martes, 7 de marzo de 2023

Silva de varia lección

 

El ego, la otredad
Daniel Rodríguez Rodero
Prólogo de Jon Juaristi
Renacimiento. Sevilla, 2023.

Mirlo blanco o cisne negro es, entre los poetas jóvenes, Daniel Rodríguez Rodero. Tiene una cultura —no solo literaria—  y un pensamiento propio infrecuentes a su edad. Nacido en 1995, ya ha tenido tiempo de publicar y rechazar de su bibliografía un primer libro de poemas, escrito en décimas. El buen conocimiento de la métrica clásica es uno de esos méritos que pueden convertirse en deméritos. Daniel Rodríguez Rodero corre el riesgo de limitarse a escribir tan brillantes como arcaicos ejercicios de estilo. Y con alguna frecuencia suena en El ego, la otredad a poeta de otro tiempo, del tiempo del primer Blas de Otero, los garcilasistas o Leopoldo Panero. “Oración por los que creen “ podría estar firmado por José María Valverde; “Job increpa a Jahvé” por el Blas de Otero de Ángel fieramente humano: “El prisionero”, recreación del anónimo romance, por Rafael Montesinos: “Pasa mayo y no viene / mi avecilla a cantarme. / Oigo un tic tac lentísimo, / un sucederse el aire, / los gritos de los libres, / tintineos de llaves, / el pesado chirrido / de puertas que se abren / en las celdas contiguas / y júbilo en la calle…”

Pero se equivocaría quien quisiera reducir el libro a un colección de homenajes, a ejercicios de buen lector. En El ego, la otredad —título quizá no demasiado afortunado, como de manual de psicología— hay técnica y llanto, para decirlo con un título feliz de Carlos Edmundo de Ory. Y quien lo dude puede comenzar leyendo el último poema, “13 de febrero de 1837”, dedicado a Larra, que merece figurar en cualquier antología del poema histórico tal como lo entendió Cavafis —nada que ver con las recreaciones del romanticismo— y lo practicó ejemplarmente Cernuda.

            Poeta culturalista, a la vez que experiencial y experimental, Rodríguez Rodero. Abundan en su libro los poemas que tienen como protagonista a un personaje histórico, a veces en forma de monólogo dramático. Pero acierta más cuando utiliza la tercera persona que la primera. Al espléndido “Quevedo” —que puede hacer pendant con el “Góngora” cernudiano— se le contrapone el rechinante “Leopoldo Panero”, que más parece una defensa del poeta escrita desde hoy que un monólogo del poeta. También disuena el verso final de “Alfonso X”. “Pagué con mi corona la ambición de un imperio” comienza, y luego, tras resumir la historia de su reinado, termina con estos versos: “Cuando llegue la hora de dar cuentas arriba / de toda la ambición que alimenté sin medios, / pediré que me impongan el máximo castigo. / Un rey puede estuprar, mas no sobreestimarse”. Ese último verso resulta más bien un corolario del autor contemporáneo, disuena en boca del personaje.

            Dos son los riesgos de la poesía de Rodríguez Rodero. El uso de cultismos extemporáneos es uno de ellos. “Porque este mundo nuestro es una biocenosis” leemos ya en el verso inicial. La mayoría de los lectores se sentirán forzados a buscar “biocenosis” en el diccionario.: “Conjunto de organismos , vegetales o animales, que viven y se reproducen en determinadas condiciones de un medio o biotopo”. ¿Era necesaria esa pedantería? Parece que no. El otro riesgo deriva de una de las mayores cualidades de este poeta joven: su ambición temática, su deseo de llevar al poema inquietudes que otros considerarían más bien ensayísticas. El poema dedicado a un soldado de la “generación perdida” incluye versos que parecen más bien prosa de artículo periodístico: “Las industrias, aún inadaptadas, / después de un lustro fabricando guerra, / no dispondrán de un puesto que ofreceros, / a vosotros, los héroes del orbe, / hasta dentro de tres o cuatro años”.

            Pero no tiene demasiado sentido insistir en las insuficiencias de El ego, la otredad, un libro insólito en la poesía joven de hoy. Mejor subrayar sus logros: el reflexivo “Helada en sazón”, la paradójica verdad de “Síndrome de Estocolmo”, la libérrima versión del más famoso soneto de José María Blanco White, alguna de sus Rubaiyat, como la dedicada —como el poema final— a Larra: “No. No me quejaré de que la vida es breve, / cuando la brevedad es toda mi esperanza. / Joven soy y lamento los años que he vivido, / mas dudo de mis fuerzas para andar el atajo”.

            Daniel Rodríguez Rodero, además de poeta, es un notable articulista de lecturas e intereses no demasiado frecuentes en la gente de letras. Va camino de convertirse en uno de los más destacados divulgadores y defensores del pensamiento liberal conservador, un poco a la manera de Ignacio Peyró. Uno de sus maestros es Aquilino Duque, tan provocador ideológicamente, tan poliédrico poeta, culto y popular, al margen de ideologías. A partir de ahora habrá que tener muy en cuenta su nombre.

21 comentarios:

  1. Mis parabienes para el nuevo poeta. Sólo una pega o duda.Dueño de técnicas y retórica, ¿por qué ese último verso "andar el atajo", una aliteración en "a", vocal más abierta que boca de lobo, y la palabra "atajo", menos poética que un carajo?.
    A los poetas les suelen gustar poco mis sugerencias, porque yo no lo soy. Pero, si ese chirrido es un modo de atraer la atención del lector, "chapeau"; sino "breve camino" u otra expresión quedarían mejor.
    Salud.

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  2. OK. Gracias por la aclaración, Daniel.

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  3. He visto miles de títulos de libros de poemas en mi vida, pero no creo haber visto ninguno tan malo como el del libro que aquí se comenta.

    Alguien que es capaz de titular "El ego, la otredad" un libro de poemas, es para mí alguien definitivamente perdido para la poesía.

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  4. Los versos que cita J.L. García Martín confirman la zafiedad lírica del autor de ese título:

    “Porque este mundo nuestro es una biocenosis”.
    *
    “Las industrias, aún inadaptadas,
    después de un lustro fabricando guerra,
    no dispondrán de un puesto que ofreceros,
    a vosotros, los héroes del orbe,
    hasta dentro de tres o cuatro años”.
    *
    “Cuando llegue la hora de dar cuentas arriba
    de toda la ambición que alimenté sin medios,
    pediré que me impongan el máximo castigo.
    Un rey puede estuprar, mas no sobreestimarse”.

    Es difícil de entender que un escritor tan poéticamente inmaduro como Rodríguez Rodero haya logrado publicar un poemario con "versos" semejantes en una editorial como Renacimiento y con un prólogo de Juaristi. Y que uno de los últimos críticos españoles sin pelos en la lengua le dedique su crítica semanal (aunque sea para darle un varapalo). O mucha potencia tiene la amistad entre poetas españoles o "algo huele a podrido en el reino de la poesía ibérica".

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    2. "Desde los años cincuenta, el lenguaje prosaico entra en la poesía perfectamente..."

      Traducción: como la moda actual me lo permite y como es mucho más fácil escribir prosa sin el mínimo interés dispuesta en renglones cortos que verdadera poesía, yo lo hago. O dicho de otra manera: como nuestra época me permite llamar poesía a cualquier cosa yo me aprovecho de las circunstancias para publicar y hacer carrera de vate provinciano. Bella poética. Y bello proyecto vital, que diría Ortega.

      En cuanto a la lectura de "El ego, la otredad", creo que voy a aprovechar la fantástica oferta de lanzamiento que hace Renacimiento en su sitio, para adquirirlo: 11,31 € (sic) en lugar de 11,90 €, si el señor Abelardo Linares me permite pagarlo a plazos...

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    3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    4. Me extraña que no sepas que la prosa está llena [un alejandrino involuntario] de versos de arte mayor [un octosílabo involuntario - etc] o menor. Lo que diferencia la poesía de la prosa es el prosaísmo, que cabe en la segunda pero no en la primera, por mucho que digan las modas lo contrario. Núñez de Arce, que en verso nunca escribió poesía, fue considerado gran poeta por su época. Y sin embargo pregúntate quién lo lee hoy.

      Dices también que el prosaísmo de tus "versos" es deliberado. Eso es lo grave. Para decir que nuestro mundo es una biocenosis o que un rey puede estuprar, mas no sobreestimarse no hace falta convocar a la poesía y molestar a la métrica. Y menos aún proclamarlo en un libro publicado en una colección de poesía de una célebre editorial.

      En cuanto al verso de Quevedo "y no hay calamidad que no me ronde" no entiendo qué te disgusta tanto en él. A mí me parece un excelente verso dentro de un poema extraordinario. El hecho de que tú no le veas la poesía confirma tu poca sensibilidad para ella, que tan bien demuestra el título de tu libro, que incluso para un libro de filosofía es anti-literario.

      Sobre los tan manoseados tópicos del resentimiento y el desprecio de lo que se ignora, búscate otras razones más inteligentes a mi reacción, como por ejemplo la verdadera. Siendo un gran lector de poesía desde hace muchos años, me molesta ver que se ensalce no sólo la mala poesía sino incluso la pseudopoesía o la antipoesía, de la misma manera que siendo muy aficionado al arte, me molesta que la "Merda d'artista" (obra de 1961) de Piero Manzoni (una lata de 30 gr de excrementos del artista) sea considerada como arte y vendida a precios delirantes: en 2014 una de ellas fue vendida por 129 000 € en París, en 2015 otra por 202 000 € en Londres y en 2016 una tercera por 220.000 € en Milán (por no hablar de los cuadros totalmente blancos de Ryman, por uno de los cuales se pagaron en Nueva York en 2005 20,6 millones de dólares - más que un autorretrato de Rembrandt, vendido por sólo 18,7 millones de dólares en 2020).

      Pero te confieso que lo que más me extraña en este asunto no es que tú escribas pseudopoesía (vista tu edad), sino que gente como J.L.García Martín o Abelardo Linares, que además de ser poetas verdaderos tienen una enorme experiencia como lectores, críticos y editores de poesía, caigan tan fácilmente en la trampa de las modas poéticas.

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    5. No se te ocurra contestar, Daniel, este "Pablo Morales", antes "Baltasar G. M." y otros alias es un viejo conocido inasequible desaliento y a cualquier atisbo de pensamiento racional No ha leído tu libro, no piensa leerlo, y ahí sigue, erre que erre, encontrando motivos para denigrarlo a partir de los versos que yo creo que disuenan en el conjunto. Cosas de la edad, me imagino.

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    7. A J.L. García Martín hay tanta poca gente que osa contradecirle que en cuanto encuentra dos para él no puede ser más que el mismo y estar loco.

      En cuanto al libro "El ego, la otredad", confieso que si no voy a leerlo es únicamente porque nunca podré dar 11,31 € € por un libro con ese título (no sé cómo su editor no le ha dicho que es un título totalmente anti-comercial). Y como no existe versión digital del mismo...

      García Martín se confunde de cabo a rabo pensando que no me interesa leer a Rodríguez Rodero. A mí me interesan todos los poemarios que elogia él (aunque lo haga con su manera tan particular de elogiar - una de cal y dos de arena). La prueba es que he buscado poemas suyos en internet y curiosamente sólo he encontrado uno, muy mediocre, titulado “Vive" (y unos aforismos muy malos, que recuerdan a los peores de Gómez Dávila, bajo un título rimbombante - decididamente, los títulos no es lo suyo).

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    8. Ese "poema", que no lo es, creo que era de circunstancias para una cosa publicitaria. Respecto al título de los aforismos, no es mío (sino del medio sonde se publican. El mío era "programa de mínimos"). Aquí tiene más cosas mías en internet. También en mi IG. https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://es.slideshare.net/anabelma751/cuaderno-dehumo&ved=2ahUKEwiw4rvfhu39AhXBRKQEHTYbBHQQFnoECBgQAQ&usg=AOvVaw287iajo3fc8ewDjEVkRTkU

      Me alegra que no le guste nada de lo que hago. Es buena señal. Por aquello de Iriarte (si el sabio no aprueba malo; si el necio aplaude...). Sospecho que alguien tan maleducado no puede tener demasiado criterio poético. Saludos cordiales.

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    9. ¿Que un título como «Invectivas de un millenial desubicado» no es tuyo sino "del medio donde se publican" tus aforismos? Difícil de creer.

      El enlace que das no funciona directamente ("Para descargar en SlideShare, regístrate para obtener una prueba gratis de Scribd").

      "También en mi IG." ¿En tu Índice Glucémico?

      "Me alegra que no le guste nada de lo que hago. Es buena señal." ¿Cómo va a ser buena señal la opinión de alguien al que no conoces? Imagínate que soy profesor de literatura española en una universidad extranjera desde hace más de 30 años. ¿Seguiría siendo buena señal?

      "Sospecho que alguien tan maleducado no puede tener demasiado criterio poético." Esta frase la guardo para una posible "Antología de la majadería literaria española". Nunca había oído o leído que la buena educación es la cualidad principal para tener criterio poético. Yo creía más bien que era haber leído, escrito o traducido mucha poesía. Acabo de aprender que son los buenos modales. De lo cual se deduce que un poeta tan mal educado como Rimbaud (por sólo poner un ejemplo), no tenía el mínimo criterio poético.

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  5. Por alusiones. El contumaz y, presuntamente, embozado Pablo Morales asegura que resulta difícil entender que Daniel Rodríguez Rodero haya “logrado” que yo le edite en Renacimiento. Dado que ni siquiera se ha leído el libro de Rodríguez Rodero, empiezo a pensar que a Pablo Morales, sencillamente, le resulta difícil entender.
    En cualquier caso, me sobreestima tanto (en lo editorial) como infraestima (en lo personal, sin leerlo ni conocerlo) a Rodríguez Rodero. He publicado muchos libros de poemas sin interés alguno, lo confieso. En cualquier caso, alguien que para argumentar lo malo que le parece el título de un libro empieza por decir: “He visto (¡visto!) miles de títulos de libros de poemas en mi vida”, o se atreve a consignar el perezoso, enfático y disminuido intelectualmente sintagma “zafiedad lírica” e incluso tiene la originalidad de asegurar que algo huele a podrido… en la poesía ibérica, está perdidamente perdido para la literatura y el sentido común, por el que cada vez siento un mayor afecto.

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    1. "He publicado muchos libros de poemas sin interés alguno, lo confieso."

      Retengo, de su mensaje, esa línea, que me da, generosamente, la razón. Todas las demás son invalidadas por ella.

      Lo que a mí me gustaría comprender, no es por qué publica usted poemarios sin ningún interés, sino cómo alguien capaz de escribir poemas como éste:

      ORACIÓN

      No la eternidad, sino las horas
      arañadas al tiempo contigo.
      Y ningún otro cielo
      que el que quiera llegarme de tu boca,
      húmeda de muchos besos.
      Porque ya en nada creo, con mi alma y mi cuerpo,
      sino en la certeza ardiente de tu piel contra la mía
      y en la alegría, siempre fresca y erguida siempre, de tu mirada
      y en el puñado de luz que es tu sonrisa.
      Tu sonrisa que limpia toda sombra y toda tristeza,
      tu sonrisa que quita los pecados del mundo."

      Y ningún otro cielo (Tusquets, 2010).

      puede considerar que son poesía frases prosaicas como las de Rodríguez Rodero que he citado más arriba.

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    2. Me hace recordar este pesadísimo caballero, con su insistencia en lo de las "frases prosaicas", a un estudioso y crítico conocido (creo que era Ricardo Gullón), que había publicado un artículo metiéndose con Cernuda, en el que señalaba (entre otros, creo), y a modo de ejemplo de prosaísmo que, según él, ponía seriamente en duda su calidad como poeta, el verso "llenos de su importancia, bien fabril o agrícola", de "A un poeta futuro". Imagino que, de haber leído ese artículo (pero no el libro, según su costumbre), también aquí el amigo nos hubiera explicado que nadie con "el mínimo criterio poético" hubiese podido, en efecto, considerar que el tal Cernuda fuese poeta.

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  6. Paciencia, y a seguir barajando: con el correr de los días, del sinvivir de Pablo Morales suele quedarnos lo que sigue: «Este comentario ha sido eliminado por el autor». Está visto. Acaso sea también su mejor frase involuntaria. Y bien mirado, hasta las veces de epitafio haría, llegado el tiempo. Sirva, pues, como homenaje para la posteridad. Salud, por último (sin ironía: para todos).

    Alejandro Lérida

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    1. Quien eliminó el comentario (muy didáctico, por cierto) fue Daniel Rodríguez Rodero, Alejandro. Hizo caso entonces de mi consejo, no lo hizo después y supongo que ya se habrá arrepentido. Ese "Pablo" que ni siquiera se atreve a decir su nombre --le dará vergüenza-- es uno de los efectos negativos de Internet. Lo mejor, encogerse de hombros y que siga por ahí dando lecciones donde le dejen entrometerse.

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  7. No, no, me refiero a él, Martín. Me sonaba su nombre y lo busqué, pero solo quedaba su sensatez última (que no es poco).

    http://crisisdepapel.blogspot.com/2021/09/burlas-y-veras.html?m=1

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