aprender en los comentarios de GM). Quizá valga más la pena que me olvide de él (del papel, digo), o que, si alguna vez incurro de nuevo en ello, GM me lea privadamente y no publique la correspondiente nota, para no arriesgarnos así a aburrir a nadie. Yo estaría perfectamente de acuerdo.

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  2. Como CAFÉ ARCADIA no permite comentarios lo cuelgo aquí:
    Leo con estupor que, en su paseo por Sofia, mientras Liliana Tabakova le hablaba, usted no la escuchaba, embebido en otras tareas de mucha más enjundia. Usted se lo ha perdido puesto que Tabakova siempre cuenta cosas interesantes. Por otra parte, el resultado literario de su "vuelo espiritual" no va mucho más allá de lo que pueda leerse en la guía TROTAMUNDOS. Quizás debería usted reflexionar un poco sobre lo innecesario que resulta dar nombres propios cuando el comentario alcanza lo despectivo.
    Mª Soledad Sánchez

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  3. Siento haber dado pie a esa interpretación. De sobra sé que mi amiga Liliana cuenta cosas siempre interesantes y sabias, y ella sabe que yo he me aprovechado bien de ellos. Quizá no me expliqué bien. Gracias, en cualquier caso, por la aclaración.

    JLGM

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  4. Es bastante razonable lo que planteas de que la distancia se acorta entre aficionados y profesionales en los haikus y microrrelatos. A mí las greguerías y demás ocurrencias me gustan, pero me parece que no dan para más, también pienso que hacer una frase graciosa y con cierto sentido lo hace hasta un niño como dices. Bien, por el colchón que nos tiendes al final, hay de una volatería inteligente... la del amor libre y la tradición.

    Saludos

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