viernes, 26 de julio de 2013

Ana Reviriego, Jorge Luis Borges, Rafael Suárez Plácido, Martín López-Vega, Manuel Chaves Nogales, Álvaro Cunqueiro, Robert Byron: Ni un día sin libro


Los libros se amontonan sobre la mesa y yo debo seleccionar uno para comentar, como cada semana. Pero me cuesta decidirme. ¿A qué poner reparos al libro de un amigo? ¿No es mejor elogiarlo vagamente en un correo privado y así evitar resquemores y resentimientos que duran toda la vida? ¿Y qué voy a decir yo que no haya sido dicho sobre Chesterton o Borges o Chaves Nogales? Pasan los días rápidamente, la semana discurre en un soplo, y yo sigo sin decidirme. Mejor dejar el muestrario sobre la mesa y que el curioso lector decida.

Una caja de piedra y otra de palabras (Editora Regional de Extremadura), de Ana María Reviriego

Ana María Reviriego nació en Aldeanueva del Camino. Yo también. Somos quizá los dos únicos poetas del mundo en que se da esa coincidencia. Ella es bastante menos prolífica. Tras un primer libro, de 1984, no había vuelto a publicar. Sus poemas nos hablan de un presente oscuro y de un tiempo feliz, el de la infancia, que quizá no ha existido nunca. Y lo hacen con un lenguaje seco y preciso que no gusta de excesiva florituras. Tiempo de dolor el de la primera parte (“Una caja de piedras”), de evocación a partir de viejas fotografías el de la segunda (“Caja de fotos”) y de salvación por el arte y la belleza del mundo el de la tercera (“Una caja de palabras”).
Un puñado de poemas memorables y otros que habrían merecido una revisión más atenta. El primero del libro dice así:

Huía de las tristes novelas,
las de los fracasados que dejaron a medias su camino,
las de los que cargaron las penas de otros
hasta sepultarse ellos,
las de las vidas rotas, colgadas a destiempo
fuera de los carriles de su historia.

Huía de las novelas que se parecen demasiado
a la realidad cercana, oscura y confundida,
las que con su tristeza hacen constar
que el mundo guarda cajas oscuras, de muerte llenas.

Huía de las novelas donde el personaje repite
y repite sus errores hasta quedarse prendido inútilmente
del error que le arrastra.
Pero todos los días al salir a la calle
cobraba conciencia de que era el protagonista
 de una de
aquellas vidas
equívocas.

¿No habría sido mejor decir “equivocadas” en lugar de “equívocas”? ¿O, más sencillamente, prescindir de los dos versos finales y terminar con que, al salir a la calle, “cobraba conciencia de que era el protagonista / de una de ellas”?


Borges. Edición Minor (BackList), de Adolfo Bioy Casares

¿Qué criterio ha seguido Daniel Martino para preparar esta edición reducida del monumental Borges de Bioy Casares? En el prólogo nos dice que pretende conservar “lo esencial de las opiniones de Borges” omitiendo “los detalles históricos y circunstanciales de la vida política, universitaria y social argentina”. Pero hojeamos el libro al azar y vemos que omite otros detalles. Por ejemplo, la anotación del 21 de julio de 1949: “Hoy, por primera vez, oí una conferencia de Borges. Habló sobre George Moore. Habló tan naturalmente que me hizo pensar que la dificultad de hablar en público debía de ser ficticia. No habla con énfasis de orador: conversa, razonando libre e inteligentemente”.
De la larga anotación del 12 de mayo de 1968 conserva las peculiares opiniones de Elsa, la efímera mujer de Borges, pero suprime el siguiente párrafo: “Me dice que planea un relato sobre el encuentro de un escritor que, mirando el río Charles, de Cambridge (Estados Unidos), pasa a estar mirando el Ródano, en Ginebra, y se encuentra con un joven que es él mismo, hace treinta años antes. No sabe si hacerlo con un escritor imaginario o consigo mismo; dice que perdió un buen final que se había ocurrido. Tal vez se citan para un segundo encuentro, a que el joven falta, por lo que el viejo siente alivio”.
Mejor no seguir comparando. Esta nueva edición (691 páginas) no anula la anterior (1663 páginas), pero es más manejable, muy adecuada para servir de compañía en un viaje. En su obra literaria, Borges no quiso mostrar sus opiniones. Aquí opina de todo lo humano y lo divino, a veces de irritante manera. Con los malos escritores (y con alguno bueno) es divertidamente cruel (comentando un soneto de Herrera y Reisig dice: “no hay palabra que no sea una errata”). No nos importa. Todo se lo perdonamos. No le abandona nunca esa cualidad que a él le gustaba subrayar en Stevenson (y en Oscar Wilde): el encanto.
Como el asesinato para Thomas de Quincey, también la chismografía y la erudición –si quienes las cultivan se llaman Borges y Bioy Casares–  pueden convertirse en una de las bellas artes.


Aguilar. Historia de una editorial y de sus colecciones en papel biblia (Librería del Prado), de María José Blas Ruiz

La historia de una editorial puede ser tan apasionante como cualquier novela. ¿Quién no recuerda aquellos tomos en papel biblia y encuadernados en piel publicados por la editorial Aguilar, su colección Joya, su colección Obras Eternas? Todavía son muy buscados por los coleccionistas y algunas obras míticas –como el glosario de Eugenio d’Ors–  solo se puede encontrar en ellos.
Este volumen, minuciosa y preciosamente ilustrado (y con prólogo, cómo no, de Luis Alberto de Cuenca) nos informa de todo lo que el bibliófilo querría saber y de algunas sorprendentes curiosidades, como que el editor, para lograr la máxima calidad en las encuadernaciones, tenía sus propios talleres y sus propios rebaños de cabras en los montes de Toledo. Pero como todo de cae, a partir de 1955, la piel comenzaría a ser sustituida por el plástico –fue la Biblioteca de Premios Nobel la que inició la novedad–  para espanto de los amigos del libro. Pero siempre nos quedarán aquellos tomos con las guardas ilustradas, los cortes decorados y los prólogos de Federico Carlos Sainz de Robles.


Charco negro. Relatos de las dos orillas (Unomasuno), de Miguel Molfino y otros.

Narradores argentinos y españoles se van alternando en esta antología. El cuento, tan apropiado para el género policial según se entendía en los tiempos de Sherlock Holmes o de Jorge Luis Borges, quizá resulte menos adecuado cuando al enigma inteligente se prefiere la denuncia social y el chafarrinón sangriento.
Muchos de estos autores recurren al ingenio y a la parodia. Ingenio metaliterario hay en “La muerte viaja en una Olivetti”, el cuento que inicia la antología, en el que el protagonista es un personaje secundario de muchos relatos policíacos y su cadáver es encontrado –según se nos informa en las líneas iniciales– “en posición decúbito dorsal, semioculto en los últimos párrafos de un cuento titulado La muerte viaja en una Olivetti”.
Marta Sanz, en “Extrañas en un tren”, convierte la historia de Patricia Highsmith y Hitchcock, en el posible guión de una película de Alex de la Iglesia. En la autoficción incurre Marcelo Luján en una trama ingeniosamente poco verosímil mientras que Cristina Fallarás se inclina por la esperpéntica sordidez y Luisgé Martín por la biografía apócrifa de un psicópata de serie televisiva.
            No sé si el público aficionado a la ficción policial disfrutará con estos cuentos (seguramente preferirá evadirse con las novelas), pero sin duda alguna darían mucho juego en un taller literario.


Simulacro (La Isla de Siltolá), de Rafael Suárez Plácido

¿Basta ser un buen lector para ser un buen poeta? ¿Hasta qué punto conviene tener maestros demasiado cercanos?
A partir de los años ochenta, hubo un cierto descrédito del forzado (y a menudo falso) adanismo de la vanguardia; llegó a convertirse en un valor todo lo contrario: que, como en la época clásica, se reconocieran claramente los modelos.
Pero conviene que esos modelos no sean demasiado cercanos. En el epílogo a Simulacro, y refiriéndose a José Luis Piquero, se señala que “a la lectura atenta de sus libros se deben algunos de estos poemas”. Bastantes, añadiría yo, especialmente los más narrativos, autobiográficos y descarnadamente eróticos. Con la diferencia de que lo que en José Luis Piquero suena a descubrimiento, en Suárez Plácido da a veces la impresión de reiteración de una fórmula (de ahí la extensión de su libro, en contra de la brevedad de los que le sirven como modelo).
            Rafael Suárez Plácido es un poeta tardía (nacido en 1965, no publica su primer libro hasta 2008), quizá por eso no ha roto todavía del todo su cordón umbilical. Y es que, para ser un buen poeta, hace falta, por supuesto, ser un buen lector de poesía. Pero también hace falta algo más. Hay que tener buenos maestros y hay que saber traicionarlos en el momento oportuno.


Retrovisor (Papeles Mínimos), de Martín López-Vega

Martín López-Vega es un autor prolífico como traductor, como ensayista, como escritor de libros viajeros. También como poeta, el género donde quizá resulta menos recomendable.
Esa fecundidad tiene, como todo, sus ventajas y sus inconvenientes. Al ir acompañada de versatilidad, le evita incurrir en la monótona insistencia. El acabado final de sus obras, sin embargo,  a menudo se resiente.
Retrovisor, antología de los poemas escritos entre 1992 y 2012, deja de lado sus tentativas más experimentales, epatantes y presuntamente innovadoras y se centra en los poemas viajeros, evocativos, meditativos.
Martín López-Vega siempre ha mostrado un cierto rechazo por la tradición poética española; sus clásicos y sus maestros se encuentran más bien en la tradición inglesa o en otras tradiciones leídas en su lengua original o a través de la versión inglesa. Eso se nota en el ritmo de sus versos, que rehúyen el tan habitual sonsonete del endecasílabo y del heptasílabo y a menudo nos suenan –algo que no siempre es un reproche– a poesía traducida.
Entre los poemas inéditos de la antología destaca “Autorretrato hacia 2009”, un nuevo intento de descifrar el misterio del mundo a una determinada altura de la vida, en el que muestra una vez más su personal gusto por las disonancias y las rupturas del ritmo.


El hombre corriente (Espuela de Plata), de G. K. Chesterton

Parece que Chesterton no se agota nunca. Después de tantas décadas de continuas ediciones de sus obras en español, aún quedan inéditos suyos. Aberlardo Linares traduce ahora El hombre corriente, aparecido en 1936, pocos días después de su muerte. En la nota de la contraportada, escribe: “Existen multitud de malentendidos literarios respecto a Chesterton, pero (a diferencia de lo que pasa con los escritores de moda) todos en contra de Chesterton. Muchos no leerán nunca a Chesterton porque piensan (es un decir) que fue un escritor de derechas, un amable conformista. Algunos lo seguimos leyendo porque sentimos que tras la máscara de su humorismo se ocultaba un rebelde y que muchas de sus rebeldías siguen aún vivas”.
Se ocultaba un rebelde y también un dogmático; las continuas paradojas de Chesterton no deben hacernos olvidar que era un escritor que se sabía (o se creía) en posesión de la verdad, de la única verdad, la de los dogmas cristianos.
El placer con que lo leemos se interrumpe a menudo cuando nos encontramos con un hueso duro de roer: los sofismas con los que trata de convencernos de que su verdad es La Verdad, de que en la edad media ya se sabía, de las cuestiones fundamentales, cuanto hay que saber y que la modernidad, de Descartes para acá, no es más que un desvarío.
A veces Chesterton –para qué nos vamos a engañar–  se parece demasiado al peor Juan Manuel de Prada. Sus deslumbrantes paradojas en más de una ocasión esconden un intento de darnos gato por liebre.


Poesía china (Cátedra), edición de Guojian Chen

Alguna ingenuidad hay en el prólogo de Guajian Chen a esta nueva edición, muy ampliada, de su antología de poesía china. Sorprende que la primera nota de la introducción señale que “son datos sacados de El Pequeño Larousse 2000, Nuevo Espasa Ilustado 2000, editados en 1999, y Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado Grijalbo, editado en 1998”. ¿No ha encontrado referencias más actuales?
Guajian Chen conoció todas las turbulencias de la historia contemporánea china, incluido el destierro durante la revolución cultural, y es un gran estudioso de la literatura española. Su nueva edición de la poesía china comienza en el siglo XI antes de Cristo y termina con poetas nacidos en los años sesenta del siglo XX. Guajian Chen no quiere limitarse a hacer una versión literal de los poemas chinos, no escribe para eruditos, sino para amantes de la poesía, y por eso pretende ofrecernos, a cambio del poema original, otro poema en español.
A menudo lo consigue, pero a veces –en la elección del léxico, en algún giro sintáctico–  se nota que no es un hablante nativo. Pero eso añade una cierta gracia exótica al libro y nos tienta a tomarlo como punto de partida para nuestras propias versiones. El poema “La serpiente”, de Feng Zhi (1905-1993), quedaría entonces de esta manera: “Mi soledad, / ligera cual la sombra de la luna, / se desliza a tu lado y me trae de tu sueño / una flor sonrosada”.


Obra periodística (Diputación de Sevilla), de Manuel Chaves Nogales. Edición de María Isabel Cintas Guillén

El éxito actual de Manuel Chaves Nogales se debe, paradójicamente, a un equívoco tenazmente difundido por Andrés Trapiello, en quien tuvo su origen, y por otros escritores. Cuando España enloqueció, en los años de la guerra civil, sería el único que supo ver claro, el único –o casi el único– que tuvo la valentía de condenar la barbarie de unos y de otros. No hubo tal. Se marchó, en cuanto pudo, como tantos y, como buena parte de los republicanos, se sintió ajeno y denunció los desmanes cometidos en el lado republicano. Su olvido tras la guerra no fue un castigo de unos y de otros, sino el silencio que sigue siempre al periodista de moda.
Se reeditan ahora los tres tomos de su obra periodista (no completa, eso es imposible, pero sí muy ampliada respecto a la edición de 2001) en los que hay algún material caducado, como no podía ser de otra manera, pero en la que abundan las páginas que han resistido el paso del tiempo para dejar constancia de un tiempo que, gracias al periodismo, no se pierden para siempre.
Su defensa del reportaje, frente al periodismo de opinión, tienen ahora la misma validez que en los años veinte, cuando polemizó con Mariano Benlliure y Tuero, un cantamañanas de la época: “Considero sin interés todo artículo en el que aparezcan opiniones políticas o religiosas puramente personales, siempre que la personalidad del que las emita no tenga autoridad bastante para influir sobre sus contemporáneos. Me parece una impertinencia dar opiniones sobre un tema en el que no se es experto. ¿A qué molestar al lector con los balbuceos de un señor lego en la materia de que se trata? Que se entere primero y después que opine”.
Cuando opina Chaves Nogales, está siempre bien enterado y en sus reportajes nos ofrece algunas de las mejores narraciones de no ficción que se han escrito en la literatura española.


“Los días” en La Noche (Follas Novas), de Álvaro Cunqueiro

Los tesoros que Álvaro Cunqueiro dejó enterrados en los periódicos resultan inagotables. Se reúnen ahora por primera vez en volumen los artículos que fue publicando en el diario compostelano La Noche entre 1959 y 1962.
Así comienza uno de ellos: “Se dice que los elfos que moran soterrados en los bosques, por estos días invernales, comenzando el año, salen a hacer estadística de todos los árboles que hay en el mundo, para que en los palacios suyos, las tejedoras que trabajan a las órdenes de la reina élfica, que es una cojita de rubio pelo, no haga ni un brote ni una flor de más en primavera”.
            ¡Qué sorpresa debieron llevarse los lectores de entonces al encontrarse entre las páginas municipales y espesas del diario con párrafos que parecen recién llegados del mundo de los sueños! A pesar de lo acostumbrado que estamos a leerle, aún nos sorprende a nosotros.
            ¿Lo mismo de siempre? Es posible. Pero como en el caleidoscopio siempre en combinaciones sorprendentemente nuevas.


Europa en el parabrisas (Confluencias), de Robert Byron

Una noche de agosto de 1925 un policía londinense se sorprende al ver a tres jóvenes tendidos en el suelo observando un mapa. A su lado había un reluciente automóvil, un Sumbeam (al que bautizarían con el nombre de Diana). Así comienza este fascinante viaje de alegres veintañeros por una Europa recién salida de la catástrofe y que soñaba con una prosperidad eterna.
En Alemania todavía no se hacía notar el nazismo, pero Italia (donde un inglés siempre tiene la sensación de estar en casa, según indica Robert Byron) ya contaba con Mussolini, aunque por entonces no parecía especialmente amenazador: “El fascismo, de hecho, es una especie de régimen de boyscouts, pero que en vez de banderines llevan revólveres”.
            Con desenfada gracia, Robert Byron nos hace viajar en el tiempo, nos pasea por una Europa pintoresca y feliz en un automóvil que se avería a cada poco y que obliga a detenerse en los lugares más inesperados.
Es el primero de sus grandes libros de viajes, el menos premeditado, casi una travesura juvenil. Pero el tiempo se nublaría pronto.
Robert Byron –como nos informa José Jesús Fornieles en el prólogo–  partiría para El Cairo  como corresponsal de guerra embarcado en el carguero Jonathan Holt. “Poco antes de la una de la madrugada del 25 de febrero de 1941 se oyeron algunas explosiones a bordo; un submarino alemán, el U-97, había disparado sus torpedos contra el convoy del que formaba parte el Jonathan Holt, que en pocos minutos se vio rodeado de fuego y humo, hundiéndose en el mar. Robert Byron aún no había cumplido 36 años”.




30 comentarios:

  1. Este blog es una joya.

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  2. De todos, el que más llama la atención es el de Chaves Nogales. He leído "A sangre y fuego" y "La defensa de Madrid" y tengo en cartera "Belmonte", que me han asegurado no tiene (apenas) que ver con la tauromaquia y sí mucho con las circunstancias sociales de la España de principios del XX, aquélla de "Más cornás da el hambre".

    A López-Vega, la verdad, le he cogido prevención después de insinuar, sin ningún fundamento, que zUmO dE pOeSíA es un testaferro del propio García Martín (y ello a pesar de las intensas diatribas intelectuales que hemos mantenido con el autor de este blog).

    Y bueno, quiero finalmente decir que, desde que vengo siguiendo éste (y Café Arcadia), echo de menos que un día su autor escriba algo como: "¡¡ Eureka, albricias, aleluya !!, he aquí un libro maravilloso, que me ha dejado boquiabierto y nadie debería dejar de leer". Ese día le haré caso y me dejaré guiar por su entusiasmo literario.

    Feliz agosto a todos*

    *En epiceno

    Sandra Suárez

    (PD: En ZdeP no cerramos por vacaciones.)

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  3. En lugar de "en epiceno", ¿por qué no escribir "a todos y a todas" si eso es lo que se quiere decir? (Incluso consta de menos letras). ¡De lo que son capaces algunas personas con tal de no dar la razón a Ibarreche(o a mí, sin ir más lejos).

    JLGM

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  4. Ni Ibarretxe ni JLGM ni nadie en este mundo llevará el 100% de la razón. Como mucho tres cuartos (en el mejor de los casos), o sea un 75% de la razón. Eso, insisto, en el summum de los casos. Pero el 100% nunca - never - jamais.

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  5. Agradezco tus palabras sobre Simulacro, aunque no te haya interesado.
    Un abrazo. Es posible que pronto nos veamos.

    RSP

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  6. Aunque no se sea católico, habría que disfrutar las paradojas de Chesterton como las salidas energuménicas de Joseph de Maistre. Con un cierto espíritu ácrata. Ya sé que esta actitud cuesta en España, en la que es impensable que Walter Benjamin sea capaz de citar con interés a Carl Schmitt. En lugar de eso, queda esa maldad castiza de comparar a Chesterton con César González de Prada. ¡Qué país! No tenemos remedio.

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  7. Que no se preocupe Cavalcanti que los ateos también hemos disfrutado con las paradojas de Chesterton. Pero eso no quiere decir que haya aplaudirlo siempre. Algunas veces sus paradojas no son más que sofismas. Y compararlo con Prada no es enteramente una broma; también Juan Manuel de Prada es un brillante escritor.

    JLGM

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  8. Todos salieron por patas , como es natural . En la forja de un rebelde ( gran serie de TVE ) se ve como Arturo Barea no tuvo más remedio que ponerse a salvo , de no ser así la Literatura del siglo XX seria autentica jujena . Todos encadenamos tópicos y lecciones dá el que puede y a quien pueda .
    A Borges le oí decir que no refrendaba la mayoría de opiniones que había dado ¿ O es que una opinión es una confesión ? , por cierto que Bioy está en la lista negra de doña Maria Kodama y Piglia como difamador , lista en la que hay un español por plagio .
    Fascismo es querer ser soberanos de un mini Pais a costa de quien sea con el fin de imponer una plutocracia corrupta , que yo sepa solo se consigue con milicianos y acólitos dispuestos a comer del pastel . Personalmente soy un admirador del movimiento boy -scout , siempre sembrando nobles valores como la Union y el patriotismo ( como se echa de menos que los escritores defiendan los innumerables valores del pueblo español , será el vil metal ) .
    Saludos

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  9. Sobre el libro BORGES, del inefable Bioy.
    Creo que el lector debe ser cauto con las afirmaciones de (supuestamente) Borges vertidas allí por el autor de "La invención de Morel". Sobre el particular, cito unas líneas de quien es sin dudas uno de los más minuciosos conocedores de Borges y su contexto, Carlos García. Éste, en mi opinión, da en la tecla en este asunto.

    "En primer lugar, los incriminados no son textos autorizados por Borges, o siquiera que éste haya visto; no puede excluirse la posibilidad pues, de que todo el contenido sea invención de Bioy, cuyo discutible buen gusto ya puede advertirse en otros de sus faux pas autobiográficos.

    Pero aunque así no fuera: las charlas entre Borges y Bioy en la versión que éste presenta de ellas no pasan de ser un ejercicio de maledicencia más o menos indiscriminada, una competencia de ingenio en el poco valiente arte de injuriar in absentiae.
    No creo, por lo demás, que en todos y cada uno de los casos sea ésa la verdadera opinión de Borges sobre la persona criticada y menos aún en el caso de Reyes.”" (García, Carlos: Discreta efusión. Alfonso Reyes-Jorge Luis Borges 1923-1959. Correspondencia y crónica de una amistad, Iberoamericana, 2010, p. 430)

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    1. No veo yo a Bioy tan genial como para ser capaz de inventarse mil seiscientas páginas de ingeniosos, divertidos y siempre muy borgianos comentarios. Nadie lo es.
      Habrá algún error factual, como en cualquier transcripción periodista, pero creo que lo fundamental es verdadero, aunque no refleje siempre las más auténticas opiniones de Borges, sino ocurrencias del momento.

      JLGM

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    2. Amigo JLGM: en su respuesta, Ud. aniquila los matices del texto de García que yo hago míos ("No creo, por lo demás, que en todos y cada uno de los casos sea ésa la verdadera opinión de Borges sobre la persona criticada")hablando de las "mil setecientas páginas de ingeniosos, divertidos y siempre muy borgianos comentarios". No es eso lo que decía. No diré más sobre matices a un lector de Borges. Creo que debe irse a la obra cuyo autor es Bioy (no Borges) con reserva, cautela, desconfianza; con un poco más de todo eso que la dosis que exige cualquier libro de parte de un lector activo, no crédulo. Y esto, aun si ignoráramos las razones, no siempre despreciables, del encono de María Jodama frente a la publicación de este volumen. Por otra parte, en punto a la "genialidad" de Bioy para inventar dichos borgeanos, tomando con libertad materiales de más de cincuenta años de trato con su amigo, señalaría que "comentarios borgianos" encontraría Ud. por doquier en Buenos Aires, Rosario, Córdoba o cualquier gran ciudad argentina, en el "floclore urbano" argentino: no es que los argentinos urbanos sean borgeanos,es que Borges era muy argentino.

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  10. Creo que me das más importancia de la que he tenido en el caso Chaves. Yo no he dicho nunca que Chaves fuese el "único" en denunciar los crímenes de los republicanos. Lo que yo he dicho es que Chaves fue uno de los pocos que denunció tales crímenes (y los del otro bando también, lo que le hubiese impedido volver a la España de Franco, en el caso de que hubiese querido hacerlo), sí, pero, sobre todo, el primero con Clara Campoamor en decirlo, en 1937. Ese dato es crucial. No fue, pues, uno de "tantos", como dices, sino una excepción. Después de la guerra, sí, empezaron a perfilarse otros, poco a poco, en un goteo, tampoco con demasiadas prisas. ¿Y en qué te basas para decir que su olvido no "fue un castigo de unos y de otros, sino el silencio que sigue siempre al periodista de moda"? Lo respeto como una de tus grandes sagacidades, basada en tus dotes de psicólogo, pero no me convence mucho. La fama de Larra, el periodista de moda en su época, no hizo sino crecer con su muerte. Si la tesis de un Chaves representante genuino de la tercera España, condenado al ostracismo por las otras dos, ha prosperado y la sostienen hoy "tantos" (ahora sí, tantos, y algunos más ilustres que yo) no se debe a mí, creo, ni a mis opiniones, sino a parecer más ajustada a lo que les ocurrió entonces también a algunos otros que no fueron periodistas, como Castillejo, Clara Campoamor o el propio JRJ, cuyo libro sobre la guerra hubo de esperar medio siglo a ser editado. Si este, por ejemplo, hubiese tomado claramente posición por cualquiera de los dos bandos, no te quepa la menor duda de que el bando correspondiente lo hubiese publicado medio siglo antes. Pasa un buen verano.

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    1. Muchas gracias, como siempre, amigo Andrés, por tus comentarios.
      Solo una precisión (o dos). Dejemos de lado el caso de Larra,con su final de melodrama, que algo contribuyó a mitificar su figura (Larra es la excepción, no la regla). El libro de Juan Ramón, querido juanramoniano, no era un libro, como muy sabes bien, sino un montón de recortes, anotaciones, textos varios que nunca convirtió en libro. Hacía falta mucho trabajo de editor para llevarlo a la imprenta, tanto que el libro nunca será el mismo si lo editan distintos estudiosos (incluso puede variar en unos cientos de páginas arriba o abajo). Juan Ramón tomó claramente posición por uno de los bandos (el republicano), pero fue desde muy pronto mimado por el otro bando, que le publicó su poema "Espacio" en una revista oficial.
      Y no te restes méritos: al mito de Chaves Nogales has contribuido tú en mayor medida que nadie. Y es eso: un mito. De él quedan dos o tres libros (uno quedó siempre). El resto solo nos interesa a los curiosos del periodismo de antes, aunque ahora se reedite cualquier cosa suya (no le arriendo la ganancia a los editores).
      Un abrazo. Me gusta tener amigos con los que estoy de acuerdo en casi todo y en casi nada.

      JLGM

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    2. En efecto, JRJ tomó partido, creo, más que por un bando (el republicano), por la República, aunque sus palabras ("yo no me he exiliado para acabar dándole la mano a un asesino", a propósito de Serrano Poncela), le hizo siempre "imprevisible" para los de su propio bando (pensaba poco más o menos algo parecido de muchos de ellos, de Bergamín, por ejemplo), o sea que era poco fiable para "los suyos". De haber actuado en la guerra como, por ejemplo, Antonio Machado, su fortuna crítica habría sido otra (cuando le dieron el premio Nobel, en la proclamación de la Academia sueca, caso único en su historia, se hizo alusión explícita a Antonio Machado y a Lorca, ya muertos, y a la tragedia de la guerra; ¿Qué quiere decir eso? Que de haber vivido alguno de los dos probablemente el nobel se lo hubiesen dado a o a Machado o a Lorca. Pero el que está ahora abusando seguramente de dotes psicoligistas soy yo. Y "los otros", los del bando franquista tampoco hubiesen permitido la edición de Guerra en España, que fue un libro desde su origen, aunque él no dejara de él más que bocetos y un montón de escritos, unos terminados y otros no. Y que queden dos o tres libros de alguien es ya mucho. Eso lo consiguen muy pocos. De la mayoría no queda ni eso, incluso de gentes más famosas o celebradas que él Pero es que además de Chaves nos queda un tono y una actitud frente a los hechos y la manera de contarlos, o sea un ejemplo. ¿Se puede pedir más?

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  11. “el protagonista es un personaje secundario de muchos relatos policíacos y su cadáver es encontrado muerto”:

    Sí. Solo cuando está bien muerto el cadáver recibimos los gusanos nuestras raciones de carne. (¡No a la cremación! ¡Viva la vida!).

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    1. “… y su cadáver es encontrado muerto ―según se nos informa en las líneas iniciales― «semioculto en los últimos párrafos de un cuento titulado ‘La muerte viaja en una Olivetti’»”.

      Con ingenio metaliterario, los cadáveres pueden ser zombis o no haber muerto del todo. Lapsus consciente pues, será eso. (¡Viva la gente que muere! También aquí estamos con los gusanos: FACULTAD DE TEOLOGÍA, BURGOS).

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    2. Bueno, ya está corregido el lapsus. Muchas gracias por señalarlo.

      JLGM

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    3. Muchas gracias a usted que encajó el “cuasi trollero” humor escatológico.

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  12. Tú, amigo Andrés, que tanto sabes y has escrito del tema, ¿conoces a algún personaje del bando (o del lado) Republicano que no negara la mano a alguien del mismo bando (o del mismo lado? ¿Le daría la mano Indalecio Prieto a Negrín, un preboste anarquista a Manuel Azaña, Santiago Carrillo a Wenceslao Carrillo, Max Aub a Segismundo Casado, etc, etc? En el lado republicano, como es bien sabido, antes, durante y después de la guerra estuvieron unos contra otros (y así les fue)?
    Y eso de que los del bando franquista no hubieran permitido un libro como "Guerra en España", pues es posible, sobre todo en las primeras décadas (no en los setenta, por ejemplo). Pero es una hipótesis que carece de sentido. Juan Ramón no preparó aquel conjunto de materiales preparado para publicarse en vida, y Ángel Crespo no lo tuvo listo durante los años de Franco (y luego además vino otra editora para enmendarle el trabajo: el resultado es más una curiosidad --si bien a ratos apasionante-- que una obra literaria o histórica propiamente dicha, dijeran lo que dijeran entonces los entusiastas reseñistas: creo recordar que tú entre ellos).
    Pero estas son discrepancias menores. Como siempre, estamos de aucerdo en lo fundamental.
    Feliz veraneo en Las Viñas.

    JLGM

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    1. Tienes razón, todos se negarían a darle la mano a alguien, pero no conozco a nadie, excepto a JR, que lo hiciera por una acusación explícita de asesinato. Por lo demás no creo que el régimen hubiera dejado nunca publicar su libro sobre la guerra, porque en él salen como recordarás muchas fotos de Franco siempre con anotaciones de JR insultantes para el dictador. Por lo demás, en todo de acuerdo. Buen verano.

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  13. Fe de erratas, donde dice "Juan Ramón no preparó" debe decir "Juan Ramón no dejó".

    JLGM

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  14. No encasilles a Chaves como un escritor para elites , a los que no somos catedráticos también nos gusta . Lo que dices de JRJ parece una gregueria, recuerdan aquello de " lo malo de un loro no es que te insulte sino que quiera hablar por telefono " , pues eso.
    Las opiniones de Andrés están más armadas que las de José Luis , me ha extrañado que tenga la humildad de pasarse por aquí , se ve que son buenos amigos .
    Sergio la has cagado con lo de Jodama , hay que respetar a los mayores y más si son mujeres ¿ No ? . Borges y el after pop no fusionan bien , cada cual defiende lo suyo y no está bien ensuciar el nombre de Borges y su obra para ganar dinero ( no cuela ) .

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    1. Belmonte: obviamente, se trata de una errata. Pero te has dado cuenta de que es Kodama.
      JLGM: también yo he disfrutado leyendo muchas de esas páginas, cuya lectura es tan poco obligatoria como cualquier otra. Lo que sí me parece que es "obligatorio" (valgan las comillas), es no atribuir sin más a Borges la sarta de maledicencias allí contenidas, dada la historia del texto. Habrás visto cuánto ha ocurrido esto: que lectores precipitados (¡No me refiero a tí, en absoluto!) o bien enemigos de Borges se concedan la facilidad de esa falta de cautela para mejor denostar a quien en vida fue todo lo refractario que se pueda imaginar a toda forma de gregarismo, partidismo, etc. y demás malesas que tanto prosperan en nuestra cultura.. Tras la publicaciópn del libro de Bioy, no ha faltado en páginas literarias de nuestro país quien dijera, más o menos: "ya se sabía, ese viejo fue siempre un hombre resentido, antisocial, que no quería a nadie, un amargado, etc., etc."

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    2. Bueno, cada uno puede decir lo que quiera y malinterpertar un texto. Pero es cierto que el hombre Borges no estuvo siempre a la altura del gran escritor Borges. En su textos literario, se guardaba sus opiniones más particulares. En las entrevistas y en las conversaciones privadas (hay muchos testimonios, no solo el de Bioy), no. Borges no tenía, por ejemplo, muy buena opinión de los negros (no sería inexacto calificarle de racista). Era genial, pero un hombre de su tiempo, con los prejuicios de ese tiempo y de su clase social. Eso no limita en nada su grandeza de escritor. Pero no conviene beatificar a nadie.

      JLGM

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    3. Vicio de polemista: creer que quien se opone a "A", está de acuerdo con "No A". Para nada, el camino puede llevar lejos de las dicotomías fáciles y a fin de cuentas superficiales. Yo no acuerdo con los juicios precipitados o infundados sobre Borges (ni sobre nada ni nadie), pero ello no significa que lo beatifique: Algunas afirmaciones de Borges son llanamente inaceptables: sobre los negros, sobre Pinochet, etc. Y, como dices, "eso no limita en nada su grandeza de escritor". Asimismo creo que es bueno no perder de vista que ni Borges ni ningún escritor es una especie de esencia toda unánime, compacta, no trabajada por el tiempo: Borges no fue el mismo siempre, como tampoco lo fue, por ejemplo, Lugones, a quien tantos siguen calificndo de fascista, que lo fue, pero sólo hacia el final de su vida. Borges intervino también, por ejemplo, pronunciándose en contra de los genocidas de la dictadura militar Argentinam tras asistir a los juicios y oir los testimonios de las víctimas, firmando una carta en apoyo de las madres de plaza de mayo y aceptando que en juicios anteriores suyos se había equivocado. Me parece que es bueno aceptar la complejidad de que por todas partes reboza la realidad y las personas.Personalmente creo que en eso estriba la responsabilidad de los intelectuales: tras percibir la complejidad de la realidad deben resistirse a trampearla o camuflarla bajo las simplificaciones fáciles de mucho sentido común poco interesado en comprender y en ser veraz, y muy vulnerable a los aplausos. Por esto valoro mucho de tus notas. Abrazo.

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  15. Sergio: de acuerdo, una cosa son los escritos de Borges y otra sus conversaciones privadas. Yo le agradezco a Bioy que las haya publicado, como a Juan Guerrero Ruiz sus conversaciones con Juan Ramón ( llenas por cierto de maldades sobre ausentes). Pero no es obligatori leerlas.
    Andrés: entre los republicanos hubo acusaciones peores. Ymás públicas que las de Juan Ramón. Y no está nada claro que Serrano Poncela la mereciera (excelente escritor, por cierto).
    Belmonte, qué cosas tiene que leer uno. Pero todo el mundo tiene derecho a opinar

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  16. Perdón: tiene derecho al humilde ejercicio de escribir en este blog,

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  17. Así es , escribir comentarios forma parte de la" literatura colectiva" . Veo que no te gustó mi comentario , un poco abyecto pero con una ironía de alto voltaje . No se puede agradar a todo el mundo . Humilde ejercicio o ejercicio de humilde, casi todo tiene su envés .
    Está bien este blog , lidiar en Internet genera estrés añadido y se agradece haya bares abiertos donde tomar una copa los aficionados.
    Saludos

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