sábado, 30 de abril de 2016

Encuentros con el 50: historia y vida, poesía y verdad


Encuentros con el 50. La vos poética de una generación
Miguel Munárriz (ed.)
Ámbito Cultural de El Corte Inglés. Madrid, 2016.

Hace casi treinta años, en 1987, se celebraron en el ovetense teatro Campoamor unos encuentros con los poetas del 50 que supusieron su consagración generacional. A partir de entonces, esos poetas alcanzaron la consideración de clásicos. Dos de ellos –Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma, que no estuvo presente, pero participó a través de una entrevista grabada– desaparecerían pronto; otros dos –Caballero Bonald y Francisco Brines– siguen todavía en activo. Hoy en día todos ellos –falta por citar a Ángel González, José Agustín Goytisolo y Carlos Sahagún– forman parte de la historia de la literatura.
            Con motivo de esos encuentros, se editó un libro que recogía los debates y algún material complementario: poemas, estudios, una amplia nómina de la generación. Se reedita ahora y la sorpresa es que sigue conservando la misma vigencia que entonces, a pesar del carácter oral, y a menudo improvisado, de muchas de las intervenciones.
            Una de las cuestiones que más se debatió fue la existencia o no de una generación. José Ángel Valente, que estaba invitado y no quiso participar, lo niega rotundamente. Antonio Gamoneda, que no estaba invitado pero que aparece en la bibliografía final, sigue siendo el máximo detractor de lo que para él, más que una generación, constituye un mero invento promocional.
            Siempre se ha discutido la existencia de generaciones literarias, pero lo cierto es que ni los manuales ni las antologías han sabido prescindir de ellas. Y siempre ha habido damnificados a la hora de establecer la nómina correspondiente. En el caso de los poetas del 50, quien más sintió esa postergación, que aún no ha perdonado, fue Antonio Gamoneda. Pero no se debió a oscuros contubernios, como acostumbran a insinuar él y sus escoliastas. Tras un primer libro publicado en 1960, Sublevación inmóvil, permaneció silencioso hasta 1977 en que apareció Descripción de la mentira, inicio de su obra más personal, una obra que descree del realismo y bucea en la irracionalidad del lenguaje.
            En la conformación de la generación, tuvo gran protagonismo el grupo de Barcelona, al que se incorporaron pronto poetas como Ángel González y Caballero Bonald. La mayoría son poetas de una gran lucidez crítica y autocrítica, como confirman estas conversaciones. La excepción la constituye Claudio Rodríguez, para muchos el más brillante poeta del conjunto, que da la impresión de no enterarse de nada de lo que se debate.
            Claudio Rodríguez lee un poema, “La mañana del búho”, que luego aparecería incluido en su último libro, Casi una leyenda. Entre una versión y otra hay importantes modificaciones que nos permiten conocer la manera de trabajar del poeta. Los cuatro versos finales dicen así en la versión previa: “¿Viviré el movimiento, las imágenes / nunca en reposo, como esas olas sin nido; / ya sin mañana y sin ocaso siempre? / ¿Y si la primavera es verdadera?”. La versión de Casi una leyenda sintetiza muy acertadamente: “¿Viviré el movimiento, las imágenes / nunca en reposo / de esta mañana sin otoño siempre?”
            No señala estas diferencias, que añaden interés al volumen, Miguel Munárriz, editor de esta segunda edición como lo fue de la primera, aunque sí añade un minucioso prólogo y abundantes notas informativas. No explica tampoco la razón de algunas supresiones –poemas de Ángel Crespo y Fernando Quiñones, estudios de José Doval y Juan Lamillar– ni subraya un detalle muy significativo de la foto generacional que aparece en la cubierta: José Agustín Goytisolo sostiene, claramente visible, el libro de la colección Los Poetas, de ediciones Júcar, que Jaime Ferrán dedicó a Alfonso Costafreda, como tratando de compensar su no inclusión en Veinte años de poesía española, la pionera antología de Castellet.
            Entre los críticos que acompañan a estos poetas, hay tres destacados nombres asturianos: Emilio Alarcos, Víctor de la Concha y José María Martínez Cachero. Cada uno en su estilo, hacen muy atinadas observaciones, que no han perdido nada de su vigencia, sobre poesía e historia, sobre los textos y el contexto de la posguerra en que se escribieron. Excelente resulta también la conferencia de Luis García Montero, uno de los principales valedores de los poetas del cincuenta y ya entonces el nombre más destacado de la generación que siguió a la de los novísimos.
            Las actas de los congresos no suelen tener interés para el lector común. Este volumen es una excepción. Sin él, no puede entenderse del todo la historia de la poesía del pasado siglo.


7 comentarios:

  1. En una entrevista que se puede ver en youtube, Valente comentaba que cuando oía hablar de la "generación de los 50" se imaginaba a "50 tíos que iban a caballo".

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  2. Una pregunta: ¿Alguna de las preguntas del público es de JLGM?

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  3. “¿Viviré el movimiento, las imágenes / nunca en reposo, como esas olas sin nido? / ¿Y si la primavera es verdadera?”

    ¿Más acertada quizá esta otra síntesis (en realidad supresión de un solo verso) que no liquida "esas olas sin nido" y sigue auspiciando la derrota de nuestro otoño por una primavera verdadera?

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  4. Sí, claro. Lo de "las olas y el nido" quedaba un poco "tal" me parece a mí. O un mucho "tal", para que vamos a engañarnos.;-)

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    1. Un poco o un mucho tal, no todo es bluf.

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  5. Estoy de acuerdo con JLGM en el gran interés que tuvo aquel encuentro, cuyas charlas y recitales presencié. Creo que no es que no se enterase de nada Claudio Rodríguez, sino que tanto cuando participaba en uno de los debates como cuando leyó sus poemas casi no se le entendía (el comentario de varios presentes era su estado un tanto ebrio). No digo esto con ánimo de ponerlo en evidencia ni nada por el estilo, entre otras cosas porque su poesía me parece extraordinaria, además de que otro tanto se podía decir de Goytisolo a media mañana, que se bebió todas las botellas de agua de la mesa y alguna más, producto de la reseca de la noche anterior según algunas lenguas.

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