Correos a los
editores
Julio César Galán
RIL Editores.
Barcelona, 2021.
¿Por qué el arte de vanguardia –pintura, escultura y todas
sus metamorfosis presenciales y virtuales-- ha logrado vencer el rechazo inicial
del público y hoy arrincona en museos y subastas al arte tradicional, mientras
que no ocurre lo mismo con la música o la literatura? ¿Por qué la música culta
que se escucha en los conciertos es la compuesta hace por lo menos un siglo?
¿Por qué las novelas que se leen mayoritariamente siguen contándonos una
historia o múltiples historias entrelazadas? ¿Por qué los poetas que tratan de
destruir el lenguaje, que buscan el sinsentido, que rechazan la emoción no
pasan de curiosas excepciones, sin lectores, aunque muy valoradas por ciertos
estudiosos?
La pintura
y la escultura son objetos que se pueden comprar y vender, piezas de
coleccionista que pueden alcanzar un precio elevado –y muy elevado-- sin contar
con el aprecio del público, que puede seguir burlándose de ellos, declarar que
no los entiende, y asombrarse de su cotización. Pero las colas estarán
aseguradas en una exposición –aunque no contenga más que birrias o bromas, a
juicio de la gente común-- si cada una de sus piezas alcanza cifras de venta
que superan el medio millón de euros.
Nadie, sin
embargo, es capaz de escuchar durante una hora una pieza musical que le
desagrada desde los primeros compases. O la soporta una vez en un concierto,
que es un acto social, pero jamás volverá a escucharla por su cuenta en casa,
como hace con Mozart o Bach.
Una novela
que no cuente nada, que carezca de personajes, que rompa con la gramática en
cada frase, podrá ser muy alabada por determinados teóricos de la ciencia
literaria dispersos por los departamentos universitarios, pero jamás será leída
por nadie de principio a fin, quizá ni siquiera por esos estudiosos.
Vienen
estas precisiones a cuenta de la obra de Julio César Galán, un poeta que acaba de
publicar una antología, Con permiso del olvido (Pre-Textos) y un libro
en el que defiende su concepción de la poesía, Correos a los editores.
Por lo
general, los escritores que van contra el gusto común y cuyos libros se venden
poco, suelen tener dificultades para publicar. No es el caso de Julio César
Galán, autor de incontables títulos de poesía y de teoría poética firmados con
su propio nombre o con el de algunos de su varios heterónimos. Y no es el único
caso. Los libros que se desentienden del lector cuentan con el apoyo de las
administraciones públicas. Los mecenas de Correos a los editores son el
Fondo Europeo de Desarrollo Regional y la Junta de Extremadura. A los editores
les importa poco vender o no vender ejemplares de esta clase de libros y por
eso una obra tan peculiar como Correos a los editores no lleva ningún
paratexto que invite a su lectura y nos proporcione algunas claves.
Estas
cartas con los editores (no se indican sus nombres) son reales y triviales,
carecen del interés del reciente epistolario de Jorge Herralde que ha publicado
Jordi Gracia. A las cartas se les añaden como adjuntos diversos ensayos en los
que Julio César Galán expone su novedosa manera de entender la poesía –“Poesía
especular”, “Poesía non finito” la califica en el subtítulo--, analiza su obra,
se defiende de ciertos ataques, reproduce poemas propios.
Veamos cómo
define su “poesía non finito” como muestra del estilo en que está escrita gran
parte de este libro: “El nexo de la intrahistoria textual, del desgarre de
miembros. Del nosotros emanamos. Conozcamos los estadios del propio retorno
poético, pues hay que cuidar la raíz de cada existencia. Sístole y diástole del
tiempo en medio de hacerse otro”. Más adelante aclara que la historia de la
gestación de una obra puede ser más interesante que la obra misma. Puede, pero
no en todos los casos. Si no nos interesa la obra –caso de tantos libros de
poemas con su premiecillo o subvención correspondiente--, mal puede
interesarnos la historia de su gestación o las divagaciones del autor sobre
ella.
A partir de
Inclinación al envés, de 2014, los poemas de Julio César Galán aparecen
con versos tachados, espacios en blanco, notas a pie de página, finales
alternativos. Para explicar su “genética textual”, ha elaborado toda una serie
de recursos tipográficos: los “Antetextos” y la “Prelectura” van sin puntuación;
las “Lecturas conjeturadas”, con barras dobles; los “Pasajes dudosos”, con
todas las palabras juntas; los “Subtextos”, con diferentes tipografías; los
“Palimpsestos” como palabras espejo; los “Bocetos” y los “Esbozos” aparecen tachados,
etc, etc. Incluso publica una “Oda al blanco casi” en la que no hay ningún
verso, pero sí los números que indican las notas a esos versos invisibles y a
pie de pagina las notas. La número 10 dice así: “La llanura cobra otro
significado: trabajo, por lo tanto, la claridad en el ahora”. Y la 12: “Espacio
en blanco dejado por el autor. Ese espacio refleja que cada palabra refleja a
otras, todas se contemplan y se leen”.
En Pálido
fuego, de Nabokov, las notas a un poema constituyen una fascinante novela.
Aquí las notas a un poema en blanco no constituyen un poema ni tienen mayor
interés la abundancia de detalles sobre la génesis de poemas que interesan más
bien poco.
Nada tiene
que ver una obra literaria con más o menos curiosos ejercicios de taller o con
pintorescas audacias, como preferir al poema acabado los diversos borradores.
El poeta es libre de hacer lo que quiera y de tratar de razonarlo teóricamente,
pero a los lectores hay que seducirlos de uno y uno y para ello lo primero es
conseguir que abran nuestro libro. Correos a los editores lo abrirán
pocos, quizá solo algún lector omnívoro, curioso de ver en qué se emplean los
fondos europeos para el desarrollo regional.
Correos a los editores ejemplifica
cómo una sucesión de errores conceptuales puede convertir en una figura
pintoresca a un poeta que no dejaba de tener interés en sus primeros libros,
antes de que se decidiera a aventurarse “por mares nunca antes navegados”. El
que en ningún restaurante, que yo sepa, nos ofrezcan sardinas con chocolate no
significa que la originalidad de hacerlo sea un gran mérito.
¡Qué duro es ser crítico literario. Lo que hay que leer!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTanta tinta tonta !
ResponderEliminar¿Y de que habla su poesía? Porque las ocurrencias tienen un límite y pagar por leer un poema que sea un espacio en blanco puede ser gracioso. Peero la gracia se acaba cuando es publicado con fondos públicos...
ResponderEliminarHas eliminado mi comentario... Creo que la gente debería saber qué poetas son corruptos y obtienen dinero público por amistad y cuáles no. En este caso es evidente que estamos ante un caso muy sangrante, porque de no recibir ese dinero, nadie le publicaría.
ResponderEliminarLo eliminé a petición del autor comentado y también eliminé su respuesta. Hay que ser más precisos a la hora de emplear el término "corruptos" y distinguir entre los autores que reciben dinero y cuando se trata de ayudas a la edición. Otra cosa es criticar el modo o el acierto con el que se conceden esas ayudas. Un premio desacertado o una ayuda pública que se da a un libro que nosotros no valoramos no indican que haya corrupción, solo distintos criterios.
ResponderEliminar¡¡¡Pero si todos los años le dan la ayuda al mismo!!! No sé qué criterio emplean pero es sospechoso. Todos los libros de Julio César Galán son publicados gracias a esas ayudas que el resto de autores tienen muy difícil conseguir, pero a él le caen como feria de abril.
ResponderEliminarEntro a saco, como era de esperar.
ResponderEliminarEso, Jacinto, es el chocolate del loro.
Si viésemos en qué se gastan los presupuestos de una comunidad autónoma estaríamos rabiados, en Extremadura y en Asturias.
La mayoría van a prejubilaciones, eres, fundaciones, y otras miserias. Que se le pague a un poeta (o poetastro) una edición, se le conceda un premio, etc. es una minucia. Una limosna.
No seamos hipócritas ni tacaños. Que no falte de na.
Victor Menéndez
No sé si es cierto lo que dice Jacinto de que "todos los años le den la ayuda al mismo". Si la tiene, y aunque en efecto esas ayudas, comparadas con otras partidas presupuestarias, sean "el chocolate del loro", el hecho es que si el chocolate en cuestión le cae siempre al mismo loro, los otros, que los hay, se quedarán sin probarlo. Y eso no parece demasiado justo, máxime teniendo en cuenta las muestras de su lenguaje que aquí se nos dan; más bien haría pensar en connivencias, complacencias y otras encias, que nada tienen que ver con los méritos literarios que, se supone, debieran presidir el reparto del chocolate.
EliminarTienes razón, Jose. Quiero decir que esas "ayudas", suelen ir a quien las necesita, tenga talento o no.
ResponderEliminarEn el terreno de la música, por ejemplo, son conocidas las subvenciones que recibió Víctor Manuel en los años 80, por su filiación socialista, como productor de cine y demás. Y vende discos como churros.
Pero era otra época. Ahora supongo que no habrá tal descaro.
Un saludo.
Bueno, os comento: de veintitantos libros que he publicado, sólo tres han tenido ayuda a la edición. Llevo publicando desde el 2004. Las ayudas se las dan a las editoriales que la solicitan por el autor. No tengo amistad con nadie de las ayudas ni tengo mano institucional porque no estoy metido en política ni soy simpatizante de ningún partido. No tengo padrino ni similar, como la mayoría de mis compis de generación. Me junto con muy poca gente del ámbito literario o lo intento. Ahora mismo estoy trabajando con los videopoemas de Pablo Gaudet y las cuestiones técnicas las pago de mi bolsillo. En fin, os habéis pasado varios pueblos.
ResponderEliminarCreo que sería más educado y provechoso debatir, por si alguien le apetece:https://cuadernoshispanoamericanos.com/que-es-la-poesia-especular/
ResponderEliminarY por si a alguien le interesa lo de la poesía especular y la heteronimia, pues tienen relación, el dossier que Quimera dedicó a mis heterónimos: https://tienda.revistaquimera.com/2020/3207-revista-num-437-mayo-2020.html Si hay mucho interés, le puedo mandar un ejemplar de la revista totalmente gratuito, pago de mi bolsillo el ejemplar y el envío. Vamos, como siempre. También del ensayo, Correo a los editores.
ResponderEliminarEstimado José Luis:
ResponderEliminarSoy el editor de "Correos a los editores" (en el último párrafo le cambias el nombre. Aprovecho este paréntesis para comentarte también que la ciudad de edición es Barcelona).
Para mí habría sido un gusto poder debatir sobre el libro, qué interés tiene o si no tiene, su calidad, etc, pero tras leer tu texto —y los comentarios a él— me quedo con la sensación de que el protagonismo se lo lleva el hecho de que haya contado con una ayuda pública para materializarse. La antología de Pre-textos es un buen libro que también hubiera merecido una crítica real, lo digo porque una vez que ya has gastado tu tiempo...
Desde la editorial valoramos la obra de Galán, por ello la publicamos y por ello queremos que se venda y que se lea, porque aunque no lo creas, la ausencia de "paratexto que invite a su lectura y nos proporcione algunas claves" es una estrategia comercial dada la naturaleza del libro, ya que tiene un nicho de mercado muy restringido y la intriga sobre su título podría ampliarlo. De otro lado, queremos que se venda porque aunque hayan llamado tanto tu atención los logos de la contraportada, la ayuda recibida ha sido mínima, no cubre la edición ni por asomo. El debate de las ayudas públicas es eterno, pero dado los comentarios que se han hecho, tengo que decir que Julio César Galán es académico de la Universidad de Extremadura y participa en grupos de investigación a los que se les otorga fondos, entre otras cosas, para la publicación, lo que merece como mínimo un respeto.
Invito a todos los que han comentado que lean "Oda al blanco casi", porque por supuesto que no son páginas en blanco ni un ejercicio de taller.
Saludos,
Francisco Najarro
Pues entonces intentaré leerlo. Pero (tal vez yo no lo entienda) me parece algo raro leer notas sobre un poema que no existe como tal. Pero lo leeré. Un saludo
EliminarSon de agradecer las respuestas y aclaraciones de autor y editor.
ResponderEliminarVictor Menéndez
Lo son, aunque en alguna de las del autor, como decía Giulio Andreotti, "manca finezza". Asegura él que, le cito, "os habéis pasado varios pueblos", así, sin mayores precisiones. ¿Todos, sin distinción? Mi único comentario aquí, puede verlo quien quiera, fue para decir que si es cierto que las ayudas en cuestión le caen todas al mismo, eso estaría muy mal. Decir eso, ¿es "pasarse varios pueblos"? Más bien parece, diría yo, que el autor soporta tan poco las críticas que puedan hacerse a su trabajo, que para él cualquiera que no lo elogie sin límites se "pasa varios pueblos". Y no, oiga.
EliminarJose, sólo me refería a algunos. Yo suelo encajar bastante bien las críticas. Te pongo un ejemplo de esto: en el libro de poemas, Testigos de la utopía, cuando lo aceptaron en Pre-textos me enviaron una serie de comentarios, algunos de ellos negativos, pues estos últimos decidí ponerlos como una nota final, entre otras que tiene el libro. Siempre he encajado bien las críticas. De hecho, la de José Luis me ha hecho volver a reflexionar sobre la creación poética. Cordial saludo.
EliminarPues gracias por su respuesta. La autocrítica me parece siempre necesaria, y utilísima: nosotros mismos somos el crítico que tenemos siempre más a mano, y el único del que podemos garantizar que sus intenciones son las de mejorar en lo posible lo que hagamos.
EliminarJose, es que mi creencia actual es que el poema lo hacen muchas más personas que quien pone el nombre final. Hay muchos coautores indirectos como amigos, parejas, editores, etc. Mi intención es darles cabida de alguna manera.
ResponderEliminarY sobre el poema titulado "Oda al blanco casi" se trata de un poema que sólo tiene notas a pie de página y es el lector quien tiene que hacer el poema...Todo esto tiene una base teórica que se explica en ese ensayo. Pero recomiendo el poema "Pequeña formación del universo" que ejemplifica el asunto central del ensayo: la concepción del poema como reescritura y escritura, como non finito y resultado final. El proceso es el fin.
ResponderEliminarParece que los calores han fraguado diversos ataques de dignidad y ya está en marcha la sección "los editores aclaran", me alegro porque esto es muy sano. Señor editor, Francisco Najarro: ¿nos aclara, por favor, el título del Proyecto que ha financiado el libro del, como usted dice, académico e investigador? Luego ponemos en solfa las medioverdades del PIA (poeta, académico e investigador, no sea que piense que le estamos llamando cualquier cosa) con eso de que "solo tres han tenido ayuda"...
ResponderEliminarJacinto, le respondo yo, pues Paco estará bastante ocupado como para responder a estas historias. Se trata de las ayudas cofinanciadas por fondos FEDER. Se alude a ellos en el interior del libro y no son las ayudas a la edición de la Junta de Extremadura. De estas últimas he recibido tres, como le he dicho. Espero haberle aclarado la cuestión.
ResponderEliminarGracias, pero pregunto por el título del proyecto que fue financiado, los fondos se entregan para una investigación concreta.
ResponderEliminarEl PIA está ocupado en sus labores de investigación (aunque solo publica en la revista de su colega o en su casa) así que os lo aclaro.
ResponderEliminarEl dinero para "Correos a los editores" sale de un proyecto REGIONAL que se llama "Literatura infantil y juvenil y su didáctica". Es cierto que los argumentos de la poesía especulativa son infantiles, pero es muy dudoso que se puedan enmarcar en ese proyecto de financiación pública. En Asturias no podrías hacer esto, porque directamente te quitan las perras. Por lo que parece en Extremadura se puede desplazar el dinero... Resumiendo: el PIA utiliza fondos públicos para intereses privados. Creo que a esto se le conoce con el nombre de FRAUDE.