viernes, 8 de junio de 2018

Berta PIñán, trazos de una vida



Trozos / Cachos
Berta Piñán
Prólogo de Noni Benegas
Saltadera. Oviedo, 2018.

La poesía, si lo es de verdad, se escribe en una lengua, pero puede traducirse a cualquier lengua. En contra del tópico, lo que el poema pierde al traducirse suele ser lo menos importante: los juegos de palabras, el sonsonete de la rima, las alusiones en exceso localistas. Claro que traducir poesía, traducirla de verdad, no hacer un traslado más o menos literal, es tan difícil como escribirla.
            Cuando es el propio poeta el que se traduce –el caso del catalán Joan Margarit, el caso de la asturiana Berta Piñán–, las dificultades son menores y casi podemos hablar de una doble versión original.
            Trozos puede leerse como un libro nuevo, a pesar de que selecciona poemas publicados a lo largo de los últimos treinta años, a los que añade un puñado de impactantes inéditos. El volumen se dirige tanto a los que ya conocen su poesía, como a los que se adentran en ella por primera vez.
            Como todo poeta verdadero, Berta Piñán va creciendo en espiral a partir de unas pocas intuiciones básicas. Su poesía tiene un pie en la vida, en su vida privada y en las calamidades del mundo contemporáneo, y otro en la literatura.
            Uno de sus poemas se titula “A la manera de Szymborska” y otro “Variaciones sobre un poema de Eugénio de Andrade”, pero son más mucho más los homenajes y las variaciones: “Ofrenda” recrea el “Pequeño testamento”, de Miguel d’Ors; “La impostora (Variaciones sobre un mismo tema)”, uno de los más conocidos poemas de Xuan Bello, “Variaciones del mio nome”; “Papel en blanco” parafrasea a Ángel González (“¿Sabes que un papel puede cortar como una navaja? / Simple papel en blanco / una carta no escrita / me hace hoy sangrar”); Víctor Botas y Miguel d’Ors están detrás de “Lectura en la playa o mares de tinta” (la literatura que nos permite ver de otra manera la realidad o que nos la oculta). Y termino este recorrido, que daría mucho juego en un taller de escritura, con el poema “Los límites de un corazón”, que tras una minuciosa enumeración borgiana (“He recorrido los caminos del agua, / de Estambul a Venecia, / la nieve en St. Michel…”) concluye con unos versos de Ana de Noailles: “pero ni un solo paso he dado / fuera de los angostos límites / de tu corazón”.
            Berta Piñán conocer bien la poesía contemporánea, no oculta a sus maestros, como tampoco los ocultaban Garcilaso o Virgilio, pero eso no le resta personalidad, aunque esta se manifieste más claramente en las otras líneas que caracterizan a su poesía.
            Hay por un lado, una línea costumbrista y de recuerdos de infancia que nos remite al mundo rural de su infancia, ya desaparecido para siempre. Poemas como “Eros y Thánatos”, “Herencia”, “Sidra” o “Mitos de familia”. Algunos de estos poemas, como el espléndido “Naranjas”, entremezclan los propios recuerdos con las historias familiares de la guerra o de la emigración. Cuando se escriben en prosa, están, como en Carver, a medio camino entre el relato y el poema.
            Espléndidos resultan los poemas de amor y dolor, los que hablan de presencias y ausencias, que van progresivamente eliminando la anécdota hasta quedarse solo en inteligencia y emoción. Bien conocido resulta el titulado “La casa” (lo citó en uno de sus discursos, cuando era príncipe, el hoy rey de España), pero hay muchos otros igualmente memorables.
            La poesía de Berta Piñán canta y cuenta, celebra y denuncia. Especialmente sensible a los problemas de la inmigración, en el poema “Playa de Tarifa, Cádiz” todo el drama de las pateras es evocado por uns simples zapatos encontrados en la playa. Con no menor emoción leemos “Senegalesa”, “Lección de gramática” o “Un reloj”.
            Poeta de línea clara, experiencial, no rehúye Berta Piñán la anécdota ni los homenajes a otros escritores ni cierto ternurismo, pero con los años parecer ir haciéndose más desnuda, más esencial, más heridora. Un buen ejemplo de ello puede ser “El hueso”, uno de los poemas inéditos.
            Berta Piñán –local y universal, intimista y comprometida, culturalista y cotidiana– escribe en asturiano, una lengua minoritaria, pero su poesía, como toda verdadera poesía, no se dirige solo a los lectores de asturiano, sino a todos los lectores de poesía. Para muchos de ellos, esta antología constituirá una memorable sorpresa.

4 comentarios:

  1. Pues ya estoy tardando en leer a esta poeta. Sin duda me encantará. Gracias por compartir.

    Un abrazo

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  2. Cuando esté en el cementerio
    quiero que mi calavera
    sea la de más mérito.
    La de mejor sonrisa
    y mirada más fija.
    Que me sepulten sin ropa:
    quiero alcanzar con mis huesos
    perfección escultórica.


    © María Taibo

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    Respuestas
    1. Al principio del último verso falta un “la”.

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