jueves, 27 de julio de 2023

Un nuevo paganismo

 

Aurora Luque
Las sirenas de abajo. Poesía reunida (1982-2022)
Edición de Josefa Álvarez
Acantilado. Barcelona, 2023.

La reunión en un volumen de la poesía completa de Aurora Luque puede considerarse un acontecimiento. Desde 1990, en que publicó su primer libro, Problemas de doblaje –el anterior, Hiperiónida, es solo una curiosidad--, su poesía ha ido creciendo, metamorfoseándose, enriqueciéndose, pero sin abandonar nunca su núcleo inicial: el gusto por los clásicos griegos y latinos y la inagotable curiosidad por el mundo contemporáneo; el entremezclar culturalismo y hedonismo, erudición y errabundia. En ese libro está el poema “Carpe noctem”, su personal variación del “carpe diem” horaciano, al que volvería una y otra vez y que le serviría para titular una de sus obras más significativas, en la que se incluye el poema “Gel”, que termina con estos versos: “Dependo de por vida / de una droga. De Grecia”.

            La poesía de Aurora Luque ha ido creciendo en espiral, abriendo su temática, pero sin abandonar nunca un paladeo de las palabras, una sorpresa expresiva, un brillo verbal, que la hace inconfundible. En los últimos libros, la reivindicación feminista ha ido ganando en intensidad. Abundan en la poesía de Aurora Luque los retratos de mujeres olvidadas y ejemplares, y una y otra vez vuelve sobre las que considera sus maestras, de Safo a Marguerite Yourcenar. “Arenga/mitin” subtitula uno de sus poemas, pero ella busca esquivar el lenguaje fosilizado y la simple enunciación de buenas intenciones; casi siempre lo consigue.

            No desdeña Aurora Luque el poema circunstancial, el encargo, y sus poemas no tratan de ocultar para darle presuntamente trascendencia, la anécdota de la que parten: “Al asomarse por primera vez al Keats de Oliván” se titula uno de ellos, y a Sofía Castañón, poeta y diputada, le dedica una espléndida “Epístola política”.

            Y está la música, resonando continuamente en estos versos, se hable de ella o no, y los licores compartidos (“Cócteles”, “Negroni”) y las estampas viajeras (“Siempre me consoló viajar a cualquier parte / con un vago pretexto literario”, leemos en uno de los poemas), nunca meras anotaciones turísticas, que culminan en el “Cuaderno Vieja América”, de Personal & Político, que dialoga con Lorca y con el Juan Ramón de Diario de un poeta recién casado. Aurora Luque –tan cosmopolita, tan alejandrina-- a veces vuelve la mirada hacia el mundo provinciano de su infancia y nos ofrece poemas tan memorables como “Alsinas”, una personalísima recreación del cavafiano “Ítaca”. Sorprende la prosa autobiográfica de “Que huela a árbol”, casi una anotación diarística. Y admira cómo se acierta a evitar la falacia patética en “Santa Teresa y la Tarara cantan por una escotilla de la cabeza de mi madre”.

            La admirable libertad con la que Aurora Luque se enfrenta a la escritura ha sido explicitada por ella misma: “Los poemas son juguetes de las Musas, instrumentos de una orquesta infinita: a veces desearemos las construcciones minimalistas que juegan con el silencio y la palabra depurada, otras desearemos los guiños lúdicos de la ironía, o bien la narración imaginal o las potencias del ensueño fluyendo en poderosos torrentes de palabras. No concibo las predilecciones únicas y exclusivistas. ¿Por qué elegir entre la flauta y el órgano?”

            Pero hay poemas prescindibles, al margen de los gustos de cada lector, encargos que debería haber dejado fuera o confinarlos en un lúdico apéndice. A ese apéndice podrían ir  “De Tebas a Soweto”, “La Musa Instrumentos” o “Pasatiempo español”.

            Mención aparte merece el poema que cierra el volumen, “Variación sobre el poema pacifista más antiguo de la historia”, que responde al encargo de escribir un poema contra la guerra. Aurora Luque opta por reescribir un poema de Safo. “Dicen unos que una tropa de jinetes, otros la infantería / y otros que una escuadra de navíos, sobre la tierra / oscura, es lo más bello; mas yo digo / que es lo que una ama”. En la “Variación”, leemos: “Dicen –unos-- que una danza de misiles, / otros, los tanques rusos, / y otros que los drones de Turquía, / junto a la Negra Mar / es lo más deseable.  / Mas yo digo / que es la vida que cada cual adora / y quisiera salvar entre sus brazos”. ¿Pero hay alguien que considere que “lo más deseable” es una danza de misiles o los drones de Turquía? Son los riesgos de confundir poesía y buenas intenciones.

            La edición de esta poesía reunida está a cargo de la profesora Josefa Álvarez, quien toma dos decisiones arriesgadas sin darnos la necesaria explicación. La primera es el poco afortunado título, Las sirenas de abajo. Procede de los versos finales --“Las sirenas de arriba, / las sirenas de abajo”-- del poema inicial, “Obra viva, obra muerta”. En la terminología náutica, la obra viva o carena es la parte sumergida del barco, mientras que la obra muerta es la que emerge del agua. “Las sirenas del fondo, sin pulpa de sonidos, / pero deseo aullando” se contraponen así a “las sirenas del puerto, / sus imperiosas voces de contralto”. Pero no parece que la poesía de Aurora Luque se caracterice por un ensimismamiento que la haga atender más a las sirenas de abajo, a las del subconsciente, que a las que la llaman, y la enamoran, desde todos los puntos de la rosa de los vientos.

            Más discutible aún es disponer los libros en orden inverso al cronológico, comenzando por Un número finito de veranos y terminando con una selección de Hiperiónida y unos pocos poemas no recogidos en libro. Las notas –agrupadas al final y sin indicación de las páginas a las que corresponden-- nos confirman lo absurdo de esta disposición: a menudo se refieren a que tal tema ya apareció en un poema anterior y por ello se explica después. Leemos “Maillardiana 2” antes que “Maillardiana” y el poema “La soledad de mi madre” después de “Santa Teresa y la Tarara…”, ya citado. Y las notas –en las que no faltan las informaciones de interés-- no dejan de ser caprichosas. Se nos explica el término náutico “Turafallas”, pero no el que da título al poema anterior “Orinque”; se nos indica quiénes fueron Safo y Catulo, pero no que la Louise Gosselet, autora del poema “Le port de Mytilène”, es un heterónimo de Aurora Luque.

            Pero estas minucias eruditas, tan entretenidas para el crítico, no deben hacernos olvidar lo esencial. “Exegi monumentum aere perennius” afirmó orgulloso Horacio. También Aurora Luque ha levantado un monumento más duradero que el bronce. Émula de los clásicos, ella misma se ha convertido en un clásico. Nada broncíneo ni marmóreo, por cierto. Taller de sedería, palpitante inteligencia, lúcido corazón.

             

             

2 comentarios:

  1. Si a la poesía de A.Luque se le quita el andamiaje de la Grecia clásica, ¿qué queda? Poca cosa y más bien banal que espléndida. Y en medio de tanto Mediterráneo antiguo y moderno, hay a veces "versos" de una indigencia que da vergüenza ajena:

    "desprecio la poesía
    cuando en mi estómago se zambulle
    el buzo de tus ojos"
    *
    "Los poemas son solamente cápsulas,
    aditivos, morfinas, antibióticos."
    *
    "Si estás hecha [...]
    de mundos andamiándose hiperlibres"
    *
    "Vivir es ir gastando los veranos."
    *
    "Amar es destruir: es construir
    el hueco del no-amor" (¿habrá algo más antipoético que ese "no-amor"?).
    *
    "Qué bichos raros somos los poetas.
    En nuestra casa apenas nos soportan.
    En el trabajo usado para fines nutricios
    nos ven como a pedantes infelices.
    No les puedes contar de nuevo el mismo sueño."
    *
    "Descubrir el placer de no comprar. Tres excepciones: zapatos de andariega con su nube interior. Un libro de flâneuse para leer en bancos, terrazas, céspedes o pretiles. Santificarás al sol sobre las páginas bendecidas y abiertas. Y la moneda para el músico y la música que embellecen las calles. [...] Hablarás con una anciana en los días impares. Hablarás con un anciano en los días no impares. [...] Plagia a Banksy, deja en aquellas tapias tu grafiti.[...] Ciudad, aforo libre. Espigarla a lo Varda. Buscar lo infraordinario de Perec. Reavivar los fuegos a lo Woolf. "

    (Del "poema" en prosa "Decálogo d'une flâneuse" - en el que su autora demuestra no saber contar : en el segundo párrafo se habla de 3 excepciones pero sólo hay 2 - dar una moneda a un músico no es comprar algo. El título habla de "Decálogo" pero en el "poema" hay 16 o 22 propósitos, según como se cuente).

    Y luego esos "versos" totalmente ilógicos (hay, por cierto, muchos errores de lógica en la poesía de A.L) que cita JLGM y que yo no conocía:

    "Dicen –unos-- que una danza de misiles,
    otros, los tanques rusos,
    y otros que los drones de Turquía,
    junto a la Negra Mar
    es lo más deseable.
    Mas yo digo
    que es la vida que cada cual adora
    y quisiera salvar entre sus brazos".

    Dice JLGM: "También Aurora Luque ha levantado un monumento más duradero que el bronce. Émula de los clásicos, ella misma se ha convertido en un clásico." Hace años que yo leo sus críticas aquí y no creo haber leído ningún elogio más injusto que ése.

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  2. Aurora Luque es una de las mejores poetas de España. Que tenga algún poema regular (hasta Gil de Biedma dijo que metió uno "para hacer bulto“) no le quita mérito. Y lo de empezar al revés , lo veo como JLGM.

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