sábado, 8 de julio de 2017

María Belmonte, la mirada ilustrada


María Belmonte
Los senderos del mar
Acantilado. Barcelona, 2017.

Desde el Viaje alrededor de mi cuarto, de Xavier de Maistre, sabemos que el interés de un viaje –y de un libro de viajes– no depende del número de kilómetros ni del exotismos de los países que se visiten. María Belmonte, nacida en Bilbao, recorre a pie los ciento cincuenta kilómetros que separan su ciudad natal de Biarritz, y ni siquiera lo hace de un tirón, sino en varias jornadas separadas en el tiempo. Sin embargo, el libro en que nos lo cuenta es una pequeña obra maestra que no podemos dejar de leer, que nos enseña a mirar el mundo de otra manera.
            ¿Cómo lo consigue? Camina por la orilla del mar (el mar es el gran protagonista del libro), pero no se limita a describir lo que ve y a narrarnos las anécdotas del camino. La suya es una mirada ilustrada. En un grano de arena –como quería Blake– sabe ver un mundo; las rocas le cuentan la historia del universo.
            María Belmonte, antes de emprender el viaje, se ha pertrechado bien intelectualmente. Una breve historia de casi todo es el título de un libro de Bill Bryson que cita a menudo; podía ser también el título de su obra, en la que nos encontramos con fascinantes biografías de los pioneros de la geología, con la historia del surf o de los baños de mar, con páginas dedicadas a la fascinación de los faros o a los viajes de los balleneros vascos por las aguas del Mar del Norte.
            Algo de sintética enciclopedia tiene este libro, de corte didácticamente dieciochesco, pero el arte de la autora hace que nunca canse: nos da una lección como quien cuenta un cuento, su curiosidad insaciable lo convierte todo en aventura personal.
            Los senderos del mar nos descubre la poesía de la ciencia, pero María Belmonte nunca incurre en empalagosos lirismos y eso hace más emocionantes sus reflexiones. Tras recorrer la playa de Itzurun, escribe: “A modo de despedida, deslicé mi mano por los estratos, eones de tiempo comprimidos en centímetros de tiempo por las fraguas internas de la Tierra. Y mientras me alejaba de aquel majestuoso escenario se me ocurrió pensar que dentro de millones de años –casi un parpadeo a escala de tiempo geológico– todo lo que constituye nuestro mundo, incluidos nosotros los humanos, los sonetos de Shakespeare, los rascacielos de Manhattan, las pirámides, Santa María del Fiore, los teléfonos móviles, los residuos nucleares, los tigres y las ballenas, las luciérnagas…, todo estará reducido a unos estratos de roca de unos centímetros de espesor como lo está ahora la apacible época jurásica en la que medraron los dinosaurios”.
            Geología y elegía, costumbrismo y magia. María Belmonte no tiene inconveniente en hacer excepciones en su viaje a pie (a veces se sube a un autobús) o en desviarse de su camino para conocer a un personaje que la interesa especialmente, como cuando se acerca a Leitza, en las laderas de la sierra de Aralar. Va hasta allí para encontrarse con Iñaki Perurena, levantador de piedras, que ha creado un museo dedicado a ese peculiar deporte. Y reproduce un poema suyo, “Hablando con la piedra”, que es un fascinante poema de amor: “Cuántas horas, días y años / pensando en ti, unido a ti. / He oído que no estás viva, / que eres fría, pesada, oscura… / Pero mi contacto te despierta, mis caricias te avivan, / te vuelves ligera entre mis brazos y te elevas sobre mis hombros. / Mi piedra querida”.
            Los territorios que recorre María Belmonte no solo guardan ecos de la historia del mundo, también de su propia historia: en ellos transcurrieron su infancia y su adolescencia. Por eso este libro tiene también mucho de autobiografía y de autorretrato, aunque sin ningún exceso narcisista. No ignora que el secreto de aburrir, según las repetidas palabras de Voltaire, es contarlo todo. Ella, que tanto gusta de hablar de tantas cosas, de sí misma solo da los datos imprescindibles para que la sintamos como una acompañante cercana.
            Nada extraordinario sucede en este viaje, que no pretende establecer ningún record, que parece estar al alcance de cualquiera, pero a cada instante ocurren maravillas: “No llevaba ni cinco minutos cómodamente instalada y dispuesta a disfrutar plácidamente del resto de la tarde cuando un arcoíris se desplegó, inmenso, desde la costa hasta perderse en el fondo del mar. Un semicírculo perfecto de vivos colores con ese misterioso contraste entre un espacio interior luminoso y una franja exterior oscura. La lucha entre la luz y las tinieblas. Por muchas veces que uno haya visto un arcoíris, el espectáculo siempre le pilla desprevenido. Aunque más o menos sepamos la explicación científica, su visión nunca deja de cautivarnos. Si avanzamos hacia él, se alejará de nosotros. Tampoco podemos tocarlo, ni olerlo, ni colocarnos debajo de él, ni alcanzar sus extremos”.
            La mitología, la etimología, la botánica, la literatura, la pintura, los recuerdos familiares: de todo echa mano María Belmonte para enseñarnos a ver, porque los ojos "no ven, saben", como afirmó Jorge Guillén; de ahí que “nuestra respuesta al paisaje está determinada por la cultura y ha ido cambiando a lo largo de los siglos".
            Los senderos del mar nos hace más sabios y nos anima a preparar la mochila y salir al camino para descubrir nuestro entorno más cercano, no menos enigmático que las antípodas. ¿Qué más se puede pedir a un libro de viajes?

3 comentarios:

  1. Mi enhorabuena a mi tocaya por este hermoso libro. Ahora estoy disfrutando de “Poema” de Argullol, pero no descarto sacar este otro título de la biblioteca en otro momento. Emulando al maestro, dejo este “poema del día”, una sátira inspirada en un sátiro.

    CANCIÓN DEL GRAN GUASÓN

    Todo me divierte,
    todo me da risa,
    mi filosofía
    solo son las risas.
    De mi ombligo sale
    a porrón el arte,
    a la manivela
    dale, dale, dale.
    También me relajo
    tocando el badajo
    y el flautín lo soplo
    como en sueños pocos.
    Ja ja je je ji ji
    jo jo ju ju ja ja
    canta que te canta
    oye mi charanga,
    ji ji je je ja ja
    sube a la baranda,
    jo jo jo jo ju ju
    ¡baila mi pachanga!

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  2. Leí hace un par de años su "Peregrinos de la belleza", un estupendo repaso a los viajeros de siglos pasados. Ahora éste espera en la pila a que lleguen mis vacaciones. Estoy seguro de que serán mucho mejores gracias a él.

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  3. No he leído el libro que aquí (tan excelentemente) se comenta; pero si realmente cita el libro de Bryson como "Una historia de casi todo", hay un pequeño error. El título real de Bryson es "Una BREVE historia de casi todo". Es un libro divulgativo sobre ciencia, y realmente está muy bien.

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