viernes, 6 de marzo de 2020

Orden sin concierto



Primeras voluntades
José María Micó
Acantilado. Barcelona, 2020.

 El libro nunca ha sido el mejor modo de difundir los versos. La poesía lírica antes de llegar al libro ha sido cantada o recitada, copiada en manuscritos, publicada en revistas, hoy en  Internet. Las redes sociales han acabado convirtiéndose en su medio de difusión favorito. La recopilación en libro llega, o debería llegar, después, en algún caso incluso póstumamente, como ocurrió con Góngora, Fray Luis o Garcilaso.
            En los volúmenes recopilatorios, lo disperso se reúne y ordena, añadiéndosele nuevos sentidos. El autor se convierte entonces en editor de si mismo y no todos se muestran muy duchos en tal función. De José María Micó, catedrático universitario, editor de clásicos, comentarista de Góngora, podría esperarse que aplicara todo ese saber a la reunión en un volumen, titulado Primeras voluntades, de toda su poesía publicada hasta la fecha.
            No parece que haya procedido con demasiado acierto. La presentación, retórica y contradictoria, no aclara demasiado, más bien confunde. Confiesa una obviedad, que escribe “poemas breves o extensos, pero no libros en el sentido editorial y moderno”. En eso se parece al resto de los poetas contemporáneos. Y añade otra obviedad: que los libros son consecuencia de una organización “distinta y posterior a la escritura de los textos y que tiene, por tanto, su dosis de artificiosidad y de astucia”.
            La artificiosidad de Micó en Primeras voluntades es manifiesta, la astucia no excesiva. Comienza y termina con un mismo poema, “Generación”, al que en la versión final añade dos versos un tanto tremendistas: “Mi mano es una perra caliente que te muerde / y ya no queda sitio para las dentelladas”.
            Los poemas publicados en sus siete libros, desde La espera de 1992 hasta Blanca y azul de 1917, ahora se agrupan en varias partes no siempre congruentes ni bien tituladas. En “Travesuras” –título especialmente desafortunado—se reúnen dos espléndidas traducciones (un soneto de Shakespeare y el famoso “Epitafio para un ejército de mercenarios” de Housman), varias letras para cantar (el autor actualmente se dedica a componer e interpretar canciones en el dúo Marta y Micó), unos cuantos poemas de circunstancias (escritos para presentar a un autor, para leer en la despedida de un congreso) y otros graciosos ripios, a ratos a la manera de Joaquín Sabina, a quien se homenajea; también se incluye alguna nadería (véanse las páginas 86-87).
            José María Micó es un poeta desigual, pero un poeta, no un erudito –a la manera de su maestro Francisco Rico—que de vez en cuando compone versos. Sorprende, sin embargo, que su extraordinario saber filológico y su rigor crítico parezca haber sido capaz de aplicárselo a sí mismo (y cuando lo hace, rescatando en el epílogo todas las citas y dedicatorias que previamente ha descartado, demuestra desconocer la diferencia entre editar a un clásico y editar la propia obra).
            No sería yo quien soy si antes de subrayar los muchos logros del Micó poeta, no señalara que de vez en cuando dormita. A la hora de reunir su obra, descarta poemas, pero deja en “Pecios”, donde van sus poemas más breves, el siguiente: “¿Cómo voy a estar solo / si estoy completo?”. ¿Y qué tendrá que ver el estar solo con estar completo?, nos preguntamos. En seguida se nos ocurre una variante mejor: “¿Cómo voy a estar solo / si estoy conmigo?”
            Varios poetas conviven en Micó. Uno aspira al poema de cierta extensión, reflexivo, sin apenas anécdota, o con la anécdota transcendida o vagamente aludida. Es el poeta de “Ser y estar”, de “Momentos”, de varios de los textos reunidos en “Camino de Ronda”. Más referencial, a ratos casi postal viajera, resulta “Divieto di sosta”, homenaje a Italia.
            En el otro extremo, están los poemas de circunstancia, en los que Micó se muestra muy dotado para la broma erudita y la ocurrencia ingeniosa. Es el caso de “Cien ripios para F.B.R”, aunque quizá resultan demasiados ripios (“Tras mil idas y venidas / por palacios y desvanes, / tiene amigos catalanes, / vascos, gallegos y aun bables”) y que termina como otro de sus poemas de ocasión, el dedicado a una reunión de filolólogos en Santander: tras estudiar a Cervantes, “no hay nada que no sepamos / sobre la melancolía” y tras leer a Benítez Reyes “no habrá nada que ignoremos / sobre la melancolía”.
            Ingeniosa resulta la “Letra bastarda”, homenaje a la literatura de lupanar, con su distinción (el tópico está ya en Marcial) entre el protagonista de los versos y el autor: “Por tu interés te diré, / caro lector, quien soy yo: / el que el poema escribió, / no el que de putas se fue”.
            Buen conocedor de los clásicos y de los modernos, de la métrica tradicional y del versolibrismo contemporáneo, de los tangos y de las milongas, Micó lo mismo nos ofrece un soneto que trata de emular a Lope, que unos ovillejos a lo Zorrilla, un delicado poema infantil que una epístola que recrea el tópico del “menosprecio de corte y alabanza de aldea” o un ambicioso poema metafísico. Todo revuelto y sin demasiado orden ni concierto.
            Resulta paradójico que a uno de los grandes estudiosos de la literatura española, a la hora de reunir, organizar y descartar (la principal labor cuando uno es editor de sí mismo) su propia obra le falte el tino y la sabiduría que pone en la de los demás.



6 comentarios:

  1. A MICO

    Pura maldad eso es,
    caro escritor, y soez:
    ni siquiera la tentación
    justifica tu bastardez.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. EN LA FÁBRICA

      ¿Has visto la maquinaria
      para que el café llegue hasta tu taza?
      ¡Cuánto más para saborearla!

      Eliminar
    2. EL ÁNGEL

      Si en la maraña humana
      cerca estoy de caer
      mi ángel de la guarda
      me lo recuerda, fiel.

      Es terrible su rostro,
      tan terrible su tez,
      que asomarse al abismo
      no le deja a mi fe.

      Yo le pido por mi alma,
      que la sujete bien
      a las dulces moradas
      en las que no hay caer.

      Eliminar
  2. Estimado Martín: mirando noticias tuyas en Google he visto que en algunas fotos sales con gafas de sol. Espero que estés bien y puedas seguir regalándonos tu amistad y escritura.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy bien. La foto más reciente, de ayer, es la que aparece en este blog en la versión Web.

      Eliminar
    2. Me alegro mucho. A ver si después de la Cuaresma vamos por ahí. Resulta que una sobrina mía vive por esos lares. Y la novia de mi hermano es... ¡del Pumarín! ¡Oviedo es más grande de lo que parece!

      Eliminar