
Algo más y algo menos que un poeta es Evgueny Evtusenko, quien en 1963 –a los treinta años, tan famoso ya en occidente como en su país— señalaba “el destino monótono” a que parecía condenado: “los críticos me cubrían de lodo, el público me aplaudía fervorosamente”. Los poemas se daban a conocer en recitales multitudinarios; solo después, si resultaban eficaces, se publicaban. Poemas valientes, muchos de ellos. Por ejemplo “Babi Yar”, cuyo título alude a un barranco de Kiev donde fueron asesinados millares de judíos. Evtushenko no se limita a condenar la barbarie nazi: “Cuántos antisemitas se nombraron / Unión del Pueblo Ruso. Qué vileza”.
En los primeros sesenta muchos, dentro y fuera de Rusia, creyeron en la posibilidad de un comunismo no dogmático y democrático. Evtushenko encarnó esas ilusiones. Pronto fue un juguete roto, aunque siguiera con sus recitales multitudinarios, convertido ya más en un personaje de la farándula –sus mayores éxitos los tuvo junto a Vittorio Gassman— que en un verdadero poeta. Lo era, sin embargo. Y algo puede entreverse en esta antología, cuyos textos son como letras de hermosas canciones de las que desconocemos la música: “Te amo más que a la naturaleza, / porque tú eres la naturaleza misma. / Te amo más que a la libertad, / porque sin ti la libertad es una cárcel”.
Siempre nos quedará Literatura.
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