Variaciones sobre
un tema dado
Ana Blandiana
Traducción de Viorica
Patea y Natalia Carbajosa
Visor. Madrid, 2021.
Los temas poéticos suelen ser los menos propicios para la
poesía; con los temas de fácil contagio emocional es difícil conseguir la
emoción poética. Variaciones sobre un tema dado, de Ana Blandiana, una
de las más prestigiosas poetas rumanas contemporáneas, es una elegía a la
muerte de su marido. Comenzamos por ello a leer el libro con la mayor de las
prevenciones. Se desvanecen, sin embargo, a las pocas líneas. Ana Blandiana,
como las protagonistas de tantas leyendas románticas, se niega a aceptar la
verdad. Pero su “locura de amor” no tiene nada que ver con la de Juana de
Castilla o las heroínas del melodrama. Tampoco sus referencias literarias son
las que esperaríamos, En el primer poema se alude a Wells y a su novela El
hombre invisible; dos o tres poemas más allá, a Diez negritos de
Agatha Christie. Ana Blandiana no parece hacer literatura; simplemente escribe
como habla, como hablaría con el marido ausente. Hay unas pocas excepciones –un
soneto, algunos poemas rimados de arte menor-- que disuenan del conjunto.
Disuenan, al menos, en la traducción.
Contra lo
que quiere el tópico, algunos poemas se dejan fácilmente traducir –la mayoría
de los de este libro-- mientras que otros solo se pueden traducir si son
recreados por un poeta, algo que no parecen ser ni Viorica Patea ni Natalia Carbajosa (tampoco su colaboradora, María Jesús Mancho,
quien, según se indica en la nota final, “ha enriquecido la calidad de estos
versos”). Los primeros no dependen, o dependen poco, del artificio verbal, descubren
aspectos inéditos de la realidad que siguen siendo verdad en cualquier lengua.
El poema inicial
de Variaciones sobre un tema dado nos presenta al difunto en el ataúd. Pero,
en una inesperada versión de la dicotomía cuerpo y alma, el cuerpo se convierte
en un viejo traje: “Estaba ahí tirado, arrugado, / ajado de tanto llevarlo
puesto, desgastado, / sin nada que ver contigo”. No se ve al amante porque
“como en la novela de Wells, / solo el traje te hacía visible”.
La mayoría
de los poemas están escritos en un verso que no se distingue mucho de la prosa (al
menos en la traducción) o directamente en prosa: “Últimamente mi vida se
asemeja a una novela de Agatha Christie. / Todo aparentaba desarrollarse con
normalidad cuando, de repente, desapareciste misteriosamente. / Después, de vez
en cuando, a intervalos cada vez más cortos, alguien desaparecía, y tuvieron
que desaparecer otros dos, luego tres, para que todo me pareciera sospechoso y
cundiera el pánico. / No pasa una semana sin que desaparezca alguien y todos
fingimos no darnos cuenta, cada uno de nosotros temerosos de advertir la
desaparición de sí mismo. / Tú fuiste el primero. / O, tal vez, la novela
comenzó antes de la misma manera y yo empecé a leerla solo a partir de ti”.
Ana
Blandiana, nacida en 1942, fue una de las más activas opositoras al régimen
dictatorial de su país y por eso se la impidió publicar a lo largo de diversos
períodos. Alguno de los pasajes de esta elegía amorosa recuerda aquellos
tiempos: “Si hubiera micrófonos en casa como antes, seguramente los vigilantes
me tomarían por loca mientras me graban hablando contigo sobre toda clase de
cosas, pidiéndote consejo, contándote las noticias del día, diciéndote te
amo , así, en presente, y buenas noches antes de apagar la luz. / O
si algunos de ellos fueran nuevos en su puesto y no supieran que te has ido, el
hecho de que no me contestes les parecería sospechoso y supondrían que las
pausas de la conversación corresponden a señales indescifrables para ellos”.
De algunos
autores –pensemos en Gabriel Miró, en Pérez Ayala, en Valle-Inclán-- se dice
que tienen “calidad de página”, al contrario que otros como Baroja; lo mismo se
podría decir de los poetas: unos tienen “calidad de verso” –pensemos en Góngora
o en Blas de Otero-- mientras que de
otros apenas si recordamos una expresión llamativamente memorable, aunque no
por eso su poesía nos impacte menos (a veces es todo lo contrario). Ana
Blandiana –si hemos de juzgar por este libro-- pertenece al segundo grupo, al
menos en la parte de su obra que mejor resiste la traducción.
"Díez negritos"es la novela de Agatha Christie, aunque moralmente muy sucios todos.
ResponderEliminarVictor Menéndez