jueves, 6 de octubre de 2011

David Roas: No puede ser, pero es

David Roas
Tras los límites de lo real
Páginas de Espuma. Madrid, 2011.


Fue Todorov, en fecha ya tan remota como 1970, quien por primera vez definió con rigor la literatura fantástica distinguiéndola de otros géneros afines. Y lo más paradójico de su definición era considerarla esencialmente realista. La literatura fantástica no inventa otros mundos regidos por distintas leyes –como los cuentos de hadas, la ciencia ficción, incluso las fábulas de Fedro y Samaniego—, nos habla del mismo mundo en el que vive confiado el lector y en el que de pronto se abre una grieta, ocurren hechos sin explicación. Todorov pensaba que, para que pudiéramos seguir en el ámbito de lo fantástico y no incurrir en el de lo maravilloso, esos hechos extraños deberían tener un carácter ambiguo. ¿Los fantasmas de Otra vuelta de tuerca son verdaderamente fantasmas o solo alucinaciones de la institutriz? El relato no debe inclinarse claramente por ninguna de ambas opciones, y no se inclina en el caso de los mejores relatos de fantasmas de Henry James.
            David Roas –que además de estudioso de la literatura fantástica es un destacado cultivador del género— va un paso más allá. Él no cree necesaria esa ambigüedad. Insiste en el carácter realista de la literatura fantástica. Es fundamental que los personajes del relato vivan en un mundo regido por las mismas reglas que el mundo del lector, no en otro mundo poblado por gnomos y por hadas y en el que son posibles los viajes en el tiempo. El narrador cuida mucho los pequeños detalles exactos que provocan la identificación. El protagonista sube al tren, entra en el metro, llega a casa después de un largo día de trabajo, le abre la puerta a un vendedor a domicilio, abraza a su novia en el cine, y es entonces cuando ocurre algo inesperado, algo que escapa a las leyes de la lógica, algo que “no puede ser, pero es”, como dice el vendedor de Biblias que ofrece el raro volumen en “El libro de arena”, de Jorge Luis Borges.
            La dificultad de la literatura fantástica está no en tratar de explicar lo inexplicable (si hay explicación, deja de haber literatura fantástica), sino en hacer presente en la realidad del texto lo que no puede estar presente de ninguna manera.
            Pero ¿qué es la “realidad” que encontramos en el texto? Un simulacro. ¿Y qué es la realidad que encontramos fuera del texto? Al concepto de realidad, que es naturaleza y es cultura, dedica David Roas el primero de los capítulos de su libro. La “realidad”  en que surge la literatura fantástica es la de un mundo que ha dejado atrás los mitos y se rige por las leyes rigurosas de la física newtoniana.
¿Qué pasa entonces con la literatura fantástica cuando, tras las revoluciones científicas del siglo XX, esas leyes ya no nos sirven para explicar el universo? ¿Tienen sentido los fingidos imposibles de la literatura fantástica después de la mecánica cuántica en la que los mayores imposibles parecen posibles, como estar y no estar en el mismo lugar, como la existencia simultánea de varias realidades?
            David Roas nos refiere sumariamente las paradojas de la mecánica cuántica, que nos presenta un mundo absurdo desde el punto de vista del sentido común, pero no incurre en el sofisma habitual de los malos divulgadores científicos. No nos habla de la posibilidad de los viajes en el tiempo, ni de la existencia de universos paralelos, no transpone las leyes que rigen las partículas subatómicas o las grandes magnitudes cosmológicas a una cotidianidad que sigue tercamente regido por un antes y un después, por la imposibilidad de estar en dos lugares al mismo tiempo, por las tres dimensiones de la geometría euclidiana y en el que los sueños sueños son. Aunque también es cierto que la realidad cambia según cambia nuestro concepto de ella, pero lo hace lenta e insensiblemente, como se modifica el perfil de las cordilleras.
            La segunda parte de su libro la dedica Roas al otro elemento esencial para que exista literatura fantástica: lo imposible. Con sutileza distingue diversos tipos de imposibles. Los milagros lo son desde el punto de vista de la ciencia, pero no del de la religión. Por eso la literatura hagiográfica medieval no sería literatura fantástica. Margarita la Tornera puede andar corriendo aventuras por tierra distantes sin que en el convento noten su ausencia: la Virgen ocupa su lugar. En un mundo cristiano lo imposible desde el punto de vista de la razón es posible porque Dios, en el que creen autor y lectores, todo lo puede. Pero la rosa que cortamos en el jardín del sueño y que, al despertar, todavía tenemos en las manos no puede ser y, sin embargo, es sin explicación ninguna.
            La irrupción de lo imposible en la realidad, característica de la literatura fantástica, el sentir que el suelo de la lógica cede bajo nuestros pies, produce el miedo, con sus variantes de angustia y de terror, que Roas analiza en la tercera parte de su libro. Una última sección se ocupa del lenguaje preciso para decir lo indecible, para sugerirnos realidades que, en una doble paradoja, están fuera de la realidad, escapan al lenguaje.
            El último capítulo –quizá el más discutible— se ocupa de “lo fantástico en la posmodernidad”. ¿Lo fantástico tiene razón de ser en la actualidad?, se pregunta. La interrogación parece meramente retórica cuando a continuación enumera una serie de excelentes autores –de Juan José Millás a Cristina Fernández Cubas, de Fernando Iwasaki a Jon Bilbao— que destacan hoy en el cultivo del género. La razón de la pregunta está en la “desconfianza ante lo real” que caracterizaría a la “literatura posmoderna”, esa vaga entelequia que, en el mejor de los pasos, no pasa de ser un subgénero de la literatura contemporánea. Como quizá no es más que un subgénero de la literatura fantástica el que David Roas analiza con tanto rigor y sin enredarse demasiado con la terminología en Tras los límites de lo real. Un subgénero que no gusta de vistosas fantasías, de demonios, de extraterrestres, de aparatosos monstruos, sino que en un mundo cotidiano, el tuyo, lector que llegas al final de esta reseña en el papel del periódico o en la pantalla del ordenador, lector que alzas de pronto de vista y te encuentras, frente a frente, con algo que no puede ser, pero es, con… 

4 comentarios:

  1. Querido José Luis:

    Mil gracias por esa lectura tan detallada de mi libro, y por tus sagaces comentarios. Abrazos. David

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  2. Glup, en fecha ya tan remota como 1970...¡jamás me había sentido tan viejo! Le he conocido en LNE y la tupida red que todo sostiene me ha traido hasta aquí. Es un placer leerle, aunque sea para constatar que uno ya es remoto.
    Un saludo afectuoso

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  3. Excelente. David Roas ha logrado unas fantasticas paginas en "Tras los limites". Por primera vez una definicion que hace verdadera justicia a lo fantastico, por primera vez alguien trata lo fantastico como concepcion estetica, y no como genero literario. La mejor, la mas brillante y completa definicion que alguien ha ofrecido jamas. Esta es una excelente resena sobre su ensayo.

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