sábado, 2 de mayo de 2015

Poesía latinoamericana, plural e inabarcable


La nación generosa: 111 rutas al otro lado del mar
Selección de Ignacio Uranga
La Galla Ciencia, nº 3, Murcia, marzo 2015

El último número de la revista La Galla Ciencia, una revista-libro, es un tomo de más de trescientas páginas en el que se nos ofrece una muestra de un centenar largo de poetas latinoamericanos. Los editores le pidieron expresamente al antólogo –Ignacio Uranga– “incluir poetas de la totalidad de los países de Hispanoamérica”.  Y así lo hace, con alguna salvedad: se seleccionan poetas de Belice, cuya lengua originaria es el inglés, y se dejan fuera a los de Puerto Rico y a los que escriben en español en Estados Unidos.
            El resultado final resulta tan apasionante como insatisfactorio. En el original epílogo en forma de diálogo, se plantean muchas de las cuestiones que se le ocurren a cualquier lector: “¿Cómo es posible presentar lo que se escribe en 22 países que comparten una lengua similar a partir de dos poemas por autor? ¿No sería más conveniente pensar que Latinoamérica no es un es un único país, sino una multiplicidad de países cada cual con sus propias tradiciones no extrapolables de un lugar a otro?”
            Ciertamente, en la misma lengua es posible partir de tradiciones distintas y un poeta uruguayo puede tener más en común con otro brasileño que con un mexicano. Y tampoco está claro que todos estos poetas escriban en la misma lengua. Algunos lo hacen en una lengua mestiza que, para ser entendida fuera de su país, necesita, si no la traducción, sí una minuciosa anotación. Es el caso del poeta paraguayo Cristino Bogado. Al comienzo de su poema “Mi yo es un yopará” escribe “de la cópula del español y guaraní nace la nueva alma llamada jopará aporounholado”.
            De estos más de cien poetas, unos pocos son ya conocidos, y alguno bien conocido, del lector español. Es el caso del que inicia la antología, Ernesto Cardenal, y también de Óscar Hahn, reciente premio Loewe. La uruguaya Cristina Peri Rossi puede considerarse prácticamente como una escritora española. De ella es uno de los más memorables poemas de la muestra. “Dicen los poetas árabes / que el destino es el vagar de un camello ciego”, comienza. Y termina: “Pero ahora / mi camello ya no es ciego / conoce su destino: / las playas húmedas de tus muslos / la arena de tus labios / la sedad de tu vientre / el agua dulce del cántaro de tus labios / y el salitre de tu concha marina / entre las piernas”.
            De la mayoría de estos poetas oirá hablar el lector español por primera vez y en buena parte de los casos la brevedad de la muestra le impedirá conectar con ellos. Los reproches del autocrítico epílogo no dejan de tener razón. En lugar del “amontonamiento compulsivo”, ¿no habría sido mejor ofrecer una antología “de poesía chilena o colombiana o argentina o uruguaya?”
            De esa manera, acotando el campo, habría sido posible una selección menos azarosa: no hay antólogo capaz de estar al corriente en tantos países. Pero no por ello este rico, caprichoso y plural muestrario deja de tener interés. Cada lector encontrará un puñado de poetas de los que no había oído hablar y a los que tratará de seguir desde ahora. Es el caso de Miroslava Rosales (El Salvador, 1985), que habla de “cadáveres no identificados” o de “Las fosas clandestinas de la noche”. Es el caso igualmente del argentino Silvio Mattoni, en cuyos versos se escucha todavía “el murmullo lejano de los griegos”. También se escucha en Luis Correa-Díaz (Chile, 1961), pero unido a las nuevas tecnologías. Los versos finales de su “Piccolo teatro canzone” dicen así: “y oir, por fin, a Eco, su voz original coming / in microwave radiation, the voice of the wood / más alto, liberada de / por sí misma y así / de su condena, confirmándonos con su canto / interior la muy dulce musicalidad de las esferas: / http://www.youtube.com/watch?v=FLht_3jnvro” (aunque si uno sigue el vínculo se encuentra con la indicación “este vídeo no está disponible”). Y no es la única dirección de youtube que encontramos en sus versos.
            Frente a la poesía española, la poesía latinoamericana muestra un menor apego a la métrica tradicional. Solo un soneto encontramos en esta antología. Y se trata de un ejercicio de Floridor Pérez (Chile, 1937) escrito a partir de una “Tarea para casa” propuesta por Nicanor Parra: “Redactar un soneto que comience / con el siguiente endecasílabo. / yo prefiero morir antes que tú / y que termine con el siguiente: / yo prefiero que tú mueras primero”.
            Pero con ser eso verdad, no es toda la verdad. También en Hispanoamérica –pensemos en los argentinos Alejandro Bekes o Pablo Anadón– hay poetas menos apegados al todo conversacional o a la ruptura sintáctica, aunque el antólogo prefiera ignorarlos.            
            La lengua une –y separa – a los poetas de esta  plural y desigual y sorprendente colectánea, que abarca desde poetas nacidos en los años veinte hasta otros que acaban de cumplir, o aún no han cumplido, los veinte años.

3 comentarios:

  1. Veo, a la 1 y 12 minutos, que han desaparecido, supongo que por un problema técnico, los comentarios a esta entrada. Lástima.

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  2. Deliberadamente. A partir de ahora habrá moderación.

    JLGM

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  3. Estupendos Luis Correa y Bogado. Lo que citas de la Rossi lo encuentro muy corrientito y hasta soez. Supongo que lo memorable estará en medio.

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