martes, 9 de enero de 2024

Las razones de un rescate

 

Elena y sus amigos.
Antología de escritos sobre Elena Fortún y su obra
Edición de Purificació Mascarell
Prólogo de Manuela Carmena
Renacimiento. Sevilla, 2023.

“La meta es el olvido”, afirmó Borges en uno de sus dísticos más memorables. De vez en cuando, escuchamos quejas porque nadie se acuerda, o cada vez menos, de un escritor que fue grande en su tiempo. Pero esa es la regla, no la excepción. Y el rescate, cuando se produce, suele obedecer a razones extraliterarias.

            A Elena Fortún, pseudónimo de Encarnación Aragoneses (1886-1952), se la recordaba como autora de relatos infantiles que primero fueron apareciendo, durante los años de la República, en la prensa y luego se recopilaron en libros. Con las aventuras de Celia, una niña que al comienzo tiene siete años y luego va creciendo a lo largo de la serie, renovó la literatura infantil, le dio un aire entre costumbrista y crítico del mundo adulto que a menudo se ha puesto en relación con Richmal Crompton y sus travesuras de Guillermo.

            Del gueto de la literatura infantil y de nostalgias cada vez más valetudinarias, le salvaron dos obras que no quiso, o no pudo, publicar en vida: Celia en la revolución y Oculto sendero. La primera era un relato descarnado –sin el humor de los libros de Celia-- de los años de la guerra vividos en zona republicana. No hay en esas páginas ni un atisbo de propaganda o de mitificación bélica: es solo una crónica de la buena y la no tan buena gente que trata de sobrevivir. Los revisionistas, los contrarios a las leyes de memoria histórica, tomaron ese libro –un borrador no revisado por la autora-- como bandera de una tercera España, que no encajaba en los esquemas de rojos y azules. Esa sería la razón de la marginación de Elena Fortún, como lo fue –si hemos de creer a Andrés Trapiello-- de la de Manuel Chaves Nogales o de la de Clara Campoamor.

            El otro libro que puso de actualidad a Elena Fortún fue una novela de corte autobiográfico, Oculto sendero,  en la que aparecía, más o menos velado, un cierto lesbianismo. Por esos raros caminos –ajenos con frecuencia a su valor literario-- discurre hoy la reivindicación de un autor (casi siempre autora),

            Lo cierto es que, en el caso de Elena Fortún, su condición de mujer condicionó, y de radical manera, su desarrollo personal y literario, y hasta extremos que hoy nos resultan difíciles de creer. Baste una anécdota: “no sé si sabes –le cuenta una de sus amigas argentinas a Carmen Conde-- que cuando comenzó a escribir, obligada por un impulso irresistible y por la presión de las innumerables cosas que se le ocurrían, tenía que encerrarse con llave en el cuarto de baño porque era causa de escándalo y de prohibición absoluta”.

            Un matrimonio infortunado, con un militar que aspiraba a ser escritor y tenía celos de su mujer (no es caso único, recordemos a Ana María Matute y su primer marido), fue una de las causas principales de la desdichada vida de la autora.

            Elena y sus amigos reúne los testimonios de quienes la conocieron y de quienes solo se acercaron a ella a través de la literatura. El volumen, preparado por Purificació Mascarell, tiene un doble valor. Cada colaboración rescatada –la mayoría poco conocidas-- va precedida de una semblanza del autor que no se limita a los datos conocidos o fácilmente localizables. Purificació Mascarell ha hecho una labor de investigación y ha rescatado, en unas pocas páginas, desvaídas figuras de otro tiempo (en más de un caso, nos apetecería saber más).

            Si todos los preliminares de la editora tienen interés, los rescates, como no podía ser de otra manera, resultan muy desiguales, a ratos algo reiterativos. Pero hay dos –los dos más extensos, por cierto-- que destacan especialmente. Uno es el testimonio de Inés Field, que se reproduce no como había publicado en una inencontrable miscelánea de 1986, sino de acuerdo con el primer borrador, más espontáneo, y del que luego se eliminarían algunos detalles. Inés Field, una mujer excepcional, fue la gran pasión final de Elena Fortún. Se ha publicado en dos tomos su correspondencia con ella, Sabes quién soy y Mujer doliente, y en esos atormentados volúmenes se encuentra una Elena Fortún desconocida para los admiradores de las travesuras de Celia, hermanos y amigos.

            En este caso, y en el de otras de sus relaciones, como con la que mantuvo con la grafóloga Matilde Ras, hablar de lesbianismo –con lo que el imaginario masculino  suele asociar a esa palabra-- resulta reductor. “No he conocido a nadie más ajeno al sexo que Encarna”, escribe Inés Field. “Sororidad” es un término reciente (para sustituir el uso abusivo de “fraternidad”) que se acomoda mejor a la relación que Elena Fortún mantuvo con otras mujeres. Llevó su matrimonio como una cruz, con resignación cristiana, y su marido la amargó en vida y en muerte (se suicidó cuando ella volvió sola a España para dejarla un remordimiento perpetuo). “Elena Fortún en Buenos Aires” se titula la colaboración de Inés Field, pero no habla solo de esa etapa de su vida, sino también de las noveleras peripecias de su salida de España, en un barco que naufragó cerca de Génova. Y nos descubre que buena parte de Celia institutriz en América es un plagio de las cartas noticiosas que, tras un viaje, Inés Field les envió a sus padres y que le dejó leer a Elena.

            En la segunda parte, el trabajo más notable es quizá el de Carmen Martín Gaite, que adaptó las aventuras de Celia para la televisión a comienzos de los noventa, pero también ofrece especial interés al colaboración de Marisol Dorao, su primera biógrafa, sin la cual se hubieran perdido las cartas y las obras que Elena Fortún no se atrevió a publicar.

            ¿Fue una gran escritora Elena Fortún? Quizá su interés humano y sociológico sea mayor que el estrictamente literario. Pero hoy sabemos que no es necesario haber leído, o sentir nostalgia de aquellas páginas que aparecieron en Gente Menuda, para interesarse por ella. Su trayectoria vital ilumina y ayuda a entender mejor un tiempo sombrío.

1 comentario:

  1. ¿Qué dirá Manuela Carmena en el prólogo?
    Elena Fortun transpira calidad. Lo sabemos los que manoseamos libros infantiles.

    ResponderEliminar