¿En qué estabas pensando?
Antología de la poesía devocional de la India, siglos V-XIX
Jesús Aguado
Fondo de Cultura
Económica. Madrid, 2017.
De la poesía devocional India lleva el poeta Jesús Aguado
ocupándose desde hace de treinta años. En 2007, le dedicó ya una espléndida
antología, que ahora corrige y amplía. La
anterior selección reunía a cincuenta poetas de entre los siglos V y XIX; la
nueva, a casi un centenar.
Varios de
esos autores son considerados santos en sus respectivas comunidades religiosas y
sus poemas siguen siendo rezados o cantados y alcanzan hoy una insólita
difusión gracias a Internet. La mayoría de ellos profesan el hinduismo, pero
hay también musulmanes, budistas y jainistas, como muestra de la pluralidad
religiosa de la India.
Los textos
originales están escritos en decenas de lenguas y muchas veces en una variante
arcaica. Jesús Aguado, a pesar de haber vivido en la India (es autor de La astucia del vacío, un diario de su
estancia en Benarés), traduce los poemas fundamentalmente del inglés, aunque
también del francés o del italiano.
¿Le quita
eso valor a su libro? Quizá para los especialistas, pero no para los lectores
de poesía. ¿En qué estabas pensando? (título
quizá poco afortunado) es, antes que
ninguna otra cosa, literatura, espléndida literatura. Para leerlo con provecho,
como para leer a San Juan de la Cruz, no es necesario participar de las
creencias de sus autores, ni siquiera en su ecléctica versión contemporánea que
tantos adeptos cuenta en el mundo occidental: “La tierra destrozada / por sus
pies retumbantes. / Su corona hace añicos las estrellas. / Cuando extiende sus
manos / ruedan mundos. / Desfallece la Tierra. / Los molinetes de sus brazos /
dejan contusionados los planetas. / Y con la punta del cabello roza / el último
rincón del Universo. / Cuando, como este día, / decides proteger el mundo, / oh
Señor de los Ríos que se Encuentran, / te pones a danzar” (Basavanna).
Muchos de
estos textos nos sorprenden por su modernidad: podrían haber sido escritos hoy
mismo. Y eso nos hace dudar de si son traducciones, aunque indirectas, o libérrimas
recreaciones y de si no se habrá deslizado entre ellos algún apócrifo.
Las notas biográficas,
tan imprecisas como sugerentes, acentúan esa impresión. Del poeta Dhiro se nos
dice: “Siglo XVIII. Escribió en gujarati. Tenía una manera curiosa de dar a
conocer sus poemas: una vez terminados los introducía en el hueco de una caña
de bambú y luego lanzaba esta al río que conectaba su aldea con otras vecinas.
Sus obras ofrecen una síntesis de la filosofía vedanta”. Copio uno de sus
poemas: “Una brizna de hierba: / detrás una montaña, / pero nadie la ve”. Otro
ejemplo: “Si intentas navegar / en un barco de piedra, / sin importar que seas
/ un remero excelente, / os hundiréis los dos / hasta lo más profundo”.
Jesús
Aguado nos ofrece al final del libro una extensa bibliografía, pero sirve de
poco cuando dudamos de la existencia de un autor o de la autoría de un
determinado poema. Al final de cada ficha biográfica debería aparecer una referencia
bibliográfica precisa que nos indicara dónde podemos encontrar los textos
originales.
Generalmente,
Aguado prefiere no dar fechas concretas de los autores y se limita a situarlos
en un siglo. Cuando las da, como en el caso de la poeta Tarigonda Venkamamba
(sus canciones pueden escucharse en youtube), las suyas, 1800-1866, no
coinciden con las que encontramos en otras fuentes: 1730-1817.
Aunque haya
mucha erudición detrás, este libro no deber ser leído como obra de erudición y
las biografías de algunos autores deben leerse con la misma suspensión de la
incredulidad que las vidas de los santos milagreros. Ramalinga Swamy
(1823-1874) “forzado a casarse, se pasó la noche de bodas leyéndole a su mujer
un texto religioso. Curaba leprosos y ciegos con cenizas consagradas. Se dice
que su cuerpo resplandecía tanto (poseer un cuerpo dorado es uno de los
atributos de los siddhas) que nunca pudo ser fotografiado, algo que se intentó
hasta en ocho ocasiones. El treinta de enero de 1874 anunció, en el que sería
su último discurso, que ese día entraría en samadhi. Se introdujo en su cuarto,
se tendió en una alfombra y pidió que cerraran la puerta por fuera. Como había
anunciado, nunca más fue visto. Porque, a pesar de que se inició una
investigación policial, de la que se derivaron varios informes, su cadáver
desapareció para siempre”.
Un misterio
digno de Sherlock Holmes, ciertamente, y sin embargo no se trata de ninguna ficción,
como pudiera pensarse; al lector curioso le resultará fácil encontrar más datos
sobre Ramalinga.
Algo de
libro de autoayuda tiene también este libro fascinante: “Si sabes que estás
vivo / saca jugo a tu vida. / La vida es de esa clase de invitados / que nunca
le visita a uno dos veces” (Kabir).
¿En qué estabas pensando? entremezcla
devoción y mixtificación, rezos de ayer e inquietudes de siempre. Teología como
una rama de la literatura fantástica y erudición como un disfraz de la
literatura.
Qué maravilla. Lo compraré.
ResponderEliminarYo hubiera podido comprar ese libro, pero tras leer su reseña, me parece que pagar 31 euros por un volumen de traducciones de traducciones y en el que no se puede distinguir entre la mixtificación y la erudición inexacta, no merece realmente la pena.
ResponderEliminarPoesía es la antisublimación de lo sublimado.
Eliminar¿Y por qué no: Poesía es la sublimación de lo antisublimado?
EliminarPorque no se puede ser sublime todo el rato y, al que lo pretende, le espanta lo antisublime. Es decir: el poeta de verdad utiliza la poesía para asentarse en la realidad; el falso, como un zepelín.
EliminarO óbolo o globo...
Eliminar(El autor del libro me manda el siguiente correo y me autoriza a reproducirlo aquí para información de los lectores.)
ResponderEliminarQuerido José Luis,
acabo de leer la reseña que le dedicas a mis devocionales. Te la agradezco mucho. Y entiendo que receles de la existencia de alguno de esos autores. Es una fama que me tengo merecida. Pero en este libro todos existieron de verdad. Los datos que doy los he sacado de esa bibliografía que citas, que no siempre es coherente o precisa. Internet muchas veces, por si fuera poco, confunde más que aclara. Como fuente fundamental cuando había contradicciones (y no para todos los poetas porque algunos se salen de ese marco temporal) he usado los 4 tomos (varias miles de páginas) de Medieval indian literature, que hizo un organismo oficial muy meticulosamente. El inglés es uno de los idiomas oficiales de la India y es, desde luego, donde más se encuentran cosas devocionales (también se ve en la bibliografía). Y aunque sé algo de hindi, el que usan los autores del libro es el medieval o uno de sus dialectos, todos los cuales están más alejados del hindi contemporáneo que el español del latín. Por otro lado, para hacer mis versiones en la mayoría de los casos he usado varias traducciones de un mismo poema; consignar eso hubiera ocupado otro puñado de páginas a un volumen que ya tiene demasiadas. Mínimas aclaraciones a algunas de las preguntas que te haces en voz alta. Te doy las gracias, como siempre, y de corazón, por tu atención minuciosa e inteligente. Un lujo y una alegría. Un fuerte abrazo,
Jesús Aguado