Los buenos críticos son más escasos que los buenos poetas o
los buenos novelistas, y los malos más abundantes.
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Nadie verdaderamente inteligente se dedica a la crítica.
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Las historias de la literatura están llenas de libros injustamente
recordados.
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Sin capacidad de entusiasmo no hay buen crítico; sin un
punto de sadismo, tampoco.
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Destrozar de vez en cuando un libro mantiene en forma al
crítico.
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Los libros aburridos suelen provocar las críticas más
divertidas.
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A veces una reseña resiste mejor el paso del tiempo que el
libro reseñado.
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En la crítica, como en cualquier arte, la mejor musa es el
encargo.
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Un fracasado es el quien sigue escribiendo reseñas después
de cumplir cuarenta años.
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Las reseñas no forman parte de la crítica sino de las
relaciones públicas.
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Los buenos libros no necesitan manual de instrucciones; los
malos, tampoco, salvo que quiera pasar por buenos.
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La peor prosa suele darse en las reseñas de poesía; el peor
verso, en los libros de poesía.
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Un poeta mayor de treinta años que lea fundamentalmente
poesía nunca escribirá nada que merezca la pena.
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Los malos poetas son los mejores humoristas involuntarios,
si exceptuamos a sus prologuistas y reseñistas.
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Un autor estúpido nunca lo es tanto que no pueda llegar a recibir
las mejores reseñas y a ser tenido en cuenta por los eruditos.
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Saber escribir sonetos no es imprescindible para ser poeta,
salvo que se quiera escribir en verso libre.
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Un buen haiku está al alcance de cualquiera, salvo de la
mayoría de los poetas que se dedican a escribir haikus.
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Las obras maestras se escriben en colaboración con toda la
historia de la literatura; las obras mediocres solo con los autores que se han
leído.
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Las obras maestras las terminan de escribir los críticos.
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Tener mucho tiempo para no hacer nada es la primera
condición para ser poeta.
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Un buen poeta publica un poema de cada diez que escribe; un
buen crítico comenta un libro de cada cien que lee.
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Para un crítico una opinión que no coincide con la suya es
siempre una opinión equivocada; en esto demuestra que no se diferencia del
resto de los seres humanos..
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Nada nos defrauda tanto como un buen libro de un autor que
detestamos.
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El mal libro de un buen amigo puede provocar placeres
inconfesables.
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Los malos libros llegan solos a la casa del crítico; los
buenos a menudo ha de salir a buscarlos.
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La primera condición para ser un autor de éxito es hablar
siempre bien de los críticos y no hacerles nunca ningún caso.
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Los elogios de los críticos son como las monedas de los
distintos países, no todos tienen el mismo valor y algunos están completamente
devaluados.
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“Si el sabio no aplaude, malo; / si el necio aplaude, peor”,
dice la fabulilla de Iriarte. Los editores piensan otra cosa: el aplauso
unánime de los necios compensa con creces cualquier reparo de los sabios.
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Destrozar con saña un libro de un autor muy conocido calma
los nervios, y divierte a los lectores tanto como una buena pelea.
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Hay dos oficios a los que no debe dedicarse el apasionado
por hacer justicia. Uno es el de crítico literario; el otro, el de juez.
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Quienes todavía no han aprendido a escribir tienen una
extraña compulsión a escribir poemas. Quienes no han aprendido a leer, a
escribir reseñas.
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Un perfecto caballero nunca podrá ser un gran escritor.
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Una mala persona puede ser cualquier cosa, salvo buena
persona.
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Los buenos críticos nos ahorran la lectura de los malos
libros; y a veces, incluso de los buenos.
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Leer mala literatura es perder el tiempo. Pero a veces se
trata de una agradable manera de perder el tiempo.
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Los buenos críticos dicen lo que nosotros pensamos de los buenos
libros, pero lo dicen mucho mejor.
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Hay críticos que miran por encima del hombro al autor
reseñado mientras que otros se agachan para lustrarle los zapatos.
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El excesivo entusiasmo es casi siempre una falta de educación.
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El crítico, al contrario que el poeta, no puede comportarse
como un niño malcriado.
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Si te dedicas a la crítica y no tienes enemigos, mejor
dedícate a otra cosa.
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Todo crítico acaba cediendo a la tentación de escribir no de
los libros que existen, sino de los que deberían existir.
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Si leer no es para ti una obligación, sino un placer, nunca
serás un buen reseñista. Ni harás carrera como profesor de literatura.
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Hay quienes piensan que poetas y novelistas no son sino un
mal necesario para que exista la crítica. Y yo a veces pienso que tienen razón.
A una le gustaría confiar en un crítico; y leer sólo lo que ese crítico considera bueno, y no leer lo que considera malo. Así no habría que leer la mayoría de lo que se publica (y se publica tanto, y tan malo...). Pero por desgracia no he encontrado aún ese crítico ideal con el que siempre esté de acuerdo. Ni en literatura ni en cine. Y entonces el problema es que hay que besar 100 sapos para encontrar un príncipe. Por otro lado puedes decir "Si en las 30 primeras páginas el libro no me convence, lo abandono". Pero obviamente es caro. Lo que hago, desde hace tiempo, es "cata y cala" de libros en Internet: leo un capítulo, un pasaje..., y sólo si me atrae el estilo, entonces lo compro. Para mí, en narrativa, el estilo es fundamental. Un escritor, si no tiene un estilo propio y particularísimo, entonces no es escritor ni es nada (a lo sumo redactor).
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con lo que dices. Pero no me parece mal que no haya un crítico en el que confiar plenamente (sería como un gurú). Mejor tener en cuenta a varios y no fiarse del todo de ninguno. Y compaginar internet con las visitas a alguna librería para hojear los libros en papel (seducen de otra manera).
ResponderEliminarJLGM
La carencia de crítica mató a muchos críticos.
ResponderEliminarAcedo
No a tantos como a poetas.
ResponderEliminarJLGM
De acuerdo. Pero...
EliminarUn placer leerte, José Luis.
Felicidades con retraso.
F.M
Me estoy adentrando en la poesía joven española(soy poeta joven, con perdón); y me he comprado las antologías de Villena. Algunas cosas me gustan. Sigue para usted teniendo vigencia su Generación del 99? Qué otra antología me recomienda? Gracias, R
ResponderEliminarLas antologías de poesía joven son material perecedero. Caducan pronto, salvo algunos nombres. Los que vale la pena es seguir y que importan más por lo que han escrito tras aparecer en una antología iniciática.
ResponderEliminarJLGM
Creo entender lo que JLGM quiere decir en su último comentario; pero, supongo que por alguna errata, la sintaxis parece tan enrevesada que no acabo de verlo claro.
ResponderEliminarCierto, sobra un "es".
ResponderEliminarLos poetas siempre son jóvenes, aunque sean jóvenes.
ResponderEliminarUy. La frase anterior, pues ya te la dije -ya te la di-, es mía. Puro despiste, se me olvidó poner este nombre mío de jurista. De quién serán las que no damos. Adolfo González.
ResponderEliminarNo sé si los poetas siempre son jóvenes. Lo que sí sé es que los poetas (los que lo son de veras, no los versificadores más o menos adornados, o ingeniosos, o lo que sea) son raros. Rarísimos. De hecho, será la edad, me van pareciendo cada vez más raros.
ResponderEliminarseñor Anónimo, ¿qué es para usted un poeta de veras?
ResponderEliminarLos que ponen en lo que escriben, y transmiten al leerlos, fundamentalmente dos cosas: autenticidad y emoción. Pero eso es raro-rarísimo: lo normal es encontrarse con gente que piensa que el lucimiento personal, o la trivialidad más o menos adornada (o ambos, que no se excluyen) es lo que de veras importa. Un "poema" que no nos conmocione interiormente, que nos deje exactamente donde estábamos antes de leerlo, es del todo inútil. De hecho, no es un poema. Y así son un porcentaje altísimo de los que uno lee; un porcentaje difícil de cuantificar exactamente, pero que me temo que no baje en ningún caso del 99%.
ResponderEliminarPero no hay poetas de veras sin lectores de veras. Puede ocurrir que el fallo no esté en el emisor sino en el receptor.
ResponderEliminarJLGM
Sin duda. Muy justa precisión. Con todo, sigo creyendo que los poetas verdaderos son extremadamente raros. Lo que no quiere decir que no se pueda disfrutar incluso con quienes no pertenecen a ese escogidísimo grupo. No sé quién decía que un gusto realmente bueno es uno fácil de contentar, pero muy difícil de satisfacer. Lo suscribo.
ResponderEliminarTodo lo excelente es raro. Si no ¿qué mérito tendría?
ResponderEliminarJLGM
Contesto con cierto escrúpulo, por miedo a convertir esto en una conversación casi privada (no es el lugar). La respuesta a la pregunta es: "la excelencia". No necesariamente lo excelente es raro. Borges decía que "no pasa un día sin que estemos, al menos un instante, en el Paraíso", o también "en este mundo, la belleza es común". Cabría ahí discutir si en el primer caso estábamos hablando de excelencia creativa y humana y en este otro de excelencia, digamos, natural; yo no creo que haya entre ambas una separación tan tajante, pero esto nos llevaría demasiado lejos. Resumo, pues: lo excelente acostumbra a ser raro; pero la rareza no es, a mi parecer, condición imprescindible de la excelencia.
ResponderEliminarUn buen crítico es aquel que te hace leer un libro (sea bueno o malo)
ResponderEliminarEl que te hace leer un libro malo no es un crítico, todo lo más un profesor de literatura.
ResponderEliminarJLGM