Al borde
José Corredor-Matheos
Tusquets. Barcelona,
2022.
“Muchos poetas han sentido la tentación del silencio”,
escribió Eugénio de Andrade. Una tentación ligada a menudo a la influencia de
la poesía oriental. En José Corredor-Matheos comenzó hace casi medio siglo con
la publicación de Carta a Li-Po el año 1975. Antes era un autor que en
la estela de sus compañeros generacionales, los poetas del cincuenta,
entremezclaba lenguaje coloquial con preocupaciones sociales. La patria que
buscábamos se titula uno de sus libros y en él se incluye un poema dedicado
a la muerte del Che Guevara: “Hoy han matado a un hombre: / a un camarada vivo.
/ Camarada de todos, / enemigo / de lo que estaba muerto / ya y podrido”.
José
Corredor-Matheos, nacido en 1929, el mismo año que Valente y Gil de Biedma, en
su primera época es más considerado como crítico de arte que como poeta. A
partir de Carta a Li Po, el libro en que se despoja de la retórica
convencional y sonetil, se pone del lado de los poetas innovadores del momento,
de los que buscan una poesía despojada en los límites de la palabra y el
silencio. Pero todavía hay en ese libro algo de pastiche orientalizante: “Soy
un poeta pobre, / calumniado por el emperador, / que vive en la provincia /
desde un siglo remoto”. Ese “exfuncionario, / viejo estudiante / de mandarín
frustrado” desaparece en los libros siguientes, que se aproximan, como Jardín
de arena, a la poesía japonesa y participan cada vez más de la estética
budista y taoísta.
A partir de
2004, con la publicación de El don de la ignorancia —significativo título— la poesía
de Corredor-Matheos alcanza una resonancia que no tenía hasta entonces. Abandona
las editoriales minoritarias, obtiene el Premio Nacional de Poesía y pasa a
ocupar un lugar destacado en su generación, cada vez más mermada.” El que
resiste, gana”, diría Camilo José Cela.
Los poemas de Al borde tienen
mucho de apuntes, de balbuceos antes del gran silencio. La propia escritura —una
hazaña, aunque sean unas líneas— se convierte en protagonista: “Qué fácil
escribir / entrada ya la noche, / cuando estás agotado / y a la mano le cuesta
/ trazar en el papel / una letra tras otra. / Cómo vibra la noche, /
expectante, / como si fuera a abrirse / y se hiciera la luz / dentro de ti. /
Tú deseas entonces / que el alba tarde aún / o que no llegue nunca”.
Ese primer poema ya nos anticipa el
juego con la antítesis que caracteriza al libro. Lo que el poeta busca —y a
menudo parece lograr— supone una contradicción: “Vivir en plenitud, / sin
sentirse obligado / ni siquiera a vivir”. El penúltimo poema nos habla de
“vivir igual que el pájaro, / que no sabe que vive, / pero canta”. Y el último
de “vivir, vivir igual / que si ya no vivieras”.
Con esta estética de la desposesión
es difícil escribir varios volúmenes de extensión convencional. José Corredor-Matheos
lleva décadas cortejando el silencio, subrayándolo sin incurrir —sería la
negación del poema— en él. Pero el lector de sus últimos libros no deja de
notar que no todos estos poéticos apuntes de pocas palabras son necesarios, que
algunos parecen publicarse solo por necesidad editorial de alcanzar un
determinado número de páginas. El rigor crítico suele desaparecer cuando el
poeta alcanza el adecuado nivel de canonización, premios institucionales de por
medio. Entonces los poemas dejan de ser considerados como textos literarios, se
convierten en reliquias y cualquier reliquia es sagrada. Ejemplo de esos textosque
son solo convencional paradoja: “No siendo, todo es, / y tú mismo estás / solo
cuando no estás”.
Los poemas a veces se agrupan en
serie y adoptan un tono que podríamos considerar infantil (la sabiduría última
se aproxima mucho a la sabiduría de la infancia). “Ser un pájaro, un pájaro, /
y pasear vestido / como un hombre / sin sorprender a nadie”, comienza uno de
los poemas. Y otro: “¿No serás un ratón / en vez de un hombre? / Tú también,
como él, / te tienes que ocultar / por tantas amenazas / como se ciernen sobre
ti”. Sobra quizá a veces la obvia moraleja de estas pequeñas fábulas: “¿Quién
no preferiría / poder salir volando / cuanto antes de un mundo / que se cae en
pedazos?”
Cada estética tiene sus riesgos.
Esta poesía esencializada y al borde de la nada corre el de quedarse precisamente
en nada. La poesía de circunstancias puede multiplicarse indefinidamente. En su
ya citado libro La patria que buscábamos , homenajea Corredor.Matheos a
Picasso, Alberti, Miguel Ángel Asturias y otros poetas y pintores. Ahora apenas
si hay más nombre que el de Virgilio. “¿Qué hacía aquí Virgilio / sentado en
ese banco?”, comienza uno de los poemas prescindibles, que termina con un juego
de palabras con el apellido del autor: “Pero no te preguntes / qué hacía él
aquí / y corre, corredor, / a pedirle que escriba / este poema / que intentas hacer
tú / inútilmente”. Pero Virgilio, aunque se cuenta que quiso quemar su Eneida
por considerarla inacabada, nunca sintió la tentación del silencio. Algo de
cavafiano, y no solo por el tema, hay en otro de los textos: “Odiseo eres tú, /
que estás volviendo a Ítaca / y no acabas nunca de llegar. / ¿Será acaso que
Ítaca / no existe, / que Elena nunca fue raptada, / ni Agamenón asesinado, /
que los dioses no existen? / Estás solo y perplejo / frente al mar, / sin saber
si has llegado / ya a Ítaca / o si nunca partiste”.
Media docena de poemas que dan en la
diana e insinúan lo que no se puede decir con palabras, esa alianza de
contrarios que define a la vida y a la muerte, entremezclados con un montón de
prescindibles apuntes —servidumbres de la industria editorial— constituyen la
última entrega de José Corredor-Matheos. Los poetas no escriben libros,
escriben poemas. En Al borde José Corredor-Matheos añade un puñado de
memorables poemas a su obra completa. Al lector no se le será difícil encontrarlos
ni encontrar una amable disculpa para rodo lo demás..
Acuerdo completo: los poetas no escriben libros, escriben poemas (algunas veces).
ResponderEliminarPor intentarlo que no quede. Me pica la curiosidad (hasta tal punto me pica que viene a patentizarse en un lugar que seguro que no es el correspondiente) por conocer la opinión de mi admirado José Luis sobre la lista de las mejores novelas españolas del siglo XXI, publicada recientemente por Babelia. Un post al completo sobre el ominoso ranking sería estremecedor. Y muy divertido. ;-)
ResponderEliminarTenemos una tertulia virtual los miércoles (otra presencial lo viernes) y ese asunto será el tema a debatir mañana. Es para hablar, más que del resultado (risible) de cómo se engaña con las falsas encuestas (pasó mucho durante la tontemia).
Eliminar¡Vaya! Como Avilés (¿o será en Oviedo?) no me pilla a mano, me pondría bien contento si en el "Café Arcadia" se hiciese glosa de lo tertuliado. Estoy imaginándome unas maldades la mar divertidas. E inevitables. Gracias en cualquier caso, querido José Luis. ;-)
EliminarOviedo los viernes, pero la tertulia de los viernes es virtual y se interviene desde Buenos Aires, Sevilla, Madrid, Nueva York... Si quieres, se te puede enviar el enlace para acceder.
EliminarMuchas gracias por el detallazo. Sólo intervendría en calidad de mirón.
EliminarPero, como el búho del chiste: aunque guarde silencio, me comprometo a fijarme mucho.
A ver si sé virtualizarme; no lo he hecho nunca.
Gracias otra vez.
A mí también me interesa la opinión de JMGM y sus cotertulianos sobre la lista de Babelia. Sería interesante que nos resumiera aquí lo dicho u opinado allí.
EliminarQuería decir que la tertulia de los miércoles es virtual y está abierta a oyentes interesados. Hace falta una dirección email para enviar el enlace.
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