viernes, 28 de octubre de 2022

El hilo de la vida

 

Los hilvanes del tiempo
José Luna Borge
Eolas. León, 2022.

Hay tantos tipos de diarios de escritor como escritores cultivan el género, tan frecuente en las últimas décadas. Contra lo que pudiera parecer, y como parecería indicar el adjetivo “íntimo” que les suele acompañar, no todos se inclinan hacia la confidencia. El análisis interior y el tono conceptual predomina en los herederos de Amiel; el cotilleo literario y la crónica epocal, en los que descienden de los hermanos Goncourt.

            En los diarios de José Luna Borge, a los que ahora se añade Los hilvanes del tiempo, correspondiente a los años 2006-2007, se entremezclan varios hilos para entretejer el tapiz de una vida. No todos son de igual interés. El más llamativo tiene que ver con las turbulencias políticas de ese tiempo, el del gobierno de Rodríguez Zapatero: la teoría de la conspiración en torno a los atentados de Atocha, las negociaciones con ETA, el estatuto de Cataluña… El interés de estas anotaciones es, sobre todo, sociológico. El autor no parece tener pensamiento propio al respecto. Sigue a pie juntillas las informaciones de El Mundo y parece convencido de que el 11M “fue perpetrado desde las cloacas del Estado a través de mercenarios extranjeros con el único objeto de subvertir el orden constitucional y convertir a España en un Estado federal”. Contra Rodríguez Zapatero no se ahorran denuestos. Se da noticia de la visita de Arcadi Espada a Sevilla y del grupo de “Ciudadanos por Cataluña” que en esa ciudad se forma. Se habla de la “pasta gansa” que Cataluña se llevará con el nuevo estatuto en detrimento de Andalucía o Extremadura. Toda esta escandalera, tan reciente, es ya historia antigua, ajado periodismo de opinión.

            La columna vertebral de este diario, lo que le hace inconfundible, lo que le da un perfil propio entre los diaristas españoles, es muy otra. El autor nació en Sahagún, aunque la mayor parte de su vida haya transcurrido en Sevilla, y a la evocación de la infancia leonesa dedica sus mejores páginas. A la evocación de esa infancia y a la de sus padres, campesinos en una España que hace tiempo que se ha dejado atrás. Símbolo de todo ello es la casa que construyeron en Sahagún, abandonada luego y casi en ruinas, y a cuya reconstrucción dedica el autor los veranos.

            Esa casa es la verdadera casa de la vida. Pocas veces un lugar, unos utensilios de labranza, han sido descritos con tanta minucia etnográfica y emoción poética. José Luna Borge escribe con el lenguaje de la melancolía, sus mejores páginas las dedica a la proustiana búsqueda del tiempo perdido. Sabe contar y sabe emocionar con lo que cuenta, aunque nos hable de la intrahistoria de una pequeña localidad y de anécdotas familiares que pudieran parecer minúsculas.

            Sahagún es el pasado que el autor no quiere que pase para siempre; Sevilla y Salobreña, los escenarios en que actualmente transcurre su vida, descritos con mirada que aúna costumbrismo, sátira y lirismo; Oviedo evoca años estudiantiles y la historia de un amor encontrado y perdido, perdido y encontrado. Abundan las breves y precisas anotaciones paisajísticas y sobre los cambios de ese otro tiempo, el atmosférico, que también suele ser presencia constante en los diarios. Como suele abundar la referencia al propio diario, y Luna Borge no nos la ahorra (a fin de cuentas, se ha ocupado también teóricamente del género). Insiste mucho en que el diario debe contar lo que pasa, no maquillar, no incurrir en la ficción, pero subraya las elipsis, a veces de elementos fundamentales: “El diario es el reflejo de lo que uno vive o eso es lo que creo, pero no todo lo que uno vive se constata en un diario. Uno debería poner lo que, como decía Gide, a veces atribula nuestro corazón, pero esas pesadumbres son a veces de carácter tan privado que no sirven a nadie y es mejor guardárselas”. Lo que no se guarda Luna Borge son ciertas pequeñeces de la vida literaria, como que cierta revista tardó siete meses en publicarle un articulo o que determinado reseñista no le trató tan bien como él creía merecer. Mayor interés tiene su generoso comentario de algún libro, como Precipitados, esa magistral miscelánea del desaparecido Miguel Postigo, o las páginas que dedica a autores que admira y de los que se ocupado en otros lugares, como Robert Walser.

            Y junto a la lectura es la música el consuelo en los momentos oscuros que no faltan en ninguna vida: “La alegría y el juego puro de Mozart nos vienen a decir que el tiempo es un hilo muy fino que nos va tejiendo y juega con nosotros, que nos lleva y nos trae”.

            Del hilo de la vida y de los hilos que se entretejen en cualquier vida nos habla este libro, a ratos malhumorado, a ratos tierno, nostálgico casi siempre, en el que no faltan ciertas brusquedades y monotonías; un libro que es literatura y algo más que literatura, técnica y llanto. como toda la literatura que de verdad importa.

viernes, 21 de octubre de 2022

Para todos los lectores

 

La vida es sueño
Pedro Calderón de la Barca
Edición de Rosa Navarro Durán
Edebé. Barcelona, 2022.

Como las obras maestras que vemos en los museos necesitan de una periódica restauración que las libre de las injurias del tiempo y mantenga, en lo posible su esplendor original, así la obra literaria necesita de un especial cuidado cada vez que pasa a la letra impresa. Cambia la lengua, cambia el contexto y los grandes clásicos difícilmente podrían ser leídos hoy sin una minuciosa labor de edición.

            Otra cosa son las adaptaciones para un público juvenil o volver a contar en lenguaje contemporáneo —como hizo Andrés Trapiello con el Quijote— lo que el autor contó en la lengua de su tiempo. Rosa Navarro Durán se ha especializado en lo primero y cuenta ya con una nutrida serie de títulos que reescriben para los lectores más jóvenes la literatura universal. El procedimiento no carece de detractores: al simplificar lo complejo pueden desaparecer los valores literarios. Pero las versiones de Rosa Navarro Durán suelen ser algo más que una propedéutica para la lectura del original, pueden leerse por sí mismas con placer y provecho a la manera de los Cuentos basados en el teatro de Shakespeare, de Charles Lamb.

            Su edición de La vida es sueño, incluida en una colección que lleva el título de  “Clásicos para estudiantes” es de otro tipo. Las modificaciones al texto de la primera edición, aclaradas en una nota final, son las imprescindibles, salvo que se trate de una edición paleográfica, ilegible para el lector común: modernización de ortografía y puntuación, sustitución de algunas formas arcaicas ( “prendedles” por “prendeldes”) y pocas cosas más, siempre indicadas en la nota final. La novedad de esta edición consiste en sustituir las notas a pie de página por comentarios y paráfrasis de algunas escenas, que aparecen intercalados en el texto calderoniano.

            En un principio nos vemos tentados a rechazar la novedad, que vendría a ser como interrumpir un concierto para ir explicando las características de su composición. La obra literaria debe ser leída o escuchada en su integridad; las explicaciones, deben ir antes o después.

            Pero el teatro impreso siempre ha requerido de acotaciones.  Y como acotaciones que no interrumpen la obra, sino que nos ayudan a imaginarla en el escenario y entender mejor lo que en ella pasa pueden considerarse estos comentarios.

            Para cualquier lector, la haya leído en sus tiempos de estudiante o no la haya leído nunca, es un placer intelectual y verbal acercarse a La vida es sueño —una de las obras maestras del teatro universal, no hace falta repetirlo— de la mano de Rosa Navarro Durán.

            Comienza la obra, con las palabras que Rosaura —“en hábito de hombre”— le dirige a su caballo, que se ha desbocado y la ha arrojado en tierra: “Hipogrifo violento, / que corriste parejas con el viento, / ¿dónde, rayo sin llama, / pájaro sin matiz, pez sin escama / y bruto sin instinto / natural, al confuso laberinto / de estas desnudas peñas / te desbocas, te arrastras y despeñas?”. Y sigue en ese tono, más propio de las Soledades gongorinas que del lenguaje teatral: “Quédate en este monte / donde tengan los brutos su Faetonte, / que yo, sin más camino / que el que me dan las leyes del destino, / ciega  y desesperada, / bajaré la cabeza enmarañada / de este monte eminente, / que abrasa al sol el ceño de su frente”. No importa no entender todas las alusiones, escuchamos esos sonoros versos como un aria de ópera, nos dejamos seducir por la música de las palabras y sabemos, desde el principio, que no estamos en una obra realista, sino en una alegoría barroca. Rosa Navarro Durán detiene la acción y nos aclara el parlamento de Rosaura. Lo irá haciendo cada poco, sin que el procedimiento resulte enfadoso. Nunca incurre en divagaciones inútiles, su erudición es la precisa; sabe todo lo que hay que saber sobre la obra y sobre la literatura del siglo de Oro, pero no hace alarde de ello, no se empeña en demostrarlo con cualquier pretexto.

            Dos son, como es bien sabido, las acciones que se entrecruzan en La vida es sueño: la historia de Segismundo, el príncipe desterrado y encerrado desde niño porque los hados advirtieron del futuro enfrentamiento con su padre, y la de Rosaura, que viene de Moscovia a Polonia, para vengar una afrenta. El sabio entrelazamiento entre una y otra lo pone de relieve, con mucho acierto, Rosa Navarro Durán.

            El argumento y la lección de La vida es sueño lo conocen incluso quienes no la han leído, como es propio de un puñado de grandes obras, de la Odisea a Romeo y Julieta. Y algunos de sus versos se han independizado y viven al margen de la obra para la que fueron escritos, como la décima que parece formar ya parte de la literatura popular: “Cuentan de un sabio que un día / tan pobre y mísero estaba…”

            Tras leer la obra como si la leyéramos por primera vez, descubriendo en ella sugerentes detalles que nos había pasado inadvertidos, se nos ofrece un epílogo con el material didáctico, en principio poco apetecible para el lector común, pero solo las últimas páginas pueden considerarse así. Rosa Navarro Durán resume con acierto lo que se sabe del autor, analiza las fuentes (La vida es sueño reelabora diversas leyendas tradicionales) y los principales personajes. Sabe de lo que habla, como acreditan sus múltiples estudios sobre la literatura del Siglo de Oro, y tiene siempre el acierto de no contarnos todo lo que sabe, sino solo lo que ayuda a nuestro disfrute de una obra que solemos dar por consabida.

            Una edición para estudiantes que es, en realidad, para todos los lectores.

jueves, 13 de octubre de 2022

La tentación del silencio

 

 

Al borde
José Corredor-Matheos
Tusquets. Barcelona, 2022.

“Muchos poetas han sentido la tentación del silencio”, escribió Eugénio de Andrade. Una tentación ligada a menudo a la influencia de la poesía oriental. En José Corredor-Matheos comenzó hace casi medio siglo con la publicación de Carta a Li-Po el año 1975. Antes era un autor que en la estela de sus compañeros generacionales, los poetas del cincuenta, entremezclaba lenguaje coloquial con preocupaciones sociales. La patria que buscábamos se titula uno de sus libros y en él se incluye un poema dedicado a la muerte del Che Guevara: “Hoy han matado a un hombre: / a un camarada vivo. / Camarada de todos, / enemigo / de lo que estaba muerto / ya y podrido”.

            José Corredor-Matheos, nacido en 1929, el mismo año que Valente y Gil de Biedma, en su primera época es más considerado como crítico de arte que como poeta. A partir de Carta a Li Po, el libro en que se despoja de la retórica convencional y sonetil, se pone del lado de los poetas innovadores del momento, de los que buscan una poesía despojada en los límites de la palabra y el silencio. Pero todavía hay en ese libro algo de pastiche orientalizante: “Soy un poeta pobre, / calumniado por el emperador, / que vive en la provincia / desde un siglo remoto”. Ese “exfuncionario, / viejo estudiante / de mandarín frustrado” desaparece en los libros siguientes, que se aproximan, como Jardín de arena, a la poesía japonesa y participan cada vez más de la estética budista y taoísta.

            A partir de 2004, con la publicación de El don de la ignorancia —significativo título— la poesía de Corredor-Matheos alcanza una resonancia que no tenía hasta entonces. Abandona las editoriales minoritarias, obtiene el Premio Nacional de Poesía y pasa a ocupar un lugar destacado en su generación, cada vez más mermada.” El que resiste, gana”, diría Camilo José Cela.

            Los poemas de Al borde tienen mucho de apuntes, de balbuceos antes del gran silencio. La propia escritura —una hazaña, aunque sean unas líneas— se convierte en protagonista: “Qué fácil escribir / entrada ya la noche, / cuando estás agotado / y a la mano le cuesta / trazar en el papel / una letra tras otra. / Cómo vibra la noche, / expectante, / como si fuera a abrirse / y se hiciera la luz / dentro de ti. / Tú deseas entonces / que el alba tarde aún / o que no llegue nunca”.

            Ese primer poema ya nos anticipa el juego con la antítesis que caracteriza al libro. Lo que el poeta busca —y a menudo parece lograr— supone una contradicción: “Vivir en plenitud, / sin sentirse obligado / ni siquiera a vivir”. El penúltimo poema nos habla de “vivir igual que el pájaro, / que no sabe que vive, / pero canta”. Y el último de “vivir, vivir igual / que si ya no vivieras”.

            Con esta estética de la desposesión es difícil escribir varios volúmenes de extensión convencional. José Corredor-Matheos lleva décadas cortejando el silencio, subrayándolo sin incurrir —sería la negación del poema— en él. Pero el lector de sus últimos libros no deja de notar que no todos estos poéticos apuntes de pocas palabras son necesarios, que algunos parecen publicarse solo por necesidad editorial de alcanzar un determinado número de páginas. El rigor crítico suele desaparecer cuando el poeta alcanza el adecuado nivel de canonización, premios institucionales de por medio. Entonces los poemas dejan de ser considerados como textos literarios, se convierten en reliquias y cualquier reliquia es sagrada. Ejemplo de esos textosque son solo convencional paradoja: “No siendo, todo es, / y tú mismo estás / solo cuando no estás”.

            Los poemas a veces se agrupan en serie y adoptan un tono que podríamos considerar infantil (la sabiduría última se aproxima mucho a la sabiduría de la infancia). “Ser un pájaro, un pájaro, / y pasear vestido / como un hombre / sin sorprender a nadie”, comienza uno de los poemas. Y otro: “¿No serás un ratón / en vez de un hombre? / Tú también, como él, / te tienes que ocultar / por tantas amenazas / como se ciernen sobre ti”. Sobra quizá a veces la obvia moraleja de estas pequeñas fábulas: “¿Quién no preferiría / poder salir volando / cuanto antes de un mundo / que se cae en pedazos?”

            Cada estética tiene sus riesgos. Esta poesía esencializada y al borde de la nada corre el de quedarse precisamente en nada. La poesía de circunstancias puede multiplicarse indefinidamente. En su ya citado libro La patria que buscábamos , homenajea Corredor.Matheos a Picasso, Alberti, Miguel Ángel Asturias y otros poetas y pintores. Ahora apenas si hay más nombre que el de Virgilio. “¿Qué hacía aquí Virgilio / sentado en ese banco?”, comienza uno de los poemas prescindibles, que termina con un juego de palabras con el apellido del autor: “Pero no te preguntes / qué hacía él aquí / y corre, corredor, / a pedirle que escriba / este poema / que intentas hacer tú / inútilmente”. Pero Virgilio, aunque se cuenta que quiso quemar su Eneida por considerarla inacabada, nunca sintió la tentación del silencio. Algo de cavafiano, y no solo por el tema, hay en otro de los textos: “Odiseo eres tú, / que estás volviendo a Ítaca / y no acabas nunca de llegar. / ¿Será acaso que Ítaca / no existe, / que Elena nunca fue raptada, / ni Agamenón asesinado, / que los dioses no existen? / Estás solo y perplejo / frente al mar, / sin saber si has llegado / ya a Ítaca / o si nunca partiste”.

            Media docena de poemas que dan en la diana e insinúan lo que no se puede decir con palabras, esa alianza de contrarios que define a la vida y a la muerte, entremezclados con un montón de prescindibles apuntes —servidumbres de la industria editorial— constituyen la última entrega de José Corredor-Matheos. Los poetas no escriben libros, escriben poemas. En Al borde José Corredor-Matheos añade un puñado de memorables poemas a su obra completa. Al lector no se le será difícil encontrarlos ni encontrar una amable disculpa para rodo lo demás..

             

 

jueves, 6 de octubre de 2022

Literatura, arte y vida

 

Vargas Llosa sube al escenario
Sergio Vila-Sanjuán
Ediciones La Vanguardia. Barcelona, 2022.

El destino final de un texto literario, se publique por primera vez donde se publique (en un diario, en un blog o en una red social), es el libro, la más funcional de las máquinas de leer que se han inventado. El libro es el arca de Noé de las publicaciones efímeras y a ella puede subir incluso muchos años después de yacer en las hemerotecas.

Pero no todo puede, ni merece, ser salvado. Hace falta una adecuada labor de selección.

            Desde 1977 en que publicó su primera entrevista, a Ricardo Bofill, hasta hoy, Sergio Vila-Sanjuán, director de suplemento cultural de La Vanguardia, ha publicado más de dos mil artículos sobre temas de literatura y arte. Junto a Juan Cruz es el más veterano de los periodistas culturales españoles. Ese material lo ha ido seleccionando y recopilando en diversos volúmenes: Crónicas culturales (2004), La cultura y la vida (2013). A ellos añade ahora Vargas Llosa sube al escenario y otros perfiles de escritores y artistas de los que he aprendido. Sorprende el largo título de la nueva recopilación. Sergio Vila-Sanjuán comenzó su trabajo como publicitario y de la relación entre publicidad y literatura se habla en algún de capítulo del libro. Poco sabe, sin embargo de publicidad, quien dio de paso a ese largo y poco atractivo, además de engañoso, título. De las 309 páginas de que consta, solo tres se dedican a Vargas Llosa y son además de las más prescindibles. Sorprende también la primera persona que se cuela en el largo subtítulo: “y otros perfiles de escritores y artistas de los que he aprendido”, que no resulta, por otra parte, enteramente cierto. Entre los personajes que estuvieron por un motivo u otro de actualidad, que son de los que se ocupa, solo a unos pocos considera sus maestros. Más adecuado habría sido titular Margaret Atwood y otros perfiles de literatura y arte.

            El orden alfabético en que se disponen los capítulos hace que Margaret Atwood, con quien se encuentra en al Festival Hay de Cartagena de Indias, inicie esta miscelánea en la que figuran nombres bien conocidos junto a otros de interés más local. Hay capítulos que podrían figurar en cualquier antología del mejor periodismo. Uno de ellos es el que dedica a Javier Cercas con motivo de la publicación de Las leyes de la frontera, en el que un paseo por los barrios marginales de Gerona, escenario de la novela, sirve de pretexto para entremezclar muy lúcidas reflexiones sobre el fenómeno quinqui la delincuencia juvenil que se puso de moda en los ochenta, la historia reciente de España, la estructura de la novela y el periodismo. Lo que dice Cercas sobre los medios de comunicación que mitificaron a esos delincuentes vale para los medios de comunicación de ahora: “Llama la atención que se critique tanto la telebasura y en cambio sobre medios más serios, con mayor capacidad de hacer daño, no se tenga sentido crítico”.

            Muy distinto, pero también excelente, es la semblanza “Arturo Pérez-Reverte en su museo imaginario”. No es necesario apreciar demasiado sus populares y bien documentadas novelas, para sentirse interesado por el personaje.

            Quizá, más los capítulos que dedica a los grandes autores bien conocidos, interesen los que se dedican a personajes menos mediáticos, sobre todo a aquellos con los que tuvo relación personal, como el poeta Enrique Badosa.

            Sergio Vila-Sanjuán es algo más que un periodista, con no ser eso poco: licenciado en Historia, ha cursado un Máster en la Universidad de Boston, ha escrito novelas, está muy ligado al mundo de la burguesía ilustrada barcelonesa. Acá y allá nos va dejando detalles de su biografía, aunque nunca quiera —y se agradece— ocupar el primer plano.

            Como una novela episódica puede considerarse este libro, que se puede comenzar a leer por cualquier parte. Hay entrañables personajes de folletín, como María Helena Feliu, la hija fuera del matrimonio de Joan Estelrich, uno de los prohombres de la literatura catalana. Vila-Sanjuán glosa su autobiografía, Pecat original, y nos trae a la memoria un tiempo sombrío de públicas virtudes y vicios privados. No es el único caso en que el encuentro personal es sustituido por el comentario de un libro. A la vida privada de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo nos asomamos gracias a las confidencias de una de sus empleadas domésticas. Las fantasiosas peripecias eróticas de José Luis Villalonga se extraen del primer tomo de sus memorias, La cruda y tierna verdad.

            De vez en cuando, encontramos algún ilustrativo detalle sobre la historia del periodismo español, como su breve evocación de Gaceta Ilustrada (1956-1983), esa revista generalista, inspirada en Life o París Match, que contaba con colaboradores como Antonio Tovar, Fernando Lázaro Carreter o Julián Marías.

            Desde Larra sabemos lo que se publica en los periódicos, y no me refiero solo a la colaboración literaria,  es información perecedera. Vargas Llosa sube al escenario —conviene no dejarse engañar por el título— lo demuestra sobradamente, aunque quizá no todo lo que aparece en él merecería quizá ser rescatado. A Sergio Vila-Sanjuán —que ha editado y supervisado miles de páginas— le ha faltado un buen editor que redujera más menos a medio centenar los ochenta “perfiles” que reúne y que le aconsejara sobre el título. Pero eso no disminuye el atractivo de un volumen que nos presenta a figuras muy conocidas desde un inédito punto de vista y despierta el interés por otros nombres y obras menos habituales, algunos muy ligados al ámbito catalán.