jueves, 24 de febrero de 2022

Crónica universal

 

 

1922
Antonio Rivero Taravillo
Pre-Textos. Valencia, 2022.

Hace ahora un siglo, en 1922, ocurrieron acontecimientos importantes en la historia de la literatura, como no han dejado de recordarnos las páginas culturales de los periódicos, que viven en gran parte de esas efemérides. Entre ellos, el más importante, el que está en la memoria de todos, la publicación del Ulises, esa novela de James Joyce que al parecer cambió la historia de la novela, aunque la mayoría de los lectores de novelas ni se enterara. Algo similar se dice de un poema, La tierra baldía, de T. S. Eliot, que también marcaría un antes y un después en la poesía y que sigue siendo muy citado —algunos de sus versos se han convertido en proverbio: “Abril es el mes más cruel”—, aunque quizá no más leído que la celebérrima novela.

            Ocurrieron muchas cosas en ese annus mirabilis y Antonio Rivero Taravilllo, traductor, poeta, ensayista, autor de impactantes libros de viaje, parece querer contárnoslas todas. “Menos es más”, afirma la famosa frase atribuida a Mies Van der Rohe. Quizá no siempre sea así, pero de lo que no cabe duda es de que “más es menos” con frecuencia. Rivero Taravillo, laborioso, estudioso, hombre de letras ejemplar, parece saberlo todo de ese período de la historia literaria —y no solo: se habla de pintura, escultura, del arte en general—  europea. Pero recrear ese mundo ante los lectores no es solo cuestión de encontrar el estilo adecuado, divulgativo sin trivialización, preciso sin pedantería: es necesario seleccionar y dar con el punto de vista que evite la dispersión.

            La selección de acontecimientos, junto a la vocación enciclopédica, da una impresión de cierta gratuidad. ¿Qué pinta Pessoa en esta crónica de americanos en París que dieron un golpe de timón en la historia literaria del mundo? Uno de los capítulos del libro —“Muchas voces”— nos lo presenta de vuelta en  A Brasileira, su café favorito, que acaba de ser reformado. Aprovecha Rivero Taravillo para relacionar a Pessoa con Eliot, para informarnos de que unas líneas suyas mencionan el Ulises y para hacer un poco de literatura: “Cuando por fin Pessoa, Caeiro, Soares y  los demás abandonan el café, cada uno, que sabe lo que ha consumido, paga religiosamente a escote”. El capítulo siguiente nos habla de Cavafis tomando como pretexto que, en 1922, se jubila “de su puesto a tiempo parcial en un negociado de irrigación del Departamento de Obras Públicas”. No deja de informarnos de los poemas que escribió ese año ni de que algún tiempo después una traducción de “Ítaca” (se reproduce la versión española del poema) se publicará en The Criterion, la famosa revista dirigida por Eliot.

            No hay selección, sino acumulación, en este acopio de informaciones sobre autores que son también personajes y están rodeados de anécdotas. Eliot pedirá colaboración para su revista a Juan Marichalar, “influyente hombre de letras colaborador de El Sol y la Revista de Occidente”, y el narrador de esta crónica con elementos de ficción nos precisará que “Marichalar le envía un ejemplar de Índice, la pulquérrima revista de Juan Ramón Jiménez, y publicará en el tercer número de The Criterion, ya en octubre, un artículo sobre literatura española contemporánea y, posteriormente, una colaboración regular titulada a veces ‘Carta de Madrid’ y en otras ocasiones ‘Carta de España’. Están de moda esas epístolas informativas de la actualidad artística y literaria: las despacharán Pound sobre París y el mismo Tom desde Londres”. ¿Quién nos cuenta estas cosas? ¿Quién nos refiere a continuación que “Índice es una revista que Jiménez mima con todo cuidado y tienen que sortear las dificultades de la imprenta y de algún colaborador, como cuando a última hora ha tenido que despachar una ilustración que le ha parecido en extremo fea”? El propio Rivero Taravillo, sin duda, en su papel de bien informado divulgador cultural. Por cierto, se le olvida aludir a que el primer trabajo importante en español sobre el Ulises, “James Joyce en su laberinto” se publica en Revista de Occidente. Lo firma Antonio Marichalar y es una espléndida pieza literaria, no solo crítica, con ese novelero comienzo en que una dama aristocrática dama llega en su Rolls a Shakespeare and Company a adquirir el libro del que todos hablan. Lo recoge en Mentira desnuda (1933), esa obra maestra del ensayismo de vanguardia.

Pero por el último capítulo, “Adieu”, nos enteramos de que no es lo que parece, de que el libro tiene un narrador de ficción. “Dos amigos”, otro de los capítulos de 1922, comienza así: “Charles es el mejor amigo de Pierre. Ambos proceden de Burdeos, donde se conocieron de niños, y ahora viven en París en la misma pensión pero llevando vidas muy distintas una de la otra. Alto, enjuto, con cabellera crespa e ígnea, Charles estudia letras en la Sorbona o al menos está matriculado. Pierre, que nunca ha podido estudiar aunque lee todo lo que su trabajo le permite, despacha coñac, absenta y lo que se tercie en cafetuchos y, últimamente, en locales de mayor prosapia”. Dos personajes de ficción que podían haber ayudado a convertir esta minuciosa crónica en una novela basada en hechos reales. El narrador de este capítulo es el narrador omnisciente decimonónico, pero resulta que al final nos enteramos de que quien habla de sí mismo en tercera persona es el propio Charles, quien tras una vida un tanto bohemia —robaba libros, le robó a Hemingway su famosa maleta perdida llena de manuscritos— se hizo profesor. Lo que hemos leído —esa crónica en tercera persona— es lo que le oyó contar a Pound y a otros, rellenando los intersticios de la narración con lo que él mismo se puso a investigar. Y ha escrito estas noticias de su juventud, ya jubilado, en un año en que la juventud anda algo rebelde: 1968 (podía ser cualquier otro año, pero a las revueltas de mayo se alude expresamente).

Todo ese capitulo final parece, y es, un inverosímil pegote para dar coherencia a un material informativo y erudito, curioso y nada desdeñable, pero algo indigesto tal como está, y que habría necesitado una nueva cocción, un implacable Ezra Pound que actuara como editor.

4 comentarios:

  1. Sobre este tema, bastante trillado, yo recomiendo "Shakespeare and Company", de Sylvia Beach, propietaria de la mítica librería.
    Librería, biblioteca (prestaba los libros) y editora, con la ayuda de Pound.
    No sólo aparecen por allí los ilustres Hemingway, Joyce, Scott Fitzgerald, etc, sino otros no tan citados, como Ford Madox Ford, pero de igual interés.
    Por supuesto también "París era una fiesta", de Hemingway.
    Victor Menéndez

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  2. Víctor, Víctor, eso es hablar por hablar. El autor conoce esos libros y muchos otros de los que tú ni has oído hablar.

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  3. No analizo leo y disfruto todo lo que leo
    Good morning desde Miami
    te deseo un dia lindo y feliz

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  4. Lo supongo, Martín, eruditos habrá.
    Lo que no sé es que pinta Pessoa en esa fiesta, sino es que haya escrito una reseña sobre el Ulysses. Como tantos.
    Victor Menéndez

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