viernes, 19 de julio de 2013

De diarios, antologías, concursos y falsas modestias


Un comentarista habitual de “Crisis de papel” (y también de mi otro blog, “Café Arcadia”) pasa por Oviedo para leer poemas en el Monasterio de Valdediós. Me cita para tomarnos un café y charlar personalmente sobre algunos de los temas que han sido habitual pretexto de polémica en Internet. Me pide mantener el anonimato y yo, siempre tan respetuoso con las ideas o simplemente las manías de los demás, acepto, aunque no sin intentar antes convencerle de lo contrario.

1.- A veces descalificas con aspereza la opinión de alguien que interviene en tus blogs por creerla infundada o poco meditada. ¿No hay en eso alguna falta de respeto, aun suponiendo que tengas razón?
    Sí, en ocasiones no puedo reprimirme y cuando oigo una tontería digo ¡eso es una tontería! E inmediatamente trato de razonar por qué. Algunos no se lo toman demasiado bien, pero afortunadamente la sangre nunca llega al río, al menos hasta ahora. No soy un vendedor, no estoy obligado a fingir que el cliente –o el lector–  siempre tiene razón. La razón la tiene quien la tiene y ha de demostrarlo con buenas razones.

2.- Tú, que tanto has criticado diarios ajenos, ¿no crees que en los tuyos hay realmente poca intimidad, que eres en eso un maestro, en lo de “nadar y guardar la ropa”?
    Yo creo que solo soy un maestro en lo de guardar la ropa. El secreto de aburrir es contarlo todo, decía Voltaire y yo repito a menudo. Me intimidad es monótona y abrumadoramente aburrida. Yo trato de hacerla más interesante contando poco e insinuando algo. Pero creo que ni aún así lo consigo. Un diario, cualquier diario, implica selección. El arte del diarista está en decidir qué cuenta y qué calla.

3.- Hace años que tienes abandonadas las antologías de poesía joven, antología que, a partir de Las voces y los ecos, tantos nuevos nombres nos descubrieron a muchos. ¿Es cansancio o falta de interés?
 Más bien lo segundo que lo primero. Yo soy de esas personas que no sé cansan nunca o, si se cansan, se recuperan pronto. Es falta de interés. Cada vez me aburre más eso que se llama “poesía joven”, sus polémicas, sus clasificaciones, sus teorizaciones. Hojeo un  libro como Malos tiempos para la épica. Última poesía española (2001-2012), de Luis Bagué Quílez y Alberto Santamaría, y me llega una oleada de aburrimiento cuando antes me habría puesto de inmediato a devorarlo, anotarlo, discutirlo, destrozarlo. Supongo que eso significa que me he hecho viejo. O quizá solo que he encontrado formas más agradable de perder el tiempo.

4.- En una reseña sobre Blas de Otero, hablabas hace poco del respeto a las decisiones del autor, a lo que él mismo considera más representativo. Pero por ejemplo Manuel Machado (ya lo señaló Ferrater) no era, parece, un buen antólogo de sí mismo. ¿Qué criterios piensas que son los más importantes?
    Creo que en esa reseña no hablaba de antologías, sino de ediciones de obras completas. A menudo el autor no es el mejor antólogo de sí mismo, eso nadie lo discute. Lo que yo afirmaba es que unas obras completas no están formadas por todo lo que escribió un autor, sino solo por aquello que él dio por válido. Lo que él desechó puede aparecer en apéndice, pero nunca entremezclado con sus libros. Ediciones detestables de ese tipo hay muchas. Por ejemplo, la obra completa de Miguel Labordeta preparada por Clemente Alonso Crespo. En el prólogo escribe: “Encontré, siempre luchando con su terrible caligrafía, que el poeta modificó una y otra vez, que tachó uno y otro poema, que abandonó mucha de su producción. Decidí, a la vista de todo ese material, transcribirlo y editarlo, ofreciendo así la Obra completa del poeta zaragozano, que aporta numerosas variantes a lo ya publicado y queda notablemente ampliada”. Queda completamente destrozada, diría yo. Tachar, borrar, desechar es también crear. Solo forma parte de la obra de un escritor lo que él da por válido: el poema, no los borradores ni el material desechado. E incorporarlo no añade, resta. Los editores de la obra completa de Blas de Otero han sido en esto modélicos.

5.- Suele discutirse el tema de las traducciones: fidelidad ante todo o recreación en castellano para que, en primer lugar, el resultado sea un poema. El Hopkins de Dámaso Alonso o la Dickinson de Oliván, por ejemplo. ¿Tú qué crees?
    Yo creo que hay varias maneras de entender la traducción de poesía y todas ellas resultan válidas si se hacen bien. El prólogo de Gabriel Insausti a su libro El puente y las orillas: cuatro poetas ingleses me parece muy esclarecedor en ese sentido. Las posibilidades del traductor de poesía son básicamente tres: una versión en prosa lo más fiel posible al sentido, una traducción que respeta la división en versos, pero no el ritmo versal, y una tercera –la que él y yo preferimos–  “que consistiría en remedar el ritmo del original mediante metros y esquemas prosódicos semejantes, no sin atender a los condicionamientos culturales e históricos y a las connotaciones que un metro u otro pueden tener para el lector, y procurando que se dé un paralelismo entre ambos textos mediante idéntico número de versos”.

6.- Y hablando de traducciones hay libros valiosos (las traducciones de poesía inglesa de Manent) desaparecidos hace tiempo del mercado y que nadie reedita. ¿Qué piensas de la”política” de reediciones?
    Pienso que el mercado tiene sus propias leyes. Cuando hay suficiente demanda de un producto, esta acaba llegando al mercado. Reeditar el maravilloso tomo de Manent (un inagotable centón de maravillas) supone una inversión que tardaría en recuperarse, o que no se recuperaría nunca. Para eso estaban antes las subvenciones del Ministerio de Cultura. Pero no está el horno ahora para muchos bollos. En cualquier caso, si la edición de libros respondiera solo a las exigencias del mercado, me parece que el sesenta o el setenta por ciento de los libros que se publican no se publicarían. El noventa y cinco por ciento, si se trata de poesía.

7.- A veces parece que el famoso canon con los clásicos o con los modernos es una repetición de criterios ya asentados que dicen, por ejemplo, para el XIX “Núñez de Arce sí, Menéndez Pelayo (y su espléndida “Epístola a Horacio” que ya señalara Borges) no, Eulogio Florentino Sanz (y su “Epístola a Pedro” excelente) quizá. ¿No hay demasiada rutina, demasiado poco riesgo y lectura viva, incluso en lo actual?
    No sé si entiendo bien la pregunta. El canon nunca es, nunca ha sido inmutable. Cambia muy rápidamente en lo contemporáneo y más lentamente según nos alejamos en el tiempo. Pero de esos tres poetas que citas a ninguno se le tiene demasiado en cuenta como poeta; Núñez de Arce tuvo su momento, pero pocos podrían citar hoy un solo verso suyo, salvo como broma (yo recuerdo el verso final de su soneto a la duda: “ya venciste, Voltaire. ¡Maldito seas!”. Comparto la admiración de Borges, y de tantos otros (recuerdo que hace años me habló con elogio de ella Fernando Ortiz), por la “Epístola a Horacio”: “Yo guardo con amor un libro viejo”. La otra epístola que mencionas no la conozco; la buscaré.

8.- Un viejo tema: los premios de poesía. Que si los jurados definitivos pueden, por ejemplo, reclamar libros no preseleccionados, lo que supone que de nada sirve entonces el anonimato de la plica, que si gracias a ello se premian libros valiosos que se hubieran perdido entre el montón de originales, que si para eso mejor que cada uno se presente con su nombre, a cara descubierta, que si amaños, que si… ¿Tú cómo lo ves?
     Lo de añadir libros a los preseleccionados es una prerrogativa de todos los jurados literarios. A fin de cuentas, la preselección es solo una ayuda; el criterio que cuenta es el del jurado. Pero no puede hacerse de cualquier manera. La mala costumbre habitual, la que se sigue en el Loewe (según te reconoció a ti tu amigo Paco Brines) o, según mi experiencia, en los jurados en los que participan Jesús Visor y García Montero consiste en pedir un libro concreto cuando es el libro de un amigo o de alguien de la casa editorial que publicará el premio y no ha sido seleccionado. Andrés Trapiello cuenta algo semejante, sin rubor ninguno, en su último diario. Pero en los casos en que los libros se presentan bajo plica eso es estrictamente ilegal. Todos los concursantes tienen que tener los mismos derechos. El jurado acepta la preselección o, en caso de no estar de acuerdo con ella, pide todos los libros y selecciona por su cuenta. Unos manos preseleccionadotes pueden haber dejado fuera un libro importante, cierto, pero ese libro no tiene por qué ser precisamente el del amigo de Paco o de Luis que le ha dicho que se presenta y con qué lema se presenta.
     No quiere esto decir que todos los premios estén amañados, unos lo están y otros no. Generalizar no sirve de nada, hay que denunciar con fundamento. Es lo que yo siempre procuro hacer. Y por supuesto no dejar pasar ni una cuando me toca estar en un jurado.
     Y hay que tener en cuenta que nada tiene que ver amañar un jurado con premiar un mal libro. A veces los premios amañados aciertan mejor que los otros. Porque, no nos engañemo, los amigos de Paco, de Luis o de Andrés suelen ser buenos escritores.

9.- Otro viejo tema: las mujeres. ¿Reciben poca atención por serlo? ¿Incluso la atención que reciben está mediatizada previamente por una mirada y unos criterios históricamente masculinos?
   La marginación de las mujeres a lo largo de la historia todavía no ha desaparecido del todo. Pero en el mundo occidental, y en el campo concreto de la literatura, yo creo que ya es historia. No así en otros campos ni en otras sociedades.

10.- JRJ recomendaba “alentar a los jóvenes”. ¿No tiendes tú, al contrario, a desalentarlos? ¿No eres con alguna frecuencia demasiado duro con ellos?
    A los malos poetas, jóvenes o viejos, no los desalienta nadie, me temo.

11.-  ¿Por qué parece a veces que te gusta tanto el papel de malo? O, más en concreto, el de quien cree que puede permitirse muchas cosas porque está convencido de que tiene razón.
    El papel de malo me gusta, para qué lo voy a negar. Pero no soy demasiado buen actor y siempre estoy temiendo que alguien descubra que no soy tan malo como me gusta parecer. Yo trato de tener siempre razón, no me gusta nada estar equivocado, por eso estoy siempre muy atento a las razones de los demás y procuro rectificar en cuando me descubren un error (tú mismo lo haces a menudo).

12.- Hablas alguna vez de la falsa modestia. ¿No te parece que es esa una cualidad de la que, sin salir de casa, podrías encontrarte con abundantes (y convincentes) ejemplos?
    De la falsa modestia hablo a menudo. Es uno de mis temas preferidos. Modestia aparte, yo creo que si de algo puede presumir, si en algo puedo competir con cualquiera, incluso con campeones como Andrés Trapiello o mi admirado José Cereijo, es en falsa modestia.



10 comentarios:

  1. “Encontré, siempre luchando con su terrible caligrafía, que el poeta modificó una y otra vez, que tachó uno y otro poema, que abandonó mucha de su producción. Decidí, a la vista de todo ese material, transcribirlo y editarlo, ofreciendo así la Obra completa del poeta zaragozano, que aporta numerosas variantes a lo ya publicado y queda notablemente ampliada”.

    Pero –pregunto- ¿es que después de morir una persona no debe respetarse su voluntad de no publicar lo que no quiso? ¿No es un atentado contra su intimidad (debe existir la intimidad ”post mortem” como también hay honor “post mortem” y lo ha declarado el Tribunal Supremo), cuando claramente se desprende que el muerto no quiso que se publicaran esos escritos? (Aquí pueden salir a relucir los casos Kafka/Max Brod y Pessoa. Pero no cuentan. Respecto al primero, Brod ya le advirtió a Franz que no iba a destruir sus inéditos y que, si quería quemarlos, lo hiciera él mismo. Y en cuanto a Pessoa, no hay constancia de que lo que guardaba en su “baúl de la Piquer” fuera con intención de no publicarlo.)

    ( Ah, y sobre la falsa modestia: -A mí, a modesto, no me gana nadie. )

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    1. Todos los grandes autores deben de tener un voluminoso compendio de "Sobras completas", y es de desear que a ningún merluzo se le ocurra publicarlo.

      Mi consejo: una buena trituradora (de ésas que tienen muchas empresas para destruir sus secretos industriales).

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  2. Sobrecogedora fotografía. ¿Son ustedes hermanos?

    A su edad, don José Luis, debería usted ya saber que la razón no la tiene nadie... Y emperrarse en llevarla contra tiento y tarea es emular al perro que se quiere morder la cola.

    Zumo de Patata

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  3. Coño, joder, cagonlaleche, si es que dan ganas de coger la escopeta y liarse a tiros… ¿Quién ha sido el malage que ha escrito “Zumo de patata”? Pues sepa que tenemos el copyright de Propiedad Intelectual y los únicos que podemos firmar “Zumo” de algo somos nosotros, los gra-na-í-nos (incluido nuestro primo, el de Zumosol). Advertido queda y más le vale no reincidir o querella al canto y nos veremos en los tribunales. He dicho y aténgase a las consecuencias.

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  4. Karrastkho, no me te cabrEEEEEEEEEs que te se sube la bilirrubina, tronco, colega, mayormente aitormentoso.
    So amenazón.

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    1. Y encima el tío ignora que la patata no es fruto ni fruta, sino una raíz, o sea, un tubérculo. ¿Cómo va a sacarle zumo a eso?

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  5. 'Tachar, borrar, desechar es también crear. Solo forma parte de la obra de un escritor lo que él da por válido: el poema, no los borradores ni el material desechado. E incorporarlo no añade, resta.'

    Amén.

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  6. El gran alentador fue Ruben Dario que fue quien dio el pistoletazo de salida a Juan Ramón y el visto bueno a Ramon Maria ( en Max Estrella se ve lo que cuento ) , otra cosa es que JRJ también alentase pues el nivel era muy alto . Los poemas de la mayoría dan sensación de plagio , pasa con los aforismos .
    Cuando lees a Borges ( y lo entiendes , que no es fácil ) a JRJ a Valle Inclán o Corso te das cuenta que los poetas vivos están muy lejos . Claro que al igual que no ha nacido un Borges tampoco hay un Mozart o un Picasso , por eso cuando un español plagió a Borges me pareció una infamia . ¿ Escritores modestos ? ¿ Donde ?

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  7. Muchas veces, cuánta tristeza da
    la literatura, vida incluída.

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  8. La tristeza la dan los escritores , faltos de alegría porque se puso mal vivir como millonarios . ¿ Plagiar a Borges ? , muy codicioso hay que ser

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