jueves, 31 de julio de 2025

Xuan Bello, ensayo de una despedida

 

Este lunes recibí su última llamada. “¿Vas a pasar hoy por Los Porches?”. “Sí, como siempre, voy para allí”. “Pues voy a cortarme el pelo y luego paso para charlar un rato”. Y pasó, como tantas veces, y allí estuvimos hablando de literatura, del asturiano y de todo lo divino y lo humano, como tantas veces desde que, todavía un adolescente, en 1982 o 1983, se presentó en la tertulia con su primer libro recién publicado.

Al final, cuando esperábamos junto al mostrador para pagar, bajo un poco la voz y me dijo: “No estoy llevando muy bien lo de los sesenta años”. Y yo le repetí los versos de Vicente Gaos que siempre me vienen a la memoria en estas ocasiones: “La vida es dura / y no hay consuelo. / Saca el pañuelo, / literatura”.

Pero de qué poco nos sirve la literatura cuando la realidad nos rompe el corazón. Fue Martín López-Vega –que le dedicó un memorable poema: “Yendo a casa de Xuan Bello con unas semillas que le traigo de Portugal” -- quien me dio la noticia. Y yo tardaré en hacerme a la idea de que no volveré a verle.

Recuerdo otra muerte igualmente inesperada, la de Víctor Botas, que todavía nos duele. No eran solo dos escritores admirados, eran parte de mi familia. Y como siempre ocurre cuando se nos va alguien de la familia al dolor le acompaña cierto remordimiento. ¿Le dije lo mucho que le admiraba? ¿Adivinó lo mucho que le quería?

Le leía todos los domingos y no sé si siempre supe elogiarle adecuadamente. Yo soy más de peros que de enhorabuenas. “¿Para cuándo otro libro tuyo? ¿No te estarás durmiendo sobre tus laureles?”, le reproché más de una vez.

 González Ruano se lamentaba de haber despilfarro el oro de su literatura en la calderilla del periodismo, pero Xuan no lo despilfarraba. Cada domingo nos regalaba un nuevo capítulo de la historia universal e interminable de Paniceiros.

Ahora queda agavillar esa prodigiosa cosecha. No lamentamos el cese de su escritura. Pronto comenzará a llegar nuevos libros suyos, los que él no se entretuvo en ordenar porque tenía prisa. Intuía que le podía llamar en cualquier momento, como a cualquiera de nosotros.

Pero de qué sirve el pañuelo de la literatura ante este insoportable desconsuelo. Xuan, querido Xuan, ya eres inmortal como los dioses, ya estás al margen de la miseria de este mundo, ya no pasarás por nuestra tertulia, pero no la echarás de menos, porque ahora compartes un vaso de buen vino e historias prodigiosas con Cunqueiro y con Horacio, con Borges y con Botas (y también, por supuesto, con el padre Galo).

 Te despido con los versos de Manuel Machado, que tantas veces repetimos en otras despedidas y que siempre nos ponían lágrimas en los ojos: “Valiente soldado del arte, / adiós, que pronto nos veremos. / También nosotros nos iremos / con nuestra música a otra parte”.



1 comentario:

  1. Cuando leí la noticia de la muerte de Xuan Bello, pensé rápido en tí y en Víctor Botas, ensamblé inmediatamente el triángulo feliz.

    No elegimos nosotros la salida, son los dioses, las Parcas, el azar..los que maquinan.
    Te queda a ti ir cerrando círculos , una tarea más ingrata vista desde este lado, desde el suyo supongo que te cambiarían alegremente el sitio. Nos quedan las flores, los pájaros, los días soleados.

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