viernes, 1 de mayo de 2020

Encanto antiguo




El desnudo impecable y otras narraciones
Pedro Salinas
Edición de Natalia Vara Ferrero
Renacimiento. Sevilla, 2020.

Un clásico es un escritor que no necesita ser leído para ser elogiado. Quienes se acercan a sus obras suelen hacerlo al margen del placer de la lectura, bien por obligación escolar (las clases de literatura son unos de los principales focos de propagación del odio a la literatura) o por obligación curricular y resulta bien sabido que, entre los requisitos para que un trabajo sea valorado académicamente (principalmente haber sido publicado en esta o aquella revista “indexada”) no se encuentra la perspicacia crítica ni el atinado juicio de valor.
            Pedro Salinas es un clásico que todavía cuenta con lectores verdaderos, pero casi solo por un libro: La voz a ti debida, aunque todavía puedan leerse con placer y provecho muchos de su estudios literarios. También sus cartas, especialmente las de amor a Katherine Witmore y las de amistad –“amistad a lo largo”, como en el poema de Gil del Biedma-- a Jorge Guillén.
            De los dos libros de relatos que publicó Salinas --uno al comienzo de su trayectoria literaria y otro al final de ella--, Víspera del gozo ha quedado como ejemplo de la prosa lírica y “deshumanizada” de los años veinte y se lee con algo trabajosa admiración por su virtuosismo estilístico, mientras que El desnudo impecable y otras narraciones apenas si se conoce. Tras su primera edición, en 1951, solo se ha reeditado dentro de la obra o de la narrativa completa (y ya se sabe que esos nutridos tomos son más para estudiosos que para verdaderos lectores).        
            Vuelve ahora en una hermosa edición y parece el momento adecuado para hacer algunas consideraciones sobre la segunda época del Pedro Salinas narrador.
            Lo primero que nos sorprende es el laborioso estilo, que gusta del término arcaizante o desusado, también del popular en otro tiempo, y en el que no faltan los rasgos de humor. Disuena hoy tanto como seguramente disonaba en 1951, cuando Salinas se consideraba un humanista de una época mejor desterrado en la bárbara Norteamérica. De esta rebuscada manera (sirve como ejemplo de su estilo) nos informa de que uno de sus personajes es aficionado a los cómics: “de todos los usos del sagrado don de la vista, aquel por donde mayores delicias le venían era el mixto ejercicio de mirar imágenes y descifrar leyendas, exigido por las tirillas o historietas de monigotes, que la prensa prodiga a sus lectores magnánimamente de mañana, de tarde y a mediodías”. Luego se burlará inmisericordemente de esa afición, para él el colmo de la degradación intelectual.
            En segundo lugar, para disfrutar de estos textos, donde no faltan los rasgos costumbristas, tenemos que pasar por alto la peculiar idea de la verosimilitud que tiene Pedro Salinas.
En “Los inocentes” un desconocido le deja al narrador una carta en la que anuncia su intención de suicidarse (no se la deja a su familia, para no crearles problemas de conciencia) y con el ruego de que no la dé a conocer (todo el resto del relato, en cuanto a verosimilitud, está a la altura de ese comienzo). ·En “El autor novel”, el protagonista tiene problemas de conciencia porque no ha hecho caso a un desconocido que le telefonea para pedirle ayuda en relación con una novela que piensa escribir y no entendemos a qué vienen esas perplejidades, como tantas otras de estos personajes, ni nos importan demasiado..
            En realidad, no se trata de relatos realistas, aunque lo parezcan y en ellos vierta Salinas mucha de su experiencia americana: el ambiente del Wellesley College, donde se alojó a su llegada; las impresiones de Nueva York, donde se produjo la ruptura definitiva con Catherine Whitmore; las visitas turísticas en México; la descripción de San Francisco envuelto en niebla. La editora, Natalia Vara Ferrero, nos va señalando en nota las coincidencias con pasajes del epistolario.
            Pero no parece que conjunten bien lo observado, y por lo general contado con gracia y alfilerazos irónicos, con lo fantaseado no siempre con acierto. En “El desayuno” al protagonista le sorprenden tres mujeres que desayunan juntas, sin apenas hablarse y que no vuelven a coincidir durante el resto del día. Averigua que todas son viudas y que el marido de cada una de ellas murió de súbito accidente (se nos refiere pormenorizadamente cada caso a modo de cuentos enmarcados). El narrador omnisciente nos informa de que el protagonista no pudo averiguar “algo que nadie sabía” (¿y cómo lo sabe el narrador’), “y es que cada una de las tres comensales del desayuno, que acudían día tras día a igual mesa, o altar, a repetir idéntico rito, ignoraba por completo cómo habían enviudado las otras”. Lo que no nos indica a los lectores es por qué se sentaban juntas en el desayuno y nosotros sospechamos que no hay ninguna razón que es solo un caprichoso pretexto para unir tres historias imaginadas de manera independiente.
            Salvo el relato que da título al libro, “El desnudo impecable”, todos los demás terminan defraudando al lector, aunque no falten en ellos pasajes memorables, divagaciones muy salinianas.
            “El desnudo impecable”, sin ser autobiográfico, tiene algo de ajuste de cuentas del autor con su pasado y también se entreve, en filigrana, la marcha a América en busca de la amada imposible. Todas las limitaciones de los otros textos –inverosimilitudes, estilo impostado, rebuscados problemas de conciencia-- dejan de serlo en este, el único que no resulta una mera curiosidad para estudiosos y fans del autor, si es que alguno hay al margen de su poesía amorosa.
            Esa espléndida novela corta merecía ser publicada independientemente o con el resto de los relatos al final, como un prescindible apéndice. Tal como está –situada en el centro del libro, según la ordenación del autor-- es posible que muchos lectores no lleguen a ella, insensibles al encanto antiguo de la prosa saliniana y defraudados por el frustrante final de “El desayuno” o de “La gloria y la niebla”.



           

             

           

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