miércoles, 9 de mayo de 2012

Contagiosa pasión intransferible

Un balón envenenado. Poesía y fútbol
Luis García Montero / Jesús García Sánchez
Visor. Madrid, 2012.


Han pasado los tiempos en que el fútbol era una afición despreciada por los intelectuales. Ahora estamos en el extremo contrario. Lo demuestra Un balón envenenado, la antología con la que Luis García Montero y Jesús García Sánchez conmemoran el número 800 de la colección Visor. Solo dos poetas, de los muchos convocados, se atreven a confesar que no les gusta el fútbol. Uno, Enrique Badosa, es un hombre de otra época, de cuando se creía que el fútbol era el opio del pueblo y adopta una actitud casi moralista. Luis Muñoz es más preciso: “No me gusta el fútbol, no me gusta su omnipresencia, el test de normalidad que implica que te guste, sus goooles radiados o televisados, con los que suele doler la cabeza, el gregarismo de muchos de los aficionados, la baraja de lugares comunes de los comentaristas tras los partidos, la metáfora evidente de confrontación bélica…”
Tiene razón Luis Muñoz: el fútbol se ha convertido en un pintoresco test de normalidad. Lo confirma el prólogo donde se afirma que no tener interés por esa más o menos deportiva pandemia “no puede ser un rasgo natural del carácter”, sino una toma de postura, una opción deliberada, equivalente a “retirarse del mundo, desentenderse de la sociedad”. Algún día las personas que aún no se han contagiado de la afición futbolística resultarán tan escasas que deberán ser declaradas especie protegida.
            Muchos de los textos seleccionados son inéditos, escritos expresamente para la ocasión. Algunos juegan a la deliberada hipérbole provocadora, como el “Iniesta y diez más”, de Benjamín Prado: “Por lo visto, Di Stéfano y Pelé fueron Shakespeare. / Pero Iniesta es Cervantes y en España es lo más: / el Quijote y su gol contra Holanda en Sudáfrica / son las mejores obras que ha dado este país”.
La ocurrencia de Benjamín Prado (equiparar futbolistas y escritores: Cristiano Ronaldo es “Pessoa entre los lobos”, Rosario “Anna Ajmátova conquistando Moscú”) la tuvo también, pero más farragosamente reiterada, Francisco J. Uriz: “Carlos Lapetra no fue menos importante / que Ramón Sender. Luis Regueiro / no menos que Antonio Machado”. Qué cosas.
            Pero hay al menos dos de los poemas escritos para la ocasión que salvan el volumen. Uno de ellos es un soneto alejandrino de Carlos Marzal, “Mételes, virgo, goles”, que recrea con ingenio y en “sermo vulgaris” alguno de los más conocidos tópicos poéticos: “A toda leche fúgit el tempus. Bajo tierra / se pudren, con Manrique, infantes de Aragón, / reyes, poetas, papas. Aprende la lección: / quien se atraca de vida es el que nunca yerra”. El otro es “All Iron”, de Jon Juaristi, un retrato del artista adolescente que puede ponerse a la altura de sus mejores poemas: hay en él humor, reflexión y autoparodia. Y en la entradilla inicial una muestra de su habitual relación de amor-odio con Euskadi: el descenso del Athletic a segunda le causaría “un dolor más profundo que la extinción del eusquera (que, pese a lo que pregonan de mí los nacionalistas vascos, también me entristecería)”.
            Abundan las pintorescas curiosidades, escasean los poemas en esta antología temática. Parece que el fútbol gusta más a los poetas que a la poesía. Algunas de las poetisas seleccionadas se atreven a confesar que lo que más le interesa del fútbol son los futbolistas: es el caso de Gioconda Belli, con unas improvisadas líneas olvidables, o de Raquel Lanseros que se declara “consciente de la importancia del fútbol desde la adolescencia, cuando admiraba en secreto la apostura de un joven futbolista realquilado en casa de la vecina de enfrente”.
            Los entusiasmos futboleros quizá sean contagiosos en el estadio o ante el televisor (como todas las histerias colectivas), pero con dificultad se transmiten a través del verso. Nos hace sonreír la retórica garcilasista de la “Oda a Ricardo Quincoces”, de Federico Muelas: “Canten otros la suerte de la rosa, / la trayectoria débil del suspiro. / Yo lo haré de tu vida impetuosa. / Eternizada en el recuerdo, miro / –clavada por la aguja de un instante / en el aire– tu entrada impresionante”. Pero no tanto como la trasnochada retórica decimonónica con que Julio Barrenechea entona en 1962 su “Homenaje al mundial”: “Selección de la Patria, adelante / hasta el arco contrario abatir; / todo Chile es un pecho anhelante / ¡gol chileno! queremos oír. / Es la raza parada en el césped / es el cobre, el salitre, el carbón; / es el mar con el Dios de los peces, / son los bosques del sur, es el sol”. Ya será menos es lo único que se le ocurre decir al lector antes estos fervores futbolísticos patrioteros (tan ridículos cuando son ajenos: resulta más fácil ver la paja nacionalista en el ojo ajeno que la viga del nacionalismo en el propio).
            Ninguno de los dos antólogos firma el prólogo y de los dos se habla en él en tercera persona, pero no resulta difícil descubrir en esas amenas divagaciones el estilo brillante y la a ratos algo tramposa seducción de Luis García Montero. Un ejemplo: “Da gusto aplaudir al yo que se niega a disolverse en un todo, pero que necesita dialogar y definir su libertad en la convivencia. Este es el personaje que ponen sobre la mesa o sobre el césped las verdaderas democracias, las ilusiones colectivas civilizadas y los buenos equipos de fútbol. Y el fútbol añade, además, un grado de inocencia y de credulidad que lo defiende de las consecuencias graves de un error político o religioso”. ¿El fútbol ejemplo del yo que se niega a disolverse en un todo, de verdadera democracia, de ilusión colectiva civilizada? Un poco rebuscado me parece.
            Cuando el fútbol es un pretexto para hablar de otra cosa (del paso del tiempo, por ejemplo, o de las ilusiones perdidas), podemos encontrar un poema, y acá y allá alguna muestra hay en esta antología. Pero si el aficionado ocupa el lugar del poeta, el resultado es una banalidad más o menos pretenciosa, una privada afición intransferible, aunque fuera del verso resulte tan contagiosa como una mala gripe y congregue a millones de persona.  

14 comentarios:

  1. Y yo que cuando niño soñé con ser futbolista, me contento con intentar ser poeta. Pero el fútbol sigue produciendo en mí mucha alegría y a veces tristeza, y me invitan a buscar la compañía y, a tener de qué hablar con la gente y por supuesto con una cerveza bien fría.

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  2. Yo solo crítico la mala poesía futbolera y los sospechosos entusiasmos intelectuales, no la afición al fútbol. Por otra parte, se trata de un excelente tema de conversación. Yo me estoy aficionando a hablar de fútbol, a lo que no creo que llegue nunca es a ver un partido, ni en directo ni televisado. Pero seguro que tiene su gracia.

    JLGM

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    1. Desde que cambias tu foto de blog cada 17 segundos, se te ve más guapo en esas fotos. . Vi una en la que sólo salía la mitad de tu cara, y en esa mitad se te veía realmente atractivo, rejuvenecido. Será que esa mitad es tu mejor mitad. Sigue así: coqueto pero cada vez más inteligente.

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  3. "Lo dijeron Horacio y el Barroco: / cada hora nos va acercando un poco / más al negro cuchillo de la Parca. / ¿Qué es esta vida sino un breve sueño? / Hoy lo repite, a su manera, el Marca: / en junio se retira Butragueño."

    Miguel d´Ors, "Tempus fugit".

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  4. Muchas gracias, anónimo piropeador (o piropeadora). Las fotos engañan, ya lo sé. Pero dentro de mil años (es un decir: pueden ser dos mil), los lectores solo me conocerán por las fotos.
    Sergio, ese estupendo poema de Miguel d'Ors no lo incluyen en la antología que comento. Con él habría ganado mucho (pero no tanto como prescindiendo de otros).

    JLGM

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  5. Jugué mucho de niño, durante la mili..., no me importaba ganar , me gustaba simplemente su plasticidad,crear jugadas elegantes, pura diversión, no la parte agónica del deporte sobre la que Ferlossio tiene escritas palabras memorables y para el que lo único que tenía sentido era el patinar- es decir el ejercicio sin ninguna finalidad y por pura diversión-.
    En la actualidad, me encuentro más cerca de la opinión citada de Luis Muñoz y respecto a su relación con la poesía muy acertado el comentario de JLGM de que el fúlbol parece sentar mejor a los poetas que a la poesía.
    Javier

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  6. Parece que el fútbol no sienta bien a la poesía porque a ese libro se le ve la pretensión de acercar a los futboleros a la lectura de poesía, pretensión que la poesía nunca ha tenido.
    No me creo que nunca hayas visto un partido, pero, si es así, hoy tienes la oportunidad de ver un partido emocionante de la última jornada de liga. El Sporting de Gijón, contra el Málaga, se juega la permanencia en primera y ha de darse una carambola para lograr su objetivo: tiene que ganar sí o sí y esperar a que pierdan sus rivales directos.
    Puede que la emoción y la pasión sea un rasgo común entre poesía y fútbol. Pero este libro responde a los mismos intereses que mueven el cotarro en el fútbol y en otros tantos círculos: el dinero. Y, cuando lo emocionante y pasional del trasfondo es el dinero, la poesía, rica por ser pobre, no suele poner la mano en el fuego.
    Adolfo González.

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  7. No sé yo si con esta antología van a ganar los autores y el editor mucho dinero. Sospecho que con que no pierdan se conformarían.
    Y la verdad es que no he visto ningún partido ni veo emoción ninguna en el encuentro de esta tarde. Como digo siempre en estos casos: conozco formas agradables de perder el tiempo.
    Pero últimamente tengo poco tiempo que perder.
    Gracias por tu comentario.

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  8. No hay de qué, hombre. Y no lo sé ni me importa si ganan más o menos dinero, pero salta a la vista que publicaciones como esas obedecen a un impulso comercial, que no es el auténtico impulso de la poesía. Y ojo: no digo que eso sea ilícito, que cada cual hace en esta vida lo que puede, pero yo no soy partidario de forzar subliminalmente a leer poesía a gente que no tiene la afición a ello. Eso sí: la calidad del contenido no la puedo criticar, que no lo he leído y tanto los antologados como los antólgos tienen mi respeto. Me refiero a que a ese tipo de libros se les ve la pretensión, como a aquella antología de poesía para los que leen prosa. ¿Hay una buena voluntad en ese deseo de reclutar nuevos lectores para la poesía? No lo sé, pero a la poesía le resbala su número de lectores.
    Adolfo González.

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  9. JLGM existe para demostrarme que no era yo el único ejemplar de una especie en extinción (amén de para muchas otras cosas en alta estima filológica dignas y loables, por supuesto . Pero admito el juego democrático y defiendo que el fútbol, mal que no me guste ni un as catuliniano, sea arte físico e, incluso, arte intelectual, mal que nos pese a muchos, pero estos poemas seudo-futbolmaníacos, que quiren acercar a la inmensa mayoría algo que, mal que pese, si no se hace bien, es antipoético,... nos libre la ciencia de oficios semejantes. ¡Enhorabuena por el blog!

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  10. Gracias. El fútbol es como una señora o señorita que se llama Belén Esteban: uno no le ve maldita la gracia, pero según dicen las audiencias de Tele Cinco a la gente le apasiona. Y por eso, el fútbol y esa señora o señorita son fenómenos sociológicos apasionantes. Qué rara es la gente normal, saco yo en conclusión.

    JLGM

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  11. El poema de Manuel Vilas de esa antología es excelente.

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  12. No diré yo que no, aunque a mí el humor de Manuel Vilas no me hace demasiada gracia, me parece cosa de fórmula (una fórmula ya en exceso reiterada). Pero es una opinión. Tampoco me hacen gracias tantos programas televisivos de máxima audiencia.

    JLGM

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  13. Un buen ejemplo de lo tontas que son las antologías temáticas. Los versos espigados en la reseña son una vulgaridad. En cambio, me acuerdo de otro poema excelente de Miguel d'Ors "sobre el tema" que leí en Anáfora.

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