Tu sangre en mis venas
Edición de Enrique
García-Máiquez
Renacimiento.
Sevilla, 2017.
¿Quién no ha escuchado alguna vez la queja de que se
publican demasiadas antologías? Es casi un lugar común en los estudios sobre
poesía española contemporánea. Yo creo, sin embargo, que se publican pocas y no
siempre con el criterio adecuado. Una antología no es un centón ni un libro
colectivo: se define tanto por las presencias como por las ausencias.
Una
antología –temática, de época, generacional, de autor– es quizá el modo más
adecuado de publicar poemas, de acercarlos en libro al lector. Lo era en el
siglo de Oro, lo sigue siendo hoy.
Tu sangre en mis venas inicia las
selecciones temáticas en una colección dedicada hasta ahora a las antologías de
un solo poeta. Los poemas dedicados al padre resultan menos frecuentes que los
dedicados al hijo, aunque en los últimos años se han convertido casi en una
moda.
El antólogo
no podía haber sido elegido con más tino: Enrique García-Máiquez –prolífico
poeta, articulista, diarista– ha hecho de la vida familiar uno de los principales
núcleos temáticos de su obra literaria
(véase su reciente Un largo etcétera).
Y sin embargo…
Pero, antes
de los “sin embargo”, enumeremos algunas de las memorables maravillas que puede
encontrarse el lector en este elegante vademecum que se centra en la poesía de
lengua española, o de algunas de las lenguas españolas, del siglo XX. La
primera de todas es bien conocida. Se trata del soneto de Antonio Machado en
que habla de la luz de Sevilla y del palacio en que nació, con su rumor de
fuente, y del padre aún joven en su despacho que alza los ojos y mira piadosamente
la cabeza ya cana del poeta. Muy distinto, pero igualmente inolvidable, resulta
otro bastante menos conocido, “Mallorca revisited”, de Miguel Ángel Velasco,
impactante como un inesperado puñetazo.
Algunos
lectores jugarán a contraponer los poemas de dos hermanos, Juan Luis y Leopoldo
María Panero, tan lleno de precisos detalles uno, tan exasperadamente
divagatorio el otro. Ejemplifican dos maneras contrapuestas de entender la
poesía.
Carlos
Sahagún, más lírico, Miguel d’Ors o Fernando Ortiz, más anecdóticos, firman
otros poemas memorables. Y como en todas las antologías temáticas nos sorprende
el rescate de algún poeta olvidado. Es el caso de Eladio Cabañero.
Y sin
embargo… El prólogo, que entremezcla algo confusamente las referencias al tema
del padre en la literatura con la justificación de inclusiones y exclusiones,
no se libra de algún descuido: habla de un inexistente Vicente Piquero (¿Juan
Vicente Piqueras?), le atribuye a Amado Nervo versos de Gabriel y Galán,
entiende al revés el poema que incluye de Felipe Benítez Reyes (no habla de un
padre “inexistente”, sino de un hijo). Pero eso son reparos menores, que no
disminuyen las inteligentes o ingeniosas observaciones que encontramos en sus
páginas.
Según
avanza la antología, ordenada cronológicamente (se inicia con Unamuno, concluye
con el asturiano Rodrigo Olay), da la impresión de que disminuyen las
exigencias estéticas y que los poemas se incluyen porque solo porque tratan del
tema del padre, aunque sea muy de pasada, en contra de lo que se dice en la
introducción (es el caso de Eloy Sánchez Rosillo o de Ignacio Peyró).
Las
exclusiones notables, varias de ellas mencionadas por el antólogo, se
explicarían por problemas para obtener el permiso por parte de los propietarios
de los derechos de autor. Se da así la paradoja de que no se incluya “La
lluvia”, el espléndido soneto de Borges en que escucha la voz de su padre, “que
vuelve y que no ha muerto”, pero que cualquier lector pueda encontrarlo de
inmediato en Internet. Habría que revisar urgentemente ciertas leyes de la
propiedad literaria: el poema breve –el poema que cabe en la memoria agradecida
del lector– debería poder volar libremente.
Un tema de
siempre, el del padre, que en nuestro tiempo adquiere matices nuevos. Los
poemas de José Luis Parra y Mario Míguez se ocupan de los problemas de la vejez
y de la dependencia. El poema en prosa de José Luis Parra utiliza la técnica de
engaño-desengaño, de la que habló Bousoño, y es una escueta obra maestra; Mario
Míguez resulta algo divagatorio y moralizante.
Un tema que
algunas veces, pocas, se desliza hacia el reproche y el ajuste de cuentas (Javier
Salvago). Al tratar de la muerte del padre, cosa que ocurre con frecuencia, no
siempre se evita (Manrique resulta, en este aspecto, ejemplar) incurrir en la
falacia patética.
Una antología
temática debería incluir solo los mejores poemas (sean de autores conocidos o
desconocidos) sobre un determinado asunto. Lo más habitual, sin embargo (a la
memoria me viene la de Julio Neira sobre Nueva York, por otra parte en absoluto
desdeñable), es incluir todos los poemas que se han podido encontrar sobre el
tema e incluso les pide a los poetas amigos que escriban algo sobre él. Enrique
García-Máiquez con Tu sangre en mis venas
parece haber optado por el camino de en medio. Un puñado de excelentes
poemas, algunos una sorpresa incluso para los lectores habituales de poesía,
justifican con creces el volumen.
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ResponderEliminarMi estimado García Martín:
EliminarVuelvo a implorarte que borres otro de mis escritos, este al que respondo ahora con este mensaje. En su momento pudieron más mis ganas de participar en la publicación, aunque solo fuera de esta manera secundaria, y mi recuerdo de un estado del alma que solo era mío y nada acorde con la realidad de mis sentimientos y análisis actuales. De hecho, ese embozado “Eusebio” ha sido una de las personas más importantes de mi vida, mi maestro de 2011 a 2014, que, cual Señor de la Guerra, me sacó del barrizal en el que estaba y me llevó de la mano hasta encontrarme con Jesús y José, guiado únicamente por su inteligencia y su bondad. No sé si algo de esta simpatía oculta se transluce en mi escrito anterior. Para mí está tan claro que lo doy por hecho, pero quizás no sea así y se malinterprete. Me preocupa especialmente que lo malinterpreten cierto gorila y su mascota-criada cara de moco sapo –dice que "pone mi nombre en Google"–, ajenos completamente a cualquier sutileza del lenguaje, la inteligencia o la moral, y se recreen asquerosamente en él.
Muchas gracias, una vez más,
MARÍA Taibo
María Taibo, no se puede andar poniendo y quitando comentarios. Una vez vale, pero más no.
EliminarTienes razón, ¿pero no podrías quitar este mío de arriba por último? Es mucho chapapote... Te prometo que ya no comentaré más. Muchas gracias,
EliminarMaría
Supongo que haya "Borrador de un poema", de Juan Bonilla, el poema sobre un padre más bello que yo conozco.
ResponderEliminarSe incluye ese poema-cuento que se publicó por primera vez en la revista Clarín.
EliminarYa que se especifica que se publicó en Clarín quizá debería decirse que fue en una versión claramente llena de erratas o que se se correspondía con el poema que luego se publicó en libro.
ResponderEliminarNo entiendo. En la antología no se especifica que se publicó en Clarín, sino en el libro "Poemas pequeñoburgueses" y en Clarín no apareció lleno de erratas, sino con la versión que envió el autor.
ResponderEliminarJLGM
¿Un poema de Ignacio Peyró? No sabía que escribiese poemas.
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