Ramón Andrés
Poesía reunida. Aforismos
Edición de Andreu
Jaume
Lumen. Barcelona,
2016.
Antonio
Machado escribió en el prólogo a sus Páginas
escogidas que nunca releía ni corregía sus poemas, “porque el poeta echa a
perder su obra al corregirla”. Dámaso Alonso demostró que no era cierta: entre
la primera y la segunda edición de Soledades,
buena parte de los textos han sido reescritos por completo.
Es lo que
hace Ramón Andrés –sin indicárnoslos él ni, más incomprensiblemente, su editor–
con su primera etapa como poeta. No solo selecciona, con buen criterio, sino
que tacha versos (los 23 de “Envío” se reducen a 12), cambia títulos
(“Confesión hecha a Ausias March” se convierte en “Poema de siglo XV a Ausias
March”, para indicar su carácter de pastiche), elimina rebuscamientos
expresivos (“la sed no asaltará caminos de mi lengua” pasa a “no he de morir de
sed”). Convierte así los tres primeros libros en un nuevo libro, neorromántico
y meditativo, sabiamente memorable.
La labor de
musicólogo y ensayista de Ramón Andrés –con títulos fundamentales sobre Bach,
los místicos, el suicidio– nos había hecho olvidar que, como en el caso de
Unamuno, antes que el pensador, y haciéndolo posible, estaba el poeta. Un poeta
cuyo punto de partida estaba en la poesía barroca (comenzó editando a Gabriel
Bocángel y dedicó un libro, Tiempo y
caída, a los temas y modos de la poesía del siglo XVII), pero que ha sabido
nutrirse luego de muy diversas tradiciones..
Siempre génesis, su nuevo libro,
sorprende al comienzo por una cierta aspereza expresiva, muy unamuniana, por
otra parte. Los poemas hablan de la naturaleza y del origen; están muy
explícitamente ambientados en la tierra vasca: “Para mirar desde el monte Larrún”
se titula uno de ellos; otros llevan los títulos de “Puerto de Mundaka” o
“Valle de Baztán”.
Algún
lector apresurado puede pensar que el decir de Ramón Andrés resulta lastrado
por el pensamiento y la erudición, pero son precisamente esas dos alas las que
le permiten volar, alcanzar territorios muy poco frecuentados por la poesía
española. Comienza citando a Whitman, el poeta de la multitud solidaria; más
cerca se encuentra de Wordsworth, el poeta de la naturaleza.
En el poema
“El tejo”, uno de los que yo prefiero, escribe: “Tejo, taxus, es su nombre, / ‘tóxico’, de ahí le viene, veneno / para los
que buscan tierra de otra tierra”.
El gusto
por las etimologías de Ramón Andrés da lugar a uno de los tres libros de
aforismos que complementan este volumen. “Malas raíces” se titula y constituye
un certero, y a ratos algo fantasioso, compendio de desengañada sabiduría. Cada
palabra esconde una historia y nadie mejor que Ramón Andrés para desentrañarla.
No desdeña para ello ni “la especulación de los autores más antiguos” ni las
creencias populares.
Los
aforismos de Ramón Andrés, tanto los inéditos de “Puntos de fuga” como los
incluidos en el libro Los extremos,
que ahora se reproduce, no suelen condescender con el juego de ingenio ni con
la ocasional ocurrencia. Aunque a veces, pocas, lo hacen: “Las redes siempre
han sido sociales”. También, en la época en que se hablaba de la poesía social,
hubo quien dictaminó “toda poesía es social”, incurriendo en el error que
señala Spinoza de “juzgar las cosas por los nombres y no los nombres por las
casas” (Ramón Andrés lo cita en uno de sus aforismos).
A la frase
memorable o a la sorprendente paradoja, prefiere Ramón Andrés la nota de
lectura, el apunte erudito, las reflexiones curiosas sobre música, pintura,
literatura. No es por eso un aforista que deslumbre en el apresurado picoteo,
como tampoco es un poeta que guste de la pirotecnia verbal.
Su poesía y
sus aforismos se complementan bien y están lejos de constituir un añadido a una
obra mayor, la ensayística. Los poemas, a pesar de su acentuada inclinación al
prosaísmo, dicen lo que la prosa no puede decir, o aciertan a insinuarlo; los
aforismos son chispazos buscan encender la llama del pensamiento propio en los
lectores. Y lo consiguen con frecuencia, aunque a menudo nos lleven por
derroteros distintos a los del autor.
Me voy a permitir la licencia, don José Luis, en este otro blog suyo, ni pintiparado para las citas clandestinas, de invitarle a que se pase por ARQUETIPO'S y pueda regocijarse (un poquito) con mi inocente propuesta.
ResponderEliminarhttp://julianbluff.blogspot.com.es/2016/10/boodles-agatha-christie-y-p-g-wodehouse.html
Lo mismo sus lectores.
Quedaría muy honrado de recibir su visita.
Su desfanatizado seguidor, julian bluff ;-)
Gracias por la invitación
ResponderEliminarJLGM
Prefiero los aforismos a los aikus.
ResponderEliminarTODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A ¿QUIEN SABE? lUIS MANTEIGA POUSA
ResponderEliminar"Demasiada tranquilidad puede poner nervioso" "Nunca pierdo los nervios...Siempre quedo con ellos" Luis M.Pousa
ResponderEliminar