miércoles, 1 de agosto de 2012

Anna Maria Ortese: Fábula y verdad

Anna Maria Ortese
Silencio en Milán
Traducción de César Palma
Minúscula. Barcelona, 2012


Dos libros recientes  remiten a la Italia de los años cincuenta. Stephen Gundle en La muerte y la dolce vita (Seix Barral) toma como punto de partida el asesinato de la joven Wilma Montesi y en torno a él recrea una Roma provinciana y cosmopolita, donde contrasta el lujoso exhibicionismo de los nuevos ricos con las públicas virtudes y los vicios secretos de la oligarquía de siempre. Anna Maria Ortese en Silencio en Milán nos lleva a la capital de la industria y el desarrollismo. Al contrario que Gundle, que reconstruye con bien documentada amenidad una época pasada, Ortese describe como periodista el tiempo presente: su libro se publicó en 1958. ¿Como periodista? Solo en apariencia. Las primeras páginas pueden confundir. En “Una noche en la estación” visita la estación central de Milán para realizar “un artículo bastante técnico”. Anota las preguntas que quiere hacer: movimiento de viajeros, eficiencia del servicio, balance de gastos e ingresos… Pero ninguna de las respuestas aparece en una crónica que en seguida se vuelve lírica y alegórica sin dejar de ser minuciosamente realista. Sigue una visita al Reformatorio de Arese la mañana de un 24 de diciembre, a medio camino entre Dickens y Dostoievski. Continúa con el irreal Milán de los locales nocturnos, los grandes edificios de apartamentos, los emigrantes del sur que no encuentran trabajo y se sienten perdidos en la inhóspita ciudad. No hay sociología ni costumbrismo en Ortese, aunque esa sea su intención: escribe con extrañeza y piedad y como quien cuenta un sueño que no entiende del todo. El libro, de apariencia menor, termina con una obra maestra, el relato “La mudanza”, en el que la alusión a la invasión de Hungría en 1956 nos aclara que no solo se habla de las pobres gentes que lo protagonizan, sino del fracaso de una ilusión colectiva, la de la izquierda italiana. Nadie como Ortese ha sabido unir fábula y verdad, certeza histórica y desasosegante ensoñación.

1 comentario:

  1. Espectador de sí15 de mayo de 2019, 10:13

    Tanto disimuló, que acabó disimulando que disimulaba.

    © María Taibo

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