martes, 6 de diciembre de 2016

Vicente Gallego, alacrán y nube


Cantó un pájaro
Antología esencial 2002-2016
Vicente Gallego.
Fondo de Cultura Económica. Madrid, 2016.

No es Vicente Gallego el único caso de un poeta que reniega de su poesía primera, a pesar del éxito entre crítica y lectores; el ejemplo de Juan Ramón Jiménez nos viene de inmediato a la memoria.
            Desde 1988, en que publica La luz de otra manera, Vicente Gallego se convierte en uno de los más destacados nombres de la generación de los ochenta, que él contribuye en buena medida a definir y consolidar. Otro libro suyo, La plata de los días (1996) es considerado por muchos como uno de los más emblemáticos de esa generación, que vino a romper con el hermetismo y el culturalismo de los novísimos para enlazar con la poesía elegíaca y cotidiana de los poetas del cincuenta.
            Al reunir su poesía en El sueño verdadero (2003), ya Vicente Gallego efectuó una radical poda y reescritura. Ahora en Cantó un pájaro llega más allá y reniega de su etapa inicial por completo. Se debe ello no solo a un cambio de su orientación estética, sino a algo más profundo: una auténtica conversión vital, que Antonio Moreno nos explicita en unas páginas que aúnan la complicidad amical con la inteligencia crítica.
            La nueva etapa comienza a insinuarse en Santa deriva (2002) y por eso tal libro forma parte de las dos recopilaciones, aunque en la segunda aparezca solo con unos pocos poemas muy revisados (o “revividos”, como diría Juan Ramón Jiménez).
            Basta comparar el primer poema del libro en una y otra versión para darse cuenta del sentido de los cambios. Los veintidós versos de “Delicuescencia” se reducen exactamente a la mitad. El poeta ha tachado todo lo que le parecía redundante, incluso versos que algún lector echará de menos: “Delicuescencia pura y noble sois, / blancas nubes serenas, / felicidad sin causa / bajo el cobre encendido de este sol impasible”. Pero el poema gana reducido a lo esencial, sin la más mínima grasa retórica.      Y el experimento podemos hacerlo con cualquier otro de los poemas de ese libro. En la versión inicial de “Escuchando la música sacra de Vivaldi”, la estrofa primera decía así: “Como agua bendita, / como santo rocío tras la noche de fiebre / lava el alma esta música con su perdón sincero, / fluyente arquitectura que en el aire vertebra / la ilusión de otra vida /salvada ya para gozar la gloria / de un magnánimo dios”. Ahora toda esa hermosa tirada de versos queda reducida a los tres primeros. ¿Para qué más? Pero hace falta mucho valor para atreverse a tachar versos que han tenido entusiasta aceptación.
            El renacido Vicente Gallego –más próximo al magisterio de César Simón que al de Claudio Rodríguez, contra lo que pudiera parecer–  es un poeta de la naturaleza sin historia, del puro gozo de existir. Lo que él canta es lo que tienen en común el alacrán y la nube, el hombre y las hierbas del campo. El tono elegíaco –tan característico de su poesía anterior– ha sido sustituido por el hímnico: en su nueva visión la muerte parece ser otro de los nombres de la vida y el tiempo la versión de andar por casa de la eternidad.
            En libros como Para caer en sí (Diálogos en torno a la palabra de Nisargadatta Maharaj) ha explicitado Vicente Gallego el fundamento doctrinal, teológico podríamos decir, de su nueva actitud ante la vida (que no le impide, sin embargo, mantener sus contactos literarios y seguir coleccionando importantes galardones). Pero esas elucubraciones, confusamente sofísticas y ajenas al pensamiento racional, ni añaden ni quitan nada a los poemas, como tampoco lo hacen los comentarios de San Juan de la Cruz a la “Llama de amor viva” o al “Cántico espiritual”.
            Los mejores poemas de Vicente Gallego deben mucho a la intensidad del haiku. El poeta mira las cosas cotidianas y nos las hace ver de otra manera: “Una esquirla de sol / he encendido la mesa. / La cuchara está viva / tintinea en la taza. / Cuando no hay nada más, / cómo huele el poleo, / qué blancura el mantel”.
            Los poemas en prosa de Cuaderno de brotes se encuentran en la misma línea: “Tembloroso de hormigas, ebrio de soles, sumergido entre líquenes, este tronco se pudre. Quiero decir que su corteza se hermana con el suelo y llena el vientre del planeta, mientras aún su corazón, asomado a la noche, se está desposando con la luna. Belleza, podredumbre, ¿de qué hablamos? Una sola palabra, una, bastaría para cantar. Feliz el que enmudece ante sí mismo”.
            En el nuevo Vicente Gallego disuenan los poemas de desarrollo anecdótico y por eso sobran quizá textos en prosa como “Mercedes”, próximo al cuento, o el poema que sobre la muerte de San Juan de la Cruz.
            El mejor Vicente Gallego nos habla del humo de la leña, del caer de una hoja, del escorpión como un candelabro bajo el sol que achicharra y de la brizna de hierba que basta para salvarnos. Hay otro, un reiterado predicador, un converso a orientales y oscuras evidencias, que interesa bastante menos (y que a veces no acabamos de creernos), pero que se salva en los poemas más breves, cuando se limita a asombrarse ante la maravilla del mundo o a insinuar una verdad radical que no necesita de explicaciones.
           

            

34 comentarios:

  1. A veces Colinas critica la poesía que es prosa cortada en verso. Pero en el caso del poema en prosa que transcribes, y en muchos otros de Cuaderno de brotes (muy buen libro, por otra parte), sucede exactamente lo contrario: son versos de ritmo imparisílabo pero dispuestos como si fueran prosa. Aunque pasaras por alto este detalle, tu reseña me parece excelente.

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    1. María Miranda Taibo Gómez-Limón27 de noviembre de 2016, 15:01

      Tiene razón Martín: los halagos anónimos son un tanto siniestros (sobre todo cuando te hacen cómplice involuntario de su oculta identidad).

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  2. Tengo “Cuaderno de brotes”, a ver si lo leo.

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    1. Era tan rebelde, tan rebelde, tan rebelde, tan rebelde, que se quedó sin nadie para revelarse.

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    2. – ¡Yo soy muy rrebelde!
      – Como si fuera bueno...
      – Ya ves

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  3. El hecho de que sea usted, estimado García Martín, frígido a la espiritualidad, no le da derecho, creo yo, a calificar el pensamiento místico de Vicente Gallego de "elucubraciones, confusamente sofísticas y ajenas al pensamiento racional", ni de llamarlo a él "reiterado predicador" o "converso a orientales y oscuras evidencias".

    A causa de ese desprecio a lo Esencial no entiende usted un poema tan profundamente espiritual como "el poema que sobre [sic] la muerte de San Juan de la Cruz", que es uno de sus mejores poemas (en Youtube se puede ver a V.Gallego leérselo a F.Brines).

    Resulta extraño ver en un poeta inteligente y cultivado como usted ese desprecio de la espiritualidad en general y de la milenaria espiritualidad oriental en particular.

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    1. Yo no desprecio la espiritualidad de Vicente Gallego, solo pongo reparos a los libros en prosa en que trata de explicarla. Comulgar con ruedas de molino nunca se me ha dado demasiado bien.

      JLGM

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    2. Con la espiritualidad en general, y con la "milenaria espiritualidad oriental" en particular, como puntos de partida, se pueden escribir desde espléndidos poemas (baste el altísimo ejemplo de San Juan de la Cruz) hasta minúsculas tonterías (y aquí los ejemplos posibles serían miles). Distinguir una cosa de otra no es "frigidez", sino simplemente criterio; eso que tan poco abunda.

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    3. Dice usted que no desprecia la espiritualidad de Vicente Gallego y a continuación escribe que no hacerlo sería comulgar con ruedas de molino, lo cual demuestra un desprecio evidente. Alguien que no la desprecia hubiera dicho que no es sensible a ella o que no la conoce lo suficiente para juzgarla o simplemente que no le interesa.

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    4. De la espiritual intimidad del poeta no hablo (cada uno tiene su alma en su almario), sino de los libros que dedica a ella. En esos libros --no de poemas-- es donde encuentro las ruedas de molino.

      JLGM

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    5. Permítame recomendarle esta "Presentación nuevo libro Vicente Gallego" (sobre todo lo que dice él - a partir del minuto 12):

      https://www.youtube.com/watch?v=jnIt9ShCrUE

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  4. Sin ánimo de halagar a García Martín (soy el primer comentador de esta entrada) he de opinar, en respuesta a Agustín Villalba, que el poema sobre la muerte de San Juan de la Cruz es uno de los peores de Gallego. Por muchos factores: inverosimilitud, empleo del imparisílabo para narrar una historia, lenguaje antiguo, que no clásico. Ya en la primera estrofa el poema flaquea: ¿Qué habrá más delicado que morir? / No se molesta a nadie para eso, /nadie se va o se queda, y todo brilla / al final por su ausencia meridiana.

    ¿Cómo que no se molesta a nadie para eso? Gallego está convencido de la ausencia de sí mismo, de la identidad, de las nuestras particulares, pero sólo para los libros. Para ganar dinero con los premios literarios que le regalan, bien que da su número de cuenta personal.

    Remite usted a youtube. Muy bien. Precisamente ahí se puede observar la mezcla de perplejidad y cariño en la cara de Brines, que ni parece estar oyendo lo que le cuenta el otro. Y si le gustase el poema a Brines, ¿tendría que gustarle también a García Martín? Por favor, piensen en lo bonito que puede ser estar despiertos.

    La crítica de García Martín es del todo justa. Pero no todo el mundo sabe recibirla con justicia. Más aún quienes no están acostumbrados a la sinceridad, sino a que les digan que son maravillosos y que les pongan las cosas facilitas. Así cualquiera se pone, hímnico, a dar gorgoritos, pero cuando te dicen lo que no quieres oír...Ay, ahí es donde se demuestra si el poeta tiene raza.

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    1. Vaya empanada mental y qué poca sensibilidad para la poesía tiene el señor que se oculta tras el pseudo "Anónimo". No merece la pena perder el tiempo respondiendo punto por punto (¡hay que estar muy despistado para hablar de un poeta como si fuera millonario!). Digamos únicamente que nó sé a qué viene el último párrafo, que parece escrito como si yo fuera el autor del libro, cuando no soy más que un admirador de la espiritualidad oriental y un buen lector de poesía para quien Vicente Gallego es uno de los pocos poetas verdaderos que hay en España.

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    2. No soy yo el único que piensa que el poema de V.Gallego sobre san Juan de la Cruz es un gra poema:

      "Y está bien que traiga a colación lo del misticismo porque, además de referencias concretas a motivos místicos, como la noche, y a "Juan de Yepes" ("¿Qué habrá más delicado que morir?", leemos en el espléndido poema que le dedica), cualquier lector avisado advierte esa filiación que tanto miedo da a quienes la desprecian por simple ignorancia."

      (Álvaro Valverde)

      http://mayora.blogspot.fr/2016/10/poesia-ultima-de-vicente-gallego.html

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    3. No me parece a mí que tanta gente piense si un poema es un gran poema o no: la gente, incluso la más inteligente o capaz, muchas veces no piensa, se deja llevar por las opiniones de otros, o por el propio entusiasmo con que el poeta expone su poema como si fuese el no va más. Es una cuestión de carácter, y de andar despiertos, el reconocer las cosas como son. El poema de Vicente Gallego, por cierto, no es místico, narra una historia de un místico. Eso no hace místico al autor. El místico lo es por designio, no porque escriba sobre místicos o porque quiera serlo o parecerlo.

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  5. De perdidos al río, digámoslo claro, que hay mucho ignorante suelto que cree saber de qué va esto:
    El deje antiguo del lenguaje de muchos poemas galleguianos no es, ni de lejos, una paradoja de la modernidad como podía darse, por ejemplo, en alguno de los Ullán (poeta que, conste, no me dice gran cosa). Gallego y todos esos que le imitan o se le parecen (Marzal, Pérez Leal, un chico de Barcelona que no sé cómo se llama), además de tener poco talento y ninguna originalidad, andan faltos de técnica. Así es, mal que les pese a muchos, que no querrán reconocerlo. Son coristas que sólo saben tocar una cuerda: no salen de la silva. Y eso sucede porque no conocen las posibilidades que ofrece el lenguaje poético. Sucede, ay, porque no han leído todo lo que un poeta de hoy debe haber leído. Suponemos, eso se les nota, que han leído al puñado de clásicos españoles, pero sus lecturas de poesía contemporánea se han anclado en los Claudios, los Brines, y poco más. No saben lo que hay, ni en Europa, ni en América, ni en otros continentes. Ni siquiera saben lo que hay en España más allá del palo que ellos tocan. Y tienen, por ello, una concepción de la poesía muy trasnochada, lastrada de prejuicios.
    En cuanto a la espiritualidad, cuando un poeta somete a los poemas a su ideario -religioso, político, etc- algo suele fallar. En cierto modo es inevitable, pero el verdadero poema es el resultado de un toma y daca entre el poeta y la inspiración (la idea, ocurrencia o imagen que viene de afuera). Gallego comenta en el prólogo a Simón que la buena poesía nace sin la intención del poeta. Y algo hay de eso, sin duda, algo hay de recibimiento, pero la verdad es que se nota que él, que cree estar siendo gratificado así por una suerte de diosa, lo que está haciendo es forzar las cosas para que el poema diga, en versos, lo que él escribe en sus ensayos. Eso es un rasgo distintivo del poeta pequeño, que también tiene su sitio, claro, pero menos alucinar, por favor, que es más bonito dejar de confundir lo pequeño con lo grande.
    Espero reprimendas, tanto por mi anonimato como por las verdades que acabo de soltar. Pero no esperéis vosotros que las responda, que no hace falta.

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    1. Dice el señor disfrazado de Anónimo (¿por qué necesitará tanto disfrazarse?) que "cuando un poeta somete a los poemas a su ideario - religioso, político, etc - algo suele fallar". Aparte de que eso lo rebate la historia de la literatura (ahí están fray Luis de León o san Juan de la Cruz por un lado, y César Vallejo o Aragon por el otro, para demostrarlo) en el caso de Vicente Gallego no se trata de religión sino de espiritualidad, lo cual no es lo mismo (pero algo tan sencillo como eso parece ignorarlo Don Anónimo).

      Una vez más, ¡qué empanada mental la de nuestro amigo Anónimo!

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    2. No tengo sensibilidad ni diferencio espiritualidad de religión. Será eso, sí, sobre todo eso...
      En cuanto a lo del despiste, te animo a que sumes alguna de las ganancias vía premio Visor:
      Premio Ciudad de Melilla (18000 euros) + Premio Loewe (20000 euros) + Premio Emilio Alarcos (7000 euros) + Premio Generación del 27 (15000 euros). Los dos primeros de los concursos citados, que te recuerdo adornan el curriculo del hímnico poeta, quizá cuando los ganó fueran aún en pesetas, pero la cantidad, señor de mente clara, era aproximadamente la misma. Y lo curioso es que limpiamente podría haber aspirado a alguno de ellos. Pero como pueden aspirar muchos de los que participan con ilusión en esos concursos...Porque te recuerdo que en España hay gente honesta que escribe muy bien y que carecen de padrinos. En esto de la literatura, tan importante como escribir bien, es tener contactos y no llevarles la contraria. Algunos para esto último no valemos. Por lo demás, gracias a la espiritualidad, el señor Gallego también se embolsa importantes cantidades de dinero como guía en algunos retiros espirituales... Y si lo de los premios ya era divertido (porque piensan, los implicados, que no nos damos cuenta), lo de los retiros espirituales ya es la monda...

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    3. Por cierto, todo esto de los premios se lo dije a él. No lo pude evitar, ay, me tiró de la lengua y uno, que ya es fuerte de carácter por naturaleza, va siendo mayorcito como para callarse ante nadie, así se llame Vicente Gallego o Rita la Cantaora. Y como esta verdad le sonó muy prosaica, me retiró la palabra. Me lo imagino, tras oírlas, sentado en el monte, repitiéndose el "Yo soy" de Nisargadatta, ese señor indio al que se agarra, pero que no vio prácticamente nada más que el pequeño estanco que tenía. Mi denuncia de esas prácticas deshonestas, mi sinceridad, mi trato de tú, de compañero a compañero y no de aprendiz a maestro (como su ego esperaba) debió de parecerle una cosa demoníaca. Pero yo sólo hice lo que me correspondía: joderlo vivo con la espada del bien y de la verdad.

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    4. El señor Anónimo de la Empanada ignora que Vicente Gallego es tan rico y deshonesto que trabaja desde hace 13 años en el vertedero de residuos urbanos La Matrona, en el término municipal de Dos Aguas (Valencia), pesando camiones de la basura.

      http://editorialkairos.com/autores/gallego-vicente

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    5. Muy bien, muy digno el trabajo. ¿Pero es funcionario? Muchas de las oposiciones locales están también amañadas. Aunque en este caso no puedo decir nada, porque de lo que no sé a ciencia cierta no puedo hablar.
      Por cierto, otro premio suyo del que acabo de acordarme: Manuel Alcántara, 6000 euros por un poema. Mira historial de ganadores y valora si ha habido tongo o no en la mayor parte de sus ediciones. Con ese galardón, a los otros comentados, ya suma 66.000 euros. Gracias a la poesía..., de la que una vez dijo, en una interviú, que nos daba tantas cosas que no se le podía pedir que nos diera dinero. ¡Jo! Un poco de coherencia no vendría mal al personal...
      Gallego no será el de Zara, desde luego, pero hay mucha gente en España que trabajando honradamente toda una vida no logra ahorrar ni la mitad de lo que él (como algunos otros) se ha llevado con esos concursos de traca. Con ese dinero te puedes comprar hasta un piso en muchos barrios obreros.
      No son las cuatro nobles verdades del budismo, ya lo sé, éstas tan feas que estoy diciendo, pero qué quieres, las digo por amor a la belleza.

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  6. Qué quijotesco sale usted en la foto, don Martín.

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  7. Enhorabuena por su reseña. He leído con mucha atención la antología "Cantó un pájaro" y la reseña que usted ha escrito. Hallo en sus palabras un análisis ponderado en torno a los valores poéticos de la obra de Vicente Gallego. Le invito a que lea mi reseña del libro. Coincidimos en muchos aspectos. Reciba mi cordial saludo.

    http://dontejoquidelapanza.blogspot.com.es/

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  8. “Gallego y todos esos que le imitan o se le parecen (Marzal...”
    ¿Marzal, imitador de Vicente Gallego? Anónimo, en esto estás mal informado.
    “Son coristas que sólo saben tocar una cuerda: no salen de la silva”.
    Y, aun suponiendo que fuera así -que no es-, ¿un poeta es peor poeta “por no salir de la silva”? A ver si ahora la calidad de un poeta está en relación directa con el número de estrofas diferentes que use... ¡Qué desastrosos entonces Dante, Petrarca o Fray Luis de León!
    “Suponemos, eso se les nota, que han leído al puñado de clásicos españoles, pero sus lecturas de poesía contemporánea se han anclado en los Claudios, los Brines, y poco más. No saben lo que hay, ni en Europa, ni en América, ni en otros continentes”.
    Mucho suponer es ese, Anónimo.
    “Ni siquiera saben lo que hay en España más allá del palo que ellos tocan”.
    Esto, sencillamente, no es cierto.
    “Cuando un poeta somete a los poemas a su ideario -religioso, político, etc- algo suele fallar”.
    Falso, piense en Dante, Fray Luis, San Juan de la Cruz, Pablo Neruda, Alberti, Miguel Hernández, Luis Aragon...
    “Espero reprimendas, tanto por mi anonimato como por las verdades que acabo de soltar”.
    ¿Verdades? ¡Opiniones! Y algo escasas de documentación. Posiblemente dictadas por algún resentimiento.

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  9. -Gallego y Marzal se parecen hasta en las camisas floreás que se ponen. Pero es mejor poeta el primero, dónde vamos a parar.
    -Hay, entre otras, dos diferencias entre un poeta bueno y uno malo: el bueno domina los silencios y hace ver las cosas de otro modo; el malo es eminentemente palabrero y no es la suya poesía con mirada. Gallego, que siempre ha tenido mucha habilidad para el adorno, está aprendiendo ahora a dominar los silencios donde vuela el poema. Pero aún le pesa el acento en la sexta. Endecasílabo y familia son versos de gran plasticidad, pero estos tipos a veces los retuercen de tal forma que suenan forzados. Y, aparte de eso, se agradece un poco de variedad.
    -Es que se nota.
    -La obra de Fray Luis es muy breve. Y los versos que recuerdan todo el mundo es la estrofa de la senda retirada. De Alberti, su obra digamos política, es la más perecedera. Neruda es el gran mal poeta (J.R.J. dixit, y yo me apunto). Y etc, majo.
    -No, el resentimiento es mal compañero de viaje. Vicente Gallego es un poeta de los más capaces, pero está equivocado, como lo hemos estado todos alguna vez. Y mi comentario alababa su Cuaderno de brotes. Cosa que no habéis hecho ninguno.

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  10. A "Anónimo2 de diciembre de 2016, 16:47"

    Siendo tan buen consejero poético, es una pena que no nos digas quién eres, para poder prolongar el diálogo fuera de aquí. Y lo digo en serio, porque tu segundo párrafo demuestra que conoces el tema.

    El gran especialista en retorcer endecaílabos y alejandrinos es Eloy Sánchez Rosillo. Acabo de leer su antología de Cátedra ("Hilo de oro") y me ha decepcionado mucho por ello.

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    1. Tú mismo dijiste quién soy: Empanada. Je je je.
      Lo del retorcimiento para que caiga el acento en la sexta no es ni el 0, 1% de lo que he aprendido. Pero yo hablo de poesía con muy poca gente. Cada vez con menos. El diálogo que interesa es aquel que puede enriquecerte y que, a la vez, te deja hablar abiertamente, sin tener que cohibirte para no herir susceptibilidades. Es difícil, porque la mayoría de los poetas (que se supone que son los que podrían enriquecerte9 no saben tanto de poesía como se creen. Y, de los que saben bastante, el ochenta por ciento tiende a sentirse ofendido por cualquier cosa, se creen dramas que se montan en la cabeza. Y es un asco tener que hablar como un político de un tema que conoces y te apasiona. Mejor leer y ya está.

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    2. ¿Todos los comentarios anónimos de esta página son tuyos?

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    3. No. De Sánchez Rosillo no he dicho nada, por ejemplo. Y a esta entrada no voy a hacer, tras este, ningún comentario más.
      Sólo decirte una cosa más: no podemos, ojo, negar la validez de ningún poeta porque retuerza las expresiones de cuando en cuando para cumplir con los rigores métricos. Desde cierto punto de vista, eso no tiene por qué ser cosa mala. Un ejemplo clásico: "Volverán las oscuras golondrinas / en tu balcón los nidos a colgar". Este segundo verso, desde el punto de vista de muchos poetas contemporáneos, está mal, pero para otros puede ser simplemente una licencia. Según como se mire. Yo soy de los que creen que escribir hoy en día un verso así no tiene mucho sentido, porque entiendo que en la poesía debe haber naturalidad, además de ritmo. Pero estos confunden ritmo con metro. No obstante, lo dicho: ni Gallego ni Rosillo puede decirse que sean malos (son poetas validísimos, además) por el hecho, innegable, de que estén atrapados por la silva. Al fin y al cabo, cada uno hace lo que puede. Aunque la capacidad para hacer viene también determinada por el riesgo que se esté dispuesto a asumir: el conservadurismo métrico de buena parte de la poesía actual demuestra que no es la verdadera aventura de ser poetas, sino la comodidad, la apuesta a lo seguro, lo que mueve a muchos de ellos. Por eso se me caen muchos de estos poetas, porque les veo los miedos, pero hay que respetar que sea así, pues la literatura (que no la poesía) no es sólo de los poetas que tratan de ser honestos con el poema.

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    4. Deducir de la métrica que usa un poeta (que es una cuestión de pura estética) su actitud ante la vida es sencillamente estúpido y no merece más discusión. Tú hablas como si fueras un poeta muy experimentado al que le gustan las aventuras métricas, una especie de nuevo Rubén Darío (además de un aventurero de la vida obsesionado con el dinero). ¿Dónde se pueden leer tus geniales poemas de métrica varia?

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  11. Hay que estar en Babia para poner pegas a la métrica de Eloy Sánchez Rosillo. No solo no maltrata el verso; es que ha escrito algunos de los mejores poemas de los últimos años, y quien no lo vea no sabe de qué va la cosa.

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    1. Hay que no haber leído nunca la antología "Hilo de oro" de Eloy Sánchez Rosillo para ignorar la cantidad de endecasílabos y alejandrinos forzados que hay en ella.

      Pero también es posible que ese libro sea una antología de sus versos forzados y que en el resto de su obra no haya ninguno. Yo no lo niego, puesto que de él sólo he leído ese libro.

      Y sí, Sánchez Rosillo tiene 2 o 3 excelentes poemas, que yo había leído en internet y que me hicieron comprar la antología de Cátedra. Y una vez leída me di cuenta de que era los únicos buenos que tenía, y que el resto parecen variaciones cansinas sobre un mismo tema, la nostalgia de su infancia perdida.

      Así que para mí, contrariamente a Vicente Gallego, Sánchez Rosillo fue una gran decepción.

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    2. No me extraña nada lo que dice aquí AV. Quien, como él, encuentra que el zafio disparate de Juan Manuel de Prada que puede verse aquí (http://www.xlsemanal.com/firmas/20161205/prada-vuelve-mel-gibson-cine.html)
      es nada menos que "incontestablemente un gran texto, lleno de aciertos literarios", es normal que no pueda apreciar las muchas virtudes literarias de Sánchez Rosillo. Se comprende.

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    3. En mi opinión, sí es cierto que Rosillo a veces se repite, pero su verso es muy natural.

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