jueves, 14 de julio de 2022

Demoledor


El jefe de los espías
Juan Fernández-Miranda / Javier Chicote
Roca Editorial. Barcelona, 2021.

Se han publicado tantos libros sobre los secretos, más o menos inconfesables, de la Transición y sobre la corrupción asociada al felipismo (o a la que siguió después) que uno más parece que no importa. Pero El jefe de los espías es una obra especial. Debería haberse titulado, como indican los autores en el prólogo, Los papeles de Manglano, ya que está basado en el archivo del general Emilio Alonso Manglano, que fue jefe del  CESID entre 1981 y 1995 y hombre de confianza del entonces jefe del Estado. Manglano pasó a la historia como modernizador de los servicios secretos, pero cometió un error de principiante. No solo llevó un registro personal de las confidencias que recibía, de las entrevistas y delaciones, sino que no lo destruyó al ser forzado a dimitir y lo guardó en su casa hasta su muerte, en 2013. Lo publican ahora, contextualizando las anotaciones, dos periodistas, Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote, ligados al periódico tradicionalmente monárquico, el ABC, y por eso mismo nada sospechosos de pretender hacer sangre con la sórdida trastienda de un período que se nos quiso pintar de color de rosa, como un milagro español que asombraba al mundo.

Las anotaciones que nos dejó Manglano son de dos tipos. Las del primero pueden resultar discutibles; las del segundo, no, y bastarían para ensombrecer la historia del principal implicado, a quien supuestamente protegía, Juan Carlos de Borbón.

Las anotaciones que recogen referencias indirectas no deben ser tomadas al pie de la letra, necesitan de una investigación adecuada. Doy algún ejemplo. José Joaquín Puig de la Bellacasa, secretario general de la casa del Rey, a las órdenes entonces de Sabido Fernández Campos, en un almuerzo con Manglano el año 1990, le informa de lo siguiente: “Sabino me dijo que iba a hablar contigo sobre una comisión de quinientos millones de pesetas a Manolo Prado y que el rey tiene cinco mil millones de pesetas en Suiza”. Manolo Prado, uno de los personajes recurrentes en este libro, le cuenta a Manglano un cotilleo preocupante: “La madre de Juan de Villalonga habló mal del rey en una cena. Contó que Sabino había dicho que no cejará en su empeño hasta que vea al rey en la cárcel”. Sabino, que “anda por ahí contando cosas”, es una de las grandes preocupaciones del jefe del Estado. Pero quien más debía preocuparle más es su confidente Manglano, que registraba para la posteridad sus confesiones inconfesables. En los tiempos del “chantaje al Estado” de Mario Conde y De la Rosa, tras el robo de papeles por parte de Perote, el rey llama a Manglano: “Anson me dijo que Sabino le dijo a Pablo Sebastián que sabía con certeza que el acta de los GAL estaba en la Zarzuela”. ¿Estaba o no en la Zarzuela? Unos días después el ministro Suárez Pertierra le informa a Manglano de que tal acta está en el balance de la Agrupación Operativa del 83 y parece que los que la custodian se niegan a destruirla. Del GAL creíamos saberlo todo, pero por si había alguna duda Manglano se encarga de dejar claro quienes fueron sus responsables últimos. Gracias a estas anotaciones del fidelísimo amigo de don Juan Carlos sabemos que este fue uno de los protectores de Rafael Vera, que acabó condenado por su participación en el asesinato y secuestro de Segundo Marey. En Noviembre de 1997, inmerso en varios procesos judiciales, llama a Manglano: “Emilio, los del Banco Santander me acaban de decir que el lunes me rescinden el contrato. Esto va a producir un quebranto muy fuerte en mi familia. Ya sabes que la ayuda del Santander la tenía gracias a una gestión que hizo el rey con Botín…”. A la mañana siguiente, Manglano llama al rey y el rey a Botín para que esa ayuda a uno de los principales implicados de los GAL continúe.

De dineros se habla mucho en este libro. En 1989, el entonces jefe del Estado le cuenta a Manglano que el rey saudí le dio 36 millones de dólares para la Transición y luego otras cantidades con las que poder ir haciéndose con una fortunita personal: “Le concedió un crédito de 50 millones de dólares. Se retienen unos treinta en el banco, el resto se invierten. Ganancia de 18 millones de dólares. Ahora le han renovado otros 30 en las mismas condiciones”. Y eso, repito, lo sabe Manglano no por informantes anónimos, sino porque se lo cuenta el propio Juan Carlos. La fortuna real también tiene otros orígenes. El exministro Antoni Asunción informa a Manglano, y este deja constancia de ello en sus papeles, de que “en el sumario de Roldán aparecen uno o dos talones para la Casa Real de fondos reservados”. Y añade: “Ahí hay que hacer una operación de aliño fino”. De algo —bastante— de ese “aliño” para burlar a la justicia se habla en El jefe de los espías. 

No sale muy bien parado —por la boca muere el pez— el rey Juan Carlos de los papeles de su gran amigo, pero son muchos otros los que no quedan en buen lugar. Condenado Manglano por las escuchas ilegales en la sede de HB, el rey intervine ante el Tribunal Supremo para que falle a su favor en el recurso que ha presentado: “Emilio, tengo muy buenas impresiones sobre el fallo del Tribunal Supremo. Os van absolver”. Otra condena, la que se refiere a las escuchas que reveló Perote, resulta confirmada por el Tribunal Supremo. Y es Margarita Robles, que entonces era juez tras dejar la política y antes de volver de nuevo a ella, quien le sugiere la solución: “Emilio, habla con el rey para que hable con Jiménez de Parga y resuelva lo de las escuchas”. Manuel Jiménez de Parga era presidente del Tribunal Constitucional. Y en este libro se reproduce la carta que Manglano dirigió al rey: “El favor que le pido a V. M. es que si le parece oportuno trate este asunto con el Presidente del T. Constitucional, Manuel Jiménez de Parga, con el fin de conseguir un resolución positiva del citado recurso”. 

En más de una ocasión habla el rey de “negociar” Melilla, que no es muy defendible, y centrarse en Ceuta. ¿Expondría también esta opinión en sus encuentros con su “hermano” o “primo” el rey de Marruecos?

De uno de los más morbosos asuntos, el que tiene que ver con Bárbara Rey (a la que a menudo se refieren como “la Parienta”), baste copiar las primeras palabras con las que Juan Carlos pide ayuda a Manglano: “Emilio, tengo que contarte algo. Estoy con Fernando Almansa, nos escucha. Verás, me llamó Barbara Rey y fui a almorzar con ella… Tuve algún gesto con ella. Le toqué el pecho. Esto pasó el 22 de junio. Pues el 1 de julio, el viernes, llamó una persona a la Zarzuela y dijo que tiene fotos. Pide cien mil dólares”.

Había más que unas fotos, tres vídeos al parecer en los que lo peor no era que hiciera algo más que tocarle el pecho, sino ciertas confidencias que implicaban a terceras personas. Para solucionar el chantaje, pagado con dineros públicos, intervinieron instancias gubernamentales (la “actriz” pedía dinero, mucho dinero, y un programa en la televisión pública). El protagonista de otro vídeo famoso, Pedro J. Ramírez, se comportó en un asunto semejante de manera bastante más digna que el jefe del Estado y el gobierno español: denunció la intrusión en su intimidad y el chantaje y logró que los delincuentes fueran condenados.


8 comentarios:

  1. Reconozco que me asombra un poco (no mucho, ya, a estas alturas) que en ningún momento se ponga en duda ni una coma de lo que, según aquí se cuenta, afirma Manglano. Cuando se publica un libro de un historiador, fruto de una investigación detallada que puede durar años en archivos y otras fuentes, de un contraste minucioso de testimonios, etcétera, .la credibilidad de que goza no es por ello absoluta, y puede ser refutado, y muchas veces lo es, mediante testimonios o pruebas contradictorias. Lo que diga Manglano (o, mejor, lo que los autores del libro cuenten que diga) parece libre de semejantes obligaciones: va a misa, como suele decirse. Dado que aquí no se indica una sola razón para esa consideración privilegiada, habrá que pensar, me imagino, que lo que se la concede es simplemente el hecho de que sirve a JLGM para apoyar sus propias imaginaciones y/o sospechas. No parece un motivo demasiado convincente.
    Baste, para indicar la existencia de otros posibles puntos de vista, con recordar algunas cosas.
    1) En la presentación del libro en la sede del ABC intervinieron Pedro J. Ramírez y Juan Luis Cebrián. Una de las anotaciones del libro, a la que aquí ni siquiera se alude, del año 81, dice esto: "En una reunión de oficiales se habló de formar un comando que ejecute a Juan Luis Cebrián y a Pedro J. Ramírez".
    Este último dijo, en su intervención en dicha presentación del libro, que Manglano ejerció la defensa del Estado «mediante la ocultación de múltiples actividades delictivas, incurriendo para ello en nuevos presuntos delitos de manera reiterada», y que el propio general Manglano reconocía en sus notas que el departamento habría cometido algunas «acciones que más se acercan a la ilegalidad o que incluso pueden ser netamente ilegales». Digo esto simplemente para que se vea que esa colocación que aquí parece hacer JLGM de Manglano más allá del bien y del mal, y de su testimonio como indiscutible, admite matizaciones y aun abiertas discrepancias. Y que el no señalar NADA de todo ello en lo que se nos cuenta llama la atención como una especie de aceptación acrítica de lo que a JLGM le gustaría que fuera verdad, y sólo por esa causa, porque le gustaría que lo fuera.
    2) Roca Editorial, la firma en la qjue el libro aparece, no es, según creo, conocida precisamente por ser un ejemplo de rigor en lo que publica; más bien lo es por publicar libros con "revelaciones" más o menos "sensacionales", sin que importe demasiado la fiabilidad o solidez de su contenido. Tampoco parece que esos "detalles" importen mucho a JLGM; si le sirven, son buenas. Poco rigor veo yo en eso.

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    1. Ejem, ejem. Si Manglano anota, tras hablar con el rey, que el rey le dijo tal cosa o tal otra, y se conserva esa anotación, no parece dudoso que se trata de una fuente histórica de primer orden. Un amigo del rey no inventa algo, y en el mismo día en que habla con el rey, que pueda dañar al rey.
      Eso es lo fiable del libro de Manglano. Obviamente, no es lo mismo cuando registra lo que alguien le ha dicho de un tercero. En ese caso, hay que indagar --si te dejan-- sobre si es cierto o no lo de los fondos reservados que Roldán anota como pagados a la Casa del Rey.

      Respuestas concretas a los dos puntos.
      1/ Hay docenas y docenas de anotaciones a las que en la reseña "ni siquiera se alude", por supuesto. Solo se ofrece una muestra para abrir el apetito. Y eso de que yo coloco a Manglano como a alguien "más allá del bien y del mal" es una inferencia un poco aventurada. Lo que digo es que es un testigo privilegiado: se puede dudar de lo que dice de sus enemigos, pero es más difícil dudar de lo que dice de sus amigos. Ningún juez dudaría de ello, sobre todo si el testimonio es inmediato y no ha cambiado a lo largo del tiempo.
      2) Lo que sea o deje de ser "Roca editorial" carece de importancia. La investigación ha sido hecha por periodistas serios y no precisamente antimonárquicos. De los escritos de Manglano se ofrece una muestra en facsímil. Para consultar el resto, basta llegar a un acuerdo con quienes actualmente los custodian.
      Y una curiosidad: ¿Ha leído Jose el libro del que estamos hablando o se ha limitado, según costumbre suya, a leer las informaciones periodísticas que sobre el mismo aparecen en Internet?

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    2. 1) Ejem, ejem. Las anotaciones de Manglano, ¿no pueden haber obedecido al principio de justificar ante todo su propia actuaciön, de salvar su propia cara? ¿Y no puede haber ocurrido que, guiadas por ese principio, haya ocultado o tergiversado en ellas lo que no le convenía, y manipulado en su favor lo que decidió anotar?
      2) Por otra parte, CLARO que cualquier juez que de veras lo sea dudaría del solo testimonio de Manglano, sea relativo a amigos o a enemigos, puesto que, como antes decía, bien puede estar motivado no por el deseo de dejar constancia de la verdad, sino sólo por el de justificarse a sí mismo, o justificar a quien le interese. Necesita pues, como cualquier otro testimonio, del contraste de los HECHOS, es decir, de pruebas que lo apoyen o desmientan. Parece que a JLGM esa exigencia elemental no se le ocurre o no le importa; como decía antes, si le sirve lo da por bueno.
      3) No, no he leído el libro, ni es de él de lo que hablo, sino de las valoraciones que a su respecto se nos dan aquí. A mí me sigue pareciendo, y perdóneme JLGM, que lo que aprueba del libro NO ES un contenido que, obviamente, necesitaría de pruebas o testimonios contrastados y fiables para darlo por verdad histórica, sino únicamente lo que tiene de apoyo a sus propias convicciones más o menos fundadas; a sus pre-juicios, en fin.

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  2. 1) No, no han obedecido "al principio de justificar su propia actuación" porque cuando hizo las anotaciones creía que estaba haciendo lo correcto para salvaguarda del Estado.
    2) Para que intervenga un juez basta con indicios racionales de culpabilidad y en el libro de Manglano hay unos cuantos; para condenar, hace falta investigar, contrastar, etc., etc. Antes de mandar a nadie a la cárcel, si es que todavía es posible (la mayoría de estos delitos estarán prescritos), habría que llevarlos a juicio, por supuesto, y allí se verían las pruebas y se les puede absolver, por supuesto. Pero hay que investigar y hasta ahora nadie ha investigado al corrupto mayor, el anterior jefe del Estado y sus cómplices en el gobierno. Se le investiga --y se le absuelve de dudosa manera-- a impulso de la justicia suiza de cuestiones fiscales y no se averigua cómo consiguió la fortuna por la que no pagó impuestos.
    3) Debes no solo leer el libro, sino también mi reseña de nuevo y sin prejuicios. Eres como aquel que, ante la declaración de un arrepentido de la mafia, le dice: "No puedo aceptar tu declaración, no basta con que confieses que has participado en un asesinato, no basta con que me digas quién te lo ordenó, tienes que traerme la orden correspondiente de tu jefe y algún video que muestre que tú estuviste efectivamente allí cuando se cometió el asesinato".
    Qué atrevida es la ignorancia, amigo Jose. ¿Qué pruebas le pidieron a la expareja de Jordi Pujol Ferrusola cuando dijo que le había visto llevar maletines de dinero a Andorra? La investigación que empezó entonces es la que debería empezar ahora.

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  3. 1) "Creía que estaba haciendo lo correcto para la salvaguarda del Estado". Y eso, ¿por qué lo sabe JLGM? ¿Porque lo dice el mismo Manglano? Hombre, si lo que pretende con sus anotaciones es justificarse a sí mismo, salvar la cara, no va a decirlo así, ¿no? ¿Acaso son los autores del libro quienes lo dicen? En ese caso, ¿en qué se basan para mostrar semejante seguridad? ¿O quien lo dice es JLGM? Bueno, en ese caso tendremos que aceptar pulpo como animal de compañía (aunque yo, honestamente, no conozco ningún caso).
    2) Ningún juez, afirmaba JLGM, dudaría del testimonio de Manglano. Y si, como yo sugería, puede ocurrir que eso no sea del todo cierto y alguno sí pudiera dudar..., entonces que no intervengan. Bueno. Más pulpo.
    3) Para poder opinar sobre la coherencia y capacidad de convicción de lo que dice JLGM hay que leer el libro que reseña, y después leer la reseña de nuevo, sin más prejuicios que los que él nos indique como necesarios.
    ¿No es un poco demasiado pulpo? Yo, a estas alturas, casi tomaría otra cosa.
    Pero será por mi atrevida ignorancia, sin duda.

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  4. Qué pesadilla, pero ya debería estar acostumbrado.
    1/ Lo sé porque he leído el libro que comento (mi replicante no, ni parece que piense hacerlo) y las anotaciones que en él se recogen y contextualizan son de uso personal, para recordar el trabajo de cada día, no para justificar nada. Manglano era militar, un hombre muy religioso y un ferviente monárquico (primero de don Juan, luego de don Juan Carlos), le nombró director del Cesid Calvo Sotelo y le mantuvo Felipe González.
    2/ Ningún juez dudaría de los testimonios de Manglano (él por cierto fue condenado dos veces en varias instancias, en una le libró el Tribunal Supremo y en otra el Tribunal Constitucional). Si alguien le dijo algo, es seguro que se lo dijo (en algún caso hay grabaciones). Y se conserva la carta que envío al rey pidiéndole que interviniera a su favor en el Tribunal Constitucional. Si de esos testimonios, se deduce delito o no, pues esa es otra cuestión a debatir. Entre otras cosas porque uno puede negar que dijo lo que dijo, y si no hay grabación...
    3) Completamente de acuerdo: antes de hablar, hay que enterarse. Leer el libro y releer la reseña sin anteojeras políticas.
    Atrevida ignorancia, sin duda. Con lo fácil que es no decir nada cuando no se tiene nada que decir.

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  5. En una cosa tiene razón JLGM: ya debería estar acostumbrado a la idea de que, para él, que le lleven la contraria es "una pesadilla". Y es obvio que uno no da la razón a las pesadillas, ni las considera de otro modo que como una incómoda molestia.
    Con lo que llevársela, la contraria, es perder el tiempo.

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  6. Si me llevan la contraria con buenas razones, no es una pesadilla, sino un favor que siempre agradezco.

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