Hasta aquí hemos
llegado
Rodrigo de Rato
Con la
colaboración de Alicia González Vicente
Península.
Barcelona, 2023.
Hacer
leña del árbol caído es uno de los deportes favoritos, no ya de los españoles,
sino como el fútbol, de la entera humanidad. Rodrigo de Rato –conocido, más
eufónicamente, como Rodrigo Rato-- constituye un buen ejemplo de ello.
Empresario de éxito, economista brillante, vicepresidente del gobierno de
España, en el 2010 llega a la cumbre de toda su fortuna: tras enconados
enfrentamientos políticos entre dos sectores del Partido Popular, es nombrado
Presidente de Caja Madrid, la principal de las Cajas de Ahorro españolas Luego, como en una tragedia griega, los
dioses se pondrían en un contra y sería arrojado al abismo: un largo calvario
judicial, un ajusticiamiento mediático, y finalmente la entrada en la cárcel.
Allí coincide con los políticos catalanes, que a pesar de ser “políticos
presos” y no “presos políticos –según machaconamente se nos repite-- gozaban de
ciertos privilegios, algunos de los cuales se trasladaron al resto de los
detenidos, como tener las puertas de las celdas abiertas, y otras no, como
disponer de ordenares personales. A Rodrigo Rato y a otros interesados, Oriol
Junqueras les dio clases de física cuántica; a otros presos, de matemáticas;
también escribía relatos para sus hijos: así pasaba el tiempo aquel peligroso
enemigo del Estado.
Hasta aquí hemos llegado es
un libro escrito en defensa propia, sus argumentos tenemos por lo tanto que
tomarlos con cautela. Y algunos son ciertamente enrevesados. ¿Hubo delito o no
hubo delito en la salida a bolsa de Bankia? La sentencia final decidió que no. Lo
que sí hubo en la gestión de la crisis bancaria y en la fusión de las cajas fueron
múltiples torpezas y abundantes indicios de delito, no todos, ni mucho menos,
responsabilidad de Rato. “Las cajas de ahorros eran un mosaico maquiavélico de
todos los enfrentamientos posibles, regionales y nacionales”, escribe. Los
políticos de los diversos partidos –y no solo: en Caja Madrid, Comisiones
Obreras--hacían buen uso de las mismas para sus intereses públicos y privados.
A él le tocó estar al frente de la una de ellas en el peor momento: cuando la
crisis económica les iba a permitir a sus competidores darles la puntilla con
el aplauso general.
¿Hubo delito o no hubo delito en la
utilización de las famosas tarjetas black? En este caso, el tribunal
decidió que sí, pero con argumentos tan discutibles como en el otro caso en que
se decidió que no. Distinto es el juicio ético que nos merezca la retribución
de los directivos de la banca en crisis o en quiebra, no solo española, por
supuesto. Como director del Fondo Monetario Internacional –lo fue entre 2004 y
2007--, Rodrigo Rato recibía, según nos indica, “un sueldo casi diez veces el
de vicepresidente español, ya que estaba libre de impuestos”. Sería legal, pero
resulta inexplicable.
La realidad económica y política es
más compleja de lo que piensa el ciudadano común. Hacienda no es el Robin Hood
que persigue a los ricos defraudadores para repartir su dinero entre los
pobres. Hay una zona gris que permite perseguir a unos y salvar a otros según
los intereses del momento. Las historias que cuenta Rato sobre Luis de Guindos
–primero su subordinado en el Ministerio de Hacienda y luego su principal
Iscariote-- resultan muy ilustrativas al respecto, aunque algunas poco
novedosas: todos fuimos testigos de cómo utilizaba los datos fiscales –que
deberían ser secretos-- para amenazar a sus enemigos políticos en el Congreso.
Viñetas ilustrativas de la situación
de la justicia española, de la zona gris en que se mueve, hay muchas en este
libro. Me limitaré a referir una. Mónica Balibrea –no figura en el índice
onomástico-- es abogada experta en derecho penal y penitenciario. Rodrigo Rato,
ya a punto de entrar en prisión, la visita tres veces. “En la última de esas
entrevistas me llevó a visitar a José Luis de Castro, magistrado del Juzgado de
Menores y de Vigilancia Penitenciaria, con quien presumía de tener buenas
relaciones y de quien iba a depender mi cambio de situación penitenciaria”,
escribe. Pero al final no la contrataría porque no puede abonarle los sesenta
mil euros que le pedía por anticipado y al contado. El juez José Luis de
Castro, aunque Rato cumplía todos los requisitos y el resto de los condenados
en la misma causa ya lo había obtenido, retrasaría casi un año concederle el
Tercer Grado. ¿Tuvo eso algo que ver con la no contratación de la abogada de
los sesenta mil euros? Que cada uno piense lo que quiera.
No sale muy bien parado el Partido
Popular, que era su partido, en este Hasta aquí hemos llegado: “Al fin y
al cabo, Aznar me había colocado en el punto de mira al afirmar en su libro que
había elegido a Rajoy como su sucesor porque yo no había aceptado sus
condiciones para ser designado candidato. Lo que no debió sentar muy bien a un
personaje tan sinuoso como resultó ser Rajoy. A eso se unían los tejemanejes de
las conocidas entre los miembros del partido como las ‘niñas asesinas’ para intentar
hacer ver que la parte buena de la historia del PP empezaba con ellas, que
dejaban así atrás la etapa corrupta e inaceptable de José María Aznar”.
Sorprenden algunos inexplicables
errores de fecha al repasar los hechos históricos de su época de juventud: “En
1973 se produjo la Revolución de los Claveles en Portugal y la caída de Allende
en Chile y ni una ni otra tuvieron consecuencias para nuestra nación”. La
revolución portuguesa tuvo lugar en 1974 y puso muy nervioso al franquismo
epigonal. Poco después escribe: “Yo volví a España a finales de 1974, justo
cuando ETA asesinó al
presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco” (lo había asesinado un año antes).
Algunos secretos siguen siendo
secretos, como la razón del imprevisto abandono, “para sorpresa e incomprensión
de todos”, incluida parte de su familia, de la dirección del Fondo Monetario
Internacional. “La primera de al menos tres decisiones que muchos consideraron
caprichosas entre 2007 y 2012 y que acabaron con una carrera profesional que aparentemente
iba muy bien”. ¿Solo aparentemente?
A la práctica de la meditación y a
la relación con el budismo se alude repetidas veces y se le dedica el epílogo.
El libro, lleno de claroscuros, muy ilustrativo de la historia reciente de
España, termina así con una moraleja y una obviedad sapiencial: “Cada instante
de hoy es el mejor sitio donde puedes estar en ese momento. La vida es un
misterio y nunca sabes lo que de deparará”.
Creo que sólo en España se podía dar esa carrera apoteósica, desde una libreta azul de Aznar hasta donde llegó. Tuvo mucha suerte, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo
Mucha suerte hasta que tuvo la peor suerte del mundo, como en una tragedia griega.
ResponderEliminarSorprenden, ciertamente, esos errores de bulto en fechas tan relevantes de la historia reciente. Demuestra, como mínimo, muy poco cuidado por parte del redactor (si es que se trata del propio Rato) y, definitivamente, una labor de edición nefasta por parte del editor. ¿Tanto cuesta contratar un corrector decente que compruebe los datos?
ResponderEliminarUf! Qué falta nos hace la inteligencia artificial porque la inteligencia natural parece que da para poco... ¿Qué es eso de que si las obras de su casa, según me ha contado mi cuñado, no las pagó Rato sino su mujer? ¿Y lo de que los ministros meten mano en las arcas del Estado? Ni siquiera se ha enterado el bueno de Joaquín que los problemas de Rato con la justicia se debieron a su actividad como banquero. Ni de sus separaciones matrimoniales.
ResponderEliminarBla, bla, bla. La inteligencia artificial escribe comentarios más rigurosos.
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